Capítulo Dos
Donde nos acercamos más.
No sé cómo sucedió pero ahora me encuentro arrastrando un enorme y pesado jabalí, es de noche pero aun así lo llevaré hasta la carnicería donde me darán mejor precio por él que en el quemador. Petta tiene algunos rasguños nada serios pero que me hacen sentir culpable, él no es un cazador pero aun así dio todo de sí, es todo un luchador, me lo ha demostrado, puede pelear por todo lo que crea bueno y correcto, es una cosa más que he aprendido de él en este día.
Me ayuda a pasarlo por la cerca, es muy fuerte, de algo sirve vivir cargando costales. Le comentó esto y él se ríe de mi broma, hace años que no hago una... Desde que murió papá en el accidente de la mina, pero Petta ha hecho lo imposible en un par de horas, hace tiempo que no me siento así, como si el vacío de la pena y el duelo ya no existiera más y todo mi ser se encontrara completo, y con mirar sus ojos azules sé que él también se encuentra feliz.
Arrastramos al animal hasta la puerta trasera de la carnicería, donde nos despedimos y le digo que lo espero mañana, a lo que él solamente me sonríe temeroso y dice adiós con la mano para correr a su casa. Sé que intentó ocultarlo pero lo pude ver, el temor de enfrentar a su madre; solamente me queda rogar para que esté bien.
Han pasado varios días que no sé nada de Petta, así que hoy me pasaré por su casa con la perfecta excusa de vender ardillas, sé que a su padre le encantan y más si es Katniss quien me acompaña.
Pude verlo al fin tres días más tarde en la entrada a la Veta. Su rostro mostraba perfectamente las marcas rojizas de los golpes, pero esa sonrisa descuidada me decía que ya lo malo había pasado y que no tenía por qué preocuparme… si pudiera depender de mi lo alejaría de esa bruja que tiene como madre y cubrirlo para siempre con mis brazos, no me importa si para ello tengo que pasar el resto de mi vida trabajando en la mina o escondiéndome del capitolio… si tan solo pudiéramos huir hacia el bosque todo sería perfecto; jamás nos encontrarían.
Pero aún no se si siente por mi algo más que empatía que nos confiere un secreto, que aunque pequeño, sé que lo compartimos, ese conejo y la libreta de dibujo junto a sus pocos lápices de colores que dejó abandonados hace más de una semana en mi destartalada cabaña.
Yo le muestro una sonrisa, que a mi parecer es más una mueca porque ya no sonrió, pero eso no le importa a él, que suelta una risotada que hace estremecer mis oídos de la deliciosa voz.
-Petta-menciono cuando llego hasta él y paso mi brazo por sus hombros y atraerlo más hacia mí queriendo sentirlo seguro junto a mí.
-Gale- pronuncia mi nombre como si fuera lo más delicioso del mundo, no puedo compararlo a algo que no sea los pasteles que se encuentran en su panadería y que jamás he probado- te he traído algo-
Dice mientras muestra una bolsa algo sucia que me pasa para que compruebe por mí mismo que es lo que hay ahí dentro
-son panes… gracias-El tono agradecido de mi voz es sincero y noto que se sonroja ligeramente mientras se rasca la barbilla- ven, vamos a visitar a tu mascota.
Lo tome de la mano y lo obligue a caminar hasta la cerca, se detuvo por un momento, pero logre jalarlo para mirarlo provocando que chocara contra mi pecho por la fuerza que ejercí. Ambos nos quedamos quietos, podía sentir su aliento en mi cuello, ya que él es más bajo que yo, y sus manos en mis hombros tratando de alejarse.
Intente bajar el rostro para llegar a sus labios que eran mordidos por sus dientes, pero me detuve justo a tiempo para voltearme y escalar la valla; le sonreí desde el otro lado.
-ven- le ofrecí a venir conmigo, pero hasta yo sabía que esta palabra decía más de lo que quería aparentar.
Petta negó con la cabeza pero también saltó a mi lado, me alegro tanto que lo hiciera. Iniciamos nuestro camino sin mirarnos o decirnos nada hasta que llegamos a nuestro destino; abrí descuidadamente, la verdad es que ese lugar era un tiradero, pero poco le importó y entró.
-Winky, ven, intercambie unas zanahorias para ti
Una ligera sonrisa se dibujó en mi faz, era muy divertido verlo de ese modo, hablándole a un animal que no le entendía pero que se acercó a él, como si le atrajera, o solo era el olor a comida.
Me perdí en ese momento, ¿Cómo sería Petta con los niños? Sé que él es el menor de sus hermanos, pero yo tengo hermanos más pequeños, seria agradable que pasaran un día juntos. Él volvió su rostro hacia donde estaba yo recargado, con una de sus sonrisas cautivantes.
-¿Cómo te ha ido Gale?
Solo subí los hombros dándole a entender que no pasaba nada, así que se levantó con el pequeño conejo en manos y se acercó a mí, y con una de las mudillas pero sucias patas del animal acaricio mi nariz.
-bien, supongo. Una chica me invito a salir, dice que quería una cita, sabes que la cosecha se acerca y es imposible sabe quiénes son los que irán.
El silencio se hizo, ambos teníamos presente que la cosecha seria en unos pocos meses y que dos de nosotros morirían sin piedad para demostrar la supremacía de otros.
-pues ve con ella- soltó a ¿winky?
-no… pero dime ¿Por qué el nombre de winky?
Sus mejillas mostraron el rastro del sonrojo, se veía tan adorable.
-son cosas tuyas que no te guste Gale, no es un nombre muy ridículo para un conejo
Hizo morros con la boca, cosa que me saco una carcajada, a lo que él me miro de forma desagradable para después mostrarme la lengua. Ninguno sabía que desde ese momento, esa simple acción cambiaria nuestras vidas para siempre hasta acercarnos.