A la mañana siguiente Harry se despertó agitadamente por su tía Petunia. No le dio tiempo a responder, creyeron que era por lo que pasó la noche anterior.
-¡Niño! ¡Mocoso! ¡despierta ya! ¡Qué tienes que hacerle el desayuno a tu tío y tu primo! –Le gritó Petunia desde detrás de la puerta mientras la golpeaba agitadamente. Harry dudó porque sólo le decía eso, y con recelo se tragó el ardor de la bilis.
-Si, ya bajó tía.- dijo Harry con voz cansada, conteniendo el miedo.
Cuando escuchó que los pasos de su tía ya eran lejanos se levantó, cogió su ropa y fue sigilosamente al baño , se cerró la puerta con pestillo, al darse la vuelta y mirarse en el espejo se sorprendió.
- Pero qué ...- susurró Harry asustado.
"¡Esto es imposible! ¡Debo de estar loco!" pensaba Harry, ya que la imagen que le devolvía el espejo, era diferente. En el espejo había un chico de más baja estatura, su pelo era largo hasta la cintura y negro como el azabache, la piel era morena, su labios eran de tono cereza y los ojos esmeraldas con vetas plateadas.
Dándose la vuelta, Harry seguía anonadado y por su cabeza pasaban todo tipo de frases, entre ellas, "¡Qué pensarán mis amigos cuando me vean así! ¿y mis tíos?¿Y Remus?,¡Todos dirán que soy un monstruo!"
Atemorizado se desvistió y se metió en la ducha, hizo el mismo reconocimiento que la noche anterior buscando el origen del sangrado, pero solo veía las antiguas cicatrices, las nuevas y los moratones que tenía desde hacía días. Nada más salir de la ducha se volvió a mirar en el espejo, temeroso y se sorprendió más aún, ya que el espejo le devolvía la imagen de como siempre había sido, se vistió rápido no queriendo enfadar a más a sus tíos, intentando olvidar lo que había pasado en la noche.
-Mi imaginación me ha jugado una mala experiencia y como anoche no dormí bien... Pues he tenido una alucinación. ¡Eso es!-Dijo en voz baja intentando convencerse mientras se terminaba de vestir.
Bajo como una exhalación, a hacerles el desayuno a su Vernon y su primo, este último estaba embobado con el programa que estaba dando, y Vernon estaba hablando con su tía. Se extrañó al ver que no le decían nada por los gritos, pero no bajó la guardia conociendo que muchas veces a Vernon le gustaba aparentar que todo estaba bien hasta que él se confiaba. Por último se hizo su desayuno, comiéndolo en la cocina. Al terminar, recogió veloz su plato y taza, y empezó a recoger la mesa del comedor cuando su tío le habló.
-¡Chico! ¡Ven aquí ahora mismo!- Exigió su tío. (NA: la morsa...)
Harry suspiró conteniendo la bilis, y fue hasta donde estaban sus tíos y su primo embobado con la tele como siempre .
-¿Sí señor?-Preguntó Harry, intentando no mirarle a los sabiendo las " lecciones " que le dieron hacía quince días por mirarle a los ojos y revelarse a su autoridad.
-Haz todas las tareas escritas en la nota de la cocina. Vernon, mi Dudley y yo nos vamos a pasar todo el día fuera, más te vale tener todo hecho para cuando volvamos y que esté perfecto. ¿Entendido?-Explicó su tía fría y cortante, sin siquiera mirarle.
-Si, tía Petunia.- Tartamudeó Harry en voz baja, aguantando la rabia de que fuera tan débil, tragó la bilis al recordar que el director permitiera esto por la supuesta "conexión" de sangre.
Con eso dicho, su tía se fue a arreglarse y a elogiar a su primo. Cabreado por mostrar a su tía su debilidad, siguió recogiendo, limpiando la mesa para después irse a la cocina, a ver la nota con las tareas. Vio que eran las mismas que siempre y un suspiro de alivio se le escapó. Sabiendo que no eran tantas, el entumecimiento de su cuerpo no duraría mucho y podría descansar un poco.
Cuando terminaba de recoger y limpiar la cocina fue al salón donde se encontró con todos ya preparados, yéndose hacia la puerta, cuando su tío se paró al verle, le llamó.
-Chico, ven aquí – Añadió Vernon mirándole mal. Mientras que su tía le ignoraba y su primo intentaba no mirar incómodo, la conversación que se iba a desarrollar.
-¿Sí señor? –Preguntó receloso Harry, de lo que pudiese hacer, aunque una pequeña tranquilidad es que delante de su tía y de su primo no solía levantarle la mano, como mucho le encerraban en su habitación y no le daban algunas de las comidas, o lo mínimo para no morir.
-Más te vale no hacer nada de cosas raras, si me entero de que has hecho algo...¡Lo pagarás caro! ¿Entendido?-Amenazó con la cara algo roja y la mirada persistente.
-Es magia, no son cosas raras...-Murmuró Harry mientras se le iba la voz por la mirada de odio que le enviaba. Apretó los dientes para no decir nada, conteniéndose, sabiendo cual sería su castigo.
-¡Cómo sea! Si haces algo ten por seguro que ...-Amenazó sin acabar la frase, para que Harry se imaginase el final de esta.
Dicho esto, se marcharon dejando a Harry en la entrada de la casa viendo como se iban. Rápidamente, empezó a hacer las tareas encomendadas, todas sus frustraciones y enfados los pagó con la suciedad.
Cuando Harry acabo de hacer todas las tareas, ya era mediodía, se puso a hacer su comida y se la comió en su habitación. Cuando acabó, se dio cuenta de que no leyó algunas cartas que dejó sin abrir, así que eligió una y empezó a leer lo que ponía.