De todas las cosas que he hecho con mis amigos, está es, sin duda alguna, la más embarazosa. Al principio me negué rotundamente. La escuela entera ya tenía una idea errónea de mí, es decir, soy la única chica que siempre está rodeada por hombres. Por lo mismo, me veo involucrada en sus juegos absurdos, lo que hace que los maestros me incluyan en los castigos. Tanto así, que mis viernes de práctica de danza avanzada se convirtieron en detención después de clases. El director me advirtió que no me dejara llevar por sus tonterías pero no es como si tuviera opción. En fin, como siempre terminaron por convencerme de participar en su nueva locura.
Ahora iba a ser un espectador, no, más bien una figura que estuviera al tanto de sus acciones sin sentido y que, pudiera avalar el cumplimiento de acuerdo a las normas estipuladas, bueno, antes de adentrarme en el asunto, es primordial platicarles acerca de mis mejores amigos. ¿Debería decir de los torpes que quieren ponerse en vergüenza? Como sea. ¿Por dónde empezar? Supongo que iré por el orden en que llegaron a mi vida. En ese caso, el primero es mi mejor amigo. Nos conocimos cuando teníamos cinco años y, desde entonces, asistimos a las mismas escuelas.
Yugi Moto es el ser más tierno que pueda existir en este mundo. De complexión pequeña. Al ver a su abuelo es de suponer que su genética es así. Mide un metro con cincuenta y tres centímetros. Pesa cuarenta y dos kilogramos. Como dije, es de tamaño compacto. En fin, su piel es blanca (extrañamente suave cabe destacar), el cabello es completamente irreal, tanto en la forma como en el color, negro con las puntas magentas y mechones rubios. Por más que lo intenta no puede peinarlo de otra manera, siempre lo lleva en picos asemejando a una estrella, al menos la parte de atrás. Enfrente caen varios mechones que le enmarcan el rostro.
Sus enormes ojos violetas son ventanas que te permiten ver su alma. Él no se da cuenta de lo adorable que es. En serio, tan sólo debe parpadear ligeramente para que el mundo caiga a sus pies. Agréguenle una sonrisa y es casi como ver un pequeño ángel. Sobre todo por la actitud amable, educada e ingenua que tiene. Él siempre está dispuesto a ayudar al prójimo. Va por el mundo repartiendo felicidad. Bueno, está claro que podría hablar eternamente bien de Yugi, debido al gran cariño que le tengo y a lo bien que lo conozco.
El que le sigue es Joey Wheeler. Un chico irrespetuoso, impulsivo, con un lenguaje que deja mucho que desear. La mayor parte de las palabras las usa de manera incorrecta, creo que las groserías son las únicas que sabe utilizar. Gracias a mis “lecciones” (entiéndase golpes en la cabeza) ahora su expresión oral es tolerable. En fin, él tiene el cabello rubio, tez blanca y ojos color miel. Su estatura está arriba del promedio. Sus constantes peleas con otros estudiantes lo mantienen en forma, al menos eso supongo yo. A pesar de todo, es un excelente amigo, siempre que lo necesitamos está ahí. Es como el hermano mayor protegiendo a los más pequeños.
Si más no recuerdo, Ryo Bakura llegó a la escuela hace dos años. Un chico tranquilo, amable, es bastante cortés con las personas a su alrededor, creemos que se debe a que la mayor parte de su vida estuvo en Inglaterra, puesto que tiene costumbre un tanto diferentes a las nuestras. Al igual que mi mejor amigo, una sonrisa adorna su rostro. Es muy difícil hacerle enojar. Bueno, en realidad hay algo que siempre logra sacarlo de su habitual calma pero ya tendré tiempo para explicarles. Mientras tanto, su aspecto es un tanto delicado debido a su delgado cuerpo, largo cabello blanco y lindos ojos cafés. Además, posee una blanquecina piel que te hace creer que su salud peligra pero no es así.
Por último está Marik Ishtar. Lo conocimos cuando el museo de la ciudad anunciaba una espectacular exhibición sobre el antiguo Egipto, país de donde nuestro amigo es originario. Entró a la escuela como un estudiante de intercambio ya que no sabía cuánto tiempo se iba a quedar. Afortunadamente decidió que quería terminar el curso con nosotros, así que su familia le permitió el capricho. Al contrario del albino, su tez es de color canela, su cabello es rubio cenizo y sus ojos son violetas, un tono más claro que los del pequeño Yugi. Y hablando de estatura, Marik es el más alto de todos, asimismo, su cuerpo tiene bastante tono muscular. No puede evitarlo, disfruta mucho los deportes.
Esos son nuestros protagonistas. Ahora es momento de saber el por qué se les ocurrió la brillante idea de ridiculizarse y cómo fue que acabé involucrada. Todo empezó hace dos días con una noche de películas en casa del rubio. Reíamos mientras hacíamos observaciones absurdas sobre el drama que estábamos viendo. Yo me prestaba para algunos comentarios mientras reprendía los que consideraba inapropiados. Siempre me he calificado como la hermana que pone orden. Recuerdo que me levanté para ir al sanitario. Cuando regresé habían comenzado una discusión sobre si se atreverían a hacer tal cosa.
Los ignoré durante varios minutos, limitándome a mirar la pantalla del televisor, hasta que ellos la apagaron. Iba a reclamar cuando me interrumpieron. Querían mi opinión. Escuché atentamente las acusaciones que se lanzaban. Que si Yugi jamás podría decir ciertas cosas. Que si Joey era incapaz de ser de tal manera. Que si el acento de Ryo era fingido o que si Marik se bronceaba con aerosol. No sé qué tanto parloteaban, pronto el más impulsivo de todos, salió con la idea. “Apuesto lo que quieras a que no lo harías”. Esa frase provocó todo. Juraría que el fuego de la indignación se apoderó de cada uno de ellos.
De inmediato comenzaron a pensar la forma de comprobar su hombría. En serio, a veces no entiendo por qué los hombres tienen que reaccionar de esa manera cuando se pone en duda qué tan “machos” son. Hasta Yugi se veía molesto. Yo rodee los ojos con fastidio e incluso traté de hacerlos entrar en razón. Obviamente no funcionó. Sorprendiéndome de sobre manera, los cuatro se las ingeniaron para idear todo. En menos de dos horas, ya tenían definido lo que querían y cómo lo obtendrían. Así que, emocionados empezaron a hacérmelo saber, les dije que no me interesaba verlos hacer el ridículo pero ellos insistieron en que necesitaban mi ayuda.
Repasemos. Participantes, listos. Concurso, listo. Arbitro, listo. Es hora de explicar las reglas del juego. Se impondrá un reto que sea completamente opuesto a la personalidad del jugador, con la intención de llevarlo al límite. Deberán cumplir ciertos requisitos, no esperaban que lo hicieran y ya. No, para eso estaba yo. Para verificar que todos las exigencias se cumplieran. Por lo mismo, se decidió manejar un sistema de puntos. Permítanme ahondar más en el asunto.
Durante el reto tendrás que adoptar cierta actitud, se darán puntos de acuerdo a que tanto te mantengas en personajes. Alcanzando tres puntos si tu actuación es perfecta.
Si te atreves a usar el vestuario que se impone, ganas una cantidad de puntos, la cual, dependerá de qué tanto esfuerzo le pongas a la caracterización. Siendo cinco el máximo.
Los que no estén realizando el reto escogerán una frase que el concursante deberá decir, tal cual, sin cambiar una sola palabra. Si dices las tres recibirás un punto por cada una.
De igual manera, se impondrán tres acciones que se deberán realizar, nada que dañe la integridad física.
Los puntos extras se podrán conseguir si yo creo conveniente que el concursante hizo algo extraordinario, por lo cual sea merecedor.
La suma total de los puntos conseguidos determinará quién fracasó, porque, como en toda competencia entre hombres, no importa quién gane, sino quien se lleve la deshonra de ser el perdedor.
Por el momento la única restricción consiste en no revelar que son parte de un juego, hasta que cada uno de los participantes haya realizado su desafío. Quien lo revele será declarado automáticamente como: “Un poco hombre”, según sus propias palabras.
Esa misma noche tuve que hacer las fichas para cada uno de mis amigos. Fue una ventaja que decidieran tan rápido los desafíos. Lo último que me falta explicar es el castigo pero eso, eso será para otra ocasión. Primero veamos cómo se desempeñan en cada difícil prueba.