Alegría
¿Qué es la alegría? En este mundo triste, lleno de dolor y sufrimiento ¿Cómo alguien podría estar alegre? Solo un idiota lo haría. Pues bueno, ahora, él se declaraba un idiota. Un completo y absoluto idiota.
¿Quién iba a pensar que, en solo 7 dias, alguien podría cambiar tu forma de ver la vida? Porque, al final, el mundo es hermoso
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Su primer encuentro fue inesperado y misterioso.
La azotea de un hospital no es el mejor lugar para conocer a alguien, y las circunstancias tampoco fueron las más adecuadas. Era una noche fría, silenciosa. Las estrellas resplandecientes en el cielo, las luces centellantes en la ciudad. Una noche hermosa, como si la vida se estuviera burlando más de su persona.
De espaldas, sujetado solo de la baranda. Un paso, un solo paso y todo sería pasado. ¿Cuántos minutos estuvo en esa posición? Minutos que parecieron segundos… cuando.
-¿Vas a lanzarte o no?- aquella voz lo sobresalto, tanto que estuvo a punto de soltarse. -¿Qué necesitas? ¿Un empujoncito?-
-¿Qué?- pregunto incrédulo ¿Quién demonios hacia esas preguntas en un momento asi?
-Si de todos modos te vas a lanzar te agradecería que no lo hicieras en esta parte del hospital… arruinarías la vista-
-¿Qué?- volvió a preguntar abriendo los ojos, para encarar a quien estaba interrumpiéndolo. Un joven, más o menos de su edad y altura, de cabello rojo como el atardecer, y orbes heterocromaticos, uno rojo como su cabello, otro dorado como el sol.
-¿sabes decir otra cosa que no sea Qué?- pregunto este, claramente aburrido.
-¿Quién demonios eres tú?-
-Que insolencia preguntarme mi nombre antes de dar el tuyo- respondió con un tono de suficiencia que molesto de sobremanera al castaño. ¿Pues quien se creía este?
-Más insolencia demuestra el interrumpir a los demás- respondió intentando, en vano, impregnar veneno en cada una de sus palabras.
-insolencia, es querer matarse en medio de un lugar lleno de gente enferma… ¿no tienes un poco de respeto por los demás… Kouki?-
-Eso no tiene nada que ver… -comenzó- espera- apenas caía en la cuenta- ¿Cómo sabes mi nombre? –
El chico, que ya caminaba hacia la puerta, respondió: -Se-cre-to- ¿Qué? ¿Acaso estaba tratando de sacarlo de quicio?- El mundo es demasiado hermoso para morir, Kouki- aquellos ojos… ¿Por qué lo miraban con tanta intensidad? ¿Por qué sentía como si lo pudieran atravesar?- Akashi- murmuro bajo antes de salir- Akashi Seijuuro-
Aquel primer encuentro se quedaría grabado en la memoria de ambos, aunque ninguno lo volvería a mencionar
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El segundo encuentro tuvo lugar no mucho después.
Caminaba por el pasillo, después de que aquel antipático cuatro ojos de cabello verde que tenía por doctor terminara de revisar sus heridas y cambiar sus vendajes, buscando… ¿Dónde rayos estaba el maldito loquero? Al final logro encontrar la bendita puerta. Toco, sin muchos ánimos y, sin esperar respuesta entro.
La habitación era amplia y, gracias a dios, no era blanca. Las paredes azules, cubiertas de cuadros coloridos. Y un ventanal enorme justo enfrente de la entrada. La luz entraba a borbotones, la calidez se palpaba en cada rincón. Al cerrar la puerta, era como si ya no estuviera en el hospital. Los sonidos se apagaron, la soledad se hizo un poco más chica… solo un poco.
-Antes de entrar a una habitación, lo correcto es esperar a que te lo permitan… veo que no eres nada educado, Kouki- esa voz… ¿podría ser? Aquel extraño pelirrojo estaba parado detrás de él, con una humeante taza en las manos. Se veía tan elegante como en la noche, incluso mas cubierto por aquella bata blanca… esperen, ¿bata?
-¿Tu eres el loquero?- pregunto, con el menos tacto y un elevado tono de voz
-Psiquiatra- respondió con una voz contenida. Odiaba de sobremanera que lo llamaran asi, el no trataba locos… bueno, no siempre. – Furihata Kouki- murmuro al tiempo que abría un folder que descansaba en la mesa. Bueno, al menos eso explicaba porque sabía su nombre. – edad 23 años. Ingresado el dia XX del mes XX del año 20XX- recito, los datos tal cual marcaba la planilla- Motivo de ingreso…-
-Intento de Suicidio- interrumpió el “paciente” aun parado junto a la ventana.
-si… y, por lo que veo… no es la primera vez- susurro el pelirrojo mirándolo fijamente. Kouki podía sentir su mirada, tan intensa como si lo estuviera viendo de frente. – entonces, no tengo que preguntarte porque lo hiciste-
-¿Qué?- se volvió extrañado, era el primero que no hacia esa ridícula pregunta- oh, ¿acaso es que aparte de loquero eres adivino?- dijo con sorna.
-lo repetiré una sola vez más, Kouki.- su voz salió lenta, suave… y peligrosa. Furihata trago fuerte- No soy un loquero, aborrezco ese término tan vulgar… soy un psiquiatra y, a partir de ahora, seré TU psiquiatra-
-y ¿Qué más da?- quizá estuviera asustado, pero no dejaría que ese tipo lo notara- Solo has lo que todos los demás, di que paso por una etapa… y firma el alta-
Seijuurou levanto una ceja, interrogante. ¿Así que eso hacía los anteriores? Eso podía explicar porque muchos de los pacientes presentaban recaídas.
-lamentablemente, yo no hare eso-
-¿Qué?- Furi no lo podía creer, él ya quería salir de ahí!!- Solo déjame salir de aquí!!-
-Si estas tan desesperado por salir… hagamos un trato- Kouki lo miro interrogante. Akashi quizá no fuera el psiquiatra más recomendado y querido del hospital pero, si algo tenia era que era demasiado obstinado. Y, por más difícil que fuera este paciente, lo sacaría adelante.- 7 dias-
-¿siete días?-
-si, dame 7 días para tratarte, si en esos 7 dias no se han desvanecido tus pensamientos suicidas, yo mismo te dare las herramientas para que lleves a cabo tu cometido- el castaño abrió los ojos asombrado ¿de verdad le estaba proponiendo eso?
-¿solo una semana?-
- una semana… en 7 días te demostrare lo hermoso que es este mundo-
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Podrian decirle que estaba loco, de hecho si lo estaba, pero poco le importaba. Darle a ese idiota pelirrojo 7 dias no parecía tan mala idea. Total ya no tenía nada que perder. O, eso pensó pero… ¿de verdad? ¿A quién en sus cinco sentidos se le pudo ocurrir llevarlo a un parque de diversiones?
-Kouki- oh, si… a ese raro pelirrojo. – No te separes tanto, podrias perderte-
-¿Me comparas con un niño?-
-esa actitud no te aleja mucho de eso-
-Cierra la boca- sentencio, sin ánimos de discutir. Una sonrisa burlona hizo aparición en la cara de Akashi. Bien, al menos ya sabia uno de los puntos débiles del castaño problemático.
-¿Por qué un parque de diversiones?-
-¿nunca habías ido a uno?-
-Deja de contestarme con otra pregunta- de verdad que este tipo de conversaciones con el “Loquero” lo comenzaban a molestar.- pero, no… Nunca había venido- confeso avergonzado. Akashi sonrió, había encontrado la manera de hacer que Kouki respondiera a sus preguntas; extraño, pero era efectivo.
-¿tus padre nunca te llevaron a uno?- pregunto, un poco extrañado. Lo normal era que los padres salieran con los hijos de vez en cuando. Pero la contestación del castaño lo dejo sin palabras.
-Ja- se burló- Claro, mis padres siempre atentos a mis necesidades…-
-¿tienes rencor hacia ellos?-
-Pensé que esto no era una terapia- contesto a la defensiva Kouki, realmente ese no era un tema que le agradara tocar. Lamentablemente, a Akashi si que le interesaba.
-entonces si estas molesto…-
-¿Qué quieres que te diga? ¿Qué odio a mis padres?... pues si, los odio… ¿ya feliz?- termino, casi al borde de las lágrimas.
-No realmente, pero es un avance- ¿ese tipo le estaba tomando el pelo? ¿Qué tipo de avance podrían estar haciendo?- ¿tus padres saben de tus ataques?- un momento de silencio siguió a esta pregunta, tan largo que el pelirrojo pensó que Furi no contestaría…
-Lo saben… pero ¿Qué más da? No les importa… dicen que solo soy un chico buscando atención-
-pero ¿eso no es lo que buscas? ¿Cierto?-
-por supuesto que no…- por supuesto que… no. El no buscaba atención, era obvio que no la recibiría, nunca.
-Cuando tenemos problemas solemos ir a refugiarnos con nuestros padres- dijo Seijuurou, mientras, a su alrededor, las personas paseaban ajenas a todo- Pero cuando perdemos ese soporte, nos perdemos… es un dolor inigualable… ¿verdad?-
Furihata se le quedo mirando, café vs rojo y dorado… y, solo en ese instante, pudo darse cuenta de que ambos tenían un dolor similar; tan parecidos y tan diferentes a la vez… porque Seijuurou no habia caído tan bajo para intentar salir del abismo…
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Día tras día, hora tras hora. Parecía que Akashi no tenía nada mejor que hacer que llevarlo de un lugar a otro. Los dia seguían pasando, 3, 4, 5… y Kouki se sentía más alegre de lo que nunca había sido en sus 23 años de vida. No estaba seguro de cómo, habían ido a lugares por demás comunes: un restaurante familiar, al parque, al cine. Kouki había asistido a esos lugares en compañía de sus amigos de la secundaria, del instituto; incluso de la universidad. Pero no había sentido nunca nada tan intenso ¿sería por su sexy acompañante? Sí, de eso no cabía duda. No sabía cómo, pero Akashi cambiaba el ambiente ahí donde sea que fuese. No importaba si solo lo pasaba a ver a su habitación, si solo se quedaba mirándolo desde el otro lado del sillón… el estar con él, en el mismo espacio, en el mismo cuarto… era suficiente para alegrar el lugar por completo.
Algo que pensó nunca entender, la alegría de vivir, de despertar cada día mañana esperando ver a alguien, sin saber si esa persona está deseando verte de esa misma manera, pero restándole importancia a ese detalle cuando lo miraba a los ojos.
Pero ¿Qué pasaría el dia 7? Cuando la semana termine y se le presentara de nuevo una ruta de escape… ¿sería capaz de tomarla? O por el contrario ¿Escogería seguir avanzando por un camino incierto?
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El día 6, llego como todos los demás. El día de las revelaciones; ese día, Kouki se enteró de cosas sobre Akashi. Fue en un restaurante, simple pero elegante.
Desde aquel día en el parque de diversiones, habían evitado tocar el tema de sus familias. Sin embargo, Seijuurou sabía que era necesario tocar ese tema. De alguna u otra forma tenía que conseguir que Kouki se abriera un poco más. La barrera impuesta en ese tema, era una muralla fuerte que los separaba.
-Mi madre murió cuando yo tenía 8 años- comenzó, como quien no quiere la cosa. Tan tranquilo como si estuviera hablando del clima.- Después de eso, mi padre me evito por todos los medios. Incluso llegando a enviarme a estudiar al extranjero. Decía que le recordaba demasiado a ella-
-eh?... – Akashi no parecía afectado por eso, como si no sintiera nada. Su mirada estaba perdida. Entonces, solo en ese momento, Kouki pudo sentir porque se habían sentido tan cercanos. De alguna forma u otra ambos estaban conectados con un destino cruel, hundidos en el mismo abismo. La única diferencia era, que Seijuurou no había decidido huir. De alguna forma, había superado el dolor, lo había transformado en fuerza.
-Kouki, yo… también intente lo mismo que tu… Tu y yo… somos iguales- una silenciosa lagrima resbalo por su mejilla.
-No- Respondió con la voz entrecortada- No somos iguales… Tú… eres fuerte, yo soy un cobarde- término, mientras las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos como si de una fuente se tratase. ¿Cómo podía Seijuurou compararse con él? ¿Con un don nadie? ¿Con un cobarde?
Akashi no supo lo que hacía, simplemente su cuerpo se movió por su cuenta, mientras su conciencia intentaba entender lo que ocurría. Tomo el rostro del castaño, lo hizo mirarlo. Era tan dulce, tan tierno… que no supo lo que hacía.
Ambos tenían los rostros tan cerca, que terminaron juntando sus labios. Fue un beso corto, perfecto. Un beso que transmitía todos esos sentimientos guardados, un beso prohibido.
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Hay un dicho que dice que: “No hay fecha que no llegue, ni plazo que no se cumpla”… así llego el día 7. Akashi, daba vueltas inquieto en su oficina. ¿Podría ser que Kouki hubiera cambiado su forma de pensar? ¿Habría logrado, con su método poco ortodoxo, mostrarle lo bello del mundo?
Por fin, la puerta se abrió. Kouki llego, con un montón de papeles en la mano pero con un rostro inexpresivo, ido. Una simple mirada, y el castaño se lanzó a los brazos del “loquero”.
No podía dejar de llorar, ni quería hacerlo. La presión que sentía en el pecho, se desvanecía poco a poco, con cada lágrima limpiaba su corazón.
-Akashi… Tenias razón- murmuró entre sollozos- El mundo es maravilloso!-
-Si sabes eso… ¿entonces porque lloras?-
-Lloro de alegría, idiota-
-Bueno, pues… parece que dejare de ser tu psiquiatra ¿no?-
- eso parece- Respondió, alejándose de el. Y, por una vez, Kouki se dejó llevar por los impulsos. Plantándole semejante beso en los labios a SU pelirrojo. Porque, si… era Suyo… se pertenecían… lo sabían desde el principio. – Ahora, ¿podrías ser mi loquero personal, Sei-kun?-
-Idiota-
Fin