-¡Minhooo!- entré corriendo a su oficina, golpeando al fotógrafo y al de balística. –¡Minho! ¡Minho!- llegué a su oficina, cerré la puerta tras de mí y lo busqué con la mirada.
-¿Qué pasa?- sentí un empujoncito leve pero era la puerta que se abrió. –¿Taemin? ¿Qué haces aquí? Es peligroso.- sentí que me giró pero sólo lo abracé.
-¡Estoy embarazado!- comencé a saltar, pero él no se movía. –¿Minho?- me separé de él para mirarlo.
-¿Qué cosa?- preguntó mirándome, tomó mis mejillas para hacer que lo mirara a los ojos. –¿Estás embarazado?-
-Sí, sí.- asentí efusivamente, saqué las pruebas de embarazo de mis bolsillos para mostrárselas. –¡Embarazado! ¡Minho, vamos a ser papis!- volví a abrazarlo.
-¿Por qué hasta ahora?- dejé de sonreír para mirarlo serio.
-¿De qué hablas?- pregunté. Escuché que alguien llamaba a la puerta así que ambos miramos para ver quién entraba.
-Disculpen, asuntos familiares aquí no.- una chica no tan fea con gafas se asomó.
-Descuida, no tardará mucho.- contestó Minho girándose para cerrar la puerta y bajar la cortinita de la ventana. –¿Recién lo supiste?- se giró sobre sus talones para caminar hacia mí, sonreí mientras retrocedía hasta que recargué mi pelvis en su escritorio.
-¿Por qué?- susurré mientras Minho se acercaba a mí, separé mis piernas para que él entrara entre ellas. –¿Crees que te ocultaría algo así?- susurré sobre su cuello.
Sentí sus manos en mi cadera, se acercó un poco más por lo que recargué mi barbilla en su hombro.
-Eres un poco raro, puede que sí.- hice un pucherito.
-¡Choi!- me aferré a su espalda para que no se separara. –Ve junto con Kim, hubo un tiroteo en la zona B…. Ay ¡por favor!- Minho se separó de mí así que desistí y lo solté. –Olvídelo. ¡Kim! Ve a la zona del tiroteo junto con Lee.- la puerta se cerró mientras Minho se giraba.
-¡Capitán!- fruncí el entrecejo mientras Minho iba a su puerta. –¡Puedo ir yo con Kim!-
-Minho~- lo llamé mostrándole las pruebas de embarazo que me hice hoy en la mañana.
-¡Te cuidas Kim! ¡Jinki!- sonreí porque volvió a cerrar la puerta. –¿Cuándo fue que lo supiste?- comenzó a acomodarse la corbata y su peinado.
-Hoy.- susurré sonriendo.
-¿Por qué hasta hoy?- fruncí el entrecejo extrañado.
-¿A qué te refieres?- pregunté bajándome de su escritorio porque Minho caminó hasta él, así que me senté en una de las sillas.
-Sí, ya sabes, hemos sido novios de años, lo hemos hecho un montón de veces ¿y por qué hasta ahora?-
-Oh pues.- contesté levantándome de la silla. –No sé, yo no controlo mi cuerpo, ¿sabes? No es como que diga, ahora sí, ahora no. Sólo pasó y ya.- caminé hacia la puerta para salir y regresar a casa.
-Muñeco~ no te enojes.- vi y luego sentí su mano sobre la mía, la que tomaba la perilla.
-Si no quieres ser papá está bien.- susurré.
-No, no.- negó, tomó mi mano de la perilla y me hizo girar sobre mis talones para quedar frente a él.
-Llámalo la fuerza, el destino, Dios, el plato mágico, lo que sea, pero me está pasando.- su mano fue hasta mi barbilla para hacer que elevara la mirada. –Vamos a ser papis.-
-Qué bien.- me volvió a abrazar. –Saliendo del trabajo vamos al hospital para que te hagan un estudio más y saber cuánto tiempo llevas y qué tengo que hacer.- asentí.
-Leí que no me tengo que estresar.- susurré con la voz más aniñada que tengo. –Dicen los especialistas que tienes que dejar este trabajo.-
-¿Mi trabajo?- preguntó mirándome a los ojos, yo los desvié. –Si los especialistas lo dicen, está bien.- sonreí y lo volví a abrazar. –Lo que menos quiero es estresarte y estresar al pequeño Minho.- picó mi vientre y eso me hizo reír.
-No se va a llamar Minho.- contesté haciendo berrinche. –Sería raro.- sobre todo cuando estemos haciendo el amor, ya no podré decir su nombre sin pensar en mi hijo. Eso me da escalofríos de sólo pensarlo.
-¿Tendremos cuánto? ¿Nueve meses? Para pensar en uno bonito.- asentí efusivamente. –Vamos, te llevaré a casa.-
-¿No estás trabajando?- su turno termina a las tres de la tarde y aun es medio día.
-El día está tranquilo.- contestó, me soltó para ir tras su escritorio y tomar su saco del respaldo de la silla con rueditas.
-Mandaron a tus compañeros a un tiroteo.- eso fue lo que escuché de su capitán.
-Otra razón para llevarte a casa.- me sonrió. –Andando.- abrió su puerta y salí primero, pero me detuve porque ahí estaba su capitán. –Hola.- saludé.
-Choi, ¿tienes un segundo?- me hice a un lado para que entrara.
-Pase.- la puerta se cerró, suspiré para tranquilizarme.
-¡Oye, Taemin!- volteé a ver al resto de la oficina, era el grafólogo. –Llevaba tres días trabajando sobre una firma aparentemente falsa, gracias por tirar mi peritaje.- ese Niel.
-¡Cuando quieras!- le sonreí.