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De Aristocracia y Otras Estupideces. por Menz

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Notas del capitulo:

 

Hola hermosas. Les dejo este cap. La siguiente actualización será a mediados de la próxima semana, ya que saldré de viaje con mi amor... yujuuuuu.... 

 

Recuerden que estoy en FB como Kay McCutchen.

 

 

 

  !Accio cap. II!

 

 

-¿Está bien señorita?- le preguntó Bernardo mientras la guiaba a su habitación.

-Seeeeh.-

-¿Cómo dice?

-Si. Bien. De maravilla.- dijo ceñuda.

-Entiendo, señorita.

-Háblame de tú.

-Eso sería impropio. Usted es la sobrina del Conde.-

Ajá claro, sobrina. Ahora tenía que chutarse todo el numerito armado por su papá y su tío. Sentía que la bilis llenaba su interior. ¡¿Por qué tenían que complicar todo?!

-¿Hay algo divertido por aquí?- Empezaron a subir unos escalones que se dividían y se iban hacia la derecha o hacia la izquierda. Ellos fueron a la derecha.

-¿Divertido?

-Si, tu sabes. Bares, antros. Drogas, sexo y rock and roll.-

-¡Señorita!- exclamó Bernardo escandalizado mirando para todos lados por si alguien los escuchaba. Ale soltó una carcajada.

-Tranquilo solo bromeo, soy la sobrina de un Conde.- dijo con amargura. Derecha, pasillo, izquierda, pasillo, escaleras… Derecha… ¿Dónde chingados estaba?

-Hemos llegado.-

-¿Aún estamos dentro de la casa?- preguntó desorientada.

-Así es. Perdón por hacerla caminar tanto, pero el Conde creyó que ésta era la habitación perfecta para usted.

-¿Él la escogió?- Bernardo abrió la puerta y entró para hacer un ademán cortés invitándola a entrar.

-En persona y también supervisó la decoración.

-Uhm.- Le costaba creer eso.

Su alcoba era enorme y circular, con las paredes pintadas de colores oscuros. Justo frente a la puerta había una cama King Size con cobijas y dosel rojos, a la izquierda, a dos escalones de nivel del resto de la habitación, había un sofá frente a una inmensa pantalla de plasma que cubría media pared. Una consola con videojuegos, un escritorio con una laptop que a simple vista parecía carísima. A un costado del escritorio, en la pared, un enorme ¡librero en forma de piano!  Y eso no era todo ¡Había un piano de cola de verdad!

-Pero qué… - Estaba con la boca abierta.  Rosó la superficie de ese hermoso piano pues su cerebro se negaba a creer que fuera real. Puso sus dedos sobre las teclas y presionó el acorde Do. Perfecta afinación.- Vaya…-  giró su cara hacia un lado y ahí, acomodadas en sus respectivos parales estaban tres guitarras. Dos electroacústicas Gibson y una eléctrica Fender Stratocaster.- No puede ser…- examinó detenidamente las guitarras.

-Señorita, por aquí por favor.-

Bernardo la llamaba para enseñarle el resto de lo que había ahí. Dejó un momento las guitarras y fue detrás del pingüino. Del lado derecho había dos puertas. La primara era de un closet como para guardar dos toneladas de ropa y zapatos.

-El Conde mandó comprarle ropa esperando que sea de su agrado. Ale estaba con la boca abierta, caminó entre las filas y filas de ropa. Ciertamente le parecían geniales. Decenas de zapatos, tanto formales como informales, sus favoritos. Encontró cajones con gafas y accesorios. Y otra puerta. Al abrirla encontró el baño pero ¡era gigante! Y muy lujoso. Jamás en su vida pensó que un baño podía ser así. ¿En vez de agua caería oro fundido? La tina parecía del tamaño de una alberca olímpica. Un gran espejo rectangular adornaba la pared y en la barra encontró gabinetes con artículos de higiene y uso personal. Otra puerta la conectaba directo a su habitación, sin tener que pasar por el closet.

-¿Le gustó?

-Claro, es súper.

-Y falta algo.

-¿Algo?- Ale siguió al mayordomo y lo vio atravesar una puerta corrediza que daba a un amplio balcón, con un par de muebles estilo jardín.- ¡Wow!- exclamó ante la vista. Podía apreciar todo el valle y las luces del pueblo. Estaban en la parte más alta de la mansión.- Esto es genial.

-Agradézcales a sus tíos. – le recordó.

-Lo haré.

-Le recuerdo que en una hora se servirá la cena. Siempre puntuales a las 8pm. La dejo para que se prepare. Con permiso.- Se dirigió a la salida pero Ale quería preguntarle algo…

-¡Bernardo!

-¿Si?

-¿Qué… que debo ponerme?- le avergonzaba preguntar eso.

-¡Oh! Solo vístase como lo hace siempre, es una joven muy hermosa.- le dijo con una sonrisa paternal.

-Eh, gracias.- respondió más confiada.

 

Una vez sola en su habitación, se dirigió de nuevo al closet y empezó a sacar sus pertenencias de las maletas. Y examinó un poco más todo lo que había ahí. Tomó un cambio de ropa y se metió darse un baño. Estaba nerviosa pues aparte de cenar con su padre, también lo haría con el resto de la familia. Y nop, no salía oro fundido de las tuberías…

Terminó de bañarse y se arregló lo más decentemente posible. Su estilo era algo rockero y pandroso, no estaba segura que vestir así estuviera permitido en esa casa. Decidió dejarse las pulseras de cuero en las muñecas, se delineó los ojos con lápiz negro y se ordenó un poco el cabello que era corto de arriba y disparejo atrás, tapándole el cuello y llegando justo un centímetro debajo de los hombros. Se puso unos jeans azules, unos vans y una camisa negra con botones al frente que le quedaba ceñida y dejaba ver su pecho casi plano y su cintura estrecha. Combinó eso con un cinturón blanco. ¡No estaba mal!

Su reloj marcaba las 7.50pm así que se encaminó al piso de abajo.  Tardó bastante en encontrar las escaleras y cuando lo hizo se quedó parada en el recibidor sin saber a dónde ir.

-Hola.- escuchó una voz infantil a su espalda.

-Hola.- le contestó a la niña parada ahí. Tenía el pelo castaño y ojos verdes, igual a ella.

-¿Eres Ale?-

-Si.- contestó acercándose a la pequeña, arrodillándose frente a ella para quedar a su altura.- ¿Y tú?

-Soy Sofi.-

-¡Oh! Mi… prima ¿cierto?

-Si, Ven, vamos con los demás.- Sofí le tomó una mano y la llevó hacia la sala. Era un salón grande, con muebles elegantes, cuadros de paisajes y retratos adornaban las paredes y un imponente candelabro colgaba del techo. Varias personas estaban sentadas ahí. Respiró hondo antes de hablar.

-Buenas noches.- su voz le parecía extraña.

-Alejandra, acércate.- le pidió el Conde mientras se ponía de pie.- Te presentaré a la familia.- Todos los presentes también se pararon. Caminó hasta su padre.

-Ella es mi esposa, Sofía.- Ale sonrió ¡Qué más podía hacer!

-Hola, Alejandra. Mucho gusto. Bienvenida.- la condesa se acercó a ella y la abrazó.- Estás en tu casa, siéntete en confianza.- Le pidió la mujer. Se veía de unos 40 años, con el cabello oscuro, ojos grises, tez blanca y sonrisa gentil.- Puedes llamarme tía.

-Eh… sí. Gracias aahm tía.

-Ella es mi…- empezó a decir su padre.

-¡Oh por Dios! ¡Es igualita a Tony!- dijo una mujer de cabello castaño, ojos verdes, alta, de unos 35 años.- …Bueno igualita a nosotros. ¡Bienvenida!- pasó junto al Conde empujándolo.

-Mi hermana, Angélica.

-¡Angie!- lo corrigió, mientras abrazaba a Ale.- Llámame tía Angie.- Así que esa era su tía. Los San Román eran muy parecidos entre sí, con una genética dominante según parecía.

-Mucho gusto, tía Angie.- dijo medio sofocada por el abrazo de su tía.

-Ya, déjala respirar.- Pidió su padre.- Ella es mi hija Cristina.

Una chica se acercó. Ella se parecía mucho a su madre. De cabello largo y azabache, ojos grises y algo rasgados, tez blanca y más baja que Ale. Tal vez la teoría del parecido no era tan cierta, pues Cristina rompía la regla.

-Hola, Ale.- le dijo, dándole un abrazo y un beso tierno en la mejilla. Ale la abrazó fuerte, feliz. Ahora ya conocía a sus dos hermanas. Solo faltaba…

-Y este joven es Memo.- … su hermano.

Era un puberto, se notaba que sería muy alto, tal vez más que su padre. También era castaño y de ojos verdes. Era el más parecido a ella.

-Hola, Memo.-

-Hola, que bueno que veniste a vivir con nosotros.- la abrazó.

-Eh, gracias.- Su hermano se alejó un poco y pudo notar que cojeaba.

-Y este gentil señor,- habló su papá.- es el padre Sebastián, pero ya lo conocías.

-Sí, fue muy amable al traerme hasta aquí. Gracias, padre.- ¡Que idiota se sentía!

-De nada, hija. Recuerda que prometiste visitarme en la parroquia y ayudarme a remodelar el jardín.- ¡¿Qué?! ¿Cuándo prometió eso? Su anciano tío se las pagaría.

-Claro padre, ¿Cómo olvidarlo?- ¡Arde en el infierno!

-Bien pues pasemos al comedor.- pidió la condesa.

-Ale, siéntate junto a mi.- le dijo Sofi tomándola de la mano y caminando junto a los demás.

El comedor era grande, con una mesa larga, como para 40 personas. La comida ya estaba servida. Alejandra se sentó junto a la pequeña, frente a su tía Angie. Observó la vajilla fina y el sin fin de cubiertos para ella. ¿Cómo se utilizaba todo aquello?

-Tranquila, yo te enseño como.- Ale volteó a su izquierda  y vio a Cristina sonriéndole amablemente.

-Gracias, me siento estúpida.- le susurró. Cris disimuló una carcajada.

-Solo obsérvame y haz lo que yo.

-De acuerdo.

-Y dime Ale, ¿Qué tal el viaje?- Angie captó su atención.

-Bastante aburrido. Fueron 5 horas de vuelo y 3 en autobús.- respondió mientras imitaba a Cris y daba el primer mordisco a esa carne que se veía bastante apetitosa. ¡Deliciosooooo!

-Y tu habitación, ¿te pareció bonita?- quiso saber la Condesa.

-Está genial, gracias.- le dijo sonriéndole a su padre.

-Me alegra que te gustara.- Respondió el hombre.

-¿Te gustaron las guitarras?

-¡Claro! Esas guitarras son la onda… es decir, son muy buenas. La que tengo está algo vieja aunque es la de la suerte.- dijo con más confianza. Esa crema verde de la comida estaba exquisita, sabe lo que era pero ¡Bah, a comer!

-Yo fui a comprarlas.- confesó Cristina.

-¡Yo la acompañé!- dijo tierna, Sofi.

-Pero yo las busqué en internet y di con la tienda.

-¿Y mi crédito qué? Yo diseñé tu habitación y compre tu ropa.-  Reclamó Angie.- Por cierto que gustos tan raros tienes. – dijo feliz de la vida tomando vino.

-Yo te dije que videojuegos comprar.- dijo Memo.

-Esperen…- Ale había dejado de comer mientras escuchaba sorprendida.- ¿Ustedes mismos prepararon todo para mi llegada?

-¡Claro! ¿Qué esperabas?- exclamó Angie.- Sobrina te diré algo: – la amenazó con su pequeño cuchillo.- que seamos aristócratas no nos vuelve unos inútiles.

-No quise decir eso.- respondió mirando su plato mientras soltaba un risa nerviosa.- Es solo que… no me esperaba tanta amabilidad.- Confesó ruborizada.

La Condesa se puso de pie y camino hasta ella. Ale la miró sorprendida y se paró para quedar frente a la mujer, que la abrazó.

-Tú eres la hija de Tony.- dijo un poco titubeante.- Nosotros somos tu familia, nunca olvides eso. Nunca olvides quién eres.- le dio un beso en la mejilla y regresó a su lugar. Ale hizo lo mismo aún sorprendida y completamente conmovida.

-La familia es una bendición.- dijo su tío Sebastián. Después de todo tal vez mudarse no fue una mala idea.

 

 

-Bien Ale, si necesitas algo me lo pides con confianza ¿Si?- le dijo Cristina mientras subían a sus habitaciones.-

-Si, gracias.

-Y no te sientas estúpida, a mi me pareces genial.- dijo sincera la chica.

-Wow pues doble gracias.-

-Mi habitación está por ahí, es esa. Pero si te da pereza venir hasta aquí solo marca el 215 en el intercomunicador.

-Bien, 215. Lo tengo.-

-Buenas noches prima.- Cristina se despidió dándole un beso en la mejilla.

-Buenas noches… hermana.- susurró cuando Cris ya se había alejado.

 

 

 

Toc-toc.

-¡Ale!

-Uhm.- Empezó a abrir los ojos despacio. Su habitación seguía oscura gracias a las cortinas. Levantó la cabeza y observó la hora en el reloj sobre su buró. Eran las 7:30am. ¡Era de madrugada aún!

-¡Alejandra!

-¡Pasa!- Exclamó resignada. La pequeña Sofi entró corriendo y se subió a su cama, arrodillándose en el colchón.

-Ale, ¿jugamos?

-¿Ahora?

-Déjala en paz, Sofi.-Memo entró también ¿Qué esos chicos no dormían o qué?- Ven Ale, juguemos Halo.

-Nada de eso.-Ahora la que entró fue Cristina- Alejandra irá conmigo a la universidad.

-Pero hoy es sábado.- dijo Sofi abrazando a Ale.

-Tengo que ir a hacer unos trámites, pero a mi regreso juego con los dos. ¿Les parece?

-Luego seguro llenarán tu horario con actividades extraescolares y no tendrás tiempo.-Se quejó Memo.

-¿Qué actividades?-Quiso saber.

-Te explicaré en el camino. Ahora date prisa.- La apresuró Cris. Con cara de What? Ale se levantó de la cama y Cristina soltó un grito.

-¿Qué pasa?- preguntó alarmada.

-¿Cómo puedes dormir así?

-¿Ah?- Ale se observó. Tenía un sport blanco y un bóxer negro.

-¿Qué no te compraron pijamas?

-Ah, eso.  No sé, siempre duermo así, además me dio flojera revisar y preferí quitarme la ropa y dormir.-

-Debes ser más pudorosa.- Cris miraba para otro lado. Sofi jugaba sobre la cama y Memo estaba ocupado examinando los videojuegos.- Imagina si alguien te tomara una foto así.

-¿Alguien?

-Si, alguien. Paparazzis. Es común que persigan a nuestra familia para sacarnos fotografías.- Ale soltó una carcajada y Cris la miró ceñuda.- ¿De qué te ríes?

-Cris… estamos a 30 metros de altura, no creo que haya un paparazzi colgado de mi ventana. No seas paranoica.-

-¿Paranoica? Llevo toda mi vida lidiando con la prensa no quieras decirme que –

-Ya, ya. De acuerdo, tienes razón, disculpa. Seré más pudorosa.- Con una sonrisa se dirigió a cambiarse de ropa.

Cuando salió del baño, Cristina hojeaba el libro que Ale estuvo leyendo la noche anterior y Sofi estaba sentada junto a ella platicándole sabe qué cosa. Y Memo ya no estaba. Era tan raro saber que tenía hermanas y que eran las dos chicas al frente. Cristina era la más cercana a ella en edad, tal vez eso ayudara a hacer amistad con ella.

-Lista.- anunció.

-¡Eres muy bonita!- Exclamo Sofi tirándose sobre ella. Ale la sostuvo entre sus brazos. Sofi era pequeña a pesar de tener ya 8 años y era una niña súper cariñosa.

-Yo pienso que la bonita eres tú.

-¿Puedo ir con ustedes?

-Eh, bueno..

-No.- dijo fría Cris.

-Por favor.-

-Tardaremos un par de horas, te aburrirás. Vamos Ale.-

-Ale, llévame.- La pequeña puso cara de gatito de Shrek.

-Uhm, ¿Qué te parece si a mi regreso jugamos toooda la tarde?

-¿Lo prometes?

-Claro.-

Más tranquila sofi salió corriendo de la habitación. Ale caminó junto a Cristina hasta la entrada de la casa. Se quedaron ahí paradas.

-¿Qué esperamos?- preguntó impaciente.

-A Marcos, el chofer.-

-¿Chofer?

-Si, ¿O quieres caminar?- le preguntó sonriente Cris.

-No pero… Nunca me ha llevado un chofer será rarísimo.-

-No sé conducir.

-¿No?

-No. Me da miedo.- En eso una camioneta blanca muy lujosa paró frente a ellas.

-¡Vaya!- subió detrás de su hermana.

-¿Tu sabes?-

-¿Qué cosa?- Estaba distraída.

-Conducir…

-Ah, si. Aunque las motos son lo mio.

-¿De verdad? A mi papá también le encantan. Pero hace mucho que no conduce una. Tiene varias en la cochera.- Ale no sabía ese dato de su padre.

-¿Qué más le gusta?

-Los caballos, ¡le encanta el polo! La navegación…- Bien, tal parece que las motos era lo único que tenía en común con su padre.

-¿Desayunaremos en la universidad?

-No, iremos a desayunar a mi restaurante favorito. Ahí nos dirigimos ahora.

-Que bien, muero de hambre.

-Después de la universidad iremos a la oficina de mi papá. Quiere hablar contigo.

-¿Conmigo? ¿Por qué? ¿Qué hice?

-Nada, tu tranquila. Supongo que quiere entregarte tu horario de actividades.

-¿Qué actividades?

-Te lo platico en el desayuno, ¿te parece?

-Pero, Cris…

-Ahora quiero enseñare la ciudad. Por favor.

-De acuerdo. – dijo a su pesar.

-Thó se divide en dos partes: norte y sur. En el norte están los edificios corporativos, los bancos, los centros comerciales, culturales, los mejores restaurantes y tiendas. Gente de mucho dinero vive en el norte. En el sur vive la clase trabajadora, los obreros, campesinos, etc. Ahí no hay centros comerciales ni nada por el estilo.

-¿Por qué? Eso es muy clasista. Dividir la ciudad por nivel económico.

-No es que se haya dividido oficialmente, es más bien algo implícito en las personas de aquí. Si eres rico vives en el norte, si eres pobre vives en el sur.

-Qué mierda.

-¡Alejandra! No hables de ese modo. Alguien podría escucharte.-

-¿Y eso que? Mierda es una palabra.

-Calla.- Cris estaba entre divertida y escandalizada.

-Mierda, mierda, mierda, ¡mier!- Cris le tapó la boca con una mano mirándola con reproche.

-No puedes gritar eso, compórtate.- Ale podía ver la lucha interna de Cris, entre callarla o gritar ella misma ¡mierdaaa! ¿Su hermana sería feliz con ese estilo de vida?

-Está bien,- le dijo sonriente a la menor.- me comportaré solo por ti.

-Eso es algo. Llegamos.

Marcos se estacionó justo en la entrada del restaurante donde un joven con chaleco rojo se apresuró a abrirles la puerta.

-Bienvenida, señorita San Román.- dijo inclinando la cabeza ante Cristina.

-Gracias, Alfonso.-

Alejandra caminó junto a Cristina, siguiendo a Alfonso hasta el interior del lugar. Todo era muy lujoso Ale se plateó la idea de peinarse de ahora en adelante... naah que hueva. Los empleados del lugar le sonreían a su hermana. Llegaron a una mesa y los camareros gentilmente les retiraron las sillas en señal de caballerosidad.

-¿Podrías llamar al Sr. Altamirano?- le pidió a Alfonso.

-Por supuesto señorita.-el joven se retiró.

-Veo que eres una especie de celebridad.- comentó Ale mientras otro camarero llenaba sus copas.

-Algo así. Te acostumbrarás.

-¿Yo? ¿Por qué?- Antes de que Cristina pudiera contestar se acercó un hombre de unos 60 años, delgado, con visibles canas y porte elegante.

-Señorita San Román, como siempre un honor tenerla con nosotros. El vino es cortesía de la casa.- dijo amable señalando las copas llenas.

-Muchas gracias, es usted un caballero.- Ale observaba a su hermana, no parecía la misma Cristina. Es verdad que Cris era amable por naturaleza, pero la sonrisa de ahora le parecía algo forzada.

-¿En qué puedo servirle?

-Déjeme presentarle a mi prima, Alejandra San Román -¿Qué? ¿Por qué la presentaba? ¡Ella solo quería comer!

-Otra bella San Román.- Exclamó el hombre. Ale le dio la mano esperando que se la estrechara pero Altamirano le besó el dorso ¡Wácala!

-Vivirá en la mansión de la familia y es mi prima favorita así que espero se le trate con la misma amabilidad que al resto de mi familia.- dijo Cristina con el mismo tono amable aunque Ale pudo notar cierta actitud autoritaria de ella. Altamirano inclinó la cabeza sonriente.

-No tiene ni que pedirlo, los San Román son nuestros clientes más distinguidos. A sus órdenes Señorita Alejandra.-

-Eh, muchas gracias.- ¡¿Ya podían comer?!

-Supongo que desayunará lo de siempre, ¿verdad?

-Así es. Dos iguales, por favor.

-Enseguida. Si desea algo más no dude en hacérmelo saber.- con una última reverencia el hombre se retiró.

-¿Qué rayos fue eso?- Quiso saber Ale.

-Shht. No hables así aquí.-susurró Cris dando un sorbo a su vino.

-Bueno, pero ¿qué fue eso?-

-Tenía que presentarte. Es parte de mi deber hacer que las personas de ésta ciudad te conozcan y te respeten.

-¿No sería mejor colgarme un letrero?

-Tonta.- ¡Sonrió!

-Me parece que no estás muy cómoda con éste tipo de vida ¿o me equivoco?

-¿De qué hablas?

-Pues de esto, de tantos modales, tanta etiqueta. Dime algo ¿Has ido a una playa nudista?- Cris casi se atraganta con el vino que pasaba en esos momentos por su garganta. Giró la cabeza por todos lados por si alguien las había escuchado. Ale empezó a reír.

-¡Claro que no! ¿Estás loca? ¡No te rías!- exigió aunque también ella empezó a reír. Después de unos segundos volvió a su actitud seria.- Hago lo que debo hacer. Soy la mayor y la heredera al título, debo comportarme con honor siempre.

-Espera… ¿Heredera? ¿Qué no la sucesión es por línea masculina?

-Antes sí, pero a partir del 2005 se aprobó una ley de igualdad de género. Así que no importa el sexo, el primogénito es quien tiene derecho sobre el título.- Los camareros llegaron y pusieron los platos frente a ellas. Las chicas se miraban en silencio. Su padre le había dicho que la situación con respecto a ella era difícil por eso no podía reconocerla como su hija ¿se refería a eso? ¿No quería un escándalo debido a la sucesión? Si su padre la reconocía como su hija entonces…-¿En qué piensas?-

-Ah, en… nada.- picó un poco de fruta de su plato y se la llevó a la boca.

-Pues a mí me parece que sí.

Alejandra le sonrió. Cristina era su hermana. La quería. A pesar de apenas conocerla, la quería. A ella no le interesaba el título, jamás desearía ser una Condesa pero… Aunque Cris se esforzara en sonreír, Ale se daba cuenta de que no estaba cómoda con algo. No sabía exactamente con qué, pero lo descubriría.

-No puedo creer que tanto lujo y circo para un plato de fruta y unos huevos.-

-¡Pero son deliciosos!- Se defendió Cris.

 

 

Una hora después las chicas se dirigían al edificio administrativo de la universidad. Alejandra estaba impactada con el tamaño de esa escuela. Podía pasar tres días caminando por el amplio terreno escolar.

-Vamos por tus papeles y luego puedo enseñarte el edificio de artes. ¿Estás de acuerdo?-

-Claro.

Subieron unos escalones hasta la oficina correspondiente. Cristina se mantuvo a su lado mientras Ale se acercó a una secretaria que apuntaba algo en unas hojas.

-Buenos días. Vengo por un trámite de transferencia.

-Un momento. –dijo la empleada sin mirarlas.

-El trámite es de Alejandra San Román.- dijo fuerte Cristina. La mujer soltó su lapicero y levantó la cabeza rápido.

-Oh, señorita Cristina, disculpe no sabía que era… es decir…-

-Está bien.-Intervino Ale sonriéndole a la asustada mujer.- Termine lo que hacía nosotras esperamos.- tomó la mano de Cristina y la llevó hasta las sillas junto a una pared.

Pero la mujer se fue corriendo por una puerta cercana.

-No hagas eso ¿quieres? Casi la matas de un susto.- le reprochó a Cris.

-Disculpa, me irrita que no me atiendan rápido.

-Eres solo una futura Condesa, no una princesa.-dijo juguetona Ale.

-¿Cómo haces eso?- Cris colocó su cabeza en el hombro de la mayor.

-¿Qué cosa?

-Restarle importancia a todo.-

-Solo olvida un momento que vives entre oro y diviértete.- La puerta se abrió de golpe y Cristina regresó a su pose erguida.

-Adelante.- indicó la aún asustada mujer.

-Gracias.-

Tardaron menos de 20 minutos hablado con la decano de la facultad de artes. Uno mujer mayor, con arrugas y rostro severo.  Álvaro (mano derecha de su padre) se había encargado de todo. Solo firmó unos documentos de la transferencia y listo. Parecía que su verdadera identidad estaba bien resguardada. Después de la exagerada bienvenida por parte de la decano, las chicas salieron del edificio.

-Eso fue muy rápido.- observó Ale.

-Ser una San Román tiene sus ventajas.

-¿Cómo cuales? ¿Te dan una porción de pastel más grande en la cafetería?

- Payasa, no te burles de nuestro apellido.-

-¡Cristina!- Se escuchó una voz detrás de ellas. Ambas voltearon.

-Ay, no..-dijo Cristina por lo bajo para posteriormente sonreír.- Hola, Valeria.-Saludó dándole un beso en cada mejilla a la recién llegada.

-Hola, prima.- Ale veía atentamente a la chica pelirroja frente a ella. Era muy guapa, con unos ojos azules y una figura de modelo. La chica se fijó en ella y sonrió- ¿Me presentas a tu amiga?-le preguntó a Cristina.

-Por supuesto, pero no es mi amiga. Ella es Alejandra San Román…-

-¡¿San Román?! ¡¿Otra?!- a Ale le causó gracia la cara de asombro que puso Valeria.

-Si, es hija de mi tío Antonio.-

-No sabía que tenía una hija…

-Si, lo que sucede es que…

-¡Oigan! Sigo aquí.- Ale reclamó por atención.

-Oh, lo siento, que descortés.- Se reprochó Cristina.- Te presentó a Valeria Demonte Sáenz. Es hijastra de nuestro tío Tomás.

-Nuestro…

-Te lo presentaré en la siguiente reunión familiar.

-¿No conoces a mi padrastro?

-Eh, no. Lo siento. Aún no conozco a toda la familia.

-Espero me cuentes tu historia en la siguiente ocasión.-le dijo Valeria ¿coqueta? La pelirroja se acercó a ella y la abrazó, dándole luego un beso en la mejilla, aunque el contacto duró más de lo usual. Ale sentía sus hormonas bailando. Cristina se aclaró la garganta.

-Daremos un paseo por el campus, ¿te parece platicar en otro momento?- sugirió Cris.

-¡Las acompaño!- dijo Valeria colgándose del brazo de Alejandra.

-No es necesario, seguro veniste a algo importante.- le contesto Cris.

-Tuve entrenamiento de tenis pero ya acabó.- eso explicaba esa ropa deportiva que traía. Cris suspiró resignada, Alejandra notó ese gesto pero al sentir a Valeria pegada a ella prefirió concentrarse en ella y no en su hermana.

 

 

 

 

 

Notas finales:

 

 

Déjenme un sexy RW...

 

 

Besos cachondos.

 

 

!Travesura realizada!


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