PV Misaki
Se supone que el perder un sentido, da como consecuencia una vida difícil, llena de lastima y de prejuicios. Sin embargo, esto no es del todo cierto, al menos para mí. El quedar ciego, sí, fue algo que cambio toda mi vida, pero tal vez de forma positiva. Para mí, estar sin “ver” no es una falencia, de hecho puedo hacer lo que cualquier adolescente de 15 años haría. Salgo con mis amigos, toco el violín (Una actividad que me interesó después de poco tiempo del accidente) y hasta voy al primer año de preparatoria. Como si fuera una persona normal. Pero claro, no lo soy. No del todo.
Mi violín era una de mis maneras de ver y sentir la vida y lo que me rodeaba. Cuando lo toco y escucho las notas unirse formando melodías, hacen que en mi cabeza se construyan formas de todo tipo. Cómo si la verdadera estructura de las cosas aparecieran frente a mí. Otra manera, sería por medio de mis sentidos, que están mucho más agudos que antes. A veces me sentía con súper poderes.
Hoy por ejemplo, estoy en mi clase diaria de violín con mi instructor Nowaki Kusama, quien era alto, de cabello negro, y con ojos azules. Un hombre guapo de 22 años. (Lo sé, porque él me dejó tocar su rostro y me contó cómo era) Además, era muy amable y bondadoso, aparte, me trata cómo cualquiera de sus otros estudiantes, lo cual aprecio mucho. Él dice que aprendo rápido y que soy de sus mejores alumnos. Yo no estoy en contra de eso.
-Muy bien, tu interpretación fue esplendida como siempre. Sigues mejorando. Incluso las composiciones más difíciles las haces correctamente.-Dijo aplaudiéndome. Yo solo pude sonrojarme por todo el halago que me daba.
-No es para tanto.- Dije.
Escuché que se levantó de la silla en que estaba y se paró frente a mí dándome unas hojas, que intuía eran las partituras de la canción. Las guardé en mi bolsa.
-Ahora solo te falta conseguir a alguien que te acompañe en el piano.-
-Ya pensé en quién. Es uno de mis mejores amigos, el tocaba antes, pero por alguna razón lo dejó, así que espero y me ayude.-
-Ojalá y acepte antes de la fecha del concurso.-
Nowaki-sensei se refería a un concurso en el que me metió ya que estaba seguro de mis habilidades. Se llevaría a cabo en una semana en el auditorio de la escuela de música en la que estaba inscrito los fines de semana. Estaba algo nervioso y asustado, pero me emocionaba la idea. Por supuesto no era como si espero ganar, lo único que quiero, es que la música que toque llegue a los corazones de lo que me escuchen.
-¡Misaki!- Oí la voz de Shinobu llamarme.
-Tus amigos llegaron a recogerte.- Nowaki-sensei me escoltó hacia la salida.- Te veo en 3 días para ensayar.-
-Por supuesto sensei, gracias.- Me despedí.
Mis amigos, Shinobu y Ritsu, siempre me iban a recoger y a dejar en casa cuando me tocaba mis lecciones, y no era que fuera un debilucho que no pude caminar por si mismo. Al contrario. Pero tampoco me molestaba, ya que siempre me gustó su compañía.
Cuando supieron lo del accidente hace 10 años, ellos me apoyaron. Los días que falte a la escuela, ellos me ayudaban para no atrasarme en los estudios ni en las tareas. Y por si fuera poco, incluso me describían cómo lucían las cosas que yo quería saber. Definitivamente, sin la ayuda de estos dos, nunca hubiera podido ser quien soy ahora.
Supongo que otros en mi lugar estarían deprimidos, pero yo no. Ya que el solo hecho de estar vivo, es una bendición.
-¡Estoy tan cansado!- Shinobu dio un bostezo.
-Allí hay una banca, ve a dormir.- Como siempre Ritsu molestando al pobre, ya que en ese momento pasábamos por un parque. El mismo de siempre.
-¡Hay calla!-
Solté una carcajada. Ellos me llevaban de la mano, mientras que Ritsu llevaba mi estuche de violín.
-¿Y por qué estás tan cansado Shinobu?- Pregunte sin ocultar mi felicidad.
-¿Por qué más crees Misaki?- Bufó mi amigo castaño ojiverde.- Por estar persiguiendo de un lado a otro a Miyagi-sensei. Desde que entró a dar clases, está que suspira por él.-
-Jajajaja me lo imagino. Y bueno, para los gustos de Shinobu, debe ser guapo.-
-Lo es. Pero él es mío Mi-sa-ki.- Sentí que su dedo picaba mi mejilla. Supongo debió estar haciendo puchero por el tono infantil y posesivo.
-No te preocupes jajaja. Es todo tuyo.-
Nos detuvimos para esperar que el semáforo se ponga en verde (según me dijo Ritsu) en una esquina para cruzar al otro lado. E ir a una cafetería en el que siempre nos deteníamos para comer un pastel y hablar unos momentos.
Cuando por fin, dio verde. Avanzamos 30 pasamos para girar a la izquierda y entrar al local. Ya conocía la distancia y los pasos que tenía que dar.
-Lo usual ¿Verdad? Voy a pedir la orden, siéntense por allá- Shinobu salió disparado hacia la barra. Pues claro, ya cada uno sabía de los gustos de los otros.
Ritsu y yo fuimos 10 pasos hacia una mesa a lado de una ventana. Nuestra mesa favorita. El dueño incluso la tenía despejada para nosotros. Éramos sus clientes favoritos así que era creíble que hiciera eso por nosotros.
Nos sentamos.
Ok. Esta era mi oportunidad. Tenía que pedírselo. Él era la única persona que quería que fuera mi acompañante para el concurso. Cuando Ritsu dejó de tocar el piano de verdad me sorprendí. Fue en primer año de secundaria, simplemente dijo que no volvería a tocar y lo dejó sin dar explicaciones (Aunque Shinobu y yo las sabíamos de sobra).
Aprendí a amar la música gracias a él, pues ya estudiaba desde muy niño debido a sus padres (quienes eran los dueños de una gran editorial) y después me enseñó a mí, viéndome que me aburría y no encontraba ningún significado a mi estado actual. Él fue el que me motivó. Me contó que Beethoven compuso y tocó la 9na sinfonía estando sordo, y que por eso, no había manera en que yo no pudiera hacer algo parecido. Pero en el momento en que lo dejó, me preocupé.
No tenía muchas esperanzas de que aceptara, sin embargo, tenía que intentarlo. Y si era necesario, rogarle.
-Amm Ritsu.- Comencé.
-Dime.- Revolvió mis cabellos y yo tragué algo de saliva.
-Y-Yo…quisiera saber si me puedes hacer, un favorcito…chiquitito no más.- No era del todo falso. Aunque lo de “chiquito” no viene al caso.
Sentí el nerviosismo de mi amigo en seguida. Él sabe muy bien que no va a gustarle lo que le pediré.
-¿De qué tipo de favor “chiquitito” se trata? –
Y ahora yo estoy nervioso.
-Pues…Pues yo…yo, quisiera que…- Comencé a sonreír para persuadirlo un poco. Según él, si sonreía convencía a quien sea de hacer cualquier cosa. Bien, era el momento de saber si era cierto.
-¡Habla ya Misaki por Dios!-
-¡Quiero que seas mi acompañamiento en el concurso de la escuela!- solté, y cómo no escuché nada más, continúe.- Verás, para estar en el concurso necesito que alguien toque el piano mientras yo estoy con el violín. Sensei buscó a varios candidatos, muy bueno por cierto, pero ¡Yo no quiero a nadie más que no seas tú!- Alcé la voz al final. No podía negarlo. Quería que fuera él.
Esperé su respuesta.
-Misaki, amm yo no sé…-
-¡Por favor por favor por favor!- comencé con el plan b.- Hazlo por mí al menos ¡Por favor Ritsu!-
-¿Qué pasa aquí? – Llegó Shinobu con las órdenes. Un pastel de fresa para Ritsu, uno de almendras para mí, y para él, uno de Manzana. Junto con malteadas de chocolate para cada uno.
Tomó asiento a lado mío.
-Misaki quiere que sea su acompañamiento en el piano para el concurso de la otra semana.- Dio un suspiro al final.- Pero yo…-
-¿Y cuál es el problema? Suena bien. ¡Hazlo! – Me apoyó mi amigo de ojos grises.
-No es tan sencillo…- Oí que dio un bocado a su pastel y tomó algo de su malteada.- Saben bien por qué lo dejé.-
-Sí pero…Al menos piénsalo.- Le dije. Supongo que fue algo repentino, así que no lo quería forzar.- Esperaré tu respuesta.-
-De acuerdo, lo pensaré.- Intuí que me regaló una sonrisa. Ojalá y aceptara. Apuesto que seríamos un gran dúo.
Sin más continuamos con la rutina, y seguimos hablando de otros temas en la cafetería.
PV Akihiko.
Son como las 1:00 pm y recién me voy levantándo de la cama. Apenas y recuerdo lo que sucedió anoche. Como siempre fui a una fiesta, me emborrache, charlé con unas chicas, y me fui de allí con una de ellas a eso de las 2:00 am.
Voltee a un lado de la cama. Vaya, la misma que está ahora acostada, sin ropa, al lado mío. Bueno, no es de sorprenderse, siempre es lo mismo. La misma rutina monótona. A veces quisiera que eso cambiara. Pero es imposible.
Me incorporé y fui a la ducha. Esperaré a que esa mujer se despierte y le pediré que se vaya. Apuesto que me pedirá mi número. Sin embargo no se lo daré. Sería una molestia con el paso del tiempo.
Algunas personas me consideran cruel, egoísta, y prepotente. Y tal vez tengan razón. Pero, el que sea de esta forma, tiene su motivo. Causa que me enoja recordar. Ahora no me preocupo. Tengo todo lo que alguien pudiera desear. Soy famoso, rico, guapo. Cualquier chica o chico quisiera estar conmigo al menos por una noche. Yo solamente cumplo sus deseos. Lo mismo para la chica que se acaba de levantar y está buscándome como loca. Me puse una toalla a la cadera y salí.
-Ya despertaste, eso es bueno.- Vi un sonrojo de su parte. Hay no, esos molestos sonrojos que me colman la paciencia. Ella claramente está fingiendo. No por nada la encontré en un club.- Ya es tarde, deberías irte.- Me miró perpleja. No se lo esperaba.
-Y-Yo pensé, que podría quedarme a cenar, o que me acompañarías a casa.- Son voz me estaba irritando. Tenía jaqueca y no estaba para soportar chillidos infantiles.
-No soy de esos.- Dije lo más cortante posible. Rápido enójate y vete. Déjame tranquilo.
-P-Pero ayer… ayer me dijiste tantas cosas bonitas, que pensé que podríamos….-
-¿Podríamos qué?- La miré penetrantemente queriendo intimidarla. Me molesta demasiado que apenas con unas cuantas palabras dulces se formen el cuento de que seríamos algo más que compañeros de una sola noche. Ya estaba. Ella había obtenido de mí lo que quería, y yo también ¿Qué más quería? Solo da lástima pidiendo más.
-L-Lo siento.- Mierda, comenzó a llorar.
-Lárgate de una vez ¿Quieres? – Me crucé de brazos.
-¡Eres un estúpido idiota!- Recibí una cachetada de su parte, y enseguida cogió sus cosas y desapareció azotando la puerta del departamento.
¡Al fin! Paz.
Fui a mi armario y saqué mi terno favorito. Ojalá y ese día no haya más disgustos.
Escuché que alguien tocaba la puerta.
-Parece que me equivoqué.- Dije para mí mismo sabiendo quien estaba al otro lado de la puerta. Aikawa, mi editora, siempre venía los fines de plazo para ver si el manuscrito estaba hecho. Aunque ya (para mí) tenía que saber de sobra que yo no los tenía listo sino hasta días después. Es frustrante que siga insistiendo en lo mismo.
Abrí y ella entró como si de su casa se tratara. Era una mujer linda, con una profesión establecida, y su situación económica no estaba mal. Pero no era mi tipo.
-Sensei vine por los manuscritos. Ya debe tenerlos listos ¿No?-
Lo sabía.
-Sabes que no.- Respondí. Poco me importaba el escándalo que estaba haciendo.
-No sé por qué me sigo molestando.- Comentó resignada.- Lo sabía desde el principio.-
-Si era así no debiste venir.- Me paré junto a la entrada y le abrí nuevamente la puerta.- Si eso es todo, aquí está la salida. Gracias por su horrible visita.- Soné sarcástico.
-Ja ja muy gracioso.- De su bolso sacó un sobre manila y lo dejó en mi mesa de centro.- Lea esto, aquí están los participantes del concurso de música de la próxima semana.-
-¡¿De qué hablas?!- Desconocía lo que estaba diciendo.
-¡¿Ya lo olvidó?! ¡Por Dios sensei! El concurso del que es juez, recuerde, la editorial es benefactora de esa escuela, y prometió que designarían a un juez para ese evento. Usted estuvo de acuerdo.-
-¿Yo? ¿Cuándo?-
-Cuando se hizo la fiesta anual el año pasado.-
-¡Estaba ebrio!-
-Lo que importa es que aceptó y punto.- Dio una sonrisa triunfal y me miró con superioridad. Maldita…
-No lo haré.- Me negué rotundamente. No quería hacerlo.
-Al menos mire las condiciones del concurso y a los participantes. Piénselo hasta entonces, llámeme cuando lo haya decidido ¿Ok? – Alzó las cejas y caminó hasta la puerta abierta. Se giró hacia a mí.- Hasta luego sensei.-
-Adiós, y no vuelvas.-
-Por cierto, debería tratar mejor a sus amantes, pobre chica.- Me reprendió.- En algún momento cuando te enamores, podrían tratarte igual, o hacerte sufrir. Recuerde sensei, recoges lo que cosechas.- Y sin darme paso a responderle, se marchó.
¿Enamorarme? Eso es mentira, jamás sucederá. A mí solo me importa una, y únicamente una persona. Yo. Y no tengo tiempo para pensar en esas cursilerías de adolescentes.
El amor, no existe.
Di un vistazo al sobre. Al ratio lo veo, creo que sería una buena ocasión para salir a comer.
PV Misaki
Estaba solo. Mis amigos habían tenido que irse presurosamente debido a asuntos personales. Shinobu había visto por fuera de la ventana a su amor platónico (Miyagi-sensei) y nos rogó dejarlo ir tras él. Por su parte Ritsu recibió una llamada de sus padres. La cuál lo dejó tenso y nervioso. Al parecer era algo serio.
Por esto, ahora estoy donde estoy. Tenía mi violín en mano, y mi bastón en la otra (Me lo compró mi hermano poco después del accidente). Caminé unos pasos fuera del local evitando chocar con unas cuantas personas a mí alrededor, teniendo poco éxito.
No estaba acostumbrado a estar por mi cuenta, eso es seguro.
Seguí con pasos lentos. Escuchaba el sonido de los autos cerca. Suponía era la calle que tenía que cruzar para ir a la estación y tomar el bus que me llevaría a casa. Ahora, como sentía a los vehículos pasar, quería decir que el semáforo estaba en verde y tarda como 2 minutos en cambiar a rojo. Muy bien, a contar los segundos.
Al poco tiempo. No percibí ningún movimiento. Era el instante adecuado.
Bajé de la acera.
Todo me pareció como en cámara lenta. De pronto, oí acercarse a toda velocidad un auto. Justo iba hacia mi dirección. Mi mente se puso en blanco y no pensé en nada. Mi corazón palpitaba como si estuviera haciendo un gran esfuerzo bombeando mi sangre. Sentí mis manos sudar, y el pensamiento del accidente surcó por mi cabeza.
El miedo me congeló y no me pude mover. Cerré y apreté los ojos, esperando el impacto. Pidiéndole perdón a mi hermano por no vivir como él esperaba.
Pero…el gran choque nunca llegó.
Mi tacto percibió la presencia de alguien más. Una persona que estaba tomándome entre sus brazos y que evitó la tragedia agarrándome y subiéndome rápidamente a la acera.
Sus manos estaban frías, y su respiración estaba agitada. Al igual que yo. Entonces, por alguna extraña razón, mi corazón se aceleró de sobre manera. En vez de estarme calmando, estaba aún más nervioso y contrariado…
Esta persona me hacía sentir raro…¿Quién era?