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Amor de reyes por Kirauchiha

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Notas del fanfic:

vuelvo a repetirlo: este finc no es mio, solo es una traduccion al españo 

aqui pueden encontrar el original 

https://www.fanfiction.net/s/7246373/1/Kings-Love 

Notas del capitulo:

las edades no concuerdan con la historia, fueron un poco alteradas al igual que los hechos

 

—Edmund —dijo Lucy—. ¿No es emocionante estar de vuelta?

Edmund no pudo evitar reírse de lo que dijo Lucy. Desde que habían caído a través del cuadro en la parte posterior del dormitorio en Londres hasta Narina, Lucy había estado radiante. Su entusiasmo era altamente contagioso y cuando Caspian les había mostrado orgulloso el Viajero del Alba, pareció haberles afectado a todos, tanto que se estuvieron riendo unos de otros de la forma estúpida. Sólo una persona del grupo había sido inmune y Edmund frunció el ceño al recordar quién era esa persona.

—Sí, es emocionante —coincidió Edmund—. Pero hubiera preferido que Eustace no estuviera aquí también.

—Mmm —dijo Lucy—. Si Aslan nos trajo aquí, supongo que debe de haber una razón para haber traído a Eustace también pero es una pena. Él es muy desagradable. Ojalá Peter  y Susan estuvieran aquí en su lugar.

—Sé lo que quieres decir —respondió Edmund—. Sería tan maravilloso estar aquí juntos de nuevo. Basta con ver esa puesta de sol. Hay algo diferente en las puestas de sol de Narnia, ¿verdad?

Edmund se inclinó sobre la barandilla de la cubierta. Sintió a Lucy moverse a su lado y le dio una rápida sonrisa antes de volverse hacia el oeste. El sol se estaba poniendo por el horizonte, tiñendo el cielo y el agua con matices gloriosos de rosa y naranja. Edmund casi podía sentir los colores filtrándose en la piel de su rostro. Su entusiasmo había pasado a ser una especie de satisfacción pero aun así no podía dejar de sonreír.

Unos pasos pasaron por detrás de ellos y Edmund volvió la cabeza rápidamente, esperando que no fuera Eustace. Lo último que quería escuchar ahora era un sinnúmero de protestas de la pequeña bestia. En vez de eso, vio a Caspian y observó como este rápidamente subía a la popa y comenzaba a hablar con el capitán Drinian y su primer oficial Rhince.

—Me pregunto si Caspian desearía que Peter y Susan estuvieran aquí también

—estoy segura de que a él le hubiera gustado verlos —dijo Lucy y luego se echó a reír—. En vez de eso, tiene a Eustace.

Edmund se echó a reír también.

—Oh, pero es agradable ver a Caspian de nuevo —continuó Lucy —. Es curioso, sin embargo, que él sea mucho más mayor ahora. Siempre se me olvida cómo funciona el tiempo en Narnia y siempre me sorprendo cada vez que regresamos.

Era extraño, pensó Edmund, que Caspian fuera mayor ahora. Cuando lo vieron por última vez había sido un niño, no mucho mayor que el propio Edmund, y ahora parecía muy mayor. Debido a este cambio,

Edmund había estado en realidad un poco tímido con él al principio, pero Caspian era tan amable y agradable que la sensación se le había pasado rápidamente.

—Edmund, ¿no crees que Caspian es guapo? —preguntó Lucy.

Edmund pensó por un momento. Caspian era más alto incluso que Peter y él había crecido también. El chico ligero y de huesos finos que Edmund había conocido un año atrás había desaparecido y en su lugar había un hombre joven y fuerte, cuyo pelo brillaba con luz dorada y cuyos penetrantes ojos azules brillaban con determinación y resolución o brillaban con buen humor.

—Sí, lo es, supongo —respondió Edmund y luego sonrió a Lucy —. No irás a tontear con él, ¿verdad?

— ¡Edmund! —exclamó Lucy—. No seas tonto. Sólo pensé que podría haber estado casado ahora, eso es todo.

—Bueno, supongo que Caspian no ha querido casarse todavía.

—A decir verdad —respondió Lucy — me alegro. Sé que es egoísta pero será agradable tener a Caspian sólo para nosotros.

—Lo sabía —sonrió triunfalmente Edmund —Vas a tontear con él.

—No digas tonterías, Edmund —Lucy le sonrió con cariño y por un momento la vio como la reina que había sido en otro tiempo: sabia, amorosa y valiente. Entonces, ella le dio un codazo en las costillas, le lanzó una sonrisa burlona y ella fue una vez más sólo la hermana pequeña que siempre había conocido

-Oh, estoy tan feliz de estar de vuelta.

—Me alegra oír eso, reina Lucy—dijo una voz detrás de ellos y Edmund se sobresaltó al reconocer a Caspian. El calor inundó su rostro y esperó desesperadamente que Caspian no hubiera escuchado la conversación entera. Miró rápidamente a Lucy y vio la misma preocupación en sus ojos.

Los dos se volvieron lentamente para afrontar a Caspian que los miraba con curiosidad.

—Dios mío —dijo —. No os sentís mareados, ¿verdad?

Edmund escuchó a Lucy resoplar suavemente.

—No, Caspian, estamos bien —alcanzó a decir antes de que él se uniera a ella a la risa.—Bueno, me alegro de oír eso —respondió Caspian con un brillo de diversión en sus ojos —. Vuestro pariente, Eustace, parece estar lo suficientemente enfermo por todos nosotros.

Con este comentario, todos se rieron de nuevo. Es cierto, pensó Edmund, Eustace había estado enfermo al principio, pero una vez que Lucy le dio una gota de su cordial mágico, no había habido ninguna razón para que se quedase en la cama, aparte del mal humor.

—De todos modos —continuó Caspian, una vez que dejó de reírse—. Yo también estoy muy contento de que estéis aquí. Ha hecho que este viaje y vamos a tener grandes aventuras juntos.

—Quizás, incluso con Eustace alrededor —replicó Edmund y no pudo evitar sonreír cuando Caspian le guiñó un ojo.

—Bueno, ¡espero que se encuentre con mejor estado de ánimo el resto del viaje! Ya hemos hablado de como llegasteis aquí, pero todavía no hemos hablado de vuestro hermano y hermana, el rey Peter y la reina Susan. ¿Cómo les va?

Ante esta mención casual de Peter, el aliento de Edmund se atascó en su garganta cuando fue asaltado por el recuerdo de lo que había visto la última vez que estuvo en Narnia. Después de la batalla con los telmarinos, hubo una gran fiesta y fue después de esa fiesta cuando vio a Peter y Caspian besándose bajo la luz de la luna. Él no había pensado mucho en ese momento durante mucho tiempo y ahora sentía un ligero rubor en sus mejillas mientras las imágenes se reproducían en su mente. Todavía no entendía por qué Aslan había querido que viera eso y él todavía no entendía por qué se había sentido horrorizado en ese momento. En la escuela, él había visto a veces incidentes similares y en Narnia ese tipo de relaciones no tenía esa desaprobación como en su propio mundo. Había pensado en ello durante mucho tiempo al llegar a casa, pero nunca había llegado a ninguna conclusión y al final había tratado de quitar el recuerdo de su mente. Hasta ahora.

Sintiéndose culpable, miró a Caspian y se sintió aliviado al ver que éste estaba mirando a Lucy y ella le contestó su pregunta.

—Oh, Susan ha ido a Estados Unidos —dijo, y luego, ante la mirada perpleja de Caspian, explicó—. Ese es otro país en nuestro mundo. Como ir a Archenland o Carlomen.

Caspian asintió.

— ¿Y el Sumo Monarca? —preguntó—. ¿Qué es lo que hace en vuestro mundo?

Edmund finalmente encontró su voz.

—Está estudiando para un examen en este momento —dijo e inmediatamente se arrepintió cuando toda la atención de Caspian se centró en él.

— ¿Estudiando? —preguntó Caspian, una vez más perplejo.

—Sí, estudiando —explicó Edmund —. Quiere ser ingeniero.

—Ya veo —dijo Caspian—Es extraño pensar que él es más joven que yo ahora. La última vez que nos encontramos tenía la misma edad que yo aproximadamente.

—Sí —coincidió Edmund en voz baja. Imaginó que había oído un ligero arrepentimiento en la voz de Caspian y de repente tuvo una idea horrible. ¿Y si Caspian y Peter se hubieran enamorado esa noche?

Nunca había pensado esto antes. Peter parecía ser el mismo de siempre cuando llegaron a casa y él ciertamente nunca dijo nada sobre Caspian pero tal vez los dos habían aceptado que no volverían a verse de nuevo. Era un pensamiento horrible y Edmund sintió una punzada de compasión y luego vergüenza al sentir su cara arder de nuevo. Se puso peor al darse cuenta de que Caspian le observaba con curiosidad creciente en sus ojos y, rápidamente, se dio la vuelta.

Su corazón latía con miedo mientras esperaba la pregunta que estaba seguro que Caspian estaba a punto de hacer y casi suspiró en voz alta de alivio cuando oyó hablar a Lucy.

—Caspian —dijo— ¿crees que Reepicheep tiene razón? ¿De verdad vamos a encontrar el país de Aslan?

Quisiera volver a verlo.

 —No lo sé, Lucy —Caspian se volvió hacia ella y sonrió — Sería verdaderamente maravilloso ver a Aslan. Pero ahora debéis de tener hambre, yo la tengo. Volvamos al camarote para la cena.

Edmund se quedó atrás mientras los otros dos se dirigieron al camarote. Estaba enfadado consigo mismo y no quería hacer frente a los otros hasta que él mismo estuviera bajo control.

En el momento en el que recobró la compostura, el sol se había puesto por completo y la brisa era un poco fría. La vista era agradable cuando entró en el camarote. Las luces estaban encendidas arrojando un resplandor suave sobre la mesa que tenía una cena sencilla. El corazón de Edmund dio un vuelco cuando, de nuevo, Caspian lo miró con curiosidad, pero él sonrió y se sentó al lado de Lucy, distrayéndose con la comida. A Edmund siempre le había sorprendido que los mismos alimentos que comían en Inglaterra eran más sabrosos en Narnia. Sin embargo, alguien en la mesa no estaba de acuerdo.

— ¿Llamáis a esto comida? —preguntó Eustace, mirando la mesa con desprecio —Estoy enfermo, no puedo comer esto. No sé cómo esperáis que me quede en este barco podrido cuando no hay comida decente. Quiero comida vitaminada de Plumptree para los nervios de una vez.

Edmund observó con diversión cómo Caspian sonreía a Eustace con lo que sólo podría describirse como cortesía forzada.

—Me temo que no sé qué es eso —dijo—Pero esto te fortalecerá y te hará sentir mejor.

— ¿Estás completamente loco?

—Eustace —interrumpió la voz tranquila de Lucy—no seas grosero. Tan sólo come lo que puedas.

Edmund vio a Eustace abrir la boca para responder y rápidamente saltó con una pregunta.

—Entonces, ¿cuál es exactamente tu plan, Caspian? Nos has hablado de los Siete Lores y el viaje hacia el Este, ¿pero tienes algún mapa o información sobre lo que nos podríamos encontrar?

Caspian se inclinó hacia delante con entusiasmo y apoyó los codos sobre la mesa.

—No, no lo creo, Edmund, pero espero que podamos encontrar a alguien en las Islas Solitarias que nos pueda decir algo.

— ¿Has tenido algún contacto con las Islas Solitarias antes? —preguntó Edmund.

—No, que yo recuerde —dijo Caspian—¿Y tú, Drinian?

—No, señor —negó Drinian con la cabeza—El único barco que conozco para navegar es el que utilizaron los Siete Lores que buscamos.

Edmund empezó a sentirse un poco preocupado. ¿Cómo, en nombre de Aslan, podían estar seguros de que en las Islas Solitarias darían la bienvenida a su señor, el rey de Narnia, si nadie ha estado allí por mucho tiempo?

—Me pregunto si hay todavía un governador...—comenzó con cautela, pero fue rápidamente interrumpido por Caspian.

—Oh, estoy seguro de que hay y, con suerte del León, será capaz de decirnos algo sobre lo que hay más allá de las Islas.

Reepicheep asintió en acuerdo y la conversación giró en torno a la discusión de todas las aventuras que podrían encontrar en su viaje. Edmund se sentó y escuchó, siempre con la preocupación persistente de que pudieran encontrar más de lo que esperaban en las Islas Solitarias, pero finalmente desechó la preocupación y se unió a la emoción. Después de todo, no era más que un rey por el nombre ahora, el momento de su reino compartido había quedado en la historia. Caspian era el verdadero rey de Narnia y este viaje era su momento. No iba a ser Edmund quien interfiriera.

Fue al día siguiente, justo antes de la cena, cuando Eustace tuvo su primera pelea con Reepicheep.

Edmund estaba sentado en el camarote con Caspian, Lucy y Drinian, cuando la puerta se abrió de golpe y entró Eustace, seguido por un ratón furioso.

Pasaron unos momentos antes de que pudieran tener una idea clara de lo que había sucedido. Eustace estaba gritando la exigencia de que Caspian mantuviera a Reepicheep bajo control y Reepicheep pedía disculpas por la intrusión, pero finalmente Edmund les sonsacó la historia.

Al parecer, Reepicheep había estado en su lugar favorito en los baluartes cuando su cola había sido atrapada repentinamente y, con gran asombro, se había encontrado dando vueltas en el aire. Para mayor sorpresa de Eustace, debido a que éste era de hecho el atacante de Reep, el ratón no sólo había logrado sacar su espada al aire, sino que se las había manejado para pinchar la mano de Eustace con ella.

Reepicheep había demandado disculpas entonces, Eustace se había negado y Reepicheep administró su propia forma de dar el castigo, que consistió en unos cuantos golpes duros con la parte plana de su espada. Eustace había corrido en busca de refugio en el camarote, perseguido por Reepicheep.

—Bueno, Eustace —dijo Caspian después de terminar la historia —El desafío te ha sido ofrecido por este ratón honorable. ¿Cuándo lo harás?

—Estás completamente loco —gruñó Eustace — No voy a luchar con ese...esa...criatura. Además —añadió triunfalmente —yo no tengo una espada.

—Oh, eso no es un problema — Caspian agitó una mano alegremente en el aire —Será un placer para mí darte una.

Edmund vio ahora algo que había deseado mucho de ver. Eustace se quedó mudo de horror y asombro, y Edmund luchó por no estallar a carcajadas. Un mal pensamiento cruzó su mente y se volvió hacia Drinian.

—Lord Drinian, ¿no crees que una ventaja debería arreglarse por un duelo entre dos rivales tan diferentes?

—Oh, sí, su Majestad —coincidió Drinian con ojos centelleantes—El ratón es sin duda el rival más cualificado.

—Eso es cierto —respondió Edmund seriamente —Sin embargo, yo estaba pensando más en el tamaño mayor de mi pariente Eustace.

Un suave resoplido llegó a sus oídos y se volvió encontrándose a Caspian que lo miraba con los ojos llenos de diversión y le devolvió una sonrisa rápida. En ese momento,  Eustace finalmente encontró su voz y comenzó a rugirles.

— ¿CÓMO TE ATREVES? ¡OS DIGO QUE NO HAY FORMA DE QUE LUCHE CONTRA ESTE ESTÚPIDO RATÓN!

¡SOY PACIFISTA!

—Entonces, desearía que actuaras como tal y dejaras de causar problemas —interrumpió Lucy, indignada

—.Si rechazas el reto de Reep, entonces tienes que pedirle disculpas de una vez, Eustace.

— ¿Pedir disculpas? —exclamó Eustace — Ha sido él quien me ha apuñalado y golpeado y...

—Sí, discúlpate, sinvergüenza —interrumpió Edmund, finalmente perdiendo los estribos. Era humillante que Eustace estuviera relacionado con ellos. —Es eso o Caspian te presta una espada. Decídete.

Eustace le miró con furia un momento y luego, con su cara roja por la vergüenza y la ira y el ceño fruncido en su rostro malhumorado, se volvió a Reepicheep.

—Por favor, acepta mis disculpas —murmuró.

—Por el bien de sus Majestades, lo hago —respondió Reepicheep tan amablemente como siempre, y luego salió rápidamente de su habitación. Edmund podía decir que, por la forma en que levantó la cola, estaba todavía muy ofendido y no se sorprendió cuando Caspian dio un suspiro de exasperación y siguió al ratón a la cubierta.

Lucy, fiel a su naturaleza generosa, se ofreció para vendar la mano de Eustace y Drinian salió del camarote también. Edmund estaba muy molesto todavía con Eustace, era doloroso tener a una persona horrible con ellos en medio de aquella maravillosa aventura. Esperaba que Eustace no tratara de obtener algún tipo de venganza y simplemente dejara al ratón en paz. Era una esperanza más bien vanay4; Eustace no era la persona más sensata que Edmund conocía precisamente. No era muy bueno en pedir disculpas tampoco y Edmund sabía que Reep merecía unas mejores que las que había recibido, y obviamente era responsabilidad de Edmund hacerlo. ¡Qué horrible era sentirse responsable de alguien como Eustace! Aun así, tenía que hacerlo, y Edmund se dirigió a la puerta y salió a la cubierta.

Vio a Reep en la proa y Caspian estaba con él todavía. Edmund vaciló, extrañamente reacio a pedirle disculpas a Reepicheep con Caspian mirando. Mientras se cernía, tratando de decidir si acercarse a ellos o esperar a que Reepicheep estuviera solo, la voz de Caspian flotó hacia él.

—Me he dado cuenta de la ofensa, Reep, pero recuerda que Eustace no puede tener idea de la importancia de la cola de un ratón por su dignidad.

—Señor —Edmund pudo escuchar claramente la ira en la voz de Reepicheep —Lo entiendo y siento tener que decirlo porque yo sé que es pariente de sus Majestades, el rey Edmund y la reina Lucy, pero ese chico es un cobarde y una amenaza. No muestra ningún respeto, no solo a sus Majestades, sino para su propia persona y compañeros.

—Estoy de acuerdo, Reep, pero me temo que es un invitado en nuestro reino y todo es extraño para él. Es pariente del rey Edmund y de la reina Lucy y sólo por ese hecho merece nuestra paciencia.

Edmund se estremeció ligeramente cuando oyó la respuesta de Caspian. El hecho de que Eustace estuviera relacionado con ellos se estaba convirtiendo en la mayor prueba de su vida.

—Lo intentaré, señor —respondió Reepicheep finalmente, con una voz más calmada— Pero creo que se merece una lección.

Edmund oyó a Caspian dar otro suspiro exasperado.

—Quizás si te mantienes alejado de él tanto como te sea posible, Reep.

—Señor, voy a hacerlo tal como mande. —dijo Reepicheep y Edmund le vio hacer una reverencia y luego se fue. Estaba a punto de seguir al ratón cuando escuchó la voz de Drinian.

—El ratón tiene razón, señor. — Edmund comenzó, por un momento, a pensar que Drinian estaba hablando con él, pero cuando miró rápidamente a la proa, vio que el capitán estaba con Caspian. No se había dado cuenta de que Drinian estaba allí también, sentado en el estante del mirador.

—El niño es una amenaza —se oyó a Drinian continuar—Y no es de ninguna utilidad para nosotros. Tal vez deberíamos dejarlo atrás cuando lleguemos a las Islas Solitarias, ya que no le gusta el mar.

—Lord Drinian, me avergüenza decir que me siento muy tentado por la idea. Pero no es honorable abandonar a un compañero de a bordo, especialmente de sangre real.

Edmund sonrió para sus adentros al oír a Caspian repetir la misma tentación que él había estado sintiendo.

—Es difícil de creer —Edmund vio que Drinian estaba sonriendo — que el niño comparta la sangre de sus

Majestades.

—Sí, es cierto —coincidió Caspian.

—Sus Majestades parecen estar felices de estar aquí en todo caso, señor. —dijo Drinian.

—Oh, estoy muy contento de que estén aquí, Drinian, incluso si traen a Eustace con ellos.

Edmund oyó la risa de ambos hombres y entonces, de repente, se dio cuenta de lo que había estado haciendo. Su cara ardía de vergüenza. Realmente, parecía que últimamente cada vez que venía a Narnia, se convertía en el espía más espantoso. Rápidamente, se dio la vuelta y se alejó, casi tropezando con

Reepicheep en su prisa.

—Reepicheep —le espetó—Aquí estás. Te estaba buscando.

—Señor —el ratón hizo una inclinación elegante— me has encontrado. ¿Cómo puedo servirle?

—Ah, bueno —Edmund luchó por recuperar la compostura— Quería disculparme contigo, Reep. El comportamiento de Eustace fue pésimo, lo sé, y siento mucho lo que pasó.

Él enrojeció de nuevo un poco con el pensamiento que cruzó su mente de que su comportamiento no había sido mucho mejor.

—Gracias, su Majestad —respondió Reep—Su Majestad honra a su pariente más de lo que se merece pidiendo unas mejores disculpas en su nombre que las que el mismo hizo.

—Oh, gracias, Reep —dijo Edmund—. De todos modos, espero que Eustace se establezca con el tiempo. Y siempre tienes mi permiso para golpearlo si no lo hace, ya sabes —añadió con una sonrisa.

Reepicheep se echó a reír y luego hablaron un rato sobre Narnia. Edmund sabía que cuando regresara a Inglaterra, Peter estaría ansioso por saber lo más posible acerca de lo que había pasado en Narnia durante los últimos tres años y el ratón era el narrador más entretenido del barco.

Hablaron durante media hora y luego Reepicheep se excusó de volver a su puesto en el baluarte. Edmund se apoyó en la barandilla de la cubierta y miró soñador las olas. Se dio cuenta de que el mar parecía hoy más azul, casi tan azul como los ojos de Caspian. El pensamiento de Caspian le recordó a Peter y él una vez más se encontró recordando la escena que había presenciado entre ellos. Severamente, lo reprimió, deseando por enésima vez no haberlo visto.

Sintió un movimiento a su lado y se dio cuenta con el corazón encogido de que Caspian estaba apoyado en la barandilla junto a él. Con una fuerte sensación de malestar, sintió su rostro arder y se preguntó si alguna vez volvería a superar esta vergüenza que sentía cuando estaba con Caspian. Estaba empezando a sentirse como una maldición.

—Hola, Edmund. —dijo Caspian. Edmund lo miró a los ojos a regañadientes, vio en ellos la curiosidad y rápidamente volvió a mirar las olas.

— ¿Estás bien? —La voz de Caspian sonaba preocupada— Quiero decir, ayer...

—Debí de haberlo sabido.

Una voz fuerte interrumpió la de Caspian y, por primera vez en su vida, Edmund se sintió aliviado de encontrar a Eustace mirándoles.

— ¿Eso es todo lo que hacéis en este maldito barco? ¿Sólo estar por ahí? Apuesto a que no habéis hecho ningún esfuerzo para reuniros con el cónsul británico, ¿verdad?

—Eustace —suspiró Edmund —Ya sabes, podrías hacer un esfuerzo para llevarte bien con todo el mundo.

—Puede que incluso disfrutes del viaje. —añadió Caspian, esperanzado.

—Oh, no seas tan estúpido —dijo Eustace—. ¿Disfrutar en una bañera como esta? —Y se fue en dirección al camarote.

Edmund se encontró con los ojos de Caspian y puso los suyos en blanco con resignación.

—Sabes —dijo Caspian —tal vez deberíamos pensar en una manera de dejar atrás a Eustace en las Islas Solitarias.

Edmund se echó a reír y se alegró de la distracción.

 


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