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Please Don't Go... por Arizt Knith

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Notas del capitulo:

Bueno... lo unico que puedo decir es que me siento mal por haberme tardado tanto en actualizar este fic... Dentro de poco subire el tercer capitulo... O quizas lo haga ma;ana :'v

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(***)

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A la mañana siguiente Kardia se levantó con muchísimos más ánimos, por alguna extraña razón sentía que hoy sería un día diferente. Con esos mismos ánimos se dirigió al baño de su habitación y en el camino de deshizo de sus ropas, dejándolas regadas por todos lados. Hoy no quería ser el típico niño ordenado en casa, además, ya Lucia se encargaría de arreglar su habitación.

Mientras entraba a la ducha sintió como su cuerpo se iba relajando a medida que el agua tibia caía en él. Su larga melena se fue pegando de lleno en su espalda, así como los flequillos en su frente. A los minutos cerro el grifo y salió de la ducha enrollándose una toalla verde claro a la cintura. Vio con desgano el uniforme que descansaba sobre la silla de su escritorio, siempre impecable y bien planchado.

–Rayos… -Se fue a echar de nuevo sobre la cama, importándole poco que las sabanas se mojaran. Odiaba usar uniforme, en especial aquella molesta corbata que le cortaba la respiración.

Con aquellos pensamientos abandono su lecho y continúo con su rutina diaria, secando su cuerpo con aquella toalla, en especial su melena ondulada que era la que más tiempo se llevaba. Al cabo de unos diez minutos ya se encontraba luciendo más o menos decente, el único problema era aquella corbata con la que se encontraba batallando.

Después de una épica batalla para colocarse la corbata, algunos tropezones y caídas, se encontraba preparado para ir a desayunar algo. No se sorprendió en absoluto al encontrar su desayuno sobre la mesa de la cocina, los del personal le saludaron como siempre. Era normal para el comer solo y algunas veces en compañía de los del personal de la casa, por lo general su madre, Helena Skorpió, así como su abuelo, Alexander Skorpió.

Usualmente los amos de la casa, preferían disfrutar sus comidas en otros lugares y en compañía de personas de la alta alcurnia. Kardia detestaba eso, detestaba las apariencias y la etiqueta. Después de un nutritivo desayuno por parte de su nana, el peli azul se dirigió a la escuela, se encontraba ansioso y a cada paso que daba la ansiedad solo aumentaba. Como siempre saludo a los gemelos Aspros y Defteros, que se encontraban platicando cerca de la entrada de la escuela, seguro le estaban esperando. Ambos gemelos eran sus amigos y compañeros de travesuras sin fin.

–Je, ¿Y eso que te encuentras tan emocionado, Kardia? –Pregunto el mayor de los peli azules.

–Jah, ¿de qué hablas Aspros? –Inquirió el menor.

–Es solo que… es raro verte así de sonriente –Respondió el gemelo menor con una pequeña sonrisa– ¿Qué estas tramando?

–¿Acaso mi felicidad no se puede deber a otra cosa que no sea una travesura mía? –Ambos gemelos vieron al griego y luego se vieron entre si para al final reír entre los tres. Comúnmente cada vez que Kardia se presentaba así de radiante, era porque tenía alguna travesura en mente, por eso mismo era que los gemelos no podían pensar en otra cosa que no fuera esa– Bueno, lo mejor será que vayamos al salón

–¿Quién eres tú y que hiciste con Kardia? –Los griegos mayores se encontraban asustados, esta era la primera vez que el otro quería ingresar temprano al aula, ese no era el Kardia que ellos conocía.

–¿Qué? –Ahora era el quien no entendía el comportamiento de los gemelos.

–33-12, tenemos un 33-12 –Bromeo el menor de los gemelos. Al final ambos terminaron riendo por las locuras y se encaminaron al salón de clase, preguntándose mentalmente a que se debía el cambio del griego menor.

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(***)

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Ese mismo día el profesor Andreas dejo un trabajo en pareas, el mismo fue el encargado de escoger la pareja de cada quien, cosa que disgusto a muchos. A excepción de Kardia, pues su pareja de trabajo había sido nada más y nada menos que Degel Verseau. ¿Acaso su buena vibra se debía a esto? ¡No lo podía creer! Aquello era, era, ¡era difícil de creer! De todos los chicos del salón él había logrado quedar con el peli verde. Por un momento pensó que su pareja seria algún aburrido o que Degel terminaría emparejado con Albafica o Asmita pero no, al parecer alguna divinidad se encontraba de su lado como para hacer algo como eso.

El tema a tratar era sobre "El Calentamiento Global, y que cosas se podían hacer para evitarlo" el tema era aburrido, además de que era bien sabido que sin importar que cosas hablasen ellos, aun así la mayoría de la humanidad ignoraría un tema como el calentamiento global y seguirían haciendo lo que les venga en gana. Triste, pero cierto.

–No pienso hacer el trabajo yo solo –El mayor de los dos alzo una de sus cejas, Degel lucia extrañamente serio ese día.

–Tampoco es que sea un cabeza hueca que no sabe nada al respecto –Contraataco. Vaya, el que se encontraba emocionado de estar con el francés y este se mostraba así de agresivo con él.

–Eso espero…

Ninguno de los dos volvió a decir nada en el resto de la clase y se dedicaron a escuchar las explicaciones del maestro, bueno, al menos Degel lo hacía mientras anotaba en su libreta lo que él pensaba sería muy útil para después. El resto del día paso con normalidad, ninguno de los dos se dirigía la palabra a menos que se tratase con algo respecto a la clase o para pedir el borrador prestado. Finalmente la campana sonó a eso de las doce del mediodía, anunciando que la jornada había terminado, al menos por hoy.

–¿En dónde nos reuniremos para hacer la tarea? –La mirada de Kardia se llenó de sorpresa y una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios al escuchar aquella pregunta mientras miraba al chico meter sus cosas en la mochila.

–En mi casa no se podrá –Respondió de solo recordar la situación con sus familiares.

Degel solo le vio por unos segundos y sin decir nada, ¿Qué había querido decir el otro con eso? ¿Acaso no aceptaban a personas de su "categoría"? fuera lo que fuera prefirió no decir nada. –Bueno, entonces ven a la mía –

–Claro, porque no – Por otro lado el sentía que su suerte solo mejoraba, quizás con aquella oportunidad del trabajo que el maestro les había asignado, podría acercarse más al peli verde.

–Bien, tienes algo donde pueda anotarte la dirección – El mayor saco una libreta y lapicero de su mochila y se los entregó al otro, quien a los segundos se los regreso. La caligrafía de Degel era en cursiva, demasiado hermosa y fina; mejor que la de cualquier otra persona– Bien, ¿Qué te parece si nos reunimos mañana después de la escuela?

–Claro, porque no –Acepto. Esa era la primera vez en la que ambos hablaban sin siquiera verse mal o decir alguna grosería, bueno, al menos por parte de Kardia.

–Bien, nos vemos mañana –Y así ambos jóvenes se despidieron. Uno de ellos iba emocionado por lo que había pasado, mientras que el otro aún se cuestionaba si el profesor Andreas, se encontraba en sus cabales como para ponerle a Kardia de pareja.

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(***)

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Al día siguiente todo siguió su curso normal con la única diferencia de que ambos chicos se hablaban un poco más, ya fuera para pedirse prestado algún borrador o en caso de Kardia, las notas de la clase que no había terminado de copiar, porque se encontraba distraído. Mientras el griego terminaba de copiar lo que se había perdido, Degel se preguntaba mentalmente por qué le había cedido su libreta al otro, por lo general le hubiera ignorado y seguir como si nada pero después de la buena forma en la que el otro se la había pedido no le quedo de otra más que decir sí.

Se sentía extraño el ser amable con el bicho, como le apodaban los gemelos. Kardia desde un principio se había mostrado poco interesado en ser su amigo o siquiera en ser un buen compañero y casi siempre le gastaba alguna broma de mal gusto. Vio a su alrededor, el maestro Andreas había salido por unos minutos a la oficina del director por lo tanto la clase de había quedado sola y terminando algunos ejercicios de matemática. Podía ver como Asmita se encargaba de ensenarle a Defteros como era que se hacían las ecuaciones, mientras que Minos, el estudiante recién llegado, molestaba cada tanto a Albafica.

–No lo entiendo… –

Tenían al todo un mes para terminar el proyecto que el maestro Andreas le había asignado, por eso mientras guardaban sus cosas, Degel le había dicho a Kardia que lo mejor sería que se reunieran cada dos o tres días a la semana y así terminar rápido con el trabajo. Pero al conocer a Kardia y su mentecilla, el trabajo se fue retrasando, más de lo que el galo hubiera querido. Pero por cada dia que el heleno pasaba con él, en la cafetería sentía que las cosas mejoraban, mas con las constantes bromas del otro. Poco a poco, algo fue cambiando entre ellos.

..

La fecha límite del trabajo llego y con ella ambos lograron tener una de las mejores notas, después de ese trabajo practico que el maestro Andreas les había dejado hacer juntos, la relación entre ellos fue mejorando. Varias veces quedaban con verse en la cafetería del más joven, donde Garnet se encargaba de atender muy bien al muchachito de hebras azules. La mayor había notado el gran interés que el griego mostraba para con su sobrino, respiro hondo, esta juventud de hoy en día sin duda era más avispada que la de antes.

–Oye, ¿será que me puedes dar la tarta entera de manzanas? –Pregunto el mayor con la boca llena de tarta, Degel solo hizo una mueca de desagrado y le dio un suave golpe en la cabeza – ¡Oye! ¿A qué se debió eso?

–A que debes aprender a no hablar con la boca llena –Índico. El mayor solo hizo un mohín y continuo comiendo de su tarta favorita, bueno, todos los postres que hacia la tía de Degel habían resultado ser sus postres favoritos. No, en sí, toda la comida que había probado de aquella mujer había resultado ser mejor que la que comía en casa y que siempre le resultaba insípida, carente de aquel sabor casero.

–Tch, ya, bueno, no lo volveré a hacer "señorito perfección" –Degel rodo los ojos con fastidio y el peli azul solo soltó una sonora carcajada que hizo enojar aún más a su amigo –Ya hombre, no te amargues

Ambos chicos siguieron comiendo y bromeando mientras hacían sus tareas, Garnet tan solo observaba lo feliz que su sobrino se miraba al lado de aquel chico. Mientras atendía a algunos clientes, no pudo evitar recordar cuando su pequeño atendió por primera vez la escuela de ahí, había llegado feliz a la casa; podía notarlo en aquella mirada violeta. Había logrado hacer muchos amigos y aunque al principio la tuvo difícil con el peli azul, ahora helos ahí, ambos compartiendo la misma mesa mientras comían algo, hacían las tareas y bromeaban.

Pero había algo distinto y eso era algo que ella había estado notando, últimamente Degel se comportaba de manera distinta cuando se encontraba con sus amigos a cuando estaba con el peli azul. Con sus otros amiguitos Degel actuaba un tanto serio, pero cuando se encontraba con Kardia el peli verde dejaba sus emociones y sentimientos fluir. Bromeaban, reían, tonteaban, hacían travesuras y se contaban secretos que nadie más conocía.

–Garnet-san, tengo que irme pero antes de eso quería darle las gracias por la tarta de manzanas de hoy –La de hebras cobrizas se vio sorprendida al verse fuera de su ensoñación.

–¿Eh? ¡Ah! Si, de nada pequeño, al contrario, me alegra que te haya gustado – La mayor sonrió gentilmente mientras revolvía aquella mata de cabellos azules, Degel solo observaba en silencio a su tía y al griego. –¿Quieres llevar algo de tarta o pastelillos para el camino?

–¿Eh? ¿Puedo? –Pregunto el peli azul a lo que la otra asintió –¡Genial!

La dueña del local afirmo con la cabeza y se fue a la barra para tomar una cajita de cartón, la cual fue llenando con varios pastelillos y rebanadas de distintas clases de tarta, en especial las de manzana, pues sabía cuan amamante de los dulces era el joven griego. Por otro lado, Degel se encontraba con los brazos cruzados sobre el pecho. No entendía como es que el otro podía comer tantos dulces y sin empalagarse, mientras que el apenas podía con dos rebanadas de pastel porque después ya acababa con dolor de estómago.

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(***)

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–No entiendo cómo es que puedes con tantos dulces –Ambos amigos se encontraban caminando por las despejadas calles de Grecia, disfrutando de los matices anaranjados que les ofrecía el bello atardecer ateniense.

–Eso es porque en mi casa no preparan cosas como estas –Respondido, se sentía feliz de su valioso tesoro que llevaba además de que su amigo había decidió acompañarlo. Ambos jóvenes habían decidido tomar un atajo por un parque, que les llevaba más rápido a la casa del heleno.

–No lo entiendo –Se detuvo, Kardia igual le imitió.

–¿El que no entiendes? 

–Es decir, tú lo tienes todo, ¿Cómo es que no disfrutas de la comida que hacen en tu casa? –Estaba confundido, el griego lo tenía todo y si él deseaba algo, fácilmente lo podía conseguir con un chasquido de sus dedos.

–Veras – El griego se fue a sentar a una banca e hizo un ademan para que el otro le imitase y así continuar hablando– Muchos creen que por tenerlo todo soy feliz, pero la verdad no es así. –Hizo una pequeña pausa– Desde que nací mi nana ha sido quien ha cuidado de mí, casi nunca veo a mi madre y mi abuelo es un viejo cascarrabias que siempre busca que me comporte a la altura

–Tan equivocado no está –Musito el menor–

–Vale, eso no lo niego pero, mi familia es distinta y tú lo sabes –El menor solo asintió con la cabeza y le vio. La mirada de Kardia lucia algo apagada, no era como la de aquel niño revoltoso que él conocía– Mi madre y abuelo creen que, por pertenecer a la alta categoría no nos debemos de mezclar con personas que no estén a nuestra altura

–Eso es tonto

–Claro que lo es –Exclamo– Todo es distinto en casa a cuando estoy contigo en el café de tu tia, la comida, el ambiente es cálido, muy distinto a como es en casa

Soledad, soledad era lo que el sentía cada día que llegaba a casa y era recibido por las tantas sirvientas que habían y las veces que mirada a su madre, solo era para verla ataviada con sus mejores ropas y joyas, pues iba de salida con sus amigas u otras personas de la alta sociedad.

–Pero yo no soy como ellos, ¡jamás lo seré!

–Pero no es correcto –Murmuro.

–¿Eh? –No entendía, ¿Qué quería decir el otro con eso?

–Digo, al menos ante la vista de ellos… Eso no es correcto –Mientras lo decía, no pudo evitar ponerse algo triste. Bien sabía que si la madre o abuelo de Kardia se llegaban a dar cuenta de la amistad que el pequeño peli azul tenia para con él, las cosas no marcharían bien.

–¿Eh? Que estas… ¡Degel! ¡Escúchame! –Los zafiros del mayor brillaron como antes y sus manos se apoyaron sobre los hombros ajenos–Eres mi amigo, sin importar cuál sea el estado económico del otro… Sabes que a mí no me interesa eso, a mí me interesa tu amistad y nada más

–Pero…

–¡Pero nada! –Le callo. Las orbes violetas del peli verde se habían aguado, se sentía extraño por estar mostrando aquella faceta pero sabía que Kardia sería el único capaz de verla y eso no le molestaba.

–Entonces, ¿Lo prometes? –Pregunto con cierta ilusión en su mirada. Las mejillas del francés se tornaron carmesí y su corazoncito latió a prisa.

–L-lo prometo… –Respondió con una sonrisa y juntando su meñique con el contrario del peli azul.

–¡Bien! Siendo así… –Lo siguiente que paso fue solo el inicio de lo que sería una batalla interna. Después de haber juntado sus meniques para realizar el pacto, Kardia se había abalanzado a tomar al peli verde del rostro y robarle un beso. Degel se había quedado completamente estático, no sabía que hacer más que respirar, lo único que podía sentir eran los labios del griego sobre los suyos.

–Kar-kardi…

–Jejeje… ¡Te quedaste sin habla! –Exclamo el mayor con una enorme sonrisa y señalando al otro que solo murmuraba incoherencias.

–¡I-idiota! ¿P-porque hiciste eso? –El peli azul solo le sonrío con coquetería y se encogió de hombros.

–No lo sé –Mintió. Claro que si lo sabía, a pesar de tener solo diez años, sabia de esas cosas y estaba consiente de muchas.

–¿C-como que no lo sabes? –Por otro lado, Degel no entendía al idiota de su amigo, ¿acaso no se daba cuenta de la falta grave que había cometido? – ¿Es que acaso no te has dado cuenta de lo que has hecho?

–Sí, te bese – Pero para Degel aquello no era tan simple como el mayor o hacia ver. Kardia lucia totalmente fresco por eso, como si fuera algo sin importancia, pero para él era muy importante.

–…

– No me digas que ese fue tu primer beso –El menor tan solo agacho la mirada en señal de vergüenza. –Degel… ¿en verdad… en verdad era tu primer beso?

El galo cerro los ojos y asintió cohibido, con sus mejillas sonrojadas y esperando la burla por parte del otro. Pero para sorpresa de Degel, no hubo burla. Es más Kardia tan solo lo rodeo en sus brazos y al ser unos cuantos centímetros más alto que el otro, apoyo la barbilla sobre la cabeza de Degel.

–¿Q-que...? ¿Qué estás haciendo? –Pregunto mu

–Te abrazo, ¿Qué no es obvio?

El peli verde guardo silencio y se entregó al momento mágico entre los brazos del heleno, inesperadamente, Kardia volvió a reafirmar el agarre y apoyo la barbilla sobre la cabeza del menor. Ambos eran los únicos en aquel parque bajo el árbol de castaño, cuyas hojas en tonos amarillos, rojizos y anaranjados volaban de forma agraciada por todo el lugar. Todo era un momento mágico bajo aquel árbol.

Apenas eran jóvenes, Kardia tenía diez y el solo nueve; pero aun así aquello no parecía impórtales, mucho menos que el otro fuera un chico. Aun eran pequeños y no entendían de aquellos sentimientos que empezaban a desarrollarse en sus jóvenes corazones. Solo bastaba con que el tiempo pasara y así fue. Ambos siguieron siendo los mejores amigos, a pesar de que ambos demostraron tener varias cosas en común aun así Kardia sabía que podía confiar plenamente en Degel, y viceversa.

Con el paso de los anos, Degel pudo darse cuenta de que Kardia sería considerado como uno de esos chicos rompecorazones. El griego creció más, llego a medir un metro ochenta, un bello adonis de piel acanelada, largos y ondulados cabellos azules, ojos índigo y picaros, así como también era poseedor de una bella sonrisa galante y un cuerpo de ensueño y bien marcado; que había logrado conseguir al estar por varios años en el equipo de futbol. Kardia llego a convertirse el chico más popular de la secundaria e inclusive ahora en la universidad.

Mientras que Degel era todo lo contrario, al menos en el físico. El galo creció y con ello fue poseedor de una gran belleza. Su piel era como siempre blanca y tersa, sus cabellos largos y lacios de un hermoso color verdoso y hasta la cintura. Era esbelto, de apariencia muy delicada, nariz respingada, pestanas tupidas, labios carnosos, finos y de un ligero tono rosáceo; además de ser todo un "cerebrito" como solía decirle el peli azul.

Pero aquel "cerebrito" había resultado ser un joven muy dotado en belleza e inteligencia, además de tener un gran talento en la música y escritura.

–Holaaaa, Tierra llamando a Kardia

–¿Eh? ¿Qué? ¿Qué sucede? –Pregunto el peli azul, el otro solo le vio raro.

–Geeez, ¿Qué te pasa hombre? Pareciera que estas en andas en otro planeta –La mirada de Kardia entonces se encontró con la de su amigo Manigoldo, el otro peli azul de nacionalidad italiana.

–Nada tan solo estaba pensando –Murmuro lo primero que se le vino a la cabeza, Manigoldo que no era tonto vio al otro sin creerle una pizca de lo que decía.

–Amigo, tú no piensas… Y en dado caso que lo hagas, creo que eso traería el fin del mundo consigo

–Ja, ja, ja, que gracioso eres Mani –El italiano entonces soltó una sonora carcajada. Ambos eran amigos desde el kínder, pero por motivos de trabajo el padre de Manigoldo se tuvo que mudar a Inglaterra por varios anos, a pesar de todo jamás perdieron contacto y ahora que cursaba la universidad, había tenido la suerte de encontrarse con él. –¿Y? ¿Qué es lo que quieres, mi querido mafioso?

–Jajaja, idiota, nah, venía a preguntarse por lo de esta noche –Hasta el momento solo eran cinco los que se encontraban en la sala y por fortuna el maestro aun no llegaba al salón, así que podían hablar tranquilamente.

–Tch, la verdad ya no sé si iré al antro

–Oh vamos, ¿acaso no iras de nuevo porque tu amigo no es de ir a esos lugares? –Por amiguito, Manigoldo se estaba refiriendo a Degel, quien igual asistía a la misma universidad. El italiano era el único que sabía de aquellos extraños sentimientos que crecían día a día en el corazón del heleno.

–¡MANIGOLDO! –Volteo a ver hacia todos lados, esperando que nadie haya logrado escuchar al otro.

–Ya hombre, ya, no te sulfures –A veces no entendía como es que el otro siempre reaccionaba de esa forma cuando se hacía mención del peliverde. Ah, era cierto, Kardia había empezado a descubrir que albergaba sentimientos más allá de la amistad para con el galo– No entiendo cómo es que te alteras con algo como eso

–Lo que tú no entiendes es que eso es mi amigo

–Ya ni te entiendo…

–Tch…

–Bueno, vas a ir a la fiesta o ¿no? –

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(***)

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Era viernes por la noche y todos se encontraban en aquel antro disfrutando de la fiesta, unos bailaban entre amigos, otros solo platicaban, otros se encontraban en la zona más oscura y comiéndose a besos y quizás más que eso, pero el, él se encontraba en la barra bebiéndose una cerveza. ¿Y todo por culpa de quién? ¡De ese maldito y aburrido de Degel!

Supuestamente ese era viernes de películas y lo pasarían juntos, después de todo casi no se habían visto por las clases. Degel se encontraba estudiando medicina mientras que él estudiaba leyes, era algo que se le daba muy bien, sobre todo intimidar a las personas y era bueno con el habla. Ese día le había ido a hablar con el peli verde para comunicarle que no iba a poder porque los gemelos habían hecho una fiesta, y que mejor lo dejaran para otra ocasión. De un pequeño comentario salió una gran discusión, en la que Kardia se veía las de perder porque últimamente había estado evadiéndolo. Al final, el peli azul le dijo que él también estaba invitado y que lo mejor sería ir juntos.

Al final terminaron discutiendo aún más y diciéndose cuanta cosa se le viniera a la mente, Kardia, quien era un experto en eso termino diciéndole que solo era un maldito ratón de biblioteca que no sabía cómo divertirse, y que era más posible que una abuelita de cien años supiera divertirse más que él. El punto final de aquella conversación fue un Degel enojado y tirándole la bebía en la cara al otro, para luego decirle que el sí sabía divertirse y que se lo iba a demostrar.

–Maldición… –Ya llevaba su quinta cerveza y ni eso le quitaba el mal sabor que tenía en la boca o le borraba la discusión que había tenido con el otro. –Estúpido Degel

–Oye, oye, oye ¿Qué pasa amigo? –El italiano desde hacía rato que había notado mal a su amigo, por lo que dejo de comerse a besos al pobre de Thanatos para ir a verle.

–Tch…

–Oye, oye, ¿acaso el gran Kardia Skorpió ha sido rechazado por alguna chica?

–No es eso –Mascullo entre dientes antes de darle otro sorbo a su cerveza.

–Es culpa de Degel –Musito.

–¿Eh? ¿Y ahora que paso con él?

–Que es un aburrido –Gruño. Se sentía de la joda, era viernes por la noche estaba en un antro, con buena música y hermosas chicas pero nada que disfrutaba.

–Pues yo no creo que sea tan aburrido –Respondió el italiano, Kardia solo le vio como si se tratara del bicho más raro de todo el mundo –¿Es que acaso no lo has visto bailar con Aspros?

–¿Qué? –Ahora si estaba que escupía o se atragantaba con la cerveza.

–Si, digo, por un momento creí que te habías dado cuenta de eso… –Ahora la confusión del otro era mayor, no entendía ni una pisca de lo que el italiano hablaba – Mira, a lo que voy es que desde hace un rato me encontraba platicando con Aspros y vimos a Degel y desde entonces Aspros no le ha soltado, si no me crees anda a ver

–N-no… no puede ser –La botella quedo aun lado y Manigoldo no sabía si había echo bien en decirle a su amigo, pero en cierto modo sentía que debía darle un empujón al otro para que se diera cuenta de sus sentimientos.

A cada paso que Kardia daba a la pista solo se podía repetir mentalmente que eso no era verdad y que su amigo le debía de estar gastando alguna broma de mal gusto. Pero entonces le vio, vio a un joven de cabellera verdosa y piel nívea. Aquel chico se encontraba moviendo de la manera más sensual, sus caderas se movían en una danza erótica que parecía hipnotizas a todo ser que se cruzara y Aspros no era la excepción, el gemelo mayor se encontraba de lo lindo bailando bien pegadito con el galo, tan así, que había usado uno de sus brazos para rodear aquella pequeña cintura mientras juntaba sus cuerpos y le susurraba algunas cosas al oído que solo hacían sonrojar al francés.

–No… –Entre más minutos pasaban más miraba a su amigo, ese no era el Degel que él conocía, el mismo nerd que se pasaba horas y horas leyendo o estudiando.

La rabia creció en su interior al ver la cercanía entre el otro griego y el francés, nunca antes había sentido aquella emoción ir en aumento hasta hacerle hervir. Sus pasos se hicieron más veloces, poco le importo si había golpeado a más de uno mientras pasaba por entre el tumulto de algunas personas, lo único que quería era sacar al otro de ahí.

–Degel… –El menor se vio sorprendido al sentir aquel agarre en su brazo, más aun al escuchar aquella voz tan familiar.

–Suéltame, Kardia –Pidió de la forma más amablemente posible, pero el otro solo hizo el agarre más fuerte –¡Kardia, me estas lastimando!

–¿Es que acaso no le has oído? –Esta vez fue el turno de Aspros quien salió en defensa del galo, el mayor de los gemelos sabia de los sentimientos que su amigo sentía por el galo y por eso jamás había interferido, pero ahora que eran mayores y que el peli azul menor había perdido la oportunidad el aprovecharía.

–Este no es asunto tuyo, Aspros –La mirada de ambos hombres parecía arder, ninguno de los dos cedería. –Esto es algo entre Degel y yo

–¡Suéltame, Kardia! –Volvió a exigir el galo al verse ignorado

–Tch… tú y yo tenemos cosas que aclarar –Ni Degel o Aspros tuvieron el tiempo suficiente para quejarse, cuando el griego ya se había echado al peli verde al hombro y había huido de ahí. El pobre de Degel sentía como su rostro ardía por la vergüenza que estaba pasando, y ni tan siquiera los constantes gritos o pataleos suyos hacían ceder al otro.

Kardia ya no tenía la paciencia de antes, no cuando vio a su mejor amigo bailar de aquella forma con el griego mayor y se dejaba toquetear por este. Quizá era por la influencia del alcohol que actuaba así o quizás no lo era, pero ahora no le importaba. Mientras llegaba al estacionamiento, saco el juego de llaves y apretó el botón de su llavero para des loquear las puertas y abrir la de la parte trasera, donde echo al otro quien intentó escapar sin conseguirlo.

Mientras Degel no dejaba de quejarse e insultar pero el otro poco le importo, con la misma se metió al auto y condujo lo más rápido hasta su departamento, el cual quedaba a treinta minutos del antro pero por al ser viernes y a eso de las once las calles estaban solas, así que llevo en menos de diez minutos. Se sentía traicionado y a la vez no sabía porque.

–Maldición –Apago el motor, cogió las llaves y se salió del auto para abrirle la puerta al otro y sacarlo a la fuerza.

–Maldito cavernícola… ¡Suéltame! –No hubo momento de Dios en el que no se había quejado o insultado, pero en todo ese tiempo el griego no le había dicho nada y solo se había dedicado a conducir.

–Cállate –Gruño molesto, tan así que asusto al otro –No puedo creer que hayas ido a la fiesta y que de paso, te hayas puesto a bailar como una puta para el

Aquello había sido algo que le había calado en lo más profundo al menor, no entendía porque el otro reaccionaba así, cuando había sido el quien le había estado evadiendo día con día y justo cuando llegaba el único día en que ambos podían verse, decidía irse a una pinche fiesta; a un lugar donde el nunca encajaba. En momentos como ese no entendía como era que había desarrollado aquellos sentimientos, se sentía idiota. Había más de un motivo por los cuales Degel jamás asistía a las fiestas, no es porque no fuera popular, al contrario, lo era.

Pero siempre era lo mismo, en todo lugar el griego acaparaba la atención y casi siempre se le miraba besándose con alguna chica con la que luego desaparecía y le dejaba solo. ¿Y saben que era lo peor? Que él se encontraba profundamente enamorado de aquel idiota, no por nada eran amigos desde pequeños y conocía cada faceta del otro. Le amaba con gran intensidad, amaba a ese tenaz y testarudo Kardia, a ese chico de la eterna sonrisa y amante de las manzanas pero dolía verle con otra, dolía saber que el heleno solo le veía como un amigo y nada más.

–Suéltame… Kardia… –Volvió a pedirle lo mismo, tenía la mirada baja y el flequillo le cubría los ojos que pronto empezarían a aguadársele.

–¿Y que harás si no lo hago? –Seguía fuera de sus cabales, se sentía dolido, traicionado pero ¿traicionado porque? No lo sabía y eso era lo que más le molestaba.

Ambos se quedaron de aquella forma en el frio de la noche, las calles están solas así que nadie les podía ver. Degel escucho como Kardia chasqueaba con la lengua y nuevamente le jalaba hasta el departamento del griego, aunque Degel no se la dejaba fácil, el menor no dejaba de gritarle o zafarse del fuerte agarre del mayor. Aun así Kardia se las arregló para abrir la puerta y meter al otro a la pequeña salita, donde apenas y había cerrado la puerta tras de sí, tomo al otro por la cintura y estampo sus labios contra los ajenos.

La mirada violeta del peli verde se había llenado por sorpresa, es más, se había quedado estático ante el beso inesperado que el otro le había dado. Los labios del heleno se movían sobre los ajenos, no sabía porque lo había echo y tampoco le importaba. Lo que si era real y que jamás aceptaba, es que siempre desde aquella vez cuando eran pequeños y se habían dado su primer beso ansiaba volver a probar aquellos labios.

Degel era un manojo de nervios, después de tanto tiempo volvía a ser besado por la persona que amaba; pero no sabía a qué se debía eso. Sus fuerzas le fueron traicionando y también fue cediendo, el heleno aprovecho para usar su lengua y hacer que el otro abriera la boca. Esa fue la gloria misma cuando su lengua se introdujo en la cavidad de nacionalidad francesa, aquello era mejor que la ambrosia. Y el dulce sonrojo en las mejillas del más joven, no hacía más que mejorar el momento. Su tentación incremento, sus fuertes brazos morenos rodearon la cintura pequeña y sus labios capturaron el labio inferior del peli verde, mordiéndolo con algo de fuerza y provocando que este soltara un pequeño gemido.

–Degel… –Gruño con voz ronca.

   

Notas finales:

Espero que lo hayan disfrutado!!


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