Habían pasado aproximadamente diez minutos de recreo y ya era la quinta vez que intercambiaba miradas con Sam. Y por quinta vez también bajó la vista hacia cualquier punto en el patio. Un par de chicas de su clase la rodeaban, pero aun así podía verla al otro lado del patio, sentada en una banca tratando de leer. Todavía no podía creer todo lo que había sucedido, y no entendía como el asunto se le había resbalado de las manos. Y es que Josh ya no ocupaba sus pensamientos desde hacía un buen rato. El chico futbolista casi tan popular como Sarah siempre había sido inalcanzable para ella de todos modos y por múltiples razones, entre las cuales se encontraba su aversión a los besos. Sin embargo ya no estaba tan segura de ese último punto.
A lo largo de su corta vida había estado junto a dos chicos. Ellos se habían encargado, sin saberlo, de dejar a Alice un poco traumada con el asunto. De verdad había pensado que lo besos no eran lo suyo, que quizás nunca iba a poder tener el valor de recibir otro. Hasta que probó los labios de Sam. Esa Sam, que en ese momento volvía a dirigirle la mirada y volvía de inmediato a su libro. La observó detalladamente entonces. No era primera vez que lo hacía. No era primera vez que sus ojos vagueaban por el negro cabello de Sam, tan liso y hermoso. Usaba gafas igual que ella, pero sólo para leer. Siempre estaba sola, a menos que Sarah se acercara a hablarle, y sonreía poco. Esa chica siempre había sido un misterio para ella, un misterio que, según lo que había descubierto recientemente, le encantaba observar.
Sam por fin pudo terminar de leer la página en que estaba. Era difícil concentrarse con todo el ruido del patio, y más difícil aun si Alice estaba mirándola desde el otro lado. Suspiró pesadamente, cerrando el libro algo enojada. Esa chica realmente le gustaba. Tanto, que cuando le pidió que continuara con su ayuda no dudó en decirle que sí. Y desde ese momento no había podido dejar de pensar en ella. Pero, aunque ya llevaban tres “sesiones de ayuda”, Alice no parecía mostrar signos de que alguna vez sus encuentros terminaran y no sabía en qué había quedado el asunto con esa persona que le gustaba. Sam no quería que jugaran con ella, no quería ser usada. Sin embargo lo estaba haciendo y eso la hacía querer arrancarse el cabello. Miró por última vez hacia el frente, observando que Alice se había ido de ahí. Quiso sacar su celular para escuchar algo de música pero sonó la campana para volver a clases. Se levantó con furia y fue a su salón.
Al salir de clases un mensaje de texto apareció en su celular. Era ella, pidiéndole que se encontraran en el auditorio, tras el escenario. Antes de dirigirse hacia allá puso los audífonos en sus oídos y encendió la música, ignorando las ganas de golpear su cabeza contra mesa donde estaba sentada. Necesitaba reaccionar. Mientras caminaba decidió preguntarle a Alice qué pasaba por su cabeza, mentalizándose para recibir la peor de las respuestas.
Llegó al auditorio y fue tras el escenario, donde se guardaban algunas cosas de escenografía. La luz del lugar estaba encendida así que no tardó en encontrar a Alice ahí. Miraba su celular, nerviosa. Cuando la vio le sonrió y Sam se quitó los audífonos, dejando que el aire escuchara el susurro de Adam’s song.
- Sam, hola
La chica iba a abrir la boca, pero no dijo nada. No sabía cómo comenzar. Además su corazón había empezado a latir más rápido luego de que Alice dijera su nombre.
- Hola -, fue todo lo que pudo decir.
- ¿Estás bien?
- Sí
Sam evitó sus ojos. Usualmente ella era quien comenzaba con los besos y luego Alice la seguía. Sin embargo esa vez ni si quiera se acercó.
- S-si no quieres… Continuar con esto, no lo hagas -, le dijo Alice.
La chica negó con la cabeza y luego la miró a los ojos. Alice no podía ocultar la tristeza que le provocaba decir eso, y Sam lo notó en seguida. Se movió hacia ella, acercando su mano al rostro de la chica y poniendo un mechón de su flequillo tras su oreja. Alice se sonrojó automáticamente apenas Sam rozó su cabello.
- Tengo que saber algo antes de continuar -, soltó Sam por fin.
Alice asintió, cerrando los ojos un momento.
- Es sobre la persona que me gusta, ¿cierto?
- Sí…
El corazón de Samantha taladraba su pecho en ese momento. Se preguntó si Alice podría escucharlo. La chica de gafas suspiró, pensando bien en qué decirle. Optó por contarle la verdad.
- Ya no sé si me gusta
Sus mejillas se encendieron de nuevo. Levantó la mirada para encontrarse con una Sam muy sorprendida.
La chica no sabía qué decir. La mano con la que había acomodado el cabello de Alice cosquilleaba. Movió la cabeza tratando de digerir las palabras de Alice y luego habló en un hilo de voz.
- Entonces…
- Hola chicas, ¿vienen al ensayo de la obra? -, interrumpió una voz.
Un muchacho se acercó a ellas, dejando su bolso en el piso. Un par de personas más se unieron a él, mirándolas con curiosidad. Sam mantuvo la calma como pudo y les dijo que no. Miró hacia Alice, que estaba medio escondida detrás de ella con la cara totalmente encendida. Se disculpó con los chicos y salieron de ahí. Una vez fuera del auditorio Alice se giró hacia ella.
- Lo siento, no sabía que hoy ensayaban los de teatro
- No te preocupes
Sam tomó uno de los audífonos y lo puso en su oído. Un potente tema de The Offspring sonaba en ese momento.
- ¿Te vas a casa? -, le preguntó a Alice.
La chica asintió y comenzaron a caminar hacia la salida de la escuela. Ninguna decía una sola palabra. Sam repasaba una y otra vez lo que la chica le había dicho. No quería esperanzarse, pero no podía evitarlo. “Saldrás herida de todo esto”, se decía. Alice, por su parte, no podía seguir negando que tenía muy claro quien le gustaba, pero no sabía qué hacer exactamente. Así que hizo lo que primero se le ocurrió, aunque eso le costó otro sonrojo. Tomó la mano de Sam, entrelazando sus dedos.
- Entonces… Me gustas tú
Sam volteó la cabeza para mirarla. No podía creerlo. ¿De verdad esas palabras habían salido de la boca de Alice? Su corazón no podía ir más rápido. Suspiró intentando calmarse, dejando escapar una leve sonrisa. Apretó un poco la mano de la chica, deseando que nunca la soltara. Alice le sonrió con ternura y tomó el audífono libre, colocándolo en su oído. Reconoció la melodía de una canción de Blink 182 en su cabeza.
- ¿Cómo se llama esta canción? -, le preguntó a Sam.
- Always. Es una de mis favoritas
Alice volvió a sonreír. Se mordió el labio mientras detenía su caminar. Sam la miró hacia atrás, confundida. Se acercó a ella para preguntarle qué pasaba, pero no alcanzó a decir nada porque Alice había presionado sus labios contra los suyos. La chica puso su mano tras el cuello de Sam y continuó besándola hasta que necesitó respirar de nuevo.
- ¡Lo sabía!
Sarah las había visto y ahora se aproximaba hacia ellas con una gran sonrisa en el rostro. Las chicas se miraron y Alice soltó una risa nerviosa.
- Pero Alice, creí que no te gustaban los besos -, dijo Sarah susurrando al final.
- Creo que estoy curada de eso
Sam se sonrojó un poco, desviando su mirada hacia el piso. Sarah las dejó en paz y pudieron seguir caminando hacia la salida. Odiaron el momento en que tuvieron que soltar sus manos más que nada en el mundo, aunque sabían que al día siguiente iban a volver a encontrarse. A Sam todo eso le parecía un sueño. Sin embargo era real, podía pellizcarse todas las veces que quisiera, iba a dolerle igual.
Apenas se despidió de Alice volvió a poner Always en su celular. Cerró los ojos un segundo y después siguió caminando, con una sonrisa pegada al rostro.