Miré hacia ambos lados de la calle, siempre hay un auto que quiere pasar y se detiene por los transeúntes, pero hoy no, supongo que aún es temprano.
Miré hacia enfrente a la parada del autobús y sonreí porque aun tenía tiempo.
Caminé hacia ella atravesando la calle.
Un chico de playera verde y peinado limpio cruzó en sentido opuesto al que yo llevaba, y al pasar a mi lado noté la fragancia a sandía que desprendió.
Aspiré el suave aroma a dulce de sandia, por un segundo todo se detuvo.
Recordé a ese niño pequeño en el patio de recreo.
El que me buscaba y seguía para jugar conmigo por aquello bellos días a los siete años. Ese niño con su peculiar corte de hongo de color negro y sus pequeños ojos risueños.
Sus pequeñas manos tomando una paleta de dulce con forma y sabor a sandía.
Mismo aroma que quedaba en sus labios, los que quedaban teñidos de rojo por el dulce.
¿Cómo olvidar los lindos días de infancia?
Cuando lo preocupante era con quién juntarse en el recreo y a qué jugaríamos.
Pero más importante, ¿cómo olvidar a ese niñito con su paleta de sandía?
Él tenía una costumbre que ahora a los veintiuno la veo insana, pero cada que terminaba con su desayuno en la escuela, iba corriendo a comprar una paleta de dulce.
La vez que lo conocí no podía quitarle la envoltura, sonreí divertido porque nos conocimos a un lado del bote de basura, yo iba a tirar el cartoncito del jugo que tomé y él estaba ahí para tirar la envoltura de su paleta.
Sólo que no la podía abrir, así que me ofrecí para ayudarle.
“Me llamo Taemin.” Al segundo siguiente sus labios tenían presa esa paleta de sandía.
“Soy Minho.” Sonreí porque recuerdo haberme encogido de hombros, no le di importancia porque tenía un juego de futbol pendiente.
Luego de eso ese niño me buscaba, dejé de jugar futbol por un tiempo porque me había lastimado la pierna, así que Taemin compraba dos paletas de sandía, una para mí y la otra para él.
Nos sentábamos en una banca a mirar correr a los otros niños mientras las comíamos.
Con el tiempo era yo quien compraba las paletas.
Sólo que de un día a otro no fue más a la escuela, lo recuerdo, ese día me quedé con dos paletas en la mano.
Suspiré y tallé mis ojos, de pensarlo me pongo triste.
-¡Muévete!- miré hacia el auto que estaba a mi derecha, sonreí apenado e hice una reverencia para disculparme, retomé mi camino hacia la parada, el camión aun no llegaba así que me recargué contra uno de los pilares, aun tengo tiempo para tomar el autobús de regreso a casa.
End Pov’s Minho
A su lado, la pompa de chicle reventó.
Taemin sacó su Ipod para cambiar de canción.
El camión llegó y ambos se formaron para subir.
Minho se fue a los asientos medios, Taemin a los traseros.