El mal ronda cerca II
Regulus
Despertó y había una nota bajo su puerta firmada por Sirius. La recogió y rodó los ojos.
"¡Que infantil!”
La arrojó a su cama y bajo a desayunar pero su padre lo detuvo y lo llevo a su dormitorio. Se le hizo muy extraño.
-¿Pasa algo?- El hombre inspiró. Lo sentó en la cama.
-Es Sirius. Tu hermano se fue.
-¿Qué?-
Hablaba pero no entendió lo que le decía.
Se sintió como flotando.
-No se casara con Lucius Malfoy, se marchó, nos dejó claro a tu madre y a mí que no pretende mantener el buen nombre de nuestra familia de modo que ya sabes lo que eso significa. Eres nuestro único hijo Regulus. No te contactes con él, a él no le importamos. No lo vuelvas a mencionar, solo le romperás el corazón a tu madre-
-Pero, pero él es mi hermano. ¡Es mi hermano mayor!- El hombre negó.
En un momento crítico una figura siniestra se apareció.
-Ahora, ven a la sala hay alguien que queremos que conozcas. -
Bella.
Por alguna razón Druella Black tenía la impresión de que sus hijas eran tres piezas de metal, idénticas.
Tres monedas.
Tres cosas.
Tres muñecas.
Tres hijas.
Por eso se empeñó en tratarlas como si fueran una misma y no como si fueran seres individuales. Ni siquiera las tres cabelleras que decoraban sus cabezas le hicieron cruzar por la mente a la mujer que eran niñas diferentes.
Todo era estático.
Frustrante.
Agotador.
Asfixiante.
Por eso cuando Meda huyó de casa con un sangre sucia, además de la impresión, las cosas se pusieron interesantes. ¿Sí una era repudiada habría una favorita?
Río como loca mientras todos corrían en todas direcciones sin saber qué hacer.
Como la de en medio se había acostumbrado a ser la réplica de sus hermanas tratando de sobresalir como la primera e imitar a la pequeña pero ella no era así.
Ahora era la mayor y si un ejemplo se iba a seguir sería el suyo.
Entonces su descarriada conducta se le salió de las manos. La expulsaron de Beaxbotuns.
Castigada por desobediente. Ya no usaba vestidos de holanes, llevaba faltas ceñidas, botas por tacones. Maquillaje negro.
Tal vez quería demostrarle que se equivocaba, llevando su conducta hasta el extremo.
O tal vez no podía soportar que era cierto. Que al final solo era otra pieza de metal.
Que era igual aunque se negaba a serlo.
Por eso fumaba en el jardín y arrojaba las colillas de los cigarrillos sobre el pasto para que sus padres las encontraran.
-¡Bella ven aquí, Lord Voldemort está aquí!- "¿Ahora qué quiere?"-Quiere hablar contigo.
-¿Conmigo?-
Ellos (los señores Black) están contrariados, por lo general si algo se les decía a sus hijas lo hablaban con las dos al mismo tiempo. Como si todo las incumbiera aunque no necesariamente fuera así.
-Tskkk-
Se reunió con el hombre en el salón mientras los otros trataban en vano espiar la conversación.
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-Yo sé que usted es diferente, yo sé que usted solo quiere que la dejen ser y yo la dejare serlo. A mí no me tiene que impresionar con sus modales o recato, a mi impresióneme con lo que de verdad le gusta hacer ya sea convencional o no, no se preocupe por la moralidad, eso está sobreevaluado-
Como si él supiera que ella practicaba en secreto.
Estaba impresionada.
“Sí.”
Tras la primera impresión y su propia predisposición defensiva.
“Sí.”
Nunca un hombre le había dicho algo así. Nunca había conocido a un hombre de verdad.
-Dígame señorita Black – continuó- ¿A usted le gustan las artes oscuras?- Como si no supiera la respuesta.
-Eso no es de damitas. - Quería ponerlo a prueba.
-Pero yo estoy hablando con una mujer.-
Ella sonrió ampliamente.
-La magia negra es mi favorita.
-Entonces le encantara mi club de artes oscuras-
Ese hombre la volvía loca.
-Pretendo invitar a su hermana- decía- vengo a pedir su permiso, como su hermana mayor dígame ¿Lo considera adecuado?, tratamos temas ligeramente adultos como usted comprenderá.
-Es una niña tonta, no la quiere en su grupo.-
Él sonrió.
-Entonces señorita Black, la esperó en tres meses. -
Ella estaba encantada, por primera vez tenía algo propio, sólo de ella.
-Si mi señor-