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Si supieras. por Minene Sutcliff

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Notas del fanfic:

Esto es lo más canon que vi en mi vida (?) Es que traté de que, en el hipotético caso de que el shizaya fuese canon, ¿Cómo sería? ¿Cómo habrá empezado? Y esto es lo que pensé.

Me costó un montón la última parte! Ah! Fue horrible, había tantas cosas que quería agregar, pero no sabía cómo y no quería que se vaya ni un poco del personaje…

Por eso es que no me gustó mucho la última parte, pero quería terminarlo. Soy muy ansiosa hasta con mis cosas…

Por eso es que agradecería cualquier comentario que puedan darme, sugerencias/criticas constructivas etc.

Desde ya, muchas gracias.

Notas del capitulo:

Bueno… esto es vergonzoso, pero quisiera dedicar este one-shot a Alexander (ALR). No sé si leerás esto, pero tu último comentario fue hermoso. De verdad quería agradecerte de alguna forma aquellas tan lindas palabras.

– Shizu-chan fuiste muy brusco esta vez~ – Canturreó Orihara Izaya en el oído del rubio.

– Cállate – Respondió abrazando por la cintura al pelinegro.

– Oh~ ¡A Shizu-chan no le importa mi salud! ¿Será eso cierto? – No estaba dispuesto a dejar en paz al mayor y ambos lo sabían.

– Lo es. Ahora cállate o de verdad seré bruco – Esto causó el efecto contrario que él esperaba. Aquella provocación encendió los instintos más morbosos en Izaya. Ahora sí que lo molestaría en serio.

– Shiz- El informante se detuvo, en lo que seguramente sería un comentario sarcástico hacia el rubio, al oír su teléfono sonar. Se levantó de la cama y acto seguido atendió uno de sus tantos celulares.

Al parecer era personal, o eso pensó Heiwajima Shizuo al ver como el otro se escabulló a la cocina para contestar. Está bien, a él qué le importa lo que haga el escurridizo pelinegro con su vida, después de todo no eran más que amigos de sexo.

Ah… para empezar, ni somos amigos.

Sería mejor decir que solamente se tenían para sacarse las ganas. Izaya era quien lo llamaba, normalmente una vez a la semana. A estas alturas, el rubio no recordaba cómo empezó todo ni quién lo hizo. Sólo pasaba y ya. Sabía que no era el único al cual el pelinegro acudía y nada podría hacer contra eso… tampoco es que lo quisiera.

Claro que no.

Y entre todos esos pensamientos Shizuo fue juntando su ropa del suelo para vestirse e irse a trabajar. Habían pasado unos minutos cuando Izaya volvió al cuarto.

– Oh, así que ya te vestiste. Vas aprendiendo, Shizu-chan – Aquella frase cargada de prepotencia enfureció al rubio.

– Sí. Para la próxima mejor avísale a otro, Izaya. Estoy ocupado trabajando, ¿sabes lo que es eso? –

– Lo hice, pero ellos estaban trabajando. – Era mentira. Shizuo fue el primero al que acudió. Pero obviamente no había necesidad de que el mayor lo sepa. – Por ejemplo, ahora me llamó Shiki y- Shizuo dejó de prestar atención a las palabras del otro. Estaba procesando la información.

– ¿Shiki? – Preguntó expectante.

– Sí ¿no me has prestado atención? Te dije que ahora mismo voy a ir-

– ¡¿Shiki?! ¿En serio? – En verdad estaba sorprendido.

– ¿Qué tiene de malo? ¿Estas celoso, Shizu-chan? Acaso… ¿Quieres ser el único para mí? Qué posesivo eres, Shizu-chan~ – Aquello ultimo lo dijo abrazando su propio cuerpo dramáticamente, como si tratara de protegerse.

– ¡Cállate! Es que… ¡Shiki! Qué asco, Izaya. Me decepcionas… ¿tan desesperado estas? – La cara de Heiwajima demostraba autentica estupefacción…

Luciendo así podría tener a cualquiera ¿por qué con Shiki?

A su vez, Izaya pensó en como manipular las cosas a su conveniencia. Prácticamente tenía todas las cartas sobre la mesa, él solo debería poner las suyas.

– Ah – Suspiró Orihara – Dices eso sin saber, Shizu-chan. Él podrá verse unos años más viejo que nosotros pero… Dios, es tan fuerte. Además sabe bien lo que hace… – Comentó mirando atentamente las reacciones del rubio. Haciendo uso de su autocontrol para no reírse de la situación, prosiguió – Él es incluso más dominante que tú.

Al ver la cara de Shizuo, pudo comprobar que su objetivo fue alcanzado exitosamente. Lo tenía justo donde él quería.

– Tú… ¿Qué es lo que ese hace mejor? – Retó acercándose a Izaya quien seguía desnudo y con una sonrisa lasciva – Dime – Exigió.

– Él… él me agarra apenas llego. Ni siquiera me deja respirar y- Shizuo, agarrando la muñeca derecha del informante y acorralándolo contra la pared, le robó un beso que los dejó sin aliento – Shiki… él besa todo mi cuerpo y me recorre con sus manos… y él– Siguió el pelinegro al haberse recuperado del reciente ataque.

Por su parte, Shizuo comenzó un camino sin retorno hasta el cuello de Orihara para morderlo a gusto, asegurándose de dejar marcas visibles.

– ¿Qué más? – Gruñó contra el pecho ajeno después de marcarlo – ¿Qué más? Dime – Repitió al no obtener respuesta. En vez de estar pidiendo, parecía que el mayor exigía saber.

Izaya trataba de recuperar el control de la situación. Y lo habría logrado si el rubio no lo hubiese arrojado contra la cama de forma tan feroz. Sintiéndose acalorado no podía pensar.

– Shiki… – Suspiró en un intento de formar una oración. Sin embargo Shizuo lo interpretó de otra forma… la cual lo hizo enfurecer.

– Cállate – Dicho esto, asaltó los labios ajenos mordiéndolos con fuerza, lo que ocasionó que sangraran levemente.

– ¡Idiota! ¿Qué crees que estás haciendo? – Se quejó Izaya cuando sintió el sabor metálico de su sangre – ¡Ah! ¡Duele! ¡Estas siendo muy brusco, animal! – Exclamó al sentir que el rubio podría arrancarle la piel del cuello con sus acciones.

– Marcando territorio – Susurró Shizuo en el oído de su presa para luego, con su lengua, recorrer el camino de regreso hasta la boca del pelinegro.

Izaya se retorcía entre los brazos ajenos ya sin saber qué decir...

Si Shizuo hubiese estado en sus cinco sentidos, habría notado el hecho de que Izaya no debería estar ahí. Porque se supone que Shiki lo había llamado ¿no?

 

Horas más tarde, en el mismo lugar.

 

Esta vez sí se pasó conmigo, pensó Orihara Izaya mientras veía dormir tranquilamente al mayor.

– Oye, Shizu-chan ya es hora de la cena… y ni creas que te voy a cocinar, eh. Oye… – Dijo picando con su índice la mejilla ajena – Despiértate, bestia.

– Deja eso – Fue todo lo que contestó dándole un manotazo a la mano del otro.

– Hay que pedir comida. Tengo hambre – Continuó.

Al no obtener respuesta, decidió pedir lo que él quería. Si a Shizuo le gustaba; bien, si no problema suyo.

– Espera – Dijo Heiwajima sentándose de repente en la cama. Izaya volteó el rostro expectante y fue ahí cuando el mayor se aventuró a besarlo – Quiero pizza.

– Bien… – Respondió extrañado por el comportamiento reciente.

– Izaya – Llamó cuando el informante ya estaba en la puerta.

– ¿Qué? – Comenzaba a exasperarse del extraño cambio de humor del rubio.

Shizuo cortó en tres simples pasos la distancia entre él y su objetivo. Tomándolo de la cintura lo volteó para verle el rostro.

– ¿Es cierto lo de Shiki? – Preguntó soltando aquel nombre inconscientemente con desprecio. Esto no pasó desapercibido por Izaya quien, como siempre, lo tomaría a su favor.

– ¿Y qué si lo es? – Retó tentando a su suerte.

Formando un puño con su mano libre, Shizuo golpeó la puerta tras Izaya.

Ah… tan impredecible como siempre.

– ¿Es cierto o no? – Siseó.

– Si lo es, ¿a ti qué te importa? No somos nada – Desafió nuevamente Izaya.

Era cierto. Por eso Shizuo no pudo responder y sólo se quedó mirando con furia al pelinegro. Por unos segundos, deseó monopolizar totalmente al sujeto frente a sí. Deseó comerlo vivo. No dejar absolutamente ningún trozo de él. Nada que alguien más pudiera tomar. Nada, porque él lo era todo. Y ser consciente de lo imposible y estúpido de este pensar, lo enfureció aún más.

Frustrado como estaba volvió a golpear la puerta que tenía en frente, incluso más fuerte que la vez anterior.

– ¿Celoso, Shizu-chan? – Provocó otra vez Izaya.

– ¡¿Qué te importa, idiota?! – Preguntó tomando aún la cintura del pelinegro.

Ladeando la cabeza, el informante esperó una réplica. Tal parecía que no iba a obtener ninguna así que acercó su cuerpo todavía más, queriendo oír la respuesta.

– ¿Celoso? – Repitió iniciando un juego con los labios del mayor pero sin besarlo. Se aseguró de no apartar los ojos de la mirada que le dirigían, por nada del mundo se perdería aquella expresión.

– Sí. Sí, joder. Te odio. Te odio tanto, maldito… y estoy tan estúpidamente celoso que podría matarte – Aquella sinceridad tomó desprevenido a Izaya. Sin embargo, no se permitió sorprenderse por mucho tiempo, y sonriendo levantó la cabeza que hasta ese entonces posaba sobre su hombro.

– Bestia… – Susurró antes de besar a Shizuo.

Era un beso diferente a los demás. Era lento y suave. Parecían querer conocerse con aquella acción. Tomaron su tiempo para saborearse y retener la sensación en su cuerpo. Al separarse se miraron aguardando la reacción ajena, recibiendo una sonrisa cómplice.

 

A la mañana siguiente…

 

Shizuo estaba realmente sorprendido. Incluso volviendo años en el pasado, podía asegurar que nunca había podido ver a Izaya dormir. Recordó cuando, en sus días de escuela, se burló del pelinegro por tal motivo. Sí, aquella extraña relación venía desde esos días.

Cada vez que pasaban la noche juntos, el rubio despertaba encontrándose solo en la habitación. Sabía que todo era por la desconfianza que Izaya tenía con él, y no le importaba. La verdad es que nunca se imaginó un despertar romántico con el informante.

Por eso hoy, al sentir un peso muerto sobre sí, y descubrir que no era otro sino su amante, se sorprendió mucho.

¿Debería despertarlo? No… ¿Para qué? Él parece bastante más humano dormido de esta forma… ¿Será que se olvidó de irse? No puede ser, él nunca baja la guardia, y menos conmigo…

 

 

Mientras tanto, Shiki Haruya mandaba un mensaje al mayor proveedor de información de Ikebukuro, pidiéndole una explicación a su ausencia. Necesitaba esos datos y contaba con el otro para obtenerlos. Si bien no estaba muy convencido de trabajar con ese tipo de sujeto, no le quedaba de otra. Deseaba que la relación estrictamente profesional que los unía, se termine para siempre.

Sin embargo, como él siempre decía, es un mal necesario.

 

 

En aquella posición, Izaya podía oír el corazón del mayor latir fuertemente. Como así también alcanzó a oír el sonido que emitió su teléfono celular. Pudo reconocer que se trataba de un mensaje de texto. Igualmente también oyó un gruñido, y abriendo un ojo observó a Shizuo Heiwajima leyendo dicho mensaje. Sonrió, pues por la cara de descontento, no podría tratarse de otro más que Shiki.

Ah, si supieras, Shizu-chan. Si supieras, sabrías que no hay necesidad de que te preocupes por otro, pues tú eres el único.

Notas finales:

Como siempre, aprecio sus opiniones. Gracias por leer ;)


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