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Segundas Partes por Rising Sloth

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Notas del fanfic:

No os podéis imaginar como me rio, así de claro. Esta historia es la continuación de un shot que escribía hace unos meses (más de medio año), Noche Rara. Si, si, así como lo oís.

 

En esa época me dijeron “pero como va a ser un solo capitulo, está historia da para más” y yo “no, no, queda más bonito así”. Y aquí me tenéis. Yo que ya no quería meterme en nada más que shots porque no tenía tiempo. Y de hecho no he tenido ni tengo tiempo. Pero de repente de dio un chispazo, supongo que porque estaba saturada y necesitaba meterme en esta historia para desconectar un poco de todo (mensaje en clave: no se cuando voy a actualizar, se puede pasar de que haya seis meses sin un puto capitulo a que en una sola semana haya tres).

 

¡Sea como sea! Aquí este nuevo fic, con mis dos parejas favoritas unidas, por fin, en una misma historia, por fin... Como adoro el MiZo... Como adoro el LawLu.

Disclaimer: La autoría de los personajes usados en este fic no me pertenece a mi sino a su creador Eichiro Oda

 

Nota: habrá más parejitas aunque no sean principales (no obstante alguna que otra dará por culin), que por eso no las señalo (sorpresa, sorpresa).

Notas del capitulo:

Ala, a disfrutar como yo he disfrutado escribiendo este primer capitulo (no lo podéis ni imaginar). Que para el premio novel de literatura no es, pero desde luego está con mucho cariño ;)

Capitulo 1. La entrevista

Abrió los ojos, pudiendo encontrarse con que el techo seguía ahí, como todos los días. Giró la cabeza hacia un lado, no había nadie más sobre el colchón.

Se incorporó sentándose en la orilla de la cama. Inspiró profundamente y expiró. De verdad creía que ese último intento podría cambiarle, que el chico con el que se llevaba viéndose varias semanas parecía prometer un poco más que lo demás. No obstante, este ni siquiera se había esperado a la mañana para abandonar el piso. No podía culparle, él en su caso hubiese hecho lo mismo. ¿Quién se hubiese quedado con alguien que cuando están en la cama suelta el nombre de otra persona?

Miró el reloj, era temprano, faltaba incluso tiempo para que sonara su despertador. Podría remolonear un poco más, aunque realmente no tenía ganas.

Se levantó y fue directo a la ducha. Después se vistió con su único traje, de color gris. Se miró al espejo y todos sus problemas existenciales quedaron incluso más allá de un segundo plano. Sonrió decidido. Hoy era el día.

Al llegar al salón le entró un olor a café y vio a su compañero de piso sentado a la mesa, desayunando y leyendo el periódico.

-Buenos días.

-Buenos días -contestó sorbiendo de la taza y sin levantar la vista de lo que estaba leyendo- Tu pilingui de turno me dijo que no te molestaras en volver a llamarle.

-Me lo imaginaba- dijo mientras iba a por una taza.

-Se nota que estas muy afectado- remarcó con ironía e indiferencia.

-Lloro desconsoladamente por dentro.

-Obvio- volvió a beber de su café.

Tomada la taza volvió de la cocina para sentarse enfrente de su compañero, al que le preguntó mientras se servía su café:

-¿No deberías estar ya en el hospital?

-Todavía no, tengo citada una operación a corazón abierto dentro de un rato así que no me van a hacer pasar por consulta.

-Cuando dices esas cosas como si fueran solo rutina empiezas a dar mal royo.

-Es parte de mi rutina.

Su compañero levantó por fin la mirada, centrando sus ojos en el traje gris que llevaba.

-El nudo de tu corbata es una mierda.

-Vaya gracias.

-¿Estás nervioso?

-No ¿Por qué?

-El que desayuna solo café soy yo.

-¿Te importa?

-Menos que tu mierda de corbata -volvió a su periódico.

Zoro suspiró, intentó terminar su desayuno en silencio.

-No te vayas a perder -dijo su compañero antes de que saliera ya por la puerta.

-Que te jodan Law- y dio un portazo.

Conforme se alejaba del piso, sus pasos tomaban mayor confianza. Si, en ese día, su vida daría un giro. Si, solo tenía que coger el toro por los cuernos.

Zoro Roronoa, veintiún años, recién salido de la facultad de periodismo, se encaminaba en ese momento a Grand Line, la mayor y mejor revista de deportes que existía en el país dirigida por S. Akagami y M. Dracule. Razón, una entrevista de trabajo.

La gente ya se lo había dicho, que estaba loco, era imposible encontrar trabajo ahí de primeras, que era mejor probar con una revista más pequeña. Pero no le valía, es más, le aburría esa idea.

A él le encantaba el deporte, la competición, la gente que se marcaba un objetivo para ganar, ya fuera en equipo o individualmente. El mismo había ganado varios premios en competiciones de kendo. Pero el kendo, siendo realistas, no le daba de comer, y él no era para enseñar en una escuela como su padre. Por eso quería ir a Grand Line, donde siempre estaría rodeado de lo que más le gustaba, y sobre todo del ambiente que más le gustaba. Ya lo decían las habladurías, y lo hechos desmentían lo contrario. Los periodistas de esa revista eran apisonados, eran luchadores.

Parecía una tontería desde fuera, pero el cuerpo entero se le ponía en tensión nada más que de la emoción.

Bajó por las escaleras del metro y miró su nota de papel. Law le había escrito indicaciones explicadas como si se tratase de de un subnormal profundo. En cualquier otro caso le hubiese mandado a tomar por culo, pero ese día mejor no. Tenía confianza, pero no tanta como para arriesgarse a cometer fallos. Así que se tragó su orgullo y fue a por el tikeck.

Se metió en la cabina y se sentó en un asiento milagrosamente libre. Miró la hora en su móvil. Suspiró. Tenía tiempo de sobra.

Apoyó su cogote en la ventana y miró al techo. Desde que decidió meterse en la carrera tenía claro su objetivo, pero... sabía que desde hacía tiempo anhelaba ese cambio en su vida por otras razones.

Pensó otra vez en ese chico que no estaba en su cama esa mañana. Zoro llevaba así dos años. Desde que supo que le gustaban los hombres. Relación que empezaba, relación destinada a caer en picado y consumirse en el desastre. Lo peor, que cada persona con la que estaba le importaba cada vez menos.

Cerró los ojos, vio la figura de aquel hombre, que a cada minuto se hacía más difuminada. Mihawk. El primer hombre con el que estuvo. Aún tenía que imaginarse que se acostaba con él cuando se acostaba con otro, solo para poder sentir algo. Era entonces cuando soltaba su nombre, en un grito o en un suspiro.

Frunció el ceño y bajó la cabeza para mirarse las manos. Frustrado, sintiéndose patético. Nunca tuvo una relación con Mihawk, nunca tuvo nada más que una noche en un hotel. No lo había vuelto a ver.

El lo sabía, sabía a lo que se atenía cuando le siguió sin más. No pretendió quedar así de colgado. Es más, ni tan siquiera a la mañana siguiente cuando se despertó rodeado por sus brazos pensó en que le pasaría algo tan absurdo como obsesionarse por una persona que apenas conocía. Pero...

Vislumbró aquella imagen, en la que Mihawk y él se miraban a las puertas del hotel. Al lado del coche de alquiler que se llevaría a aquel hombre de su vida. Se dieron la mano, como despedida, con respeto. Ahí, ahí fue en ese maldito instante, ese maldito momento. Apareció un gesto, solo un maldito gesto, algo tan sutil como para que los meses siguientes estuviese convenciéndose que fue su imaginación, un detalle sin importancia o incluso un impulso nervioso. Cuando Mihawk le tomó la mano... le dio una caricia con el pulgar...

Habría que ser gilipollas. ¿Cómo mierda podría haberse quedado así de pirado por ese puta mierda de...? Imbécil, desde luego era imbécil. Nada más que de pensarlo le daba vergüenza de si mismo.

Apretó la manos. Debía dejarse de tonterías. En cuanto consiguiera el trabajo tendría otras cosas en que pensar que en su patética vida amorosa. Haría algo de provecho, mejor, haría lo que de verdad quería hacer. Su sueño.

-Próxima parada...

Zoro reaccionó, ya tenía que bajarse. Tomó su cartera y salió del tren. Entró en la siguiente linea, esta vez sin poder sentarse. Se sujetó a una barra de hierro mientras las puertas de cerraban después de que entrasen los últimos pasajeros. Se puso a mirar por la ventana mientras el vagón se movía, aunque no viera nada porque estaban bajo tierra.

El metro se tambaleó y todo el mundo se retorció, cayendo así sobre Zoro, el chico que tenía enfrente, con su chocolate de Starbucks por delante.

-¡Ah, joder!- le había caído en toda su blanca camisa, y quemaba a horrores.

-¡Ah, lo siento tío, lo siento mucho! Ten límpiate con esto.

-¡Es una puta servilleta y está manchada, niñato!

Se le heló la sangre.

El papel con las notas, lo tenía en el bolsillo de la camisa. Intentó sacarlo apresurado pero solo era un batiburrillo manchado de chocolate. No, no podía pasarle esto. Pero que mierda...

-Próxima parada...

El interfono había dicho la suya, o al menos la que él creía que era la suya. No tenía tiempo para cabrearse. Salió a toda prisa con la intención de buscar un maldito mapa de rutas.

Se plantó ante el mapa. Todo era jodidamente lioso. Mierda, algo tenía que haber memorizado de la nota. Algo, maldita sea.

-¿Te has perdido?

Se volteó para mirar. Otra vez el chico que le había tirado su desayuno encima.

-No me he perdido, en cualquier caso no es asunto tuyo.

-Es que pareces estresado.

-¿¡Y como mierda quieres que no lo parezca con lo que me has hecho!?

El chico empezó a reírse y Zoro a desquiciarse.

-No llevas un buen ida, eh.

-¡No es como para que te rías!

-¿Cómo te llamas?

-¿A ti que te importa?

-Yo me llamo Luffy.

-¿¡Y a mi que me cuentas!?

-¿A donde quieres ir?

-¡A Grand Line, joder!

No pretendía contarselo pero estaba empezando a cabrearse y el niño le había conseguido meter en un juego de preguntar y responder.

-Ah -se le empezó a iluminar la cara- Yo se cómo ir.

-¿Qué?

-Si, paso muchas veces por ahí. Si quieres te acompaño.

-Es que no sé yo... -le miraba con sumo recelo.

-También se donde hay una tienda barata donde te puedas comprar una camisa.

Zoro, no muy seguro miró a los ojos del chico, después miró el mapa que parecía un cuadro de arte moderno más que un mapa, después nuevamente al chico. No tenía opciones.

-Vale.

-¡Bien! ¡Sigamos esa senda!- y se puso a caminar.

-¿Qué senda? -se le pasó por la cabeza la posibilidad de que el chico fuese un majadero.

-¡La senda que abramos!- y empezó el camino andando casi corriendo.

Majadero no, pero majarón perdido era otra cosa. Tomando fuerzas, y calma a ser posible, sus pasos se adelantaron el uno al otro para seguirle.

Dieron varias vueltas antes de llegar a otro andén. Las preocupaciones de Zoro eran proporcionales a los giros que daban.

-¿Y qué vas hacer en Grand Line?- le preguntó el chico ya metidos en otro vagón.

-Una entrevista.

-¿Vas a trabajar allí?- se emocionaba facilmente por lo que podía verse.

-Eso intentaré.

-¡Qué bien! ¡Ese sitio me encanta! Y tú pareces simpático.

Prefirió no hacer más comentarios al respecto.

-¿Y tú? No deberías de estar en el instituto- señaló con la barbilla el uniforme pijo que llevaba.

-¿Qué? Ah no, pero hoy era un día tirilla de estos.

-Vamos,que te has hecho una piarda.

-No es para tanto- volvió a reír con inconsciencia-. Si solo tenía tres exámenes.

Por un momento pensó en que ese pasotismo se parecía mucho al de Law, valiente sociedad se estaba creando.

-Proxima parada...

De repente al chico se le cambió la cara.

-Eh, ¿Te pasa algo? ¿Te has mareado?

-Eh...

-¿Eh?

-...

-...

-Que vamos en dirección contraria.

-...

-Que me he equivocado de lado donde coger la linea.

-¡Serás gilipollas!

-¡Lo siento!

Zoro salió corriendo del vagón en cuanto se abrieron las puertas.

-¡Espera! -el chico le siguió- ¡Sé donde estamos! ¡Te puedo guiar!

-¡Y una mierda!

-¡Que vas por donde no es!

Quería mandar a tomar por culo al niño, pero llevado por la desesperación no podía evitar que le guiara de vez en cuando, solo para perderse más y más entre los dos. La vida era un asco. Un puto asco.

 

 

 

Zoro se abrochaba la camisa mientras se miraba en el espejo del probador, le quedaba grande, pero ya a esas alturas le importaba kilo y medio. Sobre esta se puso su chaqueta, que milagrosamente se había salvado de ese terremoto de adolescente, al menos en su mayor parte, ya que tenía una mancha de chocolate. Rezaba, y eso que el nunca rezaba, porque el entrevistador no se diera cuenta.

Salió del probador directo a pagar en caja. Ahí le esperaba ese Luffy, al que le dedicó una mirada de claro enfado.

-¡Venga!- le dio una palmada en la espalda mientras pagaba-. Si al final ha salido todo bien.

-Si...- pronunció entre enfadado y aliviado.

Con las tontería había llegado a la estación media hora antes, ahora solo tenía que buscar el rascacielos que se había agenciado la revista. No creía que fuera difícil, ya había visto fotos por Internet y sabía que tenían grandes letras en las que se leía "Grand Line" sobres las ventanas del último piso.

Salió de la tienda nuevamente seguido por le chico, que claramente se aburría, porque para él desde luego había cosas más interesantes que seguir a un tío desesperado por una entrevista.

Zoro sacó el móvil, más nervioso de lo quería reconocer y volvió a mirar la hora. Nuevamente tenía media hora, menos mal, menos...

-¿Por qué llevas el reloj atrasado una hora?

Zoro giró su cabeza lentamente, pasando su mirada del móvil a Luffy.

-¿Perdona?

-El reloj de tú móvil. Pone que son las diez y media.

-Porque son las diez y media.

-No, son las once y media -dijo corroborando enseñándole la hora en su propio móvil.

-...- tenia que ser mentira-. Por qué tu lo tienes adelantado.

-Pero si ponía la hora en todos los andenes que hemos pasado.

-...- tenía que ser mentira-. No me he fijado.

-¿Ah, si? -miró para varios lados- Perdone señor -llamó a uno que pasaba por allí- ¿Tiene hora?

-Si, claro. Las once y media.

-¡Te lo dije! Gracias, señor.

-De nada, chico -y se fue.

Zoro entró mecánicamente en blanco. Solo unos pocos segundos para digerir lo ocurrido. Después volvió a lanzarse a la carrera.

-¡Joder, joder, joder!

-¡Espera!- Luffy le seguía.

Avasallaban a la gente a empujones mientras, Zoro, intentaba encontrar la verdad de lo que había pasado. Se dio cuenta de que esa mañana, se había despertado sin que sonara la alarma, cuando normalmente le tiene que sonar hasta cinco veces para que se levante. Alguien le había cambiado la hora tanto del despertador como del móvil. ¿Pero quién?

Descartó a Law, el mostraba indiferencia con todo, no era bromista, y por encima de eso, aunque no fueran amigos, sabía lo importante que era para Zoro ese día, y él no era un hijo de puta por el amor al arte, ni tampoco se había peleado con Zoro recientemente.

Entonces comprendió lo que había pasado: El chico con el que llevaba saliendo esas ultimas semanas. Joder, valiente mamón rencoroso. ¿Por qué se le ocurrió hablarle de su vida? ¿Por qué intentó ver si conseguía pasar su barrera emocional?

-¡Es que soy imbécil!

-¡Para!

Le agarraron de la chaqueta haciendo que se de tuviera derrapando y casi cayéndose de espaldas contra el suelo. Se dio la vuelta, deshaciéndose de ese maldito agarre y ya al colmo de la ira.

-¡Quieres dejarme en paz!

-¡No es por ahí!- le gritó Luffy- ¡te estás equivocando!

-¡Crees que con lo que ha pasado me voy a fiar de ti!

-¡Que si! ¡Ve por aquí!

El chaval se lanzó a correr hacia el paso de cebra que tenían al lado. Zoro no quiso correr tras él, pero en pocos segundos vio como el semáforo pasaba de verde a rojo para los peatones, y como los coches se precipitaba hacia Luffy rápidamente.

No pensó. Avanzó y rebasó la distancia entre él y el maldito crío, lo suficiente para para ponerse entre él y el coche que venía hacia ellos.

Luffy, del empujón de Zoro cayó sobre el asfalto; Zoro rodó por el capó del puto coche y acabó también en el suelo. Hubo unos instantes de contención.

-¡Mira por donde vas capullo!- gritó incorporándose y dándole una patada a la delantera del coche- ¡Casi nos matas soplapoyas!- hubo un levantamiento de dedo y otra patada, importando poco que el conductor fuera una ancianita adorable.

Zoro miró a Luffy. Se le veía bien, manchado por el asfalto de la carretera pero bien. El mismo estaba manchado por el asfalto pero bien, bueno no, no estaba bien, le dolía la pierna y estaba cabreado, muy cabreado. Dio la espalda y medio cojeando siguió su camino.

-¡Espera, voy contigo!

-¡No! -se volvió hacia él de una manera que Luffy se quedó un poco petrificado- ¡Me tienes harto! ¡Gracias a ti hoy no me ha salido nada bien! ¡Gracias a ti puede que pierda el único trabajo que me interese de verdad en la vida! ¡Así que largo!

Luffy no le siguió más, por mucho que Zoro viera que él llevaba razón, el camino que el chico le decía era el correcto. Ya podía ver el edificio de Grand Line.

 

 

 

Entró por las puertas giratorias del gran edificio, intentando no perderse en la idea de donde estaba. Fue directamente a recepción.

-Disculpe- le dijo a la recepcionista casi afixiado- tengo una cita con Ace D. Portgas de Recursos Humanos para una entrevista de trabajo.

-Nombre.

-Zoro Roronoa.

La recepcionista tecleó algo en el ordenador como si le importara poco la vida de Zoro, sorbió su café de media mañana tranquilamente y por fin, justo antes de que la estrangulara, cogió el teléfono.

-Hola guapa -hablaba con su interlocutora- Si, verás, aquí está un tal Zoro Roronoa, quería entrevistarse con el Señor Portgas. Ah, vale, si, muchas gracias- colgó- El señor Portgas ya se ha ido.

-¿¡Qué!? ¡No, no puede ser! ¿No le pueden hacer una llamada? Dígale... ¡Dígale algo!

-Lo siento, pero el señor Portgas ya se ha ido -repitió como si un robot se tratase.

-¡Pero es que no lo entiende!

-Creo que el que no lo entiende es usted- una voz de hombre sonó a su espalda. Se giró. Era joven, puede que poco mayor que él, melena corta y oscura, pecas en la cara- Si le han dicho que me he ido es que me he ido.

-Usted es...

-Si, y supongo que usted es Zoro Roronoa. Lo siento mucho, pero creo que es consciente de lo que supone trabajar bajo el nombre de nuestra empresa. No puedo ofrecer un puesto a una persona que no se lo toma en serio, ya no en el primer día, sino en la propia entrevista de trabajo.

-Espere, déjeme que le explique.

-Aquí no se salen de los problemas con explicaciones señor Roronoa, pruebe en otra revista. Esta es demasiado para usted. Después de todos, solo está empezando.

Aquel hombre empezó a irse, creyendo que Zoro se iría desmoronado. Que iluso.

-Pediré otra cita- el entrevistador se giró para mirarle, siéndole imposible quedar impertérrito. Zoro tenía una mirada fiera- Pediré otra cita, o las que hagan falta hasta que consiga hablar con usted, hasta que me dé un puesto aquí. Yo decido donde trabajo.

Ace seguía mirándole, un poco atónito. Seguidamente soltó una corta risa.

-Encima impertinente. Haga lo que quiera- se encogió de hombros- ya he conocido otras personas que les gusta perder el tiempo. De momento por ahí tiene la puerta.

 

 

 

Se desplomó. Así de simple, se desplomó. Por suerte no fue en la recepción de la revista ni delante del entrevistador. Fue, irónicamente, en un Starbucks que había justo al otro lado de la calle de Grand Line. Pidió un café cargado, importándole poco el precio desorbitado y se sentó en una de las mesas. Y se desplomó.

No había pasado ni medio de ese horrible día y ya estaba con las fuerzas agotadas. Por no hablar de la camisa manchada de chocolate que llevaba en su cartera, por no hablar del traje lleno de suciedad de la carretera que llevaba puesto, por no hablar de su dolor de pierna. Se le hacía un mundo hasta volver a casa. Solo le quedaba energías para una cosa.

Cogió el móvil, buscó entre sus contactos de whatsapp y mando un mensaje que decía así: Eres un hijo de puta y vas a morir solo. Claramente dedicado a esa relación que se había terminado antes de que el se despertara esa mañana. A continuación bloqueó el contacto. Ya está, ya no sabría nada más de él, a menos que el susodicho quisiera arriesgarse a que le partiera la cara, cosa dudable por aquel acto tan cobarde de cambiarle la hora e irse sin decir adiós.

Dejó descansar la cabeza sobre el respaldo y cerró los ojos. Sería un momento perfecto para dormirse ahora. Si, dormir ahora y pensar después. Que buena idea ¿a quién le importaba que lo hiciera en un sitio público? al cuerno con todos.

-¡Vaya si eres tú!

Zoro abrió los ojos, todavía sin ser capaz de mirar a la persona que había hablado con tanta alegría y que claramente se refería a él. Bajó sus pupilas, encontrándose con Luffy.

-Qué coincidencia, ¿eh? ¿eh?- su alegría le producía urticaria.

-Eres como una pesadilla.

-Venga ya, exagerado -se sentó con él, dejando sobe la mesa la mitad del Starbuck, desde luego el niño era de comer- ¿Qué tal la entrevista?

-¿A ti que te parece?

-...

-...

-Bien ¿no?

-No me han querido entrevistar.

-¿Qué? ¿Por qué?

-Por llegar tarde.

-¿Solo por eso?

-¿Y que te esperas? En un sitio tan competitivo es natural que se pongan estrictos.

-Pero tu lo querías mucho.

-Si, pero con eso no basta...

-Parece que te lo has tomado bastante bien.

-Estoy demasiado cansado para tomármelo de alguna manera. Cuando duerma un rato ya empezaré a decepcionarme.- inspiró y expiró- Y tambíen a cabrearme... Entiendo lo que me ha dicho ese estúpido entrevistador, pero joder ¿Quién se ha creído? Que estoy empezando dice. Como el ya me llevara cincuenta años de ventaja. Menudo gilipollas ese tal Portgas. -volvió a expirar, por la nariz- Oye.

-¿Si?

-¿Tú como estas?

-¿Yo? Bien ¿Por?

-Por el atropello de antes.

-Ah, no te preocupes, soy indestructible- se rio de su propia broma con cierto deje de orgullo- ¿Y tú? A ti te pillo de lleno.

-Me duele la pierna.

-Deberías ir al hospital.

-Ya iré, ya iré.

-Que divertido eres.

-Ojalá pudiese decir lo mismo.

-¿Cómo te llamas?

-¿Eh?

-Tu nombre, no me los ha dicho.

-Zoro.

-...

-¿Qué pasa?

-Es feo.

-Habló el que pudo.

-Bueno, sea como sea, muchas gracias Zoro. Por salvarme antes. Te debo una.

El chico sonrió y pensó, por un momento y a pesar de todo, que no había sido un día tan malo después de todo.

Se incorporó para sentarse bien.

-Bueno, supongo que ya lo que me faltaba era autocompadecerme para finiquitar el día. Ja, como si a mi me fuera eso -miró al otro lado de la calle, hacia Grand Line-. Por mucho que lo quieran este no es el final, seguiré intentándolo.

-Se nota que de verdad quieres trabajar allí.

-Es mi sueño, además, siempre he sido un cabezota. No paro, no solo hasta que consigo algo, sino hasta que llego a ser el mejor.

Luffy parecía impactado con lo que acaba de decir, como si fuese un devoto cristiano y se le hubiese aparecido el Profeta delante de sus narices. Iba abrir la boca, como para decir algo. Pero un ruido le cortó, unas palmadas que daban un aplauso. Ambos miraron hacia el mismo sitio, a lo que había atrás de Zoro.

Abrió los ojos. El entrevistador, Ace D. Portgas, estaba allí, era el que había aplaudido.

-Dos veces en un día me has sorprendido con ese pico de oro que tienes. Mis felicitaciones.

-¡Ace!- se levantó Luffy para encararlo. A Zoro le costó entender que se conocía-. Tienes que darle otra oportunidad, ha llegado tarde por mi culpa. Le manché de chocolate, le hice perderse por el metro y dejó que le atropellaran por mi.

Ace miró a Zoro.

-No te buscas una defensa en cualquier lado- el tono iba con segundas, lo notó aunque no lo entendió del todo.

-Yo no necesito que me defiendan. Es más, si quieres te cuento como mi expareja me cambió hoy los relojes. Así que me hubiese o no me hubiese encontrado con él seguiría habiendo llegado tarde.

-Vaya, que sincero- era cada vez menos firme y cada vez más divertido.

-¡Ace! -volvió a intervenir Luffy- ¡El quiere el puesto de verdad! ¡Dáselo!

El entrevistador no contestó directamente. Sin dejar de mirar a Zoro se sentó justo delante de él, justo donde antes había estado el chico.

-Leí tu curriculum, antes de que vinieras, me lo leí. Muy bueno, impresionante, además se nota que te gusta el deporte. Ahora bien. Todo lo que tienes son premios que no te valen para ser periodista y una buena formación. No tienes experiencia, no has trabajado nunca en otra revista o periódico. Solo tienes buenas intenciones -se calló, como si esperara a que Zoro dijese algo, pero no lo hizo-. Lo siento, pero es una falta de respeto para otros que tienen más que tú en este momento.

-Yo no busco un puesto de alto ejecutivo -le miró y hablo tajante- Yo solo quiero trabajar en lo que me gusta.

-Aunque sea de becario trayendo café a los demás.

-Cuanto antes empiece con eso antes podré dejarlo.

Ace se rió con discreción tapándose la boca. Sonrió, pero de una manera que el otro no creía posible. Ace sonrió con amabilidad, con sinceridad, y le quedaba bien.

-Esta bien, esta bien... me tienes totalmente encandilado, buff...-hizo un pausa dramática- Becario -se levantó-, de prueba durante el próximo mes, sin cobrar. Si lo consigues ya hablaremos de esa entrevista.

Zoro, por segunda vez en el día, se quedó en blanco. De verdad ese hombre le acaba de dar un puesto. Reaccionó a duras penas cuando Ace le ofreció la mano.

-Gra... gracias por esta oportunidad -consiguió decir correspondiéndole el apretón, pensó en si no habría por ahí una cámara oculta.

-No hay de qué. Luffy, te espero en el coche.

-¡Zoro!- Luffy se abrazó a él- ¡Que bien! ¡Vas a trabajar en Grand Line! ¡Así podremos vernos todos los días!

-No me estropees el momento- le dijo bromeando, era como si su capacidad para enfadarse hubiese muerto.

Por fin, ya venía el cambio en su vida. Ya le daban la oportunidad de lograr lo que se propusiera.

 

Continuará...

 

Epilogo del capitulo 1:

-Por cierto Luffy.

-Dime Ace.

-Si te has pasado todo el día con él eso significa que no has ido a clase ¿me equivoco?

-...

-...

-No se lo diga a mi padre, pol favol.

-Sobórname.

Notas finales:

¿Que tal el primer capitulo? Un poco loco y parece que solo hemos tanteado el terreno. Pero yo soy así, voy a mi ritmo. Desde luego que me planteé en poner a Zoro directamente en la entrevista y que Ace le diera el puesto. Pero me pareció menos divertido que todo lo que le ha pasado en este episodio.

 

Por cierto, es chico que le ha cambiado el despertador a Zoro no es nadie. Podéis imaginaros a quien sea pero no es nadie (por eso no tiene ni nombre).

 

Hay una curiosidad que me di cuenta con forme lo escribía. Con este he escrito tres MiZos en ambiente cotidiano: el primero en el instituto, el segundo en la universidad, y el tercero (este) empezando a trabajar. Me hace pensar que si cuando tenga sesenta años me dará por escribir otro fic en el que Zoro esté ya camino de la jubilación.... el ciclo de la vida.

 

¡Bueno! ¡Y así empieza esta nueva historia! Espero que como mínimo os haya dado interés para leer el siguiente ¡Ya nos veremos! ¡Bye!


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