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Mi persona favorita por estheyaoista

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Notas del fanfic:

Una pequeña historia de tres caps solamente, espero que les guste.

No sabía qué hacer, ya hace una semana de lo que había acontecido en el castillo, sentía frustración al no poder idear un plan que le sirva para que todo siga su rumbo. Recordaba aquella escena, posó uno de sus finos y delgados dedos en sus labios, mordiéndolo delicadamente en muestra de desesperación.

Lo recordó.

Caminaba entre las flores, buscaba las indicadas para ese día, debía su florero ser el más hermoso de todos los que se encontraran en exhibición. Sonrió al percibir el exquisito aroma de una de sus hermosas flores, aquel que tanto le gustaba y que cuidaba como si de un hijo se tratase, aunque tuviera el nombre de su hijo.

Mientras se deleitaba del embriagador aroma que se colaba hasta por su garganta, pudo escuchar una leve conversación que a unos pasos de su persona se llevaba a cabo, caminó con cautela de no ser escuchada y al tener el panorama bien pintado, se sorprendió de sobremanera, intento que de su boca no salga el típico suspiro de sorpresa que siempre molestaba el momento.

Entre aquellas flores rojas que ella había cultivado, el rey de todos los demonios se encontraba tomando de la mano a su pequeño hijo, el adorado ex príncipe, Wolfram von Bielefeld.

Ambos se encontraban callados, mirándose fijamente a los ojos, eso le daba a Cecile una pequeña sospecha de lo que estaba pasando, quizás y al fin iban a aceptar su compromiso como era debido, solo esperaba que si era así, ellos se lo comunicaran de primera.

Iba a retirarse, pero la estrepitosa partida de su hijo la hizo volver la mirada hacia su rey, este se mantenía con la cabeza baja mientras sostenía su mano hacia el vació, el rostro de tristeza era notorio ¿Qué demonios había pasado? Se supone que estaban fortaleciendo su amor, no que iba a terminar con el rey más fuerte derramando una lágrima por sus mejillas hasta su barbilla perdiéndose por las flores.

Desde entonces no sabía qué hacer, le había preguntado a su hijo que era lo que había sucedido, pero este se negaba a entablar esa clase de conversación con ella, no lo notaba estresado ni molesto, pero si se había dado cuenta de la ausencia del brillo peculiar en sus ojos, quizás y no todo estaba perdido, quizás y solo un malentendido había ocasionado eso, ella lo podría solucionar y así, todo seguiría su rumbo normal.

Se levantó de la silla y dejó todas sus preocupaciones en la mesa, debía de idear un plan para que esos dos pudiesen hablar de tal forma que lijaran algunas asperezas.

Pregunto a una de las sirvientas donde se encontraba su hijo y esta le indicó que se hallaba en su cuarto descansando, había pedido no ser molestado por nadie, Cecile sonrió para sus adentros, quizás y estaba cansado. Debía primero pasarse por su cuarto para así corroborar que era verídica la información.

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Wolfram descansaba tranquilamente en la cama de su habitación, todo lo acontecido la semana pasada lo había dejado cansado anímicamente, había aceptado el hecho de que Yuuri no lo veía como más que un amigo, había sido duro aceptarlo, claro que lo había sido, pero después de todo, con la forma tan delicada y dulce que se lo había planteado, no podía decirle que seguiría insistiendo. El buscaba su bien, Yuuri había buscado lo mejor para él, y lo mejor era que se encontrara al lado de una persona que lo amara como era debido.

Sonrió al notar que siempre sería así la situación, el haría algo para que su felicidad fuera plena, pero al mismo tiempo lo haría desdichado, ya que la única forma de que llegase a conseguir felicidad absoluta, era a su lado.

-He roto el compromiso con Yuuri, por mi propia boca, entonces no “quebranta mi orgullo” Ja, como quisiera que supiera que no era mi orgullo el que peligraba, sino mi corazón y sentimientos. Yuuri, gracias por buscar siempre lo mejor para mí, pero no sabes que tú eres lo único “mejor” que puedo tener en esta vida.

Dio un suspiro y se tapó los ojos con el antebrazo, evitando que la luz se escurra por sus parpados, se sentía cansado de todas las formas, había hecho demasiado trabajo físico para mantenerse distraído y no pensar en la ruptura de su compromiso. El golpe de la puerta al abrirse hizo que el ex príncipe se levantara de un brinco y sujetara el mango de su espada para protegerse. Al ver la persona que había ingresado, bajo su guardia, su madre sí que sabía cómo desequilibrar sus pensamientos.

-Madre—Susurró de forma cansada el rubio mientras cerraba sus ojos y pasaba una mano por su frente, mostrándole que si lo había asustado— ¿Qué se te ofrece, madre?

-Wolfram, es hora de aclarar la situación. Me he enterado que tu compromiso con el rey Yuuri se ha terminado.

-¿P-pero como supiste eso? Solo él y yo lo sabíamos ¿Él te lo dijo?

Cecile caminó firmemente por una línea imaginaria en el piso, tan recta y tan decidida, se sentó al lado de su hijo y le tomó ambas manos, obligándolo a que la mirase a los ojos, esos ojos que brillaban de ira por lo que había sucedido.

-Wolfram von Bielefeld, un chico tan apuesto, orgulloso y leal, mereces algo más que una simple relación unilateral, quiero que seas feliz. Es por eso, que apenas me he enterado de tu ruptura de compromiso, me tomé la molestia de contactar a cierta persona para proponerle algo.

-¿C-cierta persona? ¿Qué le propusiste?

-Le propuse que se casara contigo.

-¡Eh!

La sonrisa de Cecile fue leve, pero había aparecido en sus labios, apretó más las manos de su hijo contra las suyas y lo acercó más a su rostro.

-Mañana mismo viene a pedir tu mano de la forma correcta, es un chico apuesto, sé que tiene buenos sentimientos y todo eso, es el hijo de un buen amigo mío, heredero de tierras nobles, Marco von Wincott.

-¡¿Marco?!

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Yuuri regresaba de la tierra, la humedad de su ropa y el viento lo hacían estremecer, debía de buscar una nueva forma de llegar a Shin Makoku sin la necesidad de mojarse cada vez y siempre. En la pileta lo esperaba simplemente Murata, que con una toalla y una sonrisa reflejada en sus lentes, se acercó saludándolo de forma informal.

-Eh, Shibuya, has demorado un tiempo ¿Qué has ido a hacer?

-Solo me han entrado deseos de ver a mi madre y comer su curry, por cierto—Regresó su mirada a la pileta y de ella rebalsó unos recipientes que enseguida captaron la mirada de ambos pelinegros. Yuuri se acercó y los tomó en sus manos, entregándolos a Murata, quien parecía un poco confundido—Mi madre te mandó esto, dijo que no se podía olvidar de la persona que ama su curry.

-Mamá-san es una buena mujer.

-Sí, claro, a veces pienso que te quiere más a ti que a mí.

Murata abrió los recipientes para verificar que hubiera todo lo que a él le gustaba y que se encontrara en muy buen estado, introdujo uno de sus dedos y probó, como siempre delicioso. Miró a Yuuri que se secaba los cabellos y sonrió opacando el brillo de sus lentes.

-Shibuya, ha pasado un mes y medio desde que te fuiste. Han pasado muchas cosas.

-Sí, me imagino, Gwendal debe de estar furioso conmigo por dejarle mi trabajo entero en sus manos, creo que deberé de hacer al menos algo bueno por él, ya para la próxima le traeré un peluche enorme para consentirlo.

-Bueno, no solo los papeles te esperan, Shibuya.

-¿Eh?—Miró a Murata que tenía su rostro divertido—Me estás ocultando algo ¿No es así?

-¿Yo?—Se señaló ofendido con un dedo mientras que con la otra mano mantenía los recipientes—Pues sí, pero no lo oculto.

La forma desinteresada que le había respondido no le inmutó a Yuuri, quizás era una de sus nuevas bromas y pruebas que tanto le gustaba hacer.

-Pues ya, dímelo de una vez.

-¿Decírtelo?—Asentó los recipientes en un altillo y lo encaró con ambas manos colocadas en la cintura, mientras hacía un puchero con sus labios—Mira, en primer lugar, te dije que no ocultaba nada, y en segundo, deberías de verlo por ti mismo para que comprendas.

Yuuri poco o nada entendía lo que Murata quería decirle, estaba un poco frustrado, había corrido a la tina de su casa antes de que su hermano se quisiera pegar atrás y eso lo tenía un poco cansado, ahora llegaba y encontraba solo a Murata esperándolo en la pileta, y que al parecer sabia pero no quería decir lo que sabía.

-Por cierto ¿Dónde están los demás?

-En el castillo, están ocupados preparando una boda.

-Ah, ya.

Espera ¿Una boda? La sorpresa en el rostro de Yuuri no se hizo esperar, bueno, un poco tarde por su falta de reacción rápida, pero había aparecido. Vio como Murata le entregaba los recipientes con Curry a una chica y se empezaba a marchar de su vista, corrió donde estaba y lo sujetó del brazo con brusquedad, debía de saber de quién era la boda.

-¿Quién se casa?

Murata solo le sonrió y se alejó de su lado para tomar prontamente su caballo y emprender el viaje al castillo, frustrado consigo mismo y con Murata, tomó a Ao y se puso en marcha, siguiendo detrás de Murata, quien parecía poco o nada importarle lo que le sucedía a Yuuri.

Él era el rey, así que debía de saber todas esas circunstancias, pero le eran ocultadas. Bueno, en cierta forma no, Murata le había dicho que tenía que verlo para comprenderlo, así que a eso irían, a comprender el asunto.

Llegaron con rapidez al castillo, los caballos habían parecido volar, pero solo era un reflejo de cuán rápido había ido. Yuuri bajó de su caballo y un soldado lo recibió, con gran sonrisa en su rostro y una atención más exagerada de lo usual.

Caminó junto a Murata y este no le decía ni la hora, debía de estar actuando de forma tan extraña ante esa situación, era el gran sabio, por lo que siempre debía de actuar así, pero él era el Maou, así que debía de saber lo que pensaba su estratega.

Llegaron al salón más grande de todo el castillo, las puertas fueron abiertas y la elegante sala se mostró, un ambiente de pomposidad lo albergó completamente, el dorado, blanco y tintes negros de las telas lo hacía ver sumamente importante. Se sorprendió al ver a casi toda la corte real, junto con casi todos los empleados, sean sirvientes, cuidadores, soldados o visitantes, arreglando el salón, dándole los últimos toques de decoración.

-Eh…

Al escuchar el sonido de incomprensión de Yuuri, todos voltearon a ver y le sonrieron mientras saludaban con su mano y otros con una reverencia, incluso Gwendal estaban decorando junto a su madre. Eso ya le parecía un poco extraño ¿Quién se casaba? ¿Acaso Cecile? ¿Anissina? ¿Gwendal? ¿Conrad? Maldición, ahora que caía en cuenta, su padrino no se encontraba por ningún lado, y tampoco había visto por el recinto a Wolfram, bueno, no era como si lo quisiera ver en ese momento, quizás y cuando lo viera empezaría a actuar de forma extraña por lo acontecido hace ya un mes y medio.

-¿Qué sucede?

El susurro de Yuuri llegó a los oídos de Cecile, que lo miró con cierta distancia mientras arreglaba un adorno florar que se encontraba encima de una mesita. Yuuri sintió esa fría mirada y a cambio le devolvió una gélida sonrisa, tal vez  ya sabía de la ruptura de su compromiso. Sintió nervios, por primera vez era mal mirado por Cecile.

-Ah, Majestad, ha regresado de su viaje a la tierra. Lo estábamos esperando.

-Me han dicho que alguien se casa ¿Quién es?

-Pues, los interesados se encuentran en su oficina, se nos informó que iba a venir por lo que decidieron esperarlo para hablar el asunto en privado.

-¿Quiénes son? Al menos díganme el nombre.

-Pues, tiene que verlo ¿No cree?

La sutileza de Cecile al momento de hablar, descolocó un poco de su honda a Yuuri, dio unos pasos hacia atrás y se dio la vuelta, encontrándose con más miradas serias. Odiaba esos momentos en los que él era el único que no sabía del asunto, aunque fuera un rey. Se encaminó a la puerta principal y sin hacer mucho ruido, salió del pomposo salón, dejando atrás ese frio que le recorría cada parte de su cuerpo.

No comprendía, primero lo saludaban con una sonrisa para luego verlo tan distante, al parecer Wolfram se había encargado perfectamente de expandir la noticia de su ruptura, debería hablar con el luego de la reunión en su oficina.

Caminó algunos pasos y cuando llegó a la puerta de su habitación de trabajo, se encontró con Conrad, que lo miraba un tanto normal, lo único que cambiaba en el padrino del rey, era que su seriedad había salido a flote.

-Majestad, lo esperan en la sala.

-Conrad, es Yuuri, no lo olvides.

-Pase, Majestad.

Yuuri sintió como si Conrad lo llamaba de esa forma solo para molestarlo, entró primero a la sala y se encontró en la misma habitación con dos personas, la primera la conocía, era Wolfram, sus pensamientos vagaron al momento de verlo sentado en una de esas sillas incomodas en las que pasaba horas escribiendo documentos o escuchando clases. La esmeralda mirada de Wolfram se posó en su persona para luego desviarse al otro lado de la sala, donde un peliblanco lo miraba con cierta superioridad. Sabía quién era, de cierta forma lo sabía, era la única familia noble que tenía ese tipo de cabello tan peculiar, por lo que enseguida supo que se trataba de un von Wincott. Se acercó a su escritorio y saludo con una reverencia a los dos invitados.

-¡Un momento!

Ahora, recién en ese momento, caía en cuenta de cientos de ítems a los que no había prestado atención.

1.- Le habían anunciado que los interesados en la boda estaban en su despacho esperándolo.

2.- Todas esas furibundas miradas puestas en su persona antes de salir del salón.

3.- La seriedad en el rostro de Conrad al momento de verlo.

4.- Se encuentra con dos nobles, Wolfram y von Wincott en su despacho.

Lo que lo lleva a recordar el primer ítem.

1.- Los interesados en la boda estaban en su despacho esperándolo.

Todo eso en un solo minuto, su cabeza dio vueltas y sus ideas se calentaron un poco, entonces, si no veía nadie más en la sala que ellos cuatro, Conrad, Wolfram, von Wincott y el, eso significaba que los interesados en la boda eran, Wolfram y von Wincott.

-¿Te vas a casar?

Miró a Wolfram, este solo asintió mientras bajaba la mirada un tanto deprimido, Yuuri no notó sus acciones, solo el movimiento de la cabeza y sus ideas se volvieron frías ¿En qué momento pasó eso?

Enseguida las palabras de Murata llegaron a su cabeza “ha pasado un mes y medio desde que te fuiste. Han pasado muchas cosas” Entonces a esto se refería Murata al decirle esas palabras, claro que no iba a creerle si le decía que Wolfram se iba a casar, puesto que hace un poco tiempo habían terminado la relación que tenían, bueno, si es que se le hubiera podido llamar relación.

-Majestad, mi nombre es Marco von Wincott, estamos aquí, Wolfram y yo, para pedirle humildemente que nos acepte como esposo y nos permita unirnos en vista de Shinou.

Yuuri se descolocó por un momento, pero luego recordó que para que dos nobles se casasen, debía de aceptar primero su relación la máxima autoridad de ese país, es decir, el Maou. Él era el Maou, así que debía de aceptar o rechazar eso. También recordó cierto punto que le había hecho estudiar Gunter.

-Debo observar su relación por un día entero, contando desde que se me pide aceptar su relación—Lo había pensado en voz alta, no debía de hacerlo, pero para cuando se dio cuenta, simplemente ambos estaban asintiendo a lo dicho—Bueno, pues hemos de comenzar ¿No?

Miró a Wolfram para demostrarle que sabía lo que debía de hacer, le sonrió, estaba orgulloso de que su mejor amigo haya conocido mejor persona, la que le correspondería sus sentimientos como era debido. Pero entonces pasó por su cabeza la pregunta ¿Entonces no me quería verdaderamente? Y el sonido de algo dentro de él quebrándose hizo eco en su cabeza.

Vio como ambos nobles se tomaron de la mano y salieron del despacho, quizás rumbo al salón para avisar que estarían en observación. Yuuri los siguió muy de lejos, los movimientos errados de Wolfram al momento de caminar le hacían presentir que se sentía incómodo con su mirada, por tiempos regresaba la vista hacia el cielo, para que así puedan sentirse menos observados.

-Felicidades—Susurro al viento mientras observaba como entrelazaban sus dedos en una caricia mutua.

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Se había conseguido librar por un momento del empalagoso Noble, eso de un compromiso exprés le había hecho cansar tanto física como anímicamente, se dejó caer en su cama y dio un bostezo de cansancio, debía de dormir al menos una hora para luego continuar con la inspección de su compromiso. Sintió la opresión en su pecho, el que Yuuri los esté viendo tan atentamente le hacía sentir un poco de remordimiento, es decir, fueron prometidos en tiempo pasado, así que un nuevo compromiso siendo observado por uno antiguo era algo así como que extraño.

-Me voy a casar bajo tu consentimiento, Yuuri, y no será contigo el que pase el resto de mi vida.

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Yuuri buscaba por todos lados a la parejita, debía de mantenerlos vigilados, cualquier error y ese compromiso podía ser negado. Se golpeó mentalmente al imaginar mil y una formas en las que podría detener ese compromiso ¿Qué le sucedía? Debía de ser serio ante esto, no podía ser tan débil y dejarse llevar por pensamientos sin sentido. Entró en uno de los pasillos y pudo escuchar a dos personas conversando.

-¿Verdad que si?

-Pues, tienes razón, es un chico muy apuesto, sinceramente te envidio, hermano.

-Es un ángel, te juro que muero de deseos por tenerlo bajo mi cuerpo y hacerlo mío, que grite mi nombre en nuestra noche de bodas.

Escuchó como uno de ellos reía.

-¿Por qué ríes?

-Imaginé a von Bielefeld gritando el nombre de su Majestad, bueno, después de todo ellos fueron prometidos ¿No?

-Pero eso acabó, el mismo lo terminó, así que debe ser que no lo quiere, mejor así, y si lo grita, sería la primera vez, porque de ahí en adelante, le haré recordar cuál es su dueño entonces.

-Disfrútalo, su Majestad te lo ha entregad en bandeja de plata.

-Me lo comeré vivo.

-Luego me cuentas que tal te fue en tu noche de bodas, con detalles eso sí.

-No te preocupes, me encargaré de explicarte detalladamente lo que hice en la noche con mi putita, digo con mi reluciente esposito.

Yuuri apretó los puños mientras temblaba, esas formas tan denigrantes con las que se refería a Wolfram no le había gustado en lo absoluto, tampoco como vanagloriaba la idea de que iba a ser suyo ¿Qué se había creído? Ese engreído niño de papi, tras escuchar eso podía anular ese compromiso.

El rostro de felicidad de Wolfram al momento de estar en la sala se le vino a la mente, es verdad, ese tal Marco era del que Wolfram estaba enamorado, entonces no podía decirle nada, no si eso era lo que su mejor amigo quería.

Se alejó de ambos chicos y se perdió entre los pasillos, en busca de una respuesta a tantas de sus dudas.

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Como lo esperaba, la inspección de su compromiso había salido intachable, después de todo su madre se había esforzado por hacerlos cercanos, aunque no había sido necesario, puesto que ellos se conocían de mucho más antes.

En la mañana de aquel fresco día, Wolfram se encontraba acomodando sus vestimentas de color blanco que consistían en una chaqueta de fina tela con una camisa por dentro junto a una parecida corbata de moño color negra, sus zapatos negros junto con la correa. Se miró en el espejo y dio un suspiro, como hubiera ansiado que esas ropas se lucieran junto a Yuuri, que iría vestido de negro entero como siempre. Escuchó la puerta ser abierta y a su madre dando unos pequeños pasos, se acercó hacia ella y el saludo, mientras veía como de sus ojos brotaban unas cuantas lágrimas.

-Estas muy apuesto Wolffy, de verdad que me molesta que seas mi hijo, podríamos casarnos.

-¡Madre!

-Es broma, tu padre era igual de guapo que tú.

-Mi padre.

-No es momento de ponernos melancólicos, Wolffy, te vas a casar con la persona que amas, eso me da mucha felicidad.

-Madre, recuerda que tú lo planeaste, no es porque lo quiera.

-Lo sé hijo, pero aprenderás a quererlo, aunque yo sé que el hombre que te va a desposar en el altar es el amor de tu vida—La sonrisa en sus labios apareció como una niña pequeña pidiendo atención, Wolfram no pudo contenerse y también sonreír.

-Espero que así sea, madre.

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Yuuri se acomodaba el molesto traje, como siempre iría de negro, pero ese traje decía Conrad ser especial, en momentos importantes, debía de mostrarse venerable ante su pueblo. Había escuchado que la boda a iba a ser a vista de los habitantes de Shin Makoku e invitados, estaba un poco nervioso porque Conrad le había dicho que tenía que hablar unas palabras antes de iniciar la boda, quizás y estaba así por equivocarse y quedar en ridículo, aunque ya anteriormente había hablado en público, el miedo no se iba. Dio un suspiro y luego inhaló aire para después repetir lo mismo. Se miró en el espejo. La chaqueta negra junto a los pantalones del mismo color siempre le iban a quedar, por dentro una camisa blanca con una corbata negra, sus zapatos eran de un color negro intenso y sus cabellos como siempre, se encontraban revueltos.

-Bueno, parece un traje de la tierra después de todo.   

Miró el papel doblado que había encima de una mesita de noche y lo guardó en su bolsillo, se lo había dado Conrad diciendo que ahí estaba lo que debía de decir al momento que le tocara hablar. Recordaba con que insistencia le había dicho su padrino que no lo abriese hasta el momento indicado, cuando le avisara que tenía que hablar.

-Espero solo no trabarme o pronunciar mal una palabra.

 Salió de su habitación y se dirigió un momento a la de Wolfram, quería hablar un poco con él y felicitarlo en privado, después de todo no lo había conseguido en todo el día anterior. Se acercó a la puerta y antes de tocarla, pudo escuchar la voz de Wolfram que conversaba con alguien, entre abrió la puerta y pudo ver a Cecile, pero no a Wolfram.

-…Wolffy, te vas a casar con la persona que amas, eso me da mucha felicidad.

-Madre, recuerda que tú lo planeaste, no es porque lo quiera.

-Lo sé hijo, pero aprenderás a quererlo, aunque yo sé que el hombre que te va a desposar en el altar es el amor de tu vida

-Espero que así sea, madre.

Yuuri vio como madre e hijo se abrazaban, cerró la puerta y sus ojos se ensombrecieron, después de todo, Wolfram no amaba a von Wincott. Pronto las palabras del noble del día anterior se cruzaron por su cabeza, ese chico solo alardeaba de su suerte, lo había menospreciado y ahora se enteraba que Wolfram no lo amaba, según había dicho.

Camino un tramo del pasillo para luego tomar impulso y correr hacia la entrada del castillo, donde estaría el altar para casarlos, incluso el mismo Shinou había decidido aparecer en público y casarlos bajo su bendición. Debía de hablar con Murata y decirle que había cometido un error al aceptar esa boda.

Al llegar, pudo ver a toda la gente ya sentada en sus respectivos asientos, Murata estaba de pie en el altar, conversando con el pequeño Rey Original, claro, esa era su esencia ahora. Corrió tras la mirada confundida de todos y llegó donde su amigo, aun no llegaba el noble que iba a desposar a Wolfram, eso estaba bien.

-¿Qué sucede, Shibuya?

El rey original le dio una sonrisa y saltó a una mesa bien decorada que había en el centro del altar improvisado.

-Murata, yo…yo he—Tomó aire y dio un largo suspiro para poder hablar—Yo he cometido un error al aceptar ese matrimonio, ellos no se pueden casar.

Murata miró serio a Yuuri y este estaba igual o más serio, el suspiro salido de la boca de Murata entretuvo un poco a Yuuri y al ver que ambas manos de su estratega se posaban en sus hombros lo miro confundido, quizás y le iba a armar la bronca diciendo que ya no se podía hacer nada.

-Pues entonces—La sonrisa de Murata lo descolocó un poco—Aun así habrá boda.

-No, Murata, tu no entiendes, él, Wolfram, ellos.

Escuchó como anunciaban que Wolfram iba a entrar, miro preocupado la entrada decorada por todos y pudo ver como el noble von Wincott entraba de forma tranquila por ella, iba vestido con un traje de gala militar de color crema ¿Dónde estaba su traje negro como debía de ser? Sabía que ellos eran bien estrictos cuando de reglas se trataba. Esperó verlo acercarse al altar, pero grande fue la sorpresa de Yuuri al ver como tomaba asiento entre todos los invitados mientras le sonreía de forma amigable y le saludaba con una mano y una pequeña inclinación de la cabeza.

Yuuri miro a Murata pero este lo dejó parado en el centro del altar, haciéndose hacia un lado y sonriéndole mientras se empañaban sus lentes. Quiso seguirlo, pero pronto pudo ver la imagen de Wolfram apareciendo por aquella entrada. Simplemente se congeló, escuchó la risa ahogada del rey original al ver el rostro de sorpresa de Yuuri pero también el rostro de asombro del ex príncipe Bielefeld.

Wolfram estaba simplemente impactado ¿Qué hacía Yuuri de pie en medio del altar? Busco con la mirada a Marco y este le saludo entre el público con una sonrisa radiante y su mano agitándose a todos los lados. Sintió como lo tomaban del brazo y lo llevaban hasta donde estaba Yuuri, que permanecía estático e igual de sorprendido que él. Miró quien lo halaba y se encontró con los ojos de su hermano mayor, el temible General Gwendal von Voltaire.

-¿H-hermano? ¿Q-que sucede? ¿P-porque?

-Wolfram—Su voz era acolchada, parecía que intentaba contener su rudeza dentro de su garganta, como si le hubieran puesto un filtro en la boca—Hoy, vas a casarte con el hombre al que amas, espero, que seas feliz junto a él, caso contrario me encargaré que seas un viudo codiciado.

El asombro de Wolfram no terminaba de crecer, con algunos pasos dados, ya se encontraba en frente de Yuuri, quien con nerviosismo, miraba a todos lados menos a su persona. El también miro a los habitantes del pueblo, ellos tenían una sonrisa de satisfacción en sus labios y su madre, por supuesto que su madre era la más feliz de todos los presentes, también cruzó miradas con Marco y este simplemente le dio un asentimiento con su cabeza. Entonces comprendió, comprendió todo.

Sonrió y miro a Yuuri, este aún estaba nervioso, pero miraba fijamente a sus ojos, sabía que también se imaginaba que era todo eso. Todos habían puesto un granito de arena para que su sueño se hiciera realidad, estar en frente del altar junto a Yuuri, comprometiendo su vida entera al servicio del otro, no como soldado, sino como esposo.

Tímidamente y sabiendo más o menos lo que debía de hacer, Yuuri extendió su mano hacia adelante, pidiéndole a Gwendal que le entregara la de Wolfram. El General se la entregó con delicadeza y dio una leve mirada a su hermano para luego posar una severa en Yuuri.

-Espero que sepas que le estoy entregando la joya más preciada para mí, mi hermano menor, cuídelo, protéjalo y

  Amelo como él lo ama a usted.

Yuuri asintió algo nervioso, aún estaba sorprendido y no sabía que más hacer que aceptar a todo lo que le decían. Con delicadeza lo posó a su lado y lo miró, estaba tan guapo con esa ropa, y pronto la cabeza se le lleno de dudas.

¿Lo amaba? ¿Quería casarse con su mejor amigo? Es decir, siempre se había mantenido firme a la idea de que lo que sentía por el rubio era simple amistad y fraternidad. Entonces ¿No se podía casar con el rubio? No, no era eso, no sabía ni que era lo que quería, todo había sido tan rápido que lo dejó desconcertado un poco. Miro a todos en su alrededor, tenían una sonrisa de gusto, estaba seguro que todos querían eso desde el principio, dio un suspiro y luego un respingón al escuchar como Shinou llamaba a su nombre, quizás por segunda vez ya. Le recordó el profesor de matemáticas de su mundo cuando lo regañaba.

-Yuuri, despierta hombre, si, no es un sueño, te vas a casar con Wolfram—Ante la bromita de mal gusto de parte del rey original, todos rieron y Yuuri se avergonzó, sonrojándose hasta las orejas—Te preguntaba: Yuuri Shibuya ¿Aceptas a Wolfram von Bielefeld como tus esposo, para amarlo y respetarlo, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, gobernando Shin Makoku con honor, orgullo y respeto junto a la persona amada hasta que la muerte los separe?

Cielos, sí que había estado descuidado, había dicho mucho pero no había escuchado casi nada la primera vez, tragó saliva gruesamente, miro a Wolfram, este solo estaba quieto ante él, sus ojos brillaban de desesperación, pero poco a poco iban perdiendo brillo hasta sentirlos llenos de depresión. Fue entonces cuando Yuuri tomó ambas manos del ex príncipe y sonrió frente a frente, mientras recordaba todas y cada una de las cosas que habían vivido juntos, no se imaginaba con nadie más en ese momento, no podía idearse a una chica en frente suyo, porque la imagen de Wolfram lo era todo. No se imaginaba con nadie más viviendo todas y cada una de las aventuras que había tenido, y fue entonces también, que lo comprendió.

-Acepto.

La sorpresa en el rostro de Wolfram se volvió mayor, sus manos temblaban bajo el contacto de la piel de Yuuri, sus ojos se cristalizaron y sus mejillas se sonrojaron junto con la punta de su nariz y el filo de sus orejas, sentía que podía morir en ese momento al sentir el “ba-dum” de su corazón. Las piernas le temblaron, podía caer al suelo en cualquier momento, pero las firmes manos que sujetaban las suyas no se lo permitían.

-Entonces: Wolfram von Bielefeld ¿Aceptas a Yuuri Shibuya como tus esposo, para amarlo y respetarlo, en las buenas y en las malas, en la salud y en la enfermedad, en la riqueza y la pobreza, gobernando Shin Makoku con honor, orgullo y respeto junto a la persona amada hasta que la muerte los separe?

La respuesta de Wolfram estaba en la punta de su lengua, pero los nervios de despertar y saber que fue un desesperante sueño le invadieron, sintió las manos de Yuuri apresar más fuerte las suyas y pudo al fin, saber que no era un sueño.

-Acepto.

-Pues, Yuuri, Wolfram, es hora de los votos.

Yuuri sintió que lo llamaban desde un lado, miró y se encontró con los gestos de Conrad, diciéndole que lea el papel, rápidamente soltó las manos de Wolfram, sin ser tan descuidado, y sacó de su bolsillo el papel que le había dado su padrino, lo abrió con temblor en sus manos y leyó lo que había en él escrito, una simple frase.

-“Diga lo que siente, Yuuri”

Sintió como si podía caerse hacia atrás por esa nota, esperaba un poco más de ayuda de parte de su padrino, aunque ciertamente, debía de decir sus sentimientos en ese momento, pero eso era algo que sabía. Miro a Conrad y le sonrió de forma bobalicona, regresó su vista a Wolfram y este también se encontraba con un papel en sus manos, al parecer le habían hecho lo mismo a Wolfram, pero este demostraba un poco más de molestias, fijó su vista a donde observaba insistentemente, y esta era Cecile, quien sonreía con picardía, rápidamente y sin que se dieran cuenta, Yuuri le quitó de las manos el papel y lo leyó.

-“Por favor, Yuuri, ahora estoy en tus manos, cuida de mí, todas las noches, has que sienta que toco el cielo con tus caricias, ámame locamente como tu amante que seré”

Los colores se le subieron al rostro y rápidamente arrugó la hoja, guardándola en su bolsillo, miró a Wolfram y este estaba igual de apenado que él. Sintieron el carraspeo de Shinou y sabían que debían de hablar.

-Pues, que empiece Yuuri ¿No les parece?

Yuuri tragó grueso y sintió la sangre helada, miro a los ojos de Wolfram y, todo el miedo se fue.

-En todos los años que pasamos juntos, Wolfram, puedo decir que has sido la persona más cercana a mí, en un momento imagine esta escena con otra persona, pero no pude, tu imagen no salía de mi cabeza, debo admitir que estaba un poco sorprendido, pero, ahora se, que esto debió ser desde el principio, me sentí molesto conmigo mismo porque no supe ver lo que tenía en frente mío. Espero pasar a tu lado siempre y que tú, también estés a mi lado, Wolfram von Bielefeld, Te amo y es contigo, con quien quiero pasar el resto de mi vida, amándote como nunca antes te hubiera amado alguien. Estos son, mis votos de amor ante ti, mi persona favorita.

Wolfram lloraba, pero en silencio, secó sus lágrimas con la manga de su saco y sonrió alegremente, vio como Yuuri tomaba el anillo que le era entregado por Shinou y pedía con su mano extendida, que le entregue la suya. La levanto y Yuuri le puso el anillo en su dedo, el sol provocó que brillara intensamente, se sintió morir.

-Ahora tú, Wolfram—Dijo Shinou sonriéndole.

-Yuuri. Yuuri Shibuya, en toda esta bendita vida, he vivido una mentira, una mentira por miedo a perderte. Desde que nos comprometimos, juro que te amé, por eso, nunca rompí nuestro compromiso, quería que fueras mi esposo desde el inicio, nunca fue por orgullo o por razones familiares, siempre fue por amor. Todo lo que vivimos juntos, lo llego guardado aquí, dentro de mi corazón y en mis recuerdos más preciados de esta vida. Espero, poder estar contigo, gobernando Shin Makoku de la forma justa para todos nuestros aliados y habitantes. Yuuri Shibuya, Te amo y te he escogido a ti para pasar el resto de mi vida, sin barreras, sin dejar que la muerte nos separe, porque nos volveremos a encontrar, lo juro. Te amaré como nunca nadie te pudo haber amado, y haré que me ames como a nadie has amado. Estos son, mis votos de amor ante mi persona favorita, tú.

Los aplausos de los testigos no se hicieron esperar, Wolfram tomó el anillo entregado por Shinou y lo depositó en el dedo de Yuuri, quien sonreía de felicidad eterna.

-Bien, por el poder que me conduce, declaro a estas dos personas, Yuuri Shibuya y Wolfram von Bielefeld, esposos y reyes de Shin Makoku.

Murata se acercó a ambos chicos, tomó una de las coronas puestas en la mesa donde estaba Shinou y se acercó a Yuuri.

-Shibuya Yuuri, gobierna con honor, lealtad y valentía este, tu pueblo.

-Sí.

Murata asentó la pesada corona en la cabeza de Yuuri y le entregó un cetro de color rojo con detalles de oro como la corona, le puso la capa roja de felpa y le sonrió con tranquilidad.

Se acercó luego a Wolfram, quien estaba un poco nervioso, iba a ser coronado como rey, no se lo esperaba. Sintió a Murata acercarse y tembló. Tenía entre sus manos una corona rodeada de felpa azul y filos dorados.

-Wolfram von Bielefeld, acompaña a Shibuya en su legado, se su mayor estratega y para esta, tu gente, un buen rey, gobierna con honor, lealtad y valentía, tu pueblo.

-Sí.

Murata colocó la corona en su cabeza para luego darle una capa de seda color azul y un cetro del mismo color. Se posicionó en medio de los dos y levantó a cada uno su brazo mientras vociferaba con alegría.

-¡Vivan los nuevos reyes de Shin Makoku, Shibuya Yuuri y Wolfram von Bielefeld, vivan los nuevos esposos!

Todos aplaudieron festivamente a ambos reyes, quienes se encontraban un poco sonrojados.

-Ah, se me olvidaba—La sonrisa traviesa de Murata apareció enseguida—von Bielefeld, Shibuya, los novios pueden besarse.

Las mejillas sonrojadas de Yuuri debatían con el color carmín de las mejillas de Wolfram, todos siguieron el pedido, sin saber que era una tradición del otro mundo. Yuuri se acercó con tranquilidad y nervios a la ves donde Wolfram y tomando sus mejillas, plantó en sus labios un beso que dejó sorprendidos a todos, incluso a él.

Wolfram correspondió el beso, sintiéndose ahora sí, completamente lleno de felicidad, poco a poco se alejaron y sonrieron mutuamente, Wolfram acarició la mejilla de Yuuri y este le sonrió mientras lo aprisionaba de la cintura, su estrecha cintura.

-Te amo, Wolf.

-Yo también te amo, Yuuri.

Y volvieron a besarse tras los aplausos, lágrimas y miradas furiosas de algunos invitados.

-Eh, no des espectáculos

Esa voz, sabia de quien era esa voz, era su hermano, su queridísimo hermano, Shori Shibuya. Se separó de Wolfram y le sonrió, ni siquiera sabía en qué momento habían llegado, sí que lo habían planeado todo perfectamente. Miro a su padre, su madre y sonrió.

-Deja algo para la noche.

Sonrieron sonrojados, miraron a su pueblo, tomados de la mano, alzaron sus manos y elevaron una sonrisa de felicidad hacia todos, mientras eran aplaudidos por su nueva felicidad, Cecile lloraba y era consolada por Marco, que sonreía satisfecho.

-Se cumplió tu plan, Cecile-san.

-Muchas gracias por todo, Marco.

Vio a ambos chicos sonreír, se merecían eso y más.

Yuuri y Wolfram caminaban por en medio de todos los presentes, sonriendo y lanzando la mano de un lado hacia otro, estaban felices, al llegar al final de la entrada, se dieron un abrazo, Yuuri depositó sus manos en la cintura de Wolfram y este entrelazó sus manos por encima de su cuello, acercándolo hasta tener sus frentes juntas.

-Perdóname por haberme comportado así, Wolf.

-No te preocupes, después de todo, me diste la felicidad plena, aunque no fuera como esperábamos.

-Esto, debió ser siempre lo que buscaba para ti, ser felices los dos juntos. Te amo Wolfram, y lo digo en serio, eres mi persona favorita.

-Tú también, Yuuri, eres mi persona favorita, te amo.

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Continuará.


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