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Amigos Encubiertos por Javmay

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Notas del fanfic:

Para quienes leen "Quédate conmigo! Esta es una de las historias de las que les hablaba que subiría los sábados :D... Mi idea original era terminarlas y compatirlas para el día AkaFuri, pero mi propia inconstancia y tardanza no me lo ha permitido. 

¡Pero! Los Fics Akafuri's no tendrían que tener "días" aignados, por lo que, aunque la fecha correspondiente ha pasado, aun así subiré las historias :3

Notas del capitulo:

Respecto al Fic, la historia es de Capítulo Único. Y ha nacido porque... bueno... normalmente en las tramas de esta pareja se narra a nuestro tímido Furi enfretándose a la intimidación de los Milagros -ya sea juntos o separados - pero, si pensamos en Akashi y Kouki en una relación amorosa, hay que recordar que la cosa es recíproca y tira para ambos lados. Es decir, también Sei tendría que conocer a los amigos de Furi...

Y de eso básicamente se trata esta historia. Por supuesto, como se trata de Kawahara y Fukuda, Akashi no sentirá "intimidado", pero... de todos modos querrá hacer una "buena impresión" :)

Algo importante de este FIC, es que es la primera vez que escribí los dialógos: 

-De esta manera -

"Y NO así..."

Después de que SaraDreamer me lo mencionara en FF, la "regla" me quedó rondando por la cabeza... Y ya luego le pregunté a Aliethz al respecto y... la cosa ha quedado así. Por lo que, finalmente estoy respetando algunas reglas del castellano :). 

 

Finalmente, me gustaría agradecer a todas aquellas personas que se han tomado las molestias de leer mis Fics :3 y a las que han comentado cosas tan maravillosas... De verdad me alientan a lograr mucho más. Y Aliethz... pppffff... qué puedo decirte... Muchas Gracias por tooodo! Por la ayuda, por tomarte el tiempo de corregirme, por las opiniones, por sugerirme el título ;)... Y por todo :3 

 

Nos leemos abajo...

Amigos Encubiertos

-

 

-

JAV

 

-

 

-

 

Fukuda Hiroshi es muchas cosas. Algunas buenas, otras malas; pero cuando se trata de videojuegos, la palabra renunciar desaparece completamente de su diccionario.

 

Apretando los botones de su PSP con más fuerza de la que podría considerarse necesaria, Fukuda se mordió la lengua para evitar alguna jodida palabrota de su boca. ¡Pero es que esta mierda de juego-----! Pensó al tiempo que su personaje moría, de nuevo, a manos del villano súper poderoso de la aventura elegida.

 

—Uuugghh –Balbuceó revolviéndose en las mantas de su cama, intentando controlar la burbujeante ansiedad del estómago que le instaba a ingresar al juego otra vez; porque Fukuda, sentándose sobre las frazadas con ojos determinados, sabía que podía matar a la malvada criatura; sólo tenía que entrar al castillo por la puerta del costado y no la principal… o la trasera… o la del subterráneo… o la del techo…

 

Morir tantas veces, aunque deshonroso para su valeroso personaje Carl, le había enseñado una cosa o dos durante la aventura que había emprendido; y una de ellas –aparte de cómo, de hecho, entrar al maldito castillo-, era no rendirse; no ahora que estaba tan cerca de ganar…

 

Qué cosa… ¡Pues orgullo!

 

Eso alcanzaría sí-solo-destrozaba-a-ese-hijo-de-puta de una vez por todas.

 

— ¡Tu puedes! Vamos Hiro~ -Se alentó con una sonrisa alegre, disponiendo el juego para intentar nuevamente la misión que-parecía-imposible.

 

— ¿Estás hablando solo, otra vez? –Preguntó una voz con mofa desde la puerta. Fukuda, casi rompiéndose el cuello por la velocidad de su movimiento, se encontró con uno de sus hermanos apoyado en el marco, mirándole con esa sonrisita que le sacaba de sus casillas, ya que nunca pronosticaba nada bueno.

 

— ¿Qué quieres? –Preguntó el integrante de Seirin con los ojos entrecerrados. Su hermano, que entró como quien no quiere la cosa, miró su closet con curiosidad.

 

— ¿Tu no ibas a salir hoy con tus amiguitos? –Fukuda, que hasta ese momento se encontraba sentado sobre la cama, saltó como resorte hasta su celular. 12:46, leía el aparato.

 

¡Mierda!

 

— ¡Maldición, estoy atrasado! –Exclamó sacándose los pantalones de pijama.

 

—Eres un idiota –Se burló el mayor. Hiroshi, poniéndose unos pantalones que le llegaban a la altura de las rodillas, volteó al mueble junto a la cama para sacar una polera limpia; enfocado en lucir presentable, Fukuda vio distraído como su hermano agarraba su chaqueta para ponérsela.

 

— ¡Hey, que estás haciendo! Voy a usar eso ahora –

 

Oh~, pero qué pena, porque yo voy a usarla –Replicó con un puchero falso antes de salir de la habitación tan campante como entró.

 

— ¡Koguo! ¡Vamos, no seas idiota! –Gritó Hiroshi corriendo detrás de su hermano, que le miró con altanería mientras bajaba por las escaleras.

 

Bye~ -Cantó saliendo por la puerta principal.

 

Fukuda, estático en el pasillo del segundo piso, con la boca abierta y los músculos tensos de indignación, escuchó como su otro hermano mayor salía lentamente de su cuarto. [*]

 

— ¿Por qué tanto escándalo? –

 

—Koguo actuando como Koguo –Refunfuñó Hiroshi dirigiéndose a su habitación.

 

— ¿No se supone que hoy ibas a salir? –Cuestionó el mayor con el ceño fruncido.

 

— ¡Dejen de recordármelo! –Fukuda, atrasado para la cita, preocupado e irritado, infló las mejillas mientras tomaba cualquier mochila para meterle su billetera, llaves, psp, y---…nada más…

 

— Hey ¿necesitas dinero? –Preguntó su hermano con seriedad. Y por eso,él definitivamente era su favorito.

 

—… Eh, si… -

 

—…Eres un mocoso –Su hermano regañó revolviéndole el pelo.

 

Hiroshi alejó su brazo con molestia fraternal antes de agarrar el dinero y salir de la casa corriendo, sabiendo que si no se apuraba, llegaría más tarde de lo que se consideraba educado.

 

De acuerdo con el último mensaje de texto que se mandó con Kawahara ayer en la noche, el lugar de encuentro sería en una plaza de juegos cerca de Seirin, parque que quedaba estratégicamente cerca de todas sus casas.

 

Bueno, excepto la de él, enmendó con un escalofrío congelando su espalda.

 

¿Por qué estaban sometiéndose a esta tortura? Se había preguntado Hiroshi más de una vez desde que Furi confesó todo el asunto –con lujo y detalle- una tarde después de una agotadora práctica al preguntar al castaño sobre el episodio que el equipo de basketball atestiguó fuera del estadio de la Winter Cup.

 

No es como si Fukuda tuviese miedo o algo tan patético como eso, pero… Se había encontrado con él contadas veces en los últimos tres años; y todas ellas en instancias relacionadas con el baloncesto; además de que nunca habían intercambiado palabras.

 

Y por tanto, meros desconocidos era la mejor expresión para describirles.

 

Hiroshi hubiera evitado cualquier chance de juntarse con el intimidante emperador, pero… recordando el rostro de Furi: Sus ojos, grandes e imploradores; su voz, suplicante y ronca. La escena, que pareció sacada de un manga de niñas locas de amor, todavía se reproducía en su cabeza como si fuera ayer -aunque, sólo pasó hace tres días…- Y sus personales ansias de comprobar que Akashi trataba bien a su amigo, le hizo muy difícil negar la cita.  

 

Furi junto con Kawahara, al final del día, eran sus mejores amigos. No los cambiaría por nada. Y sí por uno de ellos debía subyugarse a una situación estresante y que amenazara su integridad física, entonces… lo pensaría por un par de días…

 

Corriendo como si una jauría de perros le siguiese el rastro, Fukuda negó con la cabeza al intentar imaginarse a Akashi-oh-gran-emperador de la mano con Furihata-chihuahua-cobarde-Kouki. La bizarra imagen que se incrustó en sus ojos por un par de segundos parecía robada de una película romántica indie que pasan por esos canales que nadie conoce. 

 

¿Cómo habían empezado a salir? ¿Cómo Akashi reconoció la existencia de Kouki?

 

Hiroshi, que había escuchado a medias la historia de la boca de su amigo, a penas y entendió las palabras mientras intentaba procesar que la supuesta novia misteriosa de su amigo, era en realidad, nada más y nada menos que el capitán de Rakuzan; ese terrorífico pelirrojo que casi apuñaló a Kagami en el ojo. Fukuda no estuvo presente en ese reencuentro milagroso –por gratitud divina -, pero Furi fue muy explícito al revivir la experiencia la misma noche del evento traumático.  

 

Ahora que estaban en tercer año, próximos a salir de la escuela para embarcarse en nuevas aventuras, Fukuda había pensado que las inesperadas reacciones de Kouki se trataban de previos nervios por la inminente graduación o por alguna chica que tenía escondida por ahí. Esos sonrojos. Esos desvaríos. Como desaparecía sin dejar rastro durante el almuerzo o recreos.

 

—Furi ¿estás bien? –Preguntó más de una vez Kawahara, que les iba a buscar en cada receso desde su propio salón [*]. Fukuda, con una galleta a medio camino hacia su boca, volteó hacia el castaño, curioso por la pregunta del calvo del grupo.

 

Furi, de hecho, miraba rojo hasta las orejas a su celular, con manos que temblaban visiblemente y cuerpo tan tieso como una tabla.

 

— ¡E-eh! ¡S-si! Estoy bien. Es sólo que… eeehhh… recordé que tenemos un examen y no he estudiado nada –Respondió guardando el aparato en uno de sus bolsillos.

 

— ¡¿Qué?! ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿De qué? –Disparó Fukuda como una bala. Oh, por dios. Y él aquí, como un pájaro libre por la vida. ¡No había estudiado nada para hoy! ¿Cómo es que no sabía que había un examen? Inútil calendario de su cuarto, pensó. Definitivamente tendría que actualizarlo.

 

—Mmmh, el viernes, de álgebra…-

 

¿Ah---?

 

—Ah~, pfff… eso es pan comido –Se relajó Hiroshi absorto en sus galletas.

 

—Si, claro; díselo a tus notas… -Murmuró Kawahara con una sonrisita que Kouki no tardó en imitar.

 

— ¡Hey! –

 

Kawahara y él, acostumbrados a la faceta esforzada y estudiosa de Furi, más su tendencia de tartamudear en los momentos más extraños, dejaron pasar esa extraña reacción sin demasiados cuestionamientos. Sin embargo, ahora que tenía toda la información… Le llevaba a concluir que probablemente en ese momento estaba mandándose mensajitos con su… novio

 

¡Dios!... Y quizás qué cochinadas se decían…

 

Ugghhh… ¡No!

 

No podía imaginarse a Furi en ese plan. Y menos con ese tipo. Era simplemente…raro… La imagen no cuadraba. Eran piezas totalmente incompatibles; como esos juegos de ROL que no están configurados para el psp.

 

Pero la relación no era un invento –desgraciadamente- No podía serlo desde que vieron a Furi besarse en la última Winter Cup con Akashi afuera del estadio hace más de una semana. Abrazados como amantes que no se veían hace años. Apretujados como si las paredes se cerrasen a su alrededor. Tan apasionados y acalorados en su beso, que Fukuda tuvo que voltear la mirada para evitar cualquier… reacción…

 

Todo el equipo de baloncesto de Seirin fue testigo del intercambio. Pero afortunadamente Hyuuga ya no se encontraba en las filas del equipo, o se hubiera armado la grande.

 

Desde ahí todos se enteraron que esos fines de semana en los que Kouki no podía salir con ellos para comer, o entrenar, o divertirse como cualquier adolescente, era porque o él viajaba Kioto, o recibía al pelirrojo en la capital. Y todas esas escapadas durante el almuerzo o algún receso, eran porque se llamaban o dedicaban a mandar mensajes desde el patio o la azotea. Y esos sonrojos, tartamudeos y sudores de su frente y cuello, eran por los nervios y miedo de ser descubierto.

 

Lo cual, en opinión de Fukuda, era una verdadera estupidez, ya que Kagami y Kuroko eran pareja hace años, y nadie nunca dijo pío por el asunto.

 

Aunque, probablemente Furi se sentía así no por hecho de tener una relación amorosa con un chico, sino porque ese chico era Akashi Seijuurou. Y si, eso sí era---… extraño.

 

No obstante, dejando de lado la sorpresa, shock e impresión, Hiroshi, cuando escuchó la confesión tímida de su amigo después de confrontarle al finalizar un entrenamiento por el beso que habían visto, no pudo sacudirse un apretón doloroso en el pecho. Bombeo abrumador que de seguro Kawahara también experimentó al recordar su rostro descompuesto.

 

Porque los tres eran inseparables. Muchos bromeaban diciendo que estaban cosidos con pegamento eterno. Practicaban juntos. Estudiaban juntos. Salían juntos. Compartían todo. Se contaban todo… O eso creía hasta que Furi admitió que tenía una relación hace seis meses con Akashi.

 

Fukuda, aunque no lo dijo en ese momento, le había dañado bastante que su amigo no hubiese confiado en ellos. Él nunca le habría juzgado. No habría intentado convencerle de la mala idea que era salir con ese psicópata. No habría intentado sabotear la relación. Furi era su amigo… y le apoyaría en lo qué sea que le hiciese feliz… 

 

¿Pero entonces, por qué no les contó nada hasta que ellos mismos lo descubrieron? Kouki explicó que tenía miedo de que no entendieran. Que no aceptaran que Akashi, a pesar de la primera impresión en la Winter Cup de su primer año de preparatoria, había cambiado para mejor.

 

Kawahara y Fukuda, que ese día se fueron juntos a casa, concluyeron que de seguro fue el terrorífico y loco emperador el que convenció a Furi de no abrir la boca. Quizás el tipo estaba avergonzado del castaño de Seirin. Quizás no quería que nadie escuchara de la relación íntima que compartían. Quizás era un gay en el clóset que negaría a Furi hasta el fin de sus días.

 

Y sí ese idiota creía que podía jugar con los sentimientos de su amigo de esa manera, estaba muy equivocado.

 

Por ello, cuando Kouki les pidió, días después de la confesión, que salieran los cuatro juntos en una cita amistosa, él y Kawahara no tardaron en aceptar; ávidos por atestiguar cómo funcionaba la relación, pero tentados de nunca tener que enfrentar al emperador en una instancia tan privada.

 

Sacudiendo recuerdos y pensamientos inútiles, Fukuda sonrió al llegar al parque y avistar a Kawahara sentado en una banca solitaria.

 

— ¡Hey! –Saludó con un brazo levantado.

 

—Hola…-Kawahara, sonriendo y levantándose de su sitio, correspondió el gesto.

 

—Uff, creí que no iba a llegar a tiempo –

 

—Yo también; igual es tarde… -Comentó Koichi mirando la hora en su celular. Ambos, sin mucho que decir, se sentaron mirando a todas las direcciones posibles de las que podría emerger la parejita. Hiroshi, moviendo las piernas y refregándose las manos, jugó con los dedos de manera frenética.

 

—No tienes que estar nervioso –Susurró Kawahara

 

— ¡No lo estoy! –Alegó enseguida, indignado y avergonzado por ser descubierto.

 

—…Yo si –Murmuró Koichi con los ojos hacia el piso. Fukuda suspiró resignado.

 

—Yo también -

 

 —Bueno, si está con Furi, algo bueno tiene que tener ¿no? –Preguntó Kawahara con una mueca alentadora.

 

—Supongo… -Porque, honestamente, esa era una de las cosas que más temía. ¿Qué pasa si el emperador no tenía nada bueno? ¿Qué pasa si trataba a Furi como una peste o como un esclavo?

 

Kouki parecía tan alegre últimamente; tan animado, tan seguro. Tan enamorado. Y sí estaba así ¿Escucharía los consejos de sus amigos? ¿Reaccionaría de manera positiva si ellos no opinaban muy bien de su novio? ¿Qué pasaría si se enfadaba? ¿Si les alejaba?

 

Fukuda, todavía moviendo las piernas, sacudió la cabeza con vehemencia, negándose a pensar que Kouki pudiera hacer algo como eso.

 

— ¡Chicos! –Escucharon desde la entrada izquierda. Al voltear, se encontraron con Furihata y Akashi avanzando hacia ellos. Kouki, con una sonrisa nerviosa, les saludaba con discreción. El pelirrojo a su lado, totalmente sereno e inescrutable, les observaba de forma profunda; incluso desde la distancia se notaba el escrutinio intenso.

 

Ay, por dios –Susurró Hiroshi con ganas de arrancar.

 

— ¡Shhh! –Le calló Kawahara con un golpe en su costado.

 

—Hey, perdón por llegar tan tarde –Dijo Kouki con la frente y labios arrugados.

 

—No, está bien; no llegamos hace mucho –Confortó Koichi con una sonrisa forzada. Fukuda y Kawahara, enfocados totalmente en Furi, tragaron con poco disimulo cuando el castaño volteó a su novio.

 

—Sei, ellos son Fukuda Hiroshi y Kawahara Koichi –Presentó con un gesto a cada uno.

 

—Buenas tardes, es un placer conocerles –Replicó Akashi con una pequeña inclinación de la cabeza.

 

—H-hola –Correspondió Fukuda con una reverencia.

 

—Buenas tardes, Akashi-san –Hiroshi, envidioso de la suavidad y compostura que Kawahara había logrado, frunció el ceño al suelo, totalmente perdido e incómodo con la situación.

 

— ¡B-bien! Entonces, qué hacemos… -Preguntó Furi después de unos segundos de silencio.

 

—Emm, lo que ustedes quieran –Respondió Koichi enseguida.

 

—Si, ustedes elijan –Fukuda secundó, aterrado de interponerse en el camino del pelirrojo que observaba al castaño con una expresión extrañamente suave.

 

—Kouki –Susurró el capitán de Rakuzan. Furihata observó a su novio, sonrió de inmediato y asintió con suavidad. Hiroshi abrió los ojos un poco asombrado por ese intercambio mudo, extrañado con la complicidad que compartían a estas alturas..

 

— ¿Ir a comer algo? A penas y nos servimos algo para desayunar… - Propuso Kouki antes de sonreír con burla. —…Además, así podemos ir a ese lugar que tanto le gusta a Fukuda -

 

— ¡¿Qué?! A mí no me gusta tanto –Alegó el susodicho totalmente colorado.

 

—No, lo que le gusta es la chica que trabaja ahí –Agregó Kawahara con igual mofa.

 

Akashi, Fukuda notó mortificado, le observaba impasible.

 

—Hiro lleva enamorado de una de las meseras hace meeeeses… pero se convierte en un completo desastre cada vez que está frente a ella –Explicó Kouki a su novio, que no hizo más que levantar una ceja.

 

Hiroshi, deseoso de que la tierra le tragara por ser humillado frente a una persona que- a regañadientes- admiraba, miró a Furi con las mejillas tan rojas como una manzana madura.

 

— ¡Eso no es cierto! No me convierto en un “desastre”, y tampoco me gusta… mucho ­–Admitió con el rostro volteado. Furi y Kawahara rieron abiertamente ante su bochorno. Malos amigos, pensó con un puchero.

 

—Entonces ¿vamos? –Akashi preguntó con educación mientras tomaba una mano de Kouki.

 

— ¡Si! –Gritaron los tres ex novatos.

 

El mencionado local, que no quedaba muy lejos de las inmediaciones de Seirin, era un restaurante familiar que los tres amigos visitaban frecuentemente después de clases o en algún fin de semana libre algunos veces acompañados por la luz y sombra y otras tantas solo ellos.

 

—Hey Furi, ¿quieres que te lleve el bolso? –Preguntó Fukuda al notar el bolso gris que su amigo cargaba en su hombro; no muy grande, pero tampoco de apariencia cómoda.

 

—No, está bien. No está tan pesado –Replicó el castaño con una sonrisa. Hiroshi quiso corresponder, pero decidió en contra cuando Akashi intervino con firmeza.

 

—Si se torna un inconveniente, no dudas en pasármelo – Kouki, sonrojado, asintió sin palabras, pegando su hombro un poco más contra el de su pareja. Fukuda, sintiéndose un intruso ante ese desplante de cariño y confianza, se acercó a Kawahara para hablarle del último juego que pensaba comprar al terminar el actual que le quemaba las neuronas.

 

Avanzaron con conversaciones independientes y propias; Hiro, no obstante, notó como Kawahara volteaba de cuando en cuando hacia la parejita, probablemente curioso por la forma en que se desarrollaba la relación. Fukuda todavía se sentía intimidado por la presencia del emperador, por lo que decidió ignorarlo por ahora.

 

Al entrar al local, todos agradecieron que no se encontrara colmado de clientes. Rápidamente ubicaron una mesa en la que se sentaron Furi y Akashi en un lado, y en el otro Koichi y Fukuda, quedando frente a frente.

 

—Ella; ella es la chica… -Indicó Kouki con un gesto hacia una jovencita alta, de pelo castaño, esbelta y con una aura que desprendía encanto y coquetería a unas mesas de distancia.

 

— ¡Furi! No la apuntes –Siseó Fukuda con el cuerpo inclinado hacia su amigo.

 

—Ni siquiera nos está mirando; no seas exagerado…- Desestimó Kouki con el ceño fruncido. Akashi, que hasta ese momento sólo miraba a su novio, pasó un brazo tras los hombros del castaño en un gesto amoroso no muy común en parejas japonesas. Fukuda, un poco avergonzado, jugó con el menú. Kawahara miró por la ventana por unos segundos antes de inhalar bien profundo.

 

— ¿Estabas en Kioto? –Preguntó Koichi a su amigo.

 

—Mm, si. Este fin de semana era mi turno –

 

—Y-yo nunca he viajado a Kioto –Intervino Fukuda con poca valentía, abochornado de su cobardía y falta de ánimo; honestamente, no quería decepcionar a Furi pareciendo como si no lo estaba intentando; peor, como si no quisiese intentarlo.

 

—En esta época no es exactamente placentero por las bajas temperaturas – Arguyó Akashi con educación y elegancia, mirándole con esos ojos magenta que parecían atravesar su mente para robar todos sus secretos. Hiroshi se sintió como un niño tonto e incómodo ante su análisis; como un insecto en presencia de su creador.

 

—Ah…-Balbuceó con la mirada pegada en la mesa.

 

Silencio incómodo y tenso le siguió al corto intercambio. Hiroshi pensaba que desearía estar en cualquier parte excepto aquí. Kawahara leía una y otra vez el menú como si todavía no decidiera su orden –aunque siempre pedía lo mismo -. Kouki parecía igual de nervioso, rascándose la mejilla y moviendo el cuerpo como un niño inquieto. Akashi era el único que se mantenía imperturbable y firme, no tenso o rígido.

 

Su aura desprendía confianza absoluta y seguridad arrolladora. Era como si su energía se alimentara de los chicos presentes.

 

De un momento a otro, se escuchó un golpe sordo, pero poderoso. Tanto Fukuda como Kawahara saltaron de sus sillas por el sonido repentino, observando frenéticamente a los lados para ubicar la procedencia. Hasta que Akashi carraspeó para llamar su atención.

 

—Kouki me ha comentado que disfrutas mucho el arte – [*] Dijo el pelirrojo con una mueca impávido, pero amigable hacia Koichi. Su postura, sin embargo, había cambiado ligeramente. Fukuda, no muy observador, lo dejó pasar, mirando a su amigo.

 

— ¡S-si! No soy muy bueno dibujando, pero me gusta hacerlo… -

 

— ¿Qué no eres bueno? Eres excelente. Sólo está siendo modesto –Intervino Kouki con una sonrisa animada. Su mano, antes pegada a su cuello, pelo o mejilla, se instaló sutilmente en el hombro más cercano de su novio, que comenzó a masajear con un movimiento constante de sus dedos. Akashi no hizo nada para detener los movimientos del castaño.

 

—No deberías desfavorecer tus habilidades. La vanidad nunca es estimada, pero tus logros son dignos de orgullo –Estableció el pelirrojo con amabilidad inusitada, mirando fija y profundamente a un Kawahara que, pensó Fukuda, de seguro se sentía como un niño frente a su padre.

 

—S-si, Akashi-san –

 

—…Hablas como si Sei fuese un profesor o algo así –Rió Furi con una sonrisa burlesca. Akashi, hasta ese momento inexpresivo y educado, mostró una mueca maliciosa y bizarra. Fukuda se tensó entero.

 

—Bueno, he sido tu tutor más de una vez –Comentó el pelirrojo con medio cuerpo inclinado a Kouki.

 

—Mmm, y Kuroko tiene mucha razón. Enseñas súper bien – [*] Replicó el castaño.

 

—Porque tuve un buen estudiante –Continuó en un susurro que tanto Kawahara y Fukuda oyeron a la perfección.

 

Hiroshi, que nunca había tenido novia o experiencia amorosa que le dotara de ciertos tips, aun así fue capaz de captar como el aire cambió alrededor de la pareja. Antes todo era ligero, suave y tranquilo, pero ahora parecía como si el sol apuntara directamente hacia ellos. Fukuda, viendo como Furi se coloreaba del cuello hasta las orejas, estuvo tentado de sacudirse la ropa para ventilar su propio rostro sonrojado. 

 

—H-hey, ahí viene el amor de Hiro –Dijo Kouki claramente deseoso de sacudir cualquier emoción que le bombardeaba.

 

¡Cállate! – Protestó nuevamente Fukuda.

 

Cuando la mencionada muchacha se acercó a la mesa, el silencio reinó mientras ella hablaba. Kouki, que frunció el ceño algunas veces, ordenó rápidamente con un tono brusco. Akashi le siguió. Kawahara continuó. Y ahí, todos voltearon a Fukuda, esperando que, como siempre, se coloreara y susurrara su orden sin mucho escándalo.

 

No obstante, Hiroshi, lleno de adrenalina por ver cómo funcionaba la relación entre Akashi y Furi, motivado por esas claras muestras de cariño, y también avergonzado por ser humillado allá en el parque, subió la mirada hacia la jovencita que no estaba viéndolo a él.

 

—…A-aunque no estemos en primavera…-Comenzó ignorando los “¿ah?” y “¿qué?” de sus amigos. —..S-siempre hay flores que adornan nuestras calles – La muchacha, que sólo ahora le observó sin mucha atención, inclinó el rostro.

 

— ¿Qué? –

 

—Q-que linda sonrisa, ¿podrías r-r-repetírmela? – Oh, dios, su corazón iba a salir de su pecho como un cañón.

 

—No he sonreído- Dijo la joven con una ceja levantada.

 

—A-ah… ya… b-bueno, entonces… ¿p-podrías, eh, t-traerme yakitori? – [*] La muchacha, anotando rápidamente en su libreta, echó un ultima vistazo antes de alejarse con un movimiento coqueto de las caderas.

 

Wuooh… -Musitó Kawahara.

 

Nunca había sentido tanta vergüenza ajena… -Agregó Kouki con los labios arrugados –de seguro aguantándose una risotada-.

 

—Si me disculpan por un momento –Dijo el pelirrojo.

 

— ¡Oh, por dios! ¡Qué hice!...que vergüenza… -Lamentó Fukuda a penas Akashi desapareció por un pasillo mientras sacaba su celular — ¡Y ustedes! ¿Por qué no me pararon? ¡Tu especialmente! –Alegó apuntando a Furi, siempre el mediador y sensato de los tres.

 

— ¡¿Qué?! ¡¿Yo?! por qué, si no hice nada… -

 

— ¡Exacto! –Replicó Hiro ocultando la cara entre sus brazos cruzados.  —Los odio a los dos… nunca más voy a salir con ustedes…-Susurró como un niño.

 

Kouki y Koichi, sin compasión, rieron a viva voz por el burdo intento de galantería. Burlándose y preguntado entre carcajadas de dónde diablos había sacado esas tontas líneas, Akashi volvió tan silenciosa y suavemente como había salido.

 

—Fukuda-kun… Esto es para ti -Habló el pelirrojo sin ninguna inflexión en su voz. Hiroshi, avergonzado al ser blanco de atención del intimidante emperador, subió la mirada con miedo. Akashi, estirando un brazo, mostraba un papel doblado y blanco entre sus dedos.

 

Hiro lo recibió evitando temblar como un cobarde.

 

— ¿E-eh?... –Balbuceó al leer un número y nombre: Togawa Kiyoko xxx-xxx-xxx — ¿Y esto? –Preguntó con los ojos bien abiertos; con el corazón palpitando como una ametralladora disparada por su personaje en un juego de guerra o estrategia.

 

—Al parecer tu encanto es más poderoso del que esperabas. Dijo que eras lindo –Señaló Akashi con un gesto hacia la chica que ahora atendía otras mesas.

 

— ¡¿Qué?! –Exclamaron Fukuda y Kouki.

.

 

.

 

Kawahara Koichi es muchas cosas. Algunas buenas, otras malas; pero cuando se trata de sentimientos, nadie logra su nivel de expresión y empatía.

 

Y por eso, cuando vio el rostro extasiado de Fukuda al sostener el papel con el número de celular de su chica soñada, no logró reprimir una sonrisa alegre ante la infantil demostración de felicidad de su amigo.

 

No obstante, tampoco evitó que mirara de reojo al novio de Furihata, extrañado y dudoso por la forma en que había recibido el contacto de la joven que, mientras tomaba sus pedidos, se comió con la mirada a Akashi sin mucho disimulo. Lo más probable es que Fukuda, despistado de su rededor, lo ignoró por completo; pero Koichi, que no compartía el campo de visión o la habilidad observadora de Akashi -e incluso de Furi-, aun así notó como la muchacha sonreía y se movía coqueta para llamar la atención de un pelirrojo que no le dedicó más de una ojeada indiferente.

 

Aquello, por cierto, le ganó buenos puntos a los ojos de Kawahara. Conocedor de que muchos hombres –adolescentes o adultos- no podían evitar desviar la mirada cuando alguien despampanante se les cruzaba en el camino; y menos cuando esa persona mostraba cierto interés. Pero Akashi sólo tenía ojos para Kouki.

 

O así parecía por lo que había atestiguado durante este día.

 

Koichi decidió mantener los ojos bien abiertos para captar alguna incongruencia; internamente divertido por el hecho de que Fukuda había caído preso de los encantos de Akashi por algo tan bobo - presumiendo por la manera animada y tímida en que observaba al capitán de Rakuzan -.

 

Akashi, que ahora mismo observaba a Kouki con adoración evidente, preguntaba a Hiroshi sobre sus actividades extracurriculares, a lo que el centro respondía con mesura, pero orgullo.

 

Kawahara, todavía un poco dudoso sobre la relación entre esos dos, no podía negar que el pelirrojo trataba a Kouki con nada más que respecto y cariño: Mirándole con atención absoluta y calor patente; hablándole con suavidad y afecto; tocándole como si no fuera capaz de sacarle las manos de encima por un segundo; como si Furi fuese lo más preciado a su alcance.

 

No se imponía de ninguna manera. No exigía acatamiento con sus palabras o mirada. No actuaba como un emperador ante un esclavo.

 

Era simplemente un novio intentando conocer a los amigos de su pareja.

 

Koichi se sintió ligeramente satisfecho con esa revelación, encontrándose por primera vez durante este día más cómodo en presencia del intimidante número cuatro de Rakuzan; especialmente cuando la mesera, que seguía mirando a Akashi atenta –pero con una actitud más fría-, dejó las órdenes sobre la mesa.

 

—Iiiu~, no me gusta esto –Expresó Furihata mirando unas verduras negras en su plato. Akashi se inclinó a su novio con una expresión suavizada.

 

—Déjamelas a mí –Tranquilizó apuntando a su plato con los palillos. Kouki le besó rápidamente la mejilla en respuesta antes de depositar a los enemigos sobre los alimentos de su pareja.

 

Fukuda ignoró por completo el intercambio presentado frente a sus ojos, concentrado simplemente en comer. Pero Kawahara, curioso, se encontró seriamente enternecido por la escena desarrollándose: la forma en que Furi arrugaba los labios al robarle un poco de comida a Akashi; como el emperador, en vez de regañarle o poner mala cara, respondía dándole algunos pedazos directamente en la boca. Y Kouki reía como niño al corresponder el gesto. Akashi aceptaba cada pedazo con ojos tan brillantes como sol entrando por las ventanas.

 

Estaban en su propio y pequeño mundo…. Totalmente ajenos de Koichi, que les miraba con el pecho entibiado y asegurado.

 

Sinceramente, era bastante extraño verles así de amorosos; tomando en cuenta las circunstancias que condujeron a que se conocieran.

 

Koichi no tuvo la mala suerte de estar presente en ese “reencuentro milagroso” durante la Winter Cup de su primer año de preparatoria, pero Furi esa noche –que pasaron en su casa - no escondió ningún detalle respecto a la presencia peligrosa e intimidante del ex capitán de Teiko. Y más importante, describió paso a paso como el tipo aparentemente desequilibrado, no dudó en apuñar a Kagami con unas tijeras ajenas.

 

Kagami afortunadamente las esquivó a tiempo, relató el castaño con los ojos bien abiertos, pero la acción se había quedado incrustada en su retina. O eso dijo Kouki con el cuerpo temblando.

 

Después de esa traumática experiencia, Furi tuvo la desgracia –o fortuna- de marcarle durante la final del Campeonato. Su actuación, como era de suponerse, no significó un cambio sustancial o amenaza al emperador de Rakuzan, pero al menos puso a Kouki en el radar del pelirrojo.

 

La tercera vez que se vieron y hablaron, fue en el anterior cumpleaños de Kuroko [*] - al que ni Kawahara ni Fukuda pudieron asistir por compromisos previos-.

 

De acuerdo a la confesión de Furihata, en esa celebración, un Akashi ya estabilizado y mesurado, se había comportado con absoluta educación y amabilidad frente a los asistentes. Kouki sin embargo, siguiendo su naturaleza nerviosa, aun así se había mostrado cauteloso y cobarde ante su presencia, pero ya no deseoso de sacarse la piel a tirones ante el prospecto de compartir aire; y menos cuando lograron charlar amenamente con todos los point guards presentes, que incluía a Izuki-senpai y Takao de Shutoku.

 

Ya al finalizar esa noche, intercambiaron números por educación.

 

La cuarta vez -  y la que marcaría el curso de su relación- fue en el primer juego de práctica entre Rakuzan y Seirin unas semanas después de entrar a tercer año. Furihata era el capitán del equipo, y por tanto, el encargado de comunicarse y arreglar todo con los invitados, y por supuesto, con su respectivo líder, Akashi. Al comienzo Kuroko actuó como mediador y escudo entre ellos, no obstante, a medida que el entrenamiento se extendía y los capitanes tuvieron más instancias para hablar en privado, Kouki reunió la confianza necesaria en sí mismo y en Akashi para enfrentarle sin interferencias.   

 

Desde ese punto la confesión de Kouki se basaba en interminables mensajes de textos, llamadas vía Skype o celular, y visitas esporádicas que culminaron en la primera cita hace más de seis meses atrás - a mediados de junio-.

 

¿Pero cómo nació el amor? Es algo que Kawahara no terminaba de entender.

 

Ya que en su opinión parecían personas tan diferentes. Tan dispares. Tan incompatibles. Koichi dudaba que tuvieran cosas en común. ¿De qué podrían hablar cuando estaban solos? ¿Cómo Furi no se ahogaba en vergüenza ante la presencia de ese tipo? ¿Cómo Akashi ignoraba la procedencia humilde y poco sobresaliente del castaño? ¿Verdaderamente no le importaba? ¿O todo esto era una retorcida clase de experimentación?

 

—Kawahara, ¿estás bien? –Preguntó Furihata con la frente arrugada. Koichi pestañeó un par de veces para despegar sus pensamientos, asintiendo varias veces con una mueca para disipar la preocupación de su amigo.

 

—Si, e-es solo que… estaba esperando a que mi comida se enfriara –

 

—Siempre tan sensible, incluso con lo que come –Comentó Fukuda con una sonrisa inofensiva y sincera. Kawahara le frunció el ceño.

 

—…No creo que se trata de sensibilidad, pero sí de ¿perspectivas?... Koichi siempre ve las cosas desde una mirada diferente… es--- refrescante –Acotó Furi hacia su novio. Akashi le escuchó atento antes de voltear a Kawahara.

 

— ¿Por qué siempre dicen cosas tan vergonzosas? –Se quejó finalmente el calvo. Hiroshi y Furi rieron ante su expresión ruborizada; mientras que el emperador, aunque ajeno a la complicidad entre los tres amigos, sonrió con la escena desenvolviéndose ante sus ojos.

 

El almuerzo siguió su curso sin muchos eventos significativos. Fukuda siendo el más animado y participativo, tomó más de una vez el coraje para iniciar conversaciones con Akashi, preguntando por sus intereses, por sus razones para comenzar a jugar baloncesto, qué le gustaba de Tokio y más. Ni una vez el capitán de Rakuzan dejó entrever molestia, irritación o fastidio con sus dudas, siempre respondiendo con calma y amabilidad; incluso correspondiendo el gesto con sus propias preguntas.

 

Kawahara no fue indiferente al lenguaje corporal de Kouki, que fue despejando los nervios que parecían envolver hasta las cejas del castaño al comienzo de la cita, ahora actuando con refrescante tranquilidad, satisfacción e incluso felicidad con el ambiente que les rodeaba.

 

La cuenta, que pagaron a media entre los cuatro –a pesar de la insistencia de Akashi de cubrirla por completo- fue lo último que vieron antes de salir del local e iniciar una caminata sin rumbo por la ciudad.

 

Era un día apacible y templado de invierno, con una brisa que rumoreaba heladas nocturnas, pero tranquilizaba con rayos tibios y débiles contra la piel expuesta de los transeúntes, aprovechando el atardecer de un domingo sin eventos.

 

— ¿Y… qué quieren hacer ahora? –Preguntó Kouki de la mano de su novio.

 

—Emmm… ¿seguir caminando? –Fukuda propuso con un levantamiento de hombros. Furihata enseguida volteó a Akashi con las cejas levantadas.

 

—Pero está empezando a hacer frío…-Musitó Kawahara con un temblor en sus brazos.

 

—Sei, tu pasaje es para las seis, ¿verdad? –Preguntó el castaño. El capitán de Rakuzan asintió con una expresión extraña; o eso le pareció a Koichi cuando volteó a verle. Probablemente no muy feliz con la idea de irse, se atrevió a aventurar el calvo con un bombeo en el pecho.

 

—Así es; contamos con el tiempo suficiente para otra actividad –Respondió Akashi mirándoles con calma; seguramente alentando la proposición de algo qué hacer antes de partir.

 

Kawahara se sintió tentado de agarrar a Fukuda y despedirse de la pareja con el propósito de darles privacidad antes de que se separaran por quizás cuánto tiempo; sin embargo, Furi y su novio parecían tan comprometidos con la cita amigable, que Koichi decidió callar.

 

— ¡Ah! Ya sé… unas calles más abajo hay una exhibición de los primeros ferroca- Comenzó Kouki.

 

— ¡No! – Interrumpieron Fukuda y Kawahara alarmados.

 

—La última vez que nos llevaste a eso, estuvimos como tres horas metidos en un dudoso subterráneo viendo…trenes… -Continuó Hiroshi con el cuerpo tenso.

 

—Nunca más –Prometió Koichi recordando esa muda y lenta tortura.

 

—Podemos ir por un momento sí Kouki así lo desea –Intervino Akashi con firmeza. Los dos ex novatos no pudieron evitar quedarse rígidos ante la mirada profunda del pelirrojo, no amenazadora o cercana a algún ataque físico, pero colmada de mando; como la de un rey que, sin necesidad de alzar su tono de voz, tenía a legiones de súbditos siguiendo cualquier orden.

 

—N-no, no, está bien, Sei. Tienen razón. Es algo que a me gusta. No debería imponérselos –Kouki dijo con las manos levantadas. Sus ojos castaños, tan sinceros y aprensivos, parecieron aplacar cualquier tensión en el ambiente con un pestañeo. Akashi asintió convencido. Fukuda y Koichi suspiraron de alivio. —…Además, según dice en la página de internet, la exhibición estará el próximo viernes… Asique, puedo ir después de clases –

 

—Vendré el jueves, para ir juntos – [*] Estableció Akashi sacando su celular, para presuntamente apuntar la cita en su agenda. Kawahara se tragó un jadeo ante esa acción tan… adulta... Un poco incómodo y avergonzado al pensar que la única razón por la que él tenía un calendario en su habitación, era para marcar exámenes y partidos.

 

— ¿Q-qué? ¡N-no! ¿Cómo vas a d-desperdiciar 5 horas solo por una exhibición, en la que estaremos como máximo 2? –Balbuceó Kouki.

 

—No es un desperdicio; y no es por la exhibición –Kawahara no era un experto en el amor; estaba lejos de ser un gurú en el tema; y menos denominarse como experto en lo que concernía a Akashi, pero su rostro, inclinación de su cuerpo, voz y palabras, dejaron para Kawahara muy claro que “Furihata” era lo único que cruzaba y palpitaba por su mente.

 

Era increíblemente devoto y… romántico… “gastar” casi 5 horas de viaje solo para ver a una persona por un corto período de tiempo; tomando en cuenta que ese era el tiempo que le tomaría al ex capitán de Teiko viajar desde Kioto a Tokio por un día.

 

—A-aun así… es tonto –Alegó Furi con las mejillas rojas.

 

—Pero quiero ir contigo –Continuó Akashi acercándose lo suficiente para acariciarle la mejilla con una ternura que Koichi sintió hasta en los pies.

 

Fukuda y Kawahara se miraron incómodos; notando como ambos eran los ingredientes sobrantes de un pastel que sabía perfecto.

 

—…B-bueno, c-como quieras… -Aceptó Furi volteando la mirada. Kawahara, curioso por el intercambio, vio como Akashi sonreía con una mueca tan suave y honesta, que por un momento dudó que el implacable y temible capitán de los Milagros fuera la misma persona que se encontraba derretido por un Kouki rojo de vergüenza.

 

Superando el bochorno que lindaba en el aire, los cuatro jóvenes siguieron caminado por la acera sin verdadero rumbo, charlando y disfrutando de la tarde entre el sonido de los autos que pasaban.

 

Fukuda, avanzando hasta la altura de Kouki, propuso una idea con clara ansiedad por la aprobación de Akashi.

 

—…Emm, ¿p-por qué no vamos a la casa de juegos que está en la otra calle? Escuché que tienen un Ultra Road Warrior 4 versión arcade – Kouki casi saltó junto a su novio.

 

— ¡S-si!… Así puedo probarte quién es el mejor de los dos –Dijo con una ceja levantada.

 

Kawahara se compadeció de la expresión totalmente perdida en el rostro de Akashi.

 

— ¡Ja! Sueña, esa vez fue suerte de principiante –Fukuda replicó con los labios arrugados, haciendo referencia a la primera vez que Hiroshi les invitó a una casa de juegos después de clases, donde Furi dominó todos los juegos a pesar de ser la primera vez que los probaba.

 

—Furi y Hiro se ponen un poco… competitivos con estas cosas –Kawahara comentó cuando los dos mencionados comenzaron a caminar unos pasos más adelante. Akashi, todavía observando a su novio con una expresión ligeramente desconcertada, asintió un par de veces.

 

—Puedo verlo –Arguyó con una ceja levantada. Sin saber qué más decir, Koichi encogió los hombros para acaparar el calor de su cuerpo, un poco molesto por no haber traído una chaqueta.   —…Aunque supongas que mis palabras en el restaurante fueron sólo para ganar tu buen favor… -Habló el pelirrojo con cuidado.

 

— ¿Ah? –

 

—…Verdaderamente tienes talento; a juzgar por los dibujos que has hecho para Kouki –Continuó mirándole de reojo. Kawahara estuvo a punto de detenerse sobre sus pasos por el golpe de calor en su cara.

 

—… ¿L-los has, h-has visto? –Preguntó mortalmente mortificado.

 

¡Furi idiota! ¡Esos eran para ti!, pensó con ojos chispeantes.

 

—No te enfades con Kouki. Fue mi responsabilidad. Verás, cuando me quedé en su casa hace unas semanas, encontré unos dibujos enmarcados sobre su escritorio – Intervino Akashi enseguida, seguramente captando la furia y bochorno irradiando de su cuerpo—…Pensando que le pertenecían, alabé su técnica. Sin embargo, Kouki enseguida enmendó mi error y te apuntó como el creador –

 

—Oh... G-gracias –Replicó aplacado por la explicación.

 

—No tienes que agradecerme. Son grandiosos –Halagó con los manos entrelazadas tras su espalda. Koichi se sintió frente a un gran crítico de arte, casi como un maestro en la materia; lo que hizo que el halago se sintiera mil veces más potente en su pecho —…¿Has pensado alcanzar algo profesional con tu arte? –Preguntó Akashi, y a juzgar por su expresión, con verdadera curiosidad.

 

— ¿Q-qué? ¡No! D-de ninguna manera… No tengo la c-confianza… -Respondió apenado —…Y…Aunque la tuviera, dudo que mis padres lo aprobaran –Admitió con la mirada en el suelo. Después de todo su madre y padre, aunque buenas personas, siempre le habían inculcado esta idea de lo que era un futuro exitoso: terminar la escuela; ingresar a una buena universidad; conocer a una chica linda y responsable; casarse con tal chica; escalar en su ámbito laboral estable; y formar una familia.

 

Perseguir algo relacionado con su arte significaría embarcarse en un mar de olas tempestuosas y cambiantes. Era prepararse para una tormenta; para una calma maliciosa; para un oleaje impredecible; para un pasaje de rocas que desestabilizarán su camino. Significaría renunciar a muchas cosas.: A la seguridad de un ingreso mensual. De una vida sin contratiempo. De un ascenso asegurado. De una familia estable.

 

O eso pensaban sus padres…

 

—Entiendo… -Musitó Akashi al cabo de unos segundos de silencio.

 

Kawahara estuvo a punto de bufar con ironía. ¿Cómo un niño rico que lo tenía literalmente todo, podría entenderle a él? ¿Cómo alguien que tenía oportunidades lloviendo desde cualquier dirección podía simpatizar con su situación?

 

Pero tal y como esas injustas preguntas nacieron, Koichi recordó la verdad tras la situación de Akashi.

 

Kawahara no sabía ni un poco sobre la vida familiar e íntima del emperador, pero presumiendo por los detalles compartidos por Kuroko hace más de dos años, era fácil concluir que Akashi no llegaba a casa para nadar en una piscina de oro; no pasaba tardes y vacaciones recostado en una cama de seda o plumas siendo atendido por sirvientes  a diestra y siniestra.

 

Akashi tenía muchas responsabilidades, Koichi tenía entendido. Era una persona que, quizás, no era perfecta. Pero se esforzaba por serlo. Y eso desgastaba a cualquiera.

 

Especialmente si su único familiar le exigía lo mismo.

 

Kawahara casi se abofeteó por pensar tan bajo de Akashi.

 

—Disculpa mi intrusión, pero… ¿Dibujas retratos? –Preguntó el pelirrojo de repente. Kawahara agradeció el cambio de tema, pero inclinó el rostro en confusión.

 

— ¿Te refieres a personas? – Preguntó de vuelta. Akashi sólo asintió volteando a los amigos que continuaban discutiendo unos pasos más adelante.  —Si, h-he hecho algunos. Aun estoy aprendiendo, pero… lo intento –

 

— ¿Podría pedirte un favor? Uno que te recompensaría monetariamente, por supuesto –Murmuró el capitán de Rakuzan mirándole con una profundidad que dejó a Kawahara como un muñeco listo para cualquier mandato.

 

—C-claro, ¿de qué se trata? –

 

— ¿Podrías dibujar a Kouki? – Koichi casi se detuvo sobre sus pasos.

 

—…Eehh…Y-yo… ¡Sin o-ofender n-ni nada! P-pero… ¿No sería mejor una… una f-fotografía? –Akashi sonrió un poco ante su disculpa anticipada.

 

—Lo mismo pensé al comienzo; no obstante… A mi parecer,  un retrato es más personal, íntimo… Una fotografía es vaga, desapegada. Y el hecho de que uno de sus más grandes amigos la dibuje… me haría sentir más… cerca de él… -

 

Asique así se siente estar enamorado; pensó Kawahara un poco fascinado por la expresión de Akashi.

 

—Ah… - Expresó sin mucho que decir; todavía desconcertado con la fuerza e intensidad de los sentimientos del emperador.

 

Koichi dudaba que el pelirrojo fuera tan buen actor, porque nadie podría fingir tantos sentimientos; nadie lograría transmitir tantas emociones hacia una persona de forma tan magistral. La manera en que Akashi miraba a Furi era sofocante, casi abrumadora. Como si observara lo más preciado de su vida. Como si Kouki sostuviera su corazón entre las palmas de sus manos. Como si Furi fuera la vida luminosa que aliviaría cualquier herida oscura. Era el respiro fresco de primavera. El fuego cerca de un iceberg. La cordura de una mente fracturada.

 

—Me disculpo si mis palabras no son las adecuadas –Indicó Akashi.

 

— ¡N-no! Al contrario, es… es muy dulce. Y por supuesto lo intentaré. Daré lo mejor –Kawahara prometió con una sonrisa tímida.

 

—Muchas gracias; es todo lo que pido –Akashi correspondió con un asentimiento de la cabeza.

 

Koichi, observando la espalda de su amigo avanzar junto con Fukuda, sonrió aliviado y contento; satisfecho con la cita y feliz de atestiguar que, después de todo, el antiguo dictador si era bueno para Kouki…

.

 

.

 

Akashi Seijuurou es muchas cosas. Algunas buenas, otras malas; pero cuando se trata de Furihata, nadie puede acusarle de descuido o negligencia.

 

Por ello, ignorando deliberadamente el rumor de dolor en su tobillo, Seijuurou continuó caminado junto a Kawahara por la acera a unos pasos detrás de Fukuda y Kouki, quienes continuaban discutiendo sobre la vez anterior que se habían enfrentado en una competencia a muerte como niños en un parque infantil.

 

Honestamente, era bastante desconcertante para Seijuurou admirar a Kouki comportándose de esta manera tan fuera de su carácter pasivo y tranquilo. Bizarro, si, pero de ninguna manera soslayada, especialmente por esa sonrisa engreída y ojos colmados de una confianza que Aomine de seguro ensayó más de una vez frente a un espejo. Era ciertamente atractivo ver a Kouki tan confiado… tan seguro de sí mismo. Claro, la situación no era la más importante; Akashi daría diamantes para observar a este apasionado espécimen sobre la duela; pero simplemente verle en esta guisa, le dejó tirante y derretido de un calor que se desbordó sin control por su estómago.

 

Pretendiendo controlar cualquier reacción inmoral y repudiable en un espacio público, Seijuurou se concentró en la conversación fluida que mantenía con Kawahara, un chico que a pesar de su primera impresión, resultaba ser una persona mucho más profunda e interesante; por supuesto el chico no era un experto, pero sabía su buena cuota de arte, por lo que Akashi no se coartó al relatarle y describirle piezas, cuadros y figuras que había visto en los muchos eventos y exhibiciones a las que fue invitado.

 

Kawahara, en vez de lucir envidioso o resentido, sólo le miraba con interés honesto y admiración sana.

 

Son amigos de Kouki, después de todo… pensó antes de escuchar el llamado de su pareja.

 

—Ya llegamos –Dijo el castaño con una sonrisa rivalizando la brillantez de un arcoíris.

 

—…Y aquí empieza –Susurró Kawahara a su lado. Seijuurou le ojeó curioso antes de seguir los pasos de Kouki y Fukuda, ambos entrando con ansias al recinto lleno de chicos de su misma edad y un poco mayores.

 

El lugar en cuestión era mediamente grande, poco iluminado y colmado de esas famosas máquinas que homologaban los juegos de video más conocidos y populares de esta generación y anteriores. Los miembros de Seirin corrieron hasta el mencionado Ultra Road Warrior 4, en donde una pequeña fila se ordenaba para probarlo.

 

Fukuda hablaba con una expresión infantilmente emocionada, mientras Kouki respondía con igual entusiasmo.

 

—Son unos niños –Comenzó Kawahara con una sonrisa inspeccionando el rededor. Akashi asintió, sintiendo una pequeña punzada y mareo en la boca de sus tripas. Un pinchazo tan familiar estos últimos meses, que Seijuurou lo ignoró en pos de observar el rostro extasiado de su pareja en la lejanía.

 

Celos, concluyó después de experimentar ese apretón y desagradable sensación en su interior por primera vez hace ya meses. Akashi nunca antes se había considerado una persona posesiva, envidiosa o celosa; no por cosas, y menos por personas. Pero Kouki, como en muchos aspectos, arruinó aquello.

 

Lo presintió durante la cuarta cita que tuvieron en Kioto al comienzo de la relación, cuando una chica se sonrojó ante el tartamudeo y sonrisa tímida de Kouki al comprarle las entradas al parque de diversiones. Esa sensación horrible, como la de un tubo grueso cayendo desde su garganta hasta los pies. Esa sensación que le instaba a agarrar a Kouki bien apretado a su lado para demostrar al mundo que estaban juntos. Esa sensación que le empujó a besarle por primera vez antes de que su pareja se subiera al tren. Esa sensación que le llenaba de inseguridad y dudas. De un apretón en su garganta, semejante a un abrazo sofocante aferrando su tráquea.

 

Muchas veces Seijuurou se dijo que él no sentía celos debido a los amigos de Kouki. Confiaba en su pareja como en nadie. Sabía que Kouki nunca miraría a alguien más. Nunca le engañaría. Nunca le mentiría sobre sus sentimientos.

 

Así de ciega era su confianza.

 

La que, no obstante, se veía paulatinamente diezmada por la impuesta distancia.

 

Yo creo en Kouki. Confío en él. Confío en sus sentimientos… Se repetía cuando no se veían o hablaban por días, por semanas. Y especialmente cuando el castaño le decía que saldría con sus compañeros, con sus amigos, mientras él tenía que conformarse con escuchar su voz a través del celular por unas cuantas horas; o ver de forma poca nítida su rostro por la computadora.

 

— ¿Estás muy ocupado? –Le preguntó Kouki hace dos meses atrás una tarde de viernes en una de esas inesperadas llamadas por celular. Akashi se encontraba en la biblioteca de su mansión, con una cantidad considerable de papeles y libros cubriendo la madera de la mesa, pero aun así había buscado un respiro al llamar a su pareja, calculando que acababa de llegar a casa después de una práctica.

 

—Tengo que finiquitar unos informes, pero mi noche está libre de compromisos. ¿Quieres que hablemos por internet más tarde? –Replicó mirando de reojo el susodicho reporte.

 

—Eh, no, no, está bien. Solo preguntaba. Además, Hiro me invitó a su casa para probar un nuevo juego. Últimamente está obsesionado. No deja de hablar de él… Kawa y yo estamos un poco cansados, la verdad…Ojala lo termine luego… -Comentó Kouki con ligereza. Pero Akashi, que ya había comenzado a planear la noche con Kouki en la pantalla de su notebook, frunció el ceño con irritación, apretando el lápiz entre sus dedos con furia arrolladora.

 

Sin poder evitarlo, se sintió bajo un mar tempestuoso. Se sintió ahogado por un océano cruel y salado, que irritaba su garganta y le arrebataba el aire con un oleaje violento.

 

Controlando sus sentimientos mientras cerraba los ojos, Akashi inhaló profundamente antes de hablar.

 

—Ya veo. ¿Solo serán tu y tu amigo? –

 

—Em, creo que sí. Koichi no puede esta vez  -Respondió Kouki ignorante de la reacción del pelirrojo. Solos él y Fukuda, pensó volteando la mirada hacia la ventana. Mientras él estaría aquí… en Kioto… solo y pensando en él,  deseoso y necesitado de su voz y calor; molesto por su falta de atención.  — ¿Seijuurou?  -Preguntó el castaño después de unos segundos de silencio.

 

Akashi apretó el celular contra su oreja, resentido con la burbuja incómoda de aire que se expandía en ese lugar entre su estómago y pecho; de forma tan abrumadora y ansiosa, que deseó insertar una mano entre su carne y arrebatarla con fuerza.

 

—Disculpa, solo veía el reloj –Mintió suavemente, consciente de que Kouki no tenía la culpa de sus celos.

 

—O-oh, perdón, te estoy interrumpiendo –

 

—Para nada. Es más, hablar contigo siempre me relaja –Admitió con una pequeña sonrisa. Calmándose y controlando a la perfección la reacción anterior, Seijuurou pudo pensar de manera más fría y lógica.

 

—…A mi también… Hey, ¿me podrías llamar antes de dormirte? –Akashi, curioso por la vergüenza y vulnerabilidad en el tono de su pareja, pestañeó un par de veces antes de replicar.

 

—Pero estarás en la casa de tu amigo… -

 

—Lo sé, p-pero… m-me gustaría escuchar tu voz antes de dormir –Confesó Kouki en un susurro tan íntimo y sincero, que Seijuurou lo sintió a su lado, abrazado a su cintura y apoyado en su hombro como tantas veces antes. Lo sintió aquí, tan cerca, tan adentro de él, tan incrustado en cada resquicio de su cuerpo, que la respuesta positiva se derramó de sus labios sin mucha consideración.

 

Akashi, por comentarios así, confiaba plenamente en Kouki. No dudaba de sus intenciones o sentimientos. No dudaba de su fidelidad o compromiso.

 

Sin embargo, mentiría si dijese que estaba bien con el hecho de compartir momentos con Kouki sólo algunas veces al mes. Al contrario, toda la situación era desquiciante. Frustrante. Irritante. Tan insoportable y molesta, que cuando Seijuurou se sentía al borde de su estrés y paciencia, se le hacía un poco más difícil controlar su demandante temperamento.

 

Como había pasado hace algunas semanas atrás durante una videollamada un domingo en la noche.

 

Seijuurou sabía que su actitud de esa noche no tenía excusas. Se comportó como un idiota consentido sin justificación razonable. Pero la semana que antecedió el episodio fue una de las más duras que había enfrentado el último año; y sumarle un enfrentamiento a sus celos, fue la gota que derramó el vaso.

 

Por supuesto, Seijuurou se había disculpado por su irracional desplante;  ya habían solucionado el asunto con una conversación larga y tendida después de la Winter Cup, pero el episodio y discusión siempre quedarían en su memoria:

 

—Te ves cansado –Comentó Kouki a penas la pantalla de su notebook mostró a Akashi en gloria y majestad con algunos mechones revueltos sobre su frente.

 

—Lo estoy –  Seijuurou suspiró mientras se deshacía de la corbata que parecía exprimir cada hálito de energía. —Esta semana ha sido sensiblemente más solicitante que otras –Continuó después de cerrar los ojos y acariciar su frente, deseoso de desvanecer la puntada que amenazaba con una migraña.

 

—Lo siento… -Susurró Kouki.

 

—No hay razón para que pidas perdón. De ninguna manera es tu culpa –Tranquilizó enseguida. La sonrisa tímida de su pareja, siempre aprensiva y dulce, logró relajarle y aquietar su agotamiento por unos segundos.

 

—Ya, pero… ni siquiera pude estar ahí para… para apoyarte –

 

—Ahora estás aquí – Interrumpió absorbiendo cada arruga, lunar y línea en la cara de su pareja, que ahora se sonrojaba igual que el cabello rojo sobre su cabeza  —Además, estaba pensando viajar el martes para verte –Propuso irguiéndose en el asiento y relajando sus facciones.

 

Por un momento Seijuurou olvidó la discusión con su padre, el trabajo desmedido que tuvo que soportar hasta hoy en la tarde, el tiple esfuerzo en el entrenamiento, las obligaciones en la escuela y atender algunos asuntos en la compañía de la familia. Con solo ver y escuchar a Kouki, Seijuurou logró recobrar el sentido y perspectiva de las cosas; sosegar y aplacar el tumulto acosador de su mente.

 

— ¿Durante la semana? Pero tenemos clases –Señaló el castaño con el ceño fruncido.

 

—Una de las razones de mi “estrés” es un problema en el gimnasio; las prácticas están suspendidas hasta que administración nos provea de un recinto subsidiario; por ello saldré más temprano. Puedo viajar y esperar a que finalice tu entrenamiento –Para Akashi era inconcebible que una escuela como Rakuzan sufriera esos inconvenientes… Pero al parecer nada es perfecto, pensó con enojo.

 

—Eeh… m-me encantaría, pero los chicos y yo vamos íbamos a comprar este helado en un lugar que se puso cerca… -Cualquier alivio que esperaba con la respuesta de Kouki, se deshizo a penas las palabras fueron registradas por su cerebro sobrecargado y estresado.

 

Akashi, con la cabeza palpitando de dolor patente, apretó los puños sobre sus rodillas para controlar el malestar de su estómago y garganta.

 

—Ya veo –Musitó observando el teclado sin interés.

 

— ¡P-pero! Viajaré a Kioto el próximo-próximo sábado –

 

—Si. En dos semanas –Ironizó Akashi sin ocultar una expresión sarcástica.

 

—… P-puedo cambiar mis planes –Murmuró Kouki.

 

—No arruines tu diversión por mi causa –Replicó Seijuurou con una ceja levantada.

 

—No estaría arruinándola; puedo salir con ellos cuando quiera –Contestó Kouki con el ceño fruncido.

 

—Exacto –Declaró Akashi impávido e indiferente. Un hielo doloroso corrió por su pecho al ver como Furihata le miraba con igual falta de expresión.

 

— ¿Qué quieres decir con “exacto”? –

 

—Que compartes con tus amigos de lunes a viernes. Puedes fácilmente verles los fines de semana, pero aun así prefieres una salida con ellos antes que conmigo, que tengo que viajar 5 horas para verte –Respondió con frialdad y serenidad mecánica.

 

—No “prefiero” a nadie. E-eso es súper injusto. Lo planeé con los chicos antes… P-pero, si quieres… puedo cambiarlo ¿está bien? –Alegó Kouki con las manos levantadas.

 

—Yo no quiero nada. lo estás proponiendo –Arguyó Seijuurou sin cambiar de expresión.

 

—Ugh, ¿Primero te molesta y ahora no te importa? ¿Qué te ocurre hoy? –

 

—Nunca he expresado que me moleste –

 

— ¡Por favor! ¿Crees que no he notado tu cara cada vez que hablo de ellos? Es como si hubieran hecho algo para ofenderte–

 

—Kouki, no tengo tiempo para esto –Intervino Seijuurou con una punzada hiriente en el costado de su cabeza.

 

— ¿Para qué? ¿Para decirme cómo te sientes? Es de mis mejores amigos de lo que estoy hablando, y tu ni siquiera te dignas a responderme –

 

—No tengo que dignarme a nada. Propuse viajar el martes, pero tú estás ocupado. Fin de la historia –Akashi finiquitó con los ojos brillante de irritación.

 

—Pero te molesta que esté ocupado. Especialmente porque es con mis amigos –

 

—No seas ridículo –

 

—No. no seas ridículo. De verdad no entiendo qué te molesta tanto. Son mis amigos. No tengo nada con ninguno de ellos… ¿De verdad piensas que te voy  a engañar? ¿O acaso crees que soy mala persona por no prestarte atención? –

 

—No es nada de eso –Mintió mirándole fijamente.

 

—… ¿Sabes qué? No estamos avanzando. Yo estoy cansado. Claramente estás cansado…. M-mejor hablemos otro día… Llámame cualquier cosa ¿sí?– Despidió con una mirada suplicante, casi esperanzada. Seijuurou continuó observándole inmutable, negándose aceptar la culpa de la charla que se había salido de proporciones sin su cuestionamiento.

 

Kouki arrugó los labios con clara decepción ante su mutismo antes de cerrar la comunicación.

 

Seijuuro, después de unos días de silencio por ambas partes, no tardó en recobrar la compostura y actuar con la madurez que exigía su entorno, llamando a su pareja y pidiéndole disculpas por su comportamiento. Furihata no tardó en perdonarle, pero necesitaban verse cara a cara.

 

Como la Copa de invierno se interpuso en ese período, no pudieron reunirse enseguida. Además, este Campeonato significaba el ultimo para todos los milagros y sus fieles compañeros, que después de unas brutales partidos, la copa fue finalmente ganada y reclamada por las manos ávidas de Rakuzan  luego de un partido a muerte con Touo; y Akashi, satisfecho con el resultado, energizado por el juego, arrebatado por la victoria, no tardó en buscar a Kouki para celebrar el triunfo con un beso que les quitaría cualquier desesperación y ansiedad.

 

Ese día Furihata olvidó cualquier enojo y dolor cuando le abrazó contra su cuerpo como si no se hubiesen visto hace años. Le acarició el cuello y cabello hasta que Seijuurou sólo fue consciente de unas manos cálidas palpando su piel perlada. Akashi le devoró con gula poco reprimida. Tocándole y estrujando su ropa ignorando sin culpa a los transeúntes o posibles espectadores que salían del estadio durante el húmedo intercambio.

 

Kouki estaba demasiado ocupado gimiendo con necesidad para notar como su equipo salía de la cancha; lo que si vio Akashi con aire satisfecho cuando bajó su boca al cuello de su pareja, ya que hace meses que deseaba hacer de su relación pública, pero Kouki se negaba por temor a reacciones negativas por parte de su equipo –y amigos -

 

Por el espectáculo anterior, para Seijuurou no fue ninguna sorpresa que Kouki le llamara días después contándole con aire tímido que ya todos sabían sobre su relación amorosa. Lo que no anticipó, no obstante, fue el pedido de su novio de salir con Fukuda y Kawahara la próxima vez que se vieran.

 

—Sí les conoces… te darás cuenta que no tienes nada que temer – Insistió el castaño con un tono de voz suave, amable y conciliador; asegurándole, tranquilizándole. Aunque Seijuurou estuvo tentado de alegar sobre el supuesto “temor” que le invadía, decidió en contra de otra discusión tonta que les separara por días. Y en cambio, aceptó sin reclamos.

 

Sabiendo que más temprano que tarde sucumbiría a cualquier cosa que Kouki pidiera de él…

 

Y por ello, hele aquí… Tolerando estoicamente el aire viciado de un local de dudosa limpieza. Soportando y aceptando como un caballero el compañerismo íntimo que Kouki compartía con sus amigos; una fluidez de ánimo que su pareja sólo había logrado expresar ante él los últimos meses de relación, superando lenta y paulatinamente su constante tartamudeo nervioso.

 

Pero Kouki nunca le engañaría. Y menos con Fukuda. Quien indudablemente estaba cegado por esa mesera coqueta del restaurante antes visitado. Recordándola con poco interés, Seijuurou esperaba con fervor que el amigo de su pareja notara rápidamente la mala clase de la niña que le ojeó a él sin mucha inocencia y decoro durante su estadía.

 

Conseguir su contacto telefónico, aunque una molestia, no le tomó más que una sonrisa falsa y palabras amables, con un tono de voz tan encantador y elegante, que la niña ni registró lo que, de hecho, estaba diciendo hasta que anotó su número en un papel. Cuando la muchacha entendió que Akashi no estaba preguntando el contacto para él sino para su amigo, su rostro se mostró frío y distante, tan falso como la mueca que les dirigió durante el resto del almuerzo cuando se les acercaba.

 

Fukuda merece a alguien mucho mejor; pensó Seijuurou observando como Kouki celebraba su victoria con una sonrisa que Akashi deseó delinear con su lengua.

 

— ¿Q-quieres intentar uno? –Preguntó tímidamente Kawahara a su lado, apuntando a un juego con armas conectados a una gran máquina. Seijuurou, mirando una última vez a Kouki y su expresión feliz, asintió antes de encaminarse junto con el chico al respectivo juego.

 

Contra todo pronóstico, Akashi disfrutó de la compañía del niño y de la mala calidad del juego que les pedía matar a una bandada de zombies. A los pocos minutos de comenzado, Kouki y Fukuda se acercaron para animarles. Su pareja, sonriendo con alegría infantil, le tocaba el pelo, cuello y espalda cuando un grupo considerable de enemigos se acercaba al personaje de Seijuurou, lo que motivaba aun más su ansia de ganar.

 

El juego, como era de parejas, no coronó a ninguno como el ganador, pero por supuesto Akashi estableció un nuevo record en completar la matanza en unos cuantos minutos.

 

Para la risa ligera y retumbante de Kouki, por el resto de la tarde tanto Kawahara como Fukuda se pelearon por hacer par con Akashi en cada máquina que probaban.

 

— ¿Te estás divirtiendo? –Preguntó el castaño cuando sus amigos elegían el próximo juego. Akashi aprovechó la privacidad para besarle suavemente los labios, aguatando las ganas de arrastrarle a un pasillo oscuro para meterle mano.

 

—Si. Gracias por planear esta cita –Replicó con una sonrisa sincera.   

 

Seijuurou, después de dudas y prejuicios interiores, había aprendido que dudar de los amigos de Kouki fue un error garrafal… Después de todo, por algo eran tan cercanos a su novio.

 

Fukuda y Kawahara, aunque no lo escucharían de los labios del emperador, habían causado una grata impresión en el pelirrojo, que ahora sabía podía confiar a Kouki en sus manos mientras él estuviera ausente.

 

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Furihata Kouki es muchas cosas. Algunas buenas, otras malas; pero cuando se trata de Seijuurou, nadie puede tacharle de cobarde. 

 

La cobardía, después de todo, no amerita que una persona sea menos fuerte de mente o espíritu. La cobardía no es una emoción permanente y sofocante que impregna la sangre y niegue el paso a una pizca de valentía; coraje y carácter que Furihata había desarrollado durante los seis meses de relación que mantenía con el emperador que antes le intimidada como un cachorrito ante un depredador feroz.

 

Kouki no podía negar el evidente orgullo palpitante al sentirse más confiado dentro de su cuerpo; confianza que creció no sólo con ayuda de su entorno, amigos y novio, sino una seguridad interior que se nutrió con su propia valía.

 

Contraria a la creencia popular, Kouki no se consideraba una persona catastróficamente insegura; ya que, a pesar de su innata timidez y nerviosismo crónico, aceptaba y podía enorgullecerse de sus pequeños logros en lo que llevaba de vida: como era el haber logrado entrar al equipo de baloncesto en su primer intento; el alcanzar las mejores calificaciones en ciertas clases; incluso el haber completado algunos estúpidos desafíos que su hermano mayor le había retado.

 

Sin embargo, salir con alguien como Akashi Seijuurou no hizo mucho para incrementar su confianza al inicio de la relación amorosa. No cuando Sei tenía tanto que ofrecer a la relación y a él mismo; tanto que entregar a la unión, mientras Kouki correspondía únicamente con vergüenza y haciendo el ridículo más veces de las que podía recordar.

 

Pero lo estaba superando. De a poco, y con seguridad, estaba superando sus barreras, miedos e inseguridades.

 

Por ello fue capaz de hacerle frente a su novio esa vez que discutieron respecto a una salida inofensiva con sus amigos.

 

Kouki ya antes había notado cierto gesto en las facciones del pelirrojo cuando nombraba a Kawahara o Fukuda en sus charlas, pero siempre lo había dejado escapar por temor a una mala reacción en Akashi o temeroso de que discutieran sin vuelta atrás; nunca se había atrevido a preguntar o exigir  una explicación para ese fruncimiento de los labios que denotaba su mal humor.

 

Pero esa noche, con la confianza inflada, sumada a la intimidad alcanzada entre ambos después de casi 6 meses juntos, Furihata abrió la boca y preguntó por la verdad.

 

Lamentablemente el suceso desencadenó una discusión de lo más tonta que les mantuvo separados por unos cuantos días; pero si eso era lo necesario para lograr esto, entonces Kouki lo volvería a repetir sin pensarlo dos veces.

 

Fukuda, que al comienzo de la cita era el más nervioso y aprensivo, ahora resultaba el más animado y lanzado a la hora de enfrentar y hablar con Sei.

 

Por supuesto, mucho había ayudado que su novio hubiese conseguido el número de la chica del restaurante, a quien Kouki estuvo a punto de asesinar con sus palillos por la mirada indecente que le mandó a su pelirrojo durante todo-el-maldito-almuerzo.

 

Furihata estaba totalmente consciente de que para cualquier tercer participante -extraño al baloncesto escolar o al ambiente que frecuentaban- difícilmente podría concluir que él y Akashi eran pareja, pero para Kouki la relación era bastante obvia con Seijuurou abrazándole por los hombros a plena luz del día.

 

A decir verdad, Furihata no se consideraba exactamente una persona celosa, pero negar el sentimiento negro y desagradable que se formó en su estómago cuando la niñita coqueteó con su novio, era como intentar negar la inminente salida del sol.

 

Pero lo había superado. Respirando profundamente y concentrándose en aligerar el tenso ambiente que les rodeaba, Kouki olvidó a esa zorra e intentó por todos los medios posibles iniciar o dar empuje a conversaciones amenas y civilizadas entre Akashi y sus amigos.

 

Koichi, bendito seas, fue el más osado al comienzo de la cita, evitando tartamudeos incómodos o el salir corriendo como un cobarde ante la inspección analítica de Seijuurou.

 

Y su novio… Aunque Kouki sabía que Akashi lo negaría hasta el lecho de su muerte, era bastante evidente que se había sentido nervioso por el prospecto de esta salida.

 

Seijuurou, si bien no era de coartarse a la hora de tocarle o desplegar su afecto públicamente, nunca había sido tan directo y explicito en la calle o frente extraños; no obstante este día, ya en el tren desde Kioto hasta Tokio le había agarrado la mano y negado a soltarle durante el viaje. No había dejado de tocarle durante todo el día, y no en el plan oh-mi-amor-te-quiero-entre-las-sábanas-sudado-debajo-de-mi-cuerpo, sino para asegurarse de su presencia; para sacar fuerzas de él.

 

Además, Akashi siempre había sido educado, elegante y regio, pero cuando saludaron a sus amigos en el parque, bien que parecía una tabla de surf. Hablaba muy poco, siempre mesurado, y se movía como un robot prototipo.

 

Era desconcertante, pero también muy gracioso.

 

Por esa razón es que Kouki no dudó en propinarle a su novio un golpe  por debajo de la mesa durante el almuerzo –que rezaba, nadie hubiera notado-, para instarle a charlar con sus amigos para conocerles; logrando así, que quizás despejara sus irracionales e infundadas dudas –y celos- y comenzara a confiar en él plenamente cuando volviera a salir con sus compañeros durante su inaplazable ausencia.

 

Ahora mismo, viendo como Akashi era tirado metafóricamente entre Fukuda y Kawahara para hacer pareja en el próximo juego, dejó en Furihata un sentimiento esponjoso y cálido propagándose por su pecho. Uno tan calientito y dulce, que Kouki no ocultó la inmensa sonrisa que tiraba de sus labios.

 

Su novio volteó hacia él en señal de ayuda, y Kouki no dudó en ir al rescate de su príncipe encantador.

 

—Lo siento, chicos, pero Sei será conmigo –Declaró con una mueca no muy arrepentida. Fukuda bufó y frunció el ceño mientras Kawahara sonreía con una expresión exasperada.

 

La tarde pasó sin mayores contratiempos mientras los cuatro jóvenes basquetbolistas jugaban en el local y se divertían como cualquier adolescente lo hace en ese tipo de recintos. Hiroshi era claramente el más entusiasmado de todos, aunque no logró ganar ni una sola vez contra un emperador acostumbrado a la victoria.

 

Cuando dieron 40 minutos para la 6 de la tarde, Kouki anunció que debían partir a la estación para despedir a Akashi en su respectivo tren a casa. Fukuda y Kawahara, para sorpresa de Furi, insistieron en acompañarles hasta el lugar. 

 

Como la Winter Cup había finalizado recientemente, baloncesto y campeonatos fue el tema de conversación principal durante la caminata a la estación. Koichi y Hiroshi se lamentaban por no alcanzar la copa este último año de escuela, y Kouki y Akashi les consolaban trayendo a colación todos los buenos momentos que habían pasado con sus correspondientes equipos. Después de todo, de eso se trataba el jugar con los amigos: el disfrutar y aprender, ya sea de las derrotas, como de las victorias, juntos.

 

Cuando se acercaron a la entrada de la estación, Kawahara le pidió a Akashi si podía hablar con él por un momento.

 

— ¿Pasa algo malo? –Preguntó Kouki a Hiroshi con la frente arrugada en preocupación. ¿Acaso sus amigos habían decidido que Sei no era bueno para él? ¿Pero cómo? Si la cita había resultado casi ideal; o quizás estaban fingiendo…. ¡Y lo odian!...

 

Furihata se mordió la mejilla interna con aquel pensamiento. ¿Qué se supone que haría en ese caso? ¿Podría ignorar a sus amigos y continuar la relación amorosa con Sei? ¿Podría terminar con su novio por la animosidad de sus amigos para con el pelirrojo?

 

—Hey, no te preocupes… No es nada malo- Interrumpió Fukuda con una sonrisa y palmada en su espalda.  Kouki se sintió más aliviado con esa expresión y ligereza en su compañero, permitiendo ver el escenario a unos metros de distancia con menos aprensión: Kawahara hablaba con una mueca tímida, mientras Akashi asentía con una expresión seria.

 

¿De qué estarán hablando? Se preguntó horriblemente curioso.

 

No bien pensado lo anterior, su novio y amigo inclinaron sus cabezas y se separaron. Kawahara se acercó corriendo y despidió con una excusa que apestaba a mentira. Fukuda le guiñó el ojo, le hizo un gesto de despedida a Seijuurou y salió detrás de Koichi.

 

— ¿Vamos? –Preguntó el pelirrojo a su lado. Furihata asintió como en un trance.

 

Avanzaron con el sol pintarrajeando el cielo de un anaranjado mezclado con un rosado oscuro, tan anormal con las bajas temperaturas de invierno, pero igual de majestuoso que en cualquier otra estación.

 

—Recibí su aprobación –Susurró Akashi de repente agarrándole de la mano. Kouki le miró con sorpresa por unos segundos. Asique de eso hablaron… pensó recordando la mueca seria de su novio cuando platicaba con Kawahara a una distancia prudencial a las afuera de la estación.

 

— ¿De veras? entonces ahora puedes relajarte –Expresó en un tono jovial.

 

—No estaba nervioso –Alegó Seijuurou con el ceño fruncido. Furihata rió sin poder aguantarse la gracia, causando que Akashi le apretara la mano casi en represalia.

 

—Siii~, claro; si no te daba ese golpe por debajo de la mesa, todavía estarías actuando como un robot –Se burló con una sonrisa.

 

—Recordando tu acto violento ¿no crees que me debas una disculpa? –Indicó Seijuurou con una ceja levantada.

 

— ¿Por qué? si resultó –

 

—Eres un sinvergüenza –Murmuró el pelirrojo asolando su espacio personal hasta arrinconarle contra la pared de la estación subterránea. Kouki se mordió los labios al sentir el calor que irradiaba el cuerpo de su novio.

 

—Sólo contigo –Susurró mirándole el cuello, avergonzado por la cercanía en un espacio público; de hecho, no había muchas personas alrededor, pero cuatro o cinco eran suficientes para dejar a Kouki abochornado por cualquier demostración de afecto.

 

—Eso espero –Correspondió Akashi acunando su rostro entre sus manos tan suaves. Furihata ni pensó en protestar antes de cerrar los ojos y levantarse sobre la punta de sus pies, expectante por el contacto de sus bocas.

 

Akashi no le decepcionó al presionar sus labios con los suyos en un beso que careció de fuerza o pasión desbordada. Fue un toque dulce, tierno; como la caricia al dorso de una mano; como el roce cuidadoso a la mejilla sonrojada; como el abrazo de buenos días; como esa mirada de dulzura… Kouki sintió que cada músculo de su cuerpo se derretía contra el muro frío y duro tras su espalda.

 

Las manos de Akashi le apretaron las mejillas una vez antes de bajar a su cuello. Separaron sus bocas por un segundo antes de zambullirse con un poco más de presión y humedad. Furi inclinó el rostro para lograr más profundidad, abriendo la boca para recibir el ataque mesurado de Seijuurou.

 

Les envolvió un calor de primavera; no sofocante y abrumador, sino como la manta entibiada que cubre tu figura en el diván de tu sala. Todo pareció perder sentido. Todo desapareció. Ya nada existía a parte ellos dos allí, abrazados y besándose tranquilamente.

 

Kouki se separó y le besó las mejillas, jugando con su nariz y abrazándole por la cintura. Se sintió tan cómodo, tan abrigado, tan protegido, que deseó que nunca tuvieran que separarse, que él pudiera vivir en Kioto o Akashi en Tokio… que no tuvieran que partir y vivir tan separados como lo hacían… Pero esto era perfecto de igual manera…

 

El día había resultado mejor de lo que había esperado. Fukuda y Kawahara, contra todo pronóstico, actuaron de la manera que Kouki siempre imaginó en sus fantasías con su novio y amigos. 

 

Todo era ideal.

 

Sonrojado y calientito, de pies a cabeza, Furihata jadeó y se tragó un gemido cuando Akashi volvió a besarle, pero esta vez con un poco más de fuerza y pasión, instándole a abrir la boca y sumergiéndose en su interior cada vez más fuerte e insistente.

 

El sonido del tren se acercaba y Seijuurou no disminuía el roce demandante de sus labios, ya hinchados y acalorados por las caricias previas.

 

—Las personas no están mirando –Alcanzó a susurrar Kouki cuando Akashi se separó para cambiar el ángulo de su rostro. Pero volvió enseguida a pegar sus bocas.

 

—Lo sé –Musitó el pelirrojo masajeándole la nuca.

 

—Tu tren acaba de llegar –Murmuró Kouki con los labios de su novio pegados en su barbilla.

 

—Lo sé –

 

—Nos veremos la próxima semana –

 

—Lo sé –

 

—…Te quiero –Expresó Furihata besándole con fuerza; tanta, que Akashi tuvo que dar un paso hacia atrás, pero sin disminuir la presión del beso que correspondió con la misma intensidad.

 

—Y yo a ti –Respondió en su cuello.

 

—Llámame apenas llegues –Kouki pidió aferrándose a la ropa de su novio.

 

—Por supuesto –Akashi sonrió antes de besarle la frente y alejarse con ese andar tan seguro, tan confiado, tan elegante y hipnotizante. Kouki se quedó ahí, con los labios entreabiertos, con los brazos laxos a sus costados, y el corazón bombeando alborotado en su pecho.

 

Por un momento pensó que lloraría, que sus ojos no aguantarían la imagen de Seijuurou subiéndose al tren y sonriéndole a través del vidrio, pero cuando vio a Akashi haciendo justamente eso, Kouki fue capaz de sonreír, de separarse del muro y hacer un pequeño gesto de la mano para despedirle.

 

Porque no estaban diciendo adiós para siempre…

 

Era un “Nos Vemos”…

 

Hasta la noche cuando hablaran por celular…

 

Hasta la próxima vez que se vieran por Skype…

 

Y hasta cuando se abrazaran el próximo jueves… Cuando fueran a la exhibición de ferrocarriles…

 

Kouki, con una sonrisa, con el pecho apretado, vio el tren partir a su establecido destino, ya deseoso de llegar a casi y recibir la llamada de su novio…

 

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Revisado por Aliethz

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FIN

 

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Notas finales:

Ah~... Y hasta aquí ha llegado n.n

¿Qué les ha parecido? Ojala las perspectivas de Kawahara y Fukuda hayan sido adecuadas. Como ambos son personajes secundarios, existe el peligro de la "libertad" que te deja el manejarlos con demasiada soltura, pero tampoco es la gracia despojarlos de la esencia que dejan en la serie, asique espero que no se hayan desvirtuado sus imágenes. Pero, honestamente me ENCANTÓ escribir sobre ellos, especialmente Koichi! Lo encontré un absoluto amor!

Respecto a Akashi y Furi..... :3... Me enamoro cada vez más de ellos. No hay otra manera de decirlo... Aiiishhh.. es que son perfectos el uno para el otro... Por lo menos en mi humilde opinión, por supuesto :)

 

No tengo mucho que decir, solo que espero que les haya entretenido, gustado, divertido o enternecido. Después de todo, esta historia es tan suya como mía :3

 

Como siempre.... ahhh~... las Aclaraciones: 

[*] Según la Biblio de Fukuda Hiroshi, su familia está compuesta por su: "Madre y dos hermanos mayores"

[*] Recordando la presentación de los personajes ese momento en la azotea de la escuela, Kawahara anuncia que va al salón 1-A, mientras que Fukuda y Furihata en el 1-D

[*] En la Biblio de Kawahara Koichi aprendemos que su "mejor asignatura" es ARTE. Y me gusta pensar que en todos los aspectos de su vida es como más.. sensible y persceptible de las emociones... pues.. su MOTTO es "Pureza y honestidad". NO le gusta ir a la moda... Su tipo de chica, son esas tipicas del anime, torpes y descuidadas, pero super tiernas...y no sé... me parece una persona muy... linda :3

[*] En uno de los capítulos REPLACE de KnB, Kuroko dice que Akashi es muy bien tutor.

[*] Según la Biblio del personaje, la comida favorita de Fukuda es Yakitori.

[*] El cumpleaños de Kuroko es el 31 de enero. Es decir, Akashi y Furi se encontraron cuando todavía cursaban segundo año de preparatoria. Y NO comenzaron a salir en el plan amoroso hasta junio... por lo que tuvieron tiempo para conocerse antes...

[*] Esto de que Akashi viaje POR TRES horas solo para compartir con Kouki por un rarito, lo robé de mi hermana y su novio. El niño está taaaan enamorado, que ha hecho eso!!! Ha viajado de su ciudad, que queda como a dos horas de la nuestra, sólo para estar con ella un momento en la tarde... Eso si es amor~....


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