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En tus brazos por Babyrollo

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Notas del capitulo:

Aquí con esta historia que me ha dado vueltas en la cabeza hace bastante tiempo. Espero les guste y bueno, como siempre escrbiendo de parejas no tan usuales un Ryota/Mitsui, bueno que más !cierto!:

Los personajes de Slam Dunk no me pertenecen, y hay contenido de relaciones entre hombre, si no te gusta no lo leas y bla bla bla. 

¡Los quiero son maravillosos! xD

¡Al prólogo!

Las horas pasaban lentamente en casa de los Miyagi, o por lo menos así le parecía al pequeño Ryota. Siempre que se aproximaba el reloj a las siete de la tarde comenzaba a alistarse para salir a la calle a jugar. A esa hora llegaba su padre, a esa hora todo se volvía difícil.

-Ryota, hijo, trata de no volver tan tarde –se escuchó desde la cocina junto con el mover de los trastes sucios.

-ya se mamá –suspiró, odiaba irse, pero no soportaba la idea de quedarse tampoco.

-mamita yo…

El niño de siete años se adentró en la pequeña cocina con el balón de básquet en la mano, miraba desde el marco de la puerta como su madre lavaba los platos. La mujer se dio la vuelta y le dedicó una cálida sonrisa.

-no te preocupes, ve a jugar, todo va a estar bien.

-pero tal vez yo…

-No, nada de peros, ve afuera con tus amigos –le interrumpió mirando la hora –que no se te haga más tarde.

Ryota se dio la vuelta con la cara de preocupación que veía en su madre todas las tardes a esa hora marcada en su mente. Sabia el por qué debía irse, pero esa tarde no lo deseaba, quería quedarse con ella.

-mamá hoy no quiero salir a jugar –se dio la vuelta mirándola decidido.

-por favor hijo, sabes que me encanta que hagas deporte –le miró con aprehensión.

-pero…

-ya te dije, nada de peros –se acercó a él para acomodarle un mechón rizado que caía sobre su frente –ve a jugar y diviértete mucho.

Ayuna miró detenidamente el rostro de su hijo y sonrió de felicidad. Ella lo amaba con todo su ser y se odia a ella misma por verlo tan maduro y tan decidido a su edad. Odiaba ver esa mirada de preocupación que tenía antes de que ella le pidiera salir a divertirse, detestaba verlo así y se detestaba por no poder acabar con esa situación. Pero esta vez sería la última, lo haría por ella misma y por su hijo.

-está bien –suspiró resignado apretando el balón en sus brazos –te quiero –le dio un beso en la mejilla y salió corriendo a la calle.

-También yo a ti mi pequeño… -susurró mientras miraba por la ventana correr a su pequeño y una lejana silueta que se aproximaba tambaleante hacía su hogar. Apretó fuertemente su vestido con su puño derecho.

La cancha se encontraba cerca de su casa, a solo dos cuadras, el pequeño corrió a toda velocidad para hacer lo que tanto amaba todas las tardes. Jugar con su mejor amigo.

-¡Oye enano te demoraste como cien mil horas! –se acercó corriendo un pequeño de cabellos negros azulados sonriente. Al llegar frente a él le quitó el balón de las manos.

-¡No me digas enano! –el más pequeño intento fallidamente de arrebatarle el balón.

-E-n-a-n-o –deletreó el más alto.

Ryota se puso rojo y apretó los dientes, ciertamente odiaba ser el más pequeño de la clase y que Sashi se lo recordara todo el tiempo. Se acercó con la intención de empujar lejos a su amigo pero antes de llegar si quiera a usar sus brazos, recordó la última pelea de su padre y su madre y se contuvo. Él no era igual a su papá, dio media vuelta en dirección a su casa ante la mirada extrañada de su compañero.

-¡Ryo-chan, a donde vas! ¡Espérame! –comenzó a caminar en su dirección pero el otro salió corriendo.

No quería ver a nadie, todo le salía mal, sentía odio hacia su padre, tenía miedo de hacer lo mismo que él a nadie, detestaba su estatura, y aunque Sashi lo molestaba siempre, ese día le había dolido en serio. Las lágrimas comenzaban a correr y no permitiría que lo vieran así.

-¡Espera Ryo-chan, no te vayas! –lo tomó por sorpresa desde atrás de la sudadera.

Odiaba ser más lento que Sashi.

-De-dejame –sollozo tapándose el rostro.

Hisashi abrió los ojos sorprendido.

-Oye Ryota, perdóname, yo… perdón, tú no eres pequeño, bueno un poco, pero no tanto, eso… eso no es malo, además tu eres el más popular de la clase con las chicas, eres genial.

El pequeño se limpió las lágrimas del rostro y se quedó mirando el suelo un tanto sonrojado por que le hayan visto llorando, y por las palabras de su amigo.

-yo… -no pudo terminar de formular su frase ya que sintió como lo abrazaban fuertemente. Cerró sus ojos relajándose con el contacto al instante. No era algo nuevo. Cada vez que peleaban o Sashi lo veía triste le abrazaba con fuerza y no le desagradaba para nada, al contrario lo hacía sentir seguro, no como en su casa.

-está bien Sashi, ya estoy bien –al tenerlo al frente comenzó a reír –siempre exageras y hablas mucho cuando te disculpas.

-es que no me gusta jugar si no estás –recogió el balón que había tirado al abrazar a su amigo.

-Mejor vamos –abrazo a al más alto por los hombros y se fueron a las canchas a jugar un partido.

Se estaba oscureciendo, y nadie había salido a llamar a Ryota, lo que era muy extraño. El pequeño detuvo su rebote y miró en dirección a su casa. Las luces estaban apagadas, y a esa hora siempre estaban prendidas. Le comenzó a doler el estómago sin razón aparente.

-Oye Ryo-chan que raro que no te hayan llamado –observó la casa de su amigo también.

-sí, será mejor que me vaya, ¡nos vemos mañana Sashi!

-¡Espera! Ryo… t-tu, me prestarías tu balón por favor –lo último lo dijo muy apresurado.

-¿eh?... claro Sashi toma, mañana lo traes tu entonces –le paso el balón con las dos manos.

-gracias, ¡eres el mejor! –exclamó y le dio un beso en la mejilla.

-¡oye, que haces! –Se limpió la mejilla un poco sonrojado – ¡eso es vergonzoso!

Hisashi rio sonoramente.

-siempre te pones rojo, eso me da risa –el más alto le sacó la lengua y se encamino a su hogar - ¡Gracias!

El grito de Sashi se escuchó fuerte mientras Ryota miraba su espalda al caminar, se dio la media vuelta y se dirigió también a la suya.

°X°

Las luces estaban apagadas, toco una y otra vez pero nadie abrió. Las manos del pequeño Ryota comenzaron a sudar, se sentía nervioso sin saber por qué exactamente. Nervioso y extremadamente solo.

Caminando sin hacer mucho ruido rodeo la casa para entrar por la puerta de atrás que siempre estaba abierta. Entró en silencio sin dar su saludo habitual y un escalofrío recorrió su espalda. Camino hasta la sala de estar y no pudo seguir, sus piernas se debilitaron y cayó al suelo ante la imagen que veía.

Muertos.

Estaban muertos.

Cubiertos de sangre.

Ya no podía distinguir bien lo que veía, las lágrimas se lo impedían, lograba ver un bulto que identificaba como su madre con un cuchillo en el tórax y en  el sillón su padre con una pistola sobre su regazo y un charco de sangre bañándole el hombro derecho, jamás podría olvidaría esos ojos abiertos, vacíos y sin vida que le miraban desde ese sillón café.

Notas finales:

Espero les haya gustado el prólogo. La historia aun esta en proceso así que no se cuantos capítulo serán. Bueno ojalá comenten para saber como va, si no, igual eso dice mucho xD

Un abrazote 

Se les quiere lectores :*


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