Juntó una semilla más del suelo para mirarla fijamente y tras aprobarla, la metió en el bolso de hojas que se había construido días antes.
Su madre lo había mandado a buscar semillas al bosque para tener en su almacén pues las lluvias estaban próximas y ya no podrían salir a ir por sus preciadas semillas para alimentarse y es que la dieta de un hada se basaba además de frutos pequeños en las dichosas semillas. Pero su padre había ido a recoger bayas porque eran más grandes y pesadas y quizás Taemin no podría llevar las suficientes a casa.
Aunque no estaba feliz del todo con el hecho de salir de la zona protegida en su aldea, tenía que ayudar a su padre al mantenimiento de la familia.
-¿Has podido hacer algo para calmar tu calor?- le llamó otra hada, era una de las que también estaba en la misma clase que Taemin, entre las laborales.
-Aun no.- susurró metiendo más semillas en su bolso. –¿Se me nota?-
-Bueno.- susurró la otra casi riendo. –Hueles a sexo.- entonces Taemin contrajo sus piernas asustado.
-¿Lo percibes?- preguntó, porque entonces alguna hada se le acercaría con la intensión de intimar y serán castigadas. Aunque pensándolo bien, ir y entregarse de nuevo a la col no estaría mal, sin embargo, no le curaría.
-Yo y un montón más.- contestó la otra hada, recogiendo las mismas semillas para llevarlas al bolso de Taemin. –No te estoy aconsejando, así que no lo tomes a pecho, pero deberías de ir a buscar a ese humano.- cerró el bolso y se aseguró de que no se abriera.
-No puedo.- susurró Taemin girándose para ir a buscar más semillas y algunas gotas de lluvia, tanto calor le daba sed.
-Si te quedas aquí, ¿qué vas a hacer? Es decir, que te toque un humano es una condena. Serás infeliz.- contestó caminado al lado de Taemin, para ir hacia donde las gotas de agua eran más fáciles de tomar sin que se rompieran.
-¿Y qué haría?- preguntó Taemin mirándolo. –Buscarlo, ¿confesarle que necesito tener sexo con él? ¿Y luego qué? ¿Qué dicen los sabios de ese asunto?- preguntó casi molesto.
-¿No les has ido a preguntar?- ambos comenzaron a buscar entre las raíces y hojas bajas de las plantas, algunas gotas de agua que se vieran limpias y aptas para tomarlas y beberlas.
-Me da vergüenza.- susurró tomando una gota de agua, miró lo cristalina que era y la llevó a sus labios, manteniéndola para que no reventara y cayera al suelo.
-Te cubriré.- contestó su amigo poniéndose delante de él. –Rasgaré mi ropa y tomaré trozos de la tuya, diré que fuimos atacados y que te comieron. Tú ve y busca al humano.- lo tomó de los hombros para mirarlo a los ojos.
-¿Estás loco?- preguntó cuando la gota se deslizó por sus dedos y brazos hasta caer al suelo. –Aunque te creyeran.- susurró bajando la mirada, analizando la situación. –Buscar a un humano en este mundo es muy complicado.- ¡ni siquiera recordaba haberle visto el rostro!
Sólo sabía cómo se sentía su mano, sus dedos largos y el calor que se infundo en él.
-Dicen que cuando un humano te toca, hay una esencia, una especie de aire o viento, del color del aura de ese humano que te conecta a él. Por supuesto eso ellos no lo saben, y tampoco lo podemos ver las otras hadas, así que sólo tú lo mirarás.- Taemin se soltó del agarre de la otra hada para ir a buscar una gota más.
-Eso no es cierto.- porque él no veía nada de esencia que lo conectara con el humano. –Si me voy de aquí es más posible que muera a si me quedo y sólo vivo así hasta que muera.- se agachó para tomar una gota de una flor que estaba sobre el pasto.
-¿Y qué es mejor? ¿Vivir apasionadamente o estar en una vida monótona en la que no eres feliz? Porque estoy seguro que mañana también saldrás a recoger semillas.-
-No me puedo ir.- afirmó.
-Ve y quítate ese calor, luego regresas.- contestó simple, casi riendo.
-¿Entonces habré resucitado?- preguntó riendo. –¿No ibas a decir que morí?-
-Eres una laboral, puedes decir que curaste tus heridas y mientras emprendías el camino a casa hacías más cosas para sobrevivir.-
-No voy a ir a tener sexo como loco y regresar como un héroe.- contestó girándose para regresar a su casa y entregar las semillas.
-Sólo decía. No tienes que tomarlo en serio.- contestó su amigo para ir hacia su lado. –Mañana te veo para ir a recoger más semillas. Escuché que las de girasol saben mejor cuando el sol las ha tostado.-
Escuchó el viento soplar y un aleteo a su costado.
Entonces sólo sonrió al ver que su amigo se alejaba en dirección contraria a su casa.
-Mm mm… le van a dar duro y feo.- susurró riendo, viendo como las pequeñas alas de Taemin lo hacían más pequeño hasta que finalmente desapareció. –Suerte amigo.- sonrió.
El hada volaba esquivando todo lo que se interponía en su camino, su cabello se pegaba a su frente por la velocidad que llevaba, tomó el camino del lago que conducía hacia la ciudad, anhelaba que una vez fuera de todo contexto natural, ese hilo o esencia que dijo su amigo se hiciera perceptible a sus ojos.
Entonces se detuvo en seco.
El aire se hacía más pesado y estaba cansado que sólo bajó lentamente, moviendo sus alas hasta que sus pies tocaron el suelo.
Una espesa nube de humo le golpeó en el cuerpo, producto del auto que pasó a toda velocidad a su lado.
-Cangrejos.- susurró tosiendo para sacar el humo que había inhalado. Un auto más le hizo no sólo ahogarse en humo sino que lo elevó un tanto haciendo que girara en los remolinos que dejó a su paso, cuando se detuvo, tosió un poco más, vio docenas de mariposillas volar despavoridas, algunas chocaron contra él. –¿Qué sucede?- preguntó.
Luego escuchó un ruido muy grave, sonoro y estruendoso. Volteó por encima de su hombro. Su muerte se aproximaba a 120 km por hora. Con 18 ruedas y un conductor que fumaba cigarrillo.
-¡Clairene!- gritó presionando sus ojos, de repente su cuerpo se lleno del calor de la mano del humano, eso fue lo que le hizo mover sus las hasta volar por encima del auto para esquivar su muerte.
Sonrió divertido al ver el auto seguir su camino, tocó su cuerpo para asegurarse de que todo estuviera bien. Sonrió de nuevo.
-Esto podría ser divertido.- susurró. Miró hacia la ciudad y quedó en silencio. Era como mil millones de millones de millones de veces más grande que su aldea. –En qué me metí.- despeinó el cabello de su frente frustrado.
¡Cómo lo encontraría!
De repente el rastro del humano apareció frente a sus ojos.
-Te encontré.- susurró moviendo sus alas para ir por Minho.