UNO
DESPERTAR
Pánico.
Era lo único que podía sentir.
-¿Esto es real?... ¿Estoy aquí?
Se preguntó para sí mismo, tirado en el suelo, palpando la madera fría del suelo solo para saber si podía sentirla realmente, si estaba ahí, si no se trataba de una pesadilla. Pudo sentirlo todo perfectamente, era la realidad, y era horrible.
-¡Despierta! ¡Despierta! – Exclamaba golpeándose con ambas manos la cabeza una y otra vez.
<< ¿Dónde está Carl? ¿Dónde está mi hijo? >> No podía ni siquiera imaginarse los motivos que explicaran el hecho de que todo estuviera como estaba, todo aquel desastre.
Tambaleándose salió de la casa como si el solo hecho de estar ahí le sofocase, bajó por las escaleras de ladrillo rojo hasta la banqueta y se sentó, respirando trabajosamente con la vista nublada. Todos esos cadáveres envueltos en mantas, aquella persona partida a la mitad, totalmente putrefacta y con los labios arrancados de la boca, arrastrando las tripas por el pasto sin podar, sin parar de gruñir y tratando de alcanzarlo con la mano. Seguro que estaba pidiendo ayuda, quien sabe cuánto tiempo llevaba ahí, pero el horror y el miedo le hizo coger la bicicleta y pedalear lo más fuerte que pudo. No podría ayudarlo de todas maneras, ya estaba muerto.
Trató de respirar profundo, como cuando te sientes mal y te dicen que inhales y exhales para contenerte, para sentirte mejor. Se llevó las manos a la cabeza, ni siquiera se había percatado de que llevaba puesta la bata y short del hospital.
<< ¿Qué mierda está pasando? ¿Qué demonios es esto? ¿Qué le ha pasado a todo el mundo? ¿Dónde está mi hijo? >>
Las imágenes y preguntas no paraban de darle vueltas en la cabeza, como una rueda rusa, giraba y giraba. Le dolía la herida del balazo, ni siquiera sabía cuánto tiempo llevaba esa herida tapada con las mismas vendas, o cuánto tiempo había pasado desde el accidente.
Notó entonces un movimiento a lo lejos, y el arrastre de unos pasos.
Alzó la mirada esperanzado, la luz brillante que se reflejaba en el asfalto le impactaba los ojos y no le dejaba ver con claridad. Divisó a un hombre vestido de negro a lo lejos, caminando solo por la calle, tambaleándose hacia los lados como si estuviera borracho y apenas levantando los pies para dar sus pasos.
Rick Grimes trataba de enfocar su visión pero no lo lograba, con lo poco que lograba ver notó que el hombre ya había reparado en él, y había comenzado a caminar hacia donde estaba, más rápido de como lo había estado haciendo, pero…rápido con ansiedad. Sus pasos ni siquiera estaban controlados, le colgaban los brazos y casi estaba seguro de que tenía una gran mancha roja en el cuello. Gruñía ansioso, como un animal.
Se hizo una sombra sobre los ojos con la palma de la mano para poder ver mejor al hombre, pero sintió entonces como un golpe seco le hacía rebotar la cabeza como un calambre, callo en el césped y vio desde donde estaba todo borroso y en cámara lenta, distinguió, parado frente a él a un muchachito de piel pálida y cabello rapado al estilo militar que aferraba a sus manos la pala con la que acababa de golpearle la cabeza, preparado para lanzar otro ataque.
-No es un caminante- Le oyó decir, y notó su rostro que denotaba miedo, como si le temiese.
-Mierda – Dijo otra voz. Rick giró la cabeza, todo atontado y con sangre brotándole de la nariz hacia donde había escuchado la voz, había otro chico, más grande de edad, alto y vestido con una chaqueta de piel negra, tez trigueña y con el ojo izquierdo medio cubierto por un largo y tupido fleco castaño oscuro. Sostenía una pistola en la mano. Pero no lo estaba mirando a él, caminó rápidamente hacia donde venía el hombre de negro que había empezado a caminar hacia Rick, aun tambaleándose para alcanzarlos. Sin siquiera dudar, apuntando el arma hacia su cabeza jaló el gatillo y le disparó. Rick pudo ver como en la frente se le abría un hueco rojo al hombre, el sonido de la bala hizo un eco por toda la calle, y el impacto impulsó la cabeza del hombre salvajemente hacia atrás, su cuerpo se dobló salpicando sangre por todo el asfalto antes de caer fulminado en el suelo con un golpe seco.
Rick no lo pudo creer, y el pánico nuevamente lo inundó, pero estaba totalmente paralizado por el golpe. Vio al de la chaqueta de piel acercarse hacia el muchachito de la pala, sin una sola pizca de remordimiento en su rostro.
-¿Qué dices? – Le pregunto.
-Éste no es un caminante, Adam, pero, mira su vendaje –Le repitió el muchacho, señalándole hacia la herida de balazo de Rick. Adam se volvió hacia Rick, tirado en el suelo y con el rostro impasible, su fleco se ondeó con el movimiento de su cabeza, apuntó la pistola a la frente del policía.
-Tu herida, ¿De qué es?
Rick apenas encontró las palabras dentro del enorme dolor de cabeza que estaba sufriendo.
- ¿Qué?
-Tus vendajes, maldita sea, ¿de qué herida son?
Adam seguía apuntándole con la pistola, Rick sabía lo que quería decir, pero simplemente no pudo, las palabras se le revolvían en la cabeza.
-Respóndeme maldita sea – Le exigió acercándose más a él – O te juro que te mataré.
Pero el policía no pudo, y la poca energía con la que mantenía sus ojos abiertos, se le desvanecieron entre mitad de palabra.
….
Cuando despertó, se encontraba nuevamente en una cama, seguía vistiendo la bata y short del hospital. El dolor de cabeza seguía ahí pero menos intenso, aun así trató de sobarse la frente con la mano pero algo se lo impidió, sus manos y pies estaban amarradas a las cuatro patas de la cama con unas cuerdas. Hasta ese momento no había reparado en el chico más joven que estaba parado en el marco de la puerta, observándolo, aun con la misma pala en mano, dispuesto a propinarle otro golpe si se atrevía a hacer algo que no debía.
-Despertó – Anunció el muchacho, mirando hacia el otro extremo de la habitación. Rick giró la cabeza y encontró al muchacho de la chaqueta de piel lavándose las manos en un traste sobre un tocador roto y sin cajones. Miró a Rick por encima del hombro.
-Tuve que cambiarte esos vendajes – Le anunció con seriedad – Estaban muy podridos.
Rick no contestó, la imagen del muchacho disparándole sin piedad a aquel hombre moribundo se le apareció en la mente, << Es un asesino >> Pensó.
-Es un disparo – Continuó al ver que Rick no respondía, como si no lo supiera, girándose hacia él – Suerte para ti que no tienes mordidas ni rasguños.
Rick frunció el ceño.
-¿Rasguños? ¿Mordidas? – La extrañeza se le desbordaba de la expresión - ¿Cómo demonios sabes que no las tengo?
Una sonrisa chueca se dibujó en los labios del chico. Algo le había parecido divertido, lo cual a Rick no le gustó.
-Porque me aseguré de ello – Le respondió y recorrió fugazmente su cuerpo con la mirada.
-¿Tú me…?
Pero antes de que terminara, Adam se había sentado en la cama y extendía su mano hacia el rostro de Rick, quien inmediatamente lo alejó, temeroso.
-Hey –Le reprendió el muchacho. Se había acomodado el fleco atrás de la oreja pero algunos mechones rebeldes se habían soltado y le cubrían la frente y el ojo– Déjame…
Rick cedió dubitativo frunciendo los labios, temeroso de lo que el muchacho pudiera hacerle. Adam extendió su mano y la puso en la frente del policía. Solo para sentir su temperatura. Analizó un segundo y luego miró al chico de la pala.
-Se siente más frio – Le informó, a lo que el chico asintió satisfecho. Miró de nuevo a Rick – La fiebre ya te habría matado.
-¿Se supone que es un requisito para no ser asesinado? – Le espetó el policia.
- No voy a asesinarte, si no haces una maldita estupidez.
Sacó entonces del bolsillo de su pantalón un cuchillo y lo puso en la mejilla de Rick, quien alarmado, se enterró más en la cama, asustado. Lentamente, Adam fue deslizando el cuchillo hasta el cuello sudoroso de Rick.
Una sombra cubrió la expresión de Adam.
-No dudaré en asesinarte si es necesario, o si intentas hacernos daño – Comenzó Adam, con un tono siniestro, sin parpadear. Rick supo entonces que hablaba enserio – Se trata de sobrevivir ahora, pero tampoco podemos dejar de lado a las personas - Miró a Jordan – A las personas vivas –Y devolvió la mirada a Rick.
Alejó el cuchillo del cuello de Rick y lo dirigió hacia los amarres de sus manos, comenzó a cortarlas, luego fue a las de sus pies. Le habían provocado unas marcas rojas en las muñecas que de inmediato comenzó a sobarse sin parase de la cama.
Adam se levantó y fue hacia la puerta.
-Te he dejado ropa por si quieres cambiarte – Señaló con el cuchillo hacia una muda doblada sobre una silla de madera junto a la puerta – No creo que quieras andar con eso para siempre – Miró hacia su short y bata de hospital, Rick se sonrojó y se sintió desnudo, el chico lo había examinado cuando estaba inconsciente, lo cual significaba que lo había desnudado - Ven cuando estés listo- Tocó al muchachito de la pala en el hombro suavemente – Vamos.
Y ambos salieron de la habitación. Rick se sentó en la orilla de la cama luego de unos minutos, se puso de pie en busca dela ropa.
<<No les haré daño, si ustedes no me hacen daño a mi >> Pensó. Se tronó los huesos de la espalda y del cuello antes de ponerse de pie << Carl ¿dónde estás? >>