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Monster por sugar-blood

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Notas del capitulo:

Bueno, regrese aún teniendo un fanfic en proceso, pero no podia quedarme de brazos cruzados siendo la Gala de mi niño hermoso <3. Espero que lo disfruten.

Overture

 

Harry miraba expectante desde el atrio. Removió su cabello negro y lo jaló un poco. Estaba cansado y sólo quería ir a descansar un momento.

                      

El hombre aun lado de él le dio una mirada significativa y sonrió. Le complacía que el chico hubiera cumplido sus diecisiete y que ahora fuera un gran mago, todo lo que él quería para fuera su sucesor.

 

— ¿Algo te inquita, Harry?— Preguntó el mayor.

 

Como respuesta el muchacho bufo. Dio una mirada rápida hacia abajo y observó a algunos mortífagos moviéndose de un lado a otro, tratando de no ser tan ruidosos.

 

—En realidad, no. Solo quiero ir a descansar. En la mañana tuve que ir personalmente al ministerio porque hubo algunas pequeñas peleas. Parece que están listos los rebeldes, de nueva cuenta. —Contestó con tono monótono, como si fuera un trabajo de todos los días. —Sinceramente, Voldemort, necesito unas vacaciones. — Harry volteó su mirada cansada al hombre.

 

Voldemort había jugado bien sus cartas y en vez de asesinar al chiquillo cuando tuvo la oportunidad, se lo llevo. Lo crio como si fuera su hijo, a su semejanza, con sus valores y lo educó en la magia. Harry demostró se diestro y ser tan suspicaz como él. Cuando el chico sólo tenía once años se había levantado para hacer una gran guerra. Naturalmente, el salió vencedor, tenía a casi todo el mundo mágico a su merced. Claro que aún había algunos rebeldes, pero eso le daba emoción en algunas ocasiones.

 

—Bueno, es normal. Ya tenían un momento sin aparecerse desde la batalla en el Lago negro. — respondió rápidamente el mayor. —Pero te he mandado pedir algo que te encantara…—Sonrió  

Un estruendo en la puerta principal  no dejo que Voldemort continuar con lo que decía y la mirada de los dos se dirigió a la entrada. El señor oscuro se levanto y alzo sus manos para recibir a la tromba de mortífagos que se acercaba.

 

— ¡Bella! Querida Bella, ¿Has traído mi encargo? —Preguntó jocoso Voldemort.

 

—Mis señores…—Reverenció la “dama”. —Lo he traído mi señor. Es un pequeño bastardo escurridizo, pero lo encontramos. Ahora se encuentra en los aposentos del Joven señor. —Le comunicó.

 

— ¡Perfecto! Espero verlo pronto. Harry…—Voldemort detuvo su hablar y volteó a ver a su discípulo. —Tu regalo está listo. Tienes razón, te mereces un descanso por estos arduos trabajos. Ve y tomate tú tiempo. —Alentó el mayor.

 

Harry frunció el seño, pero se levanto. Bajó del atrio y pasó por la bola de mortífagos que se reverenciaban a su paso. Salió de la recepción y caminó por varios pasillos para llegar a su cuarto. Abrió la puerta lentamente.

 

En su cama, justo frente a la puerta, se encontraba la criatura más hermosa que pudo a ver visto en sus cortos diecisiete años.

 

Era rubio y estaba desnudo en el lecho, sus ojos vendados, sus manos amarradas a su espalda, unos pezones rosados y erectos, sus piernas abiertas tan vulgarmente, mostrando un miembro flácido con unos pocos vellos en la coronilla y un hermoso aro de carne con forma de asterisco adornando ese hermoso y -en apariencia- suave trasero.

 

Sonrió con complacencia. ¿De dónde lo habría conseguido Voldemort? ¿Del mismo cielo?

 

— ¿Quién anda ahí? — Habló la criatura angelical con tono amenazante.

 

La voz de aquel hermoso ser le estremeció y mando una corriente por toda su espalda. Se acerco lentamente, quitándose la túnica que llevaba y montándola en algún sillón cercano. Todo su guardarropa era negra, su camisa era de cuello de tortuga y mangas largas, un pantalón de vestir y unos impecables zapatos era lo que siempre llevaba. No ocupaba más.

 

— ¡So…soy un mago! —Advirtió de nuevo el rubio.

 

Harry estaba tentado a reírse. ¿A quién se le ocurría amenaza en una situación como esa?

 

Antes de que Harry pudiera continuar tocaron la puerta, gruño y rodo los ojos. Su cabeza empezaría un carnaval que sabía, le causaría dolor hasta mañana.

 

—Pasen…—Murmuró, lo suficiente audible.

 

Sin quitar la vista de su “presa”, que tembló notablemente cuando habló, escuchó la puerta abrirse pero ni se inmutó. Puso un silencio en el hermoso rubio y un rápido evanesco, por alguna razón le molestaba el solo hecho de que alguien más observara a su “regalo” desnudo.

 

—Señor…—

 

Vio la reverencia que le dedicaban por el rabillo del ojo y estaba a punto de suspirar.

 

—Marcus Flint…— Masculló. — ¿A qué debo esta…desagradable intromisión? —

 

—Acaban de llegar los nuevos prisioneros de esta mañana. — Respondió con tono frio, a pesar de su notable nerviosismo.

 

No cualquiera podía tratar con Harry Potter, el sucesor del gran Lord Voldemort. Sabía que Marcus había sido el pobre imbécil de turno que le toco dar esa noticia, era de saber publico que le molestaba de sobre manera que lo molestaran en sus habitaciones.

 

—Dirigirte con Blaise Zabini o Theodore Nott. No me molestes con pequeñeces. —Le dijo.

 

Miro como Flint se volvía a reverenciar para retirarse y espero a que cerrara la puerta para suspirar. Estúpido Marcus Flint.

 

Su mirada volvió a su cama y quito los encantamientos. Cuando el evanesco se fue, miró con lascivia a aquel cuerpo. El chico rubio estaba removiéndose y le pareció tan endemoniadamente tentador…

 

— ¿Quién es? Por favor…—Suplicó su “regalo”.

 

—Estas en la mansión Riddle…— Le contestó sin más.

 

— ¿Quién eres? ¡¿Dónde está Ron?! ¡¿Qué le hicieron a Neville?! —Preguntó el rubio a gritos, removiéndose.

 

Harry sonrió de lado. Sus dedos recorrieron el torso desnudo y tuvo que impedir un gemido por la placentera sensación de sus yemas tocando aquella suave piel.

 

—Soy Harry Potter. — Escuchó un suave jadeo de sorpresa de su apresado. —Y no saldrás de aquí nunca, así que puedes ir olvidando tu pasado, tu nombre y tu familia. — Le dijo calmado mientras acercaba su boca al delicioso cuello expuesto.

 

Sintió como se removía bajo su tacto y percibó los dóciles sollozos que salían de aquella apetitosa boca que quería besar. Lento, recorrió con sus manos a la dócil criatura. Se preguntó si le habían dado al chico alguna poción o hechizo para que se viera endemoniadamente apetecible a sus ojos. Pero no encontraba nada raro.

 

Por otra parte Draco se sentía ultrajado, humillado. Todo el esfuerzo de sus padres por protegerlo para nada. Para que, aun después de pasarse al lado de la orden del fénix, la seguridad de su hijo fuera injuriada. No lo creía, caer a manos del protegido del señor oscuro. ¿Dónde estarían Neville y Ron? ¿Qué pasaría con ellos? Habían ido sólo un momento a la casa de su tía Andromeda- que era usada como hospital improvisado- a llevar suministros y justo antes de llegar, les atrapo una redada de mortífagos. No podía correr a la casa de su tía, los llevarían a atrapar a todos lo que se protegían ahí, así que salieron corriendo al lado contrario a un bosquecillo cercano. Sólo inmovilizaron a algunos cuantos y terminaron siendo atrapados, después de dar la marca del fénix, para que supieran que estaban siendo atacados. El primer atrapado había sido Neville, luego Ron y antes de que el cayera, había visto la cara emocionada de su tía Bellatrix.

 

Los pensamientos de Draco volvieron de sus recuerdos cuando sintió una mano fría tocar su miembro. Se arqueo por el fresco toque y se removió de nueva cuenta. Cuando sintió su boca siendo invadida mordió el labio de su captor. Lo sintió retroceder y estaba a punto de sonreír airoso. Pero sintió un golpe en su mejilla que casi le hizo voltear la cabeza entera. Una cachetada.  

 

—Pequeña puta…—

 

Harry limpió con su lengua el hilillo de sangre que escurría de su labio. Con sus manos tomó la carilla del rubio con brusquedad. Le quitó la venda que tapaba a unos ojos color plata, los ojos más hermosos que hubiera visto. La mirada de Draco era de miedo y desconcierto para luego pasar a una de enojo e indignación.

 

—“Que criaturita más curiosa…”—Pensó Harry.

 

Draco pensaba en una forma de poder escapar de ese lugar pero todo era tan confuso. Nunca había visto de cerca a Harry Potter, siempre lo observó a lo lejos en algunas peleas donde el no participaba, porque su padre siempre le decían que cuando sintiera la magia de Voldemort o Potter, corriera. Eran peleas a las que no debería enfrentarse, ya había demasiadas muertes y eran el futuro, no podían desperdiciarse vidas tan jóvenes.

 

—Nunca saldrás de aquí. En un momento más te marcaré como mío y estarás perdido. — Le amenazó Potter mientras los ojos que eran de un verde esmeralda, se volvían de un rojo opaco hipnotizarte.

 

Draco se quedó quieto, algo había hecho su captor, pues no podía moverse ni hablar, como si fuera una muñeca de trapo. Pero cuando sintió la boca de Potter succionar y lamer uno de sus pezones, un gemido salió de su boca, en vez de un grito, que era lo que quería en realidad. Harry paseó sus manos por los costados suaves del rubio, mientras su boca descendía por el pecho, mordiendo, succionando y marcando aquel cuerpo celestial. Sentía el sabor a sangre en su boca, delicioso. Dos de sus dedos se dirigieron a la entrada virgen del chico y los forzó a entrar, haciendo daño a las paredes anales.

 

Draco solo podía gemir aún que no quisiera, como si lo disfrutara. Pero dolía. Sufría en cuerpo y alma.

 

Harry sin esperar a que estuviera listo se retiro un poco del muchacho. Sonrió de lado al ver su trabajo, todos esos hematomas por las succiones y sangre por las mordidas le parecían una obra de arte. Bajó el cierre de sus pantalones y sacó su considerable erección. No recordaba hace cuanto se sentía tan excitado.

 

La mirada de horror que le daba el rubio contrastaba con el cuerpo que vibraba de placer. Pensó que su magia se había desnivelado.  Se suponía que el chico sentiría, completamente, lo que él quisiera que sintiera. ¿Entonces por qué sus ojos demostraban otra cosa y no placer? Que problema.

 

Levantó la atadura mágica de los pies del rubio y subió sus talones a sus hombros, acercó su erección a la sangrante entrada del rubio y se metió de una estocada. Escuchó el gemido falso de placer del otro, pero de nueva cuenta los ojos demostraban dolor puro. Pero no le importó y empezó a bombear. Adentro y afuera. Sentía la sangre caliente del rubio envolver su pene y lo hizo gruñir de éxtasis. No pudo contenerse por mucho tiempo, la entrada era demasiado estrecha y apretaba su miembro casi dolorosamente. Se vino dentro del otro mientras apretaba los glúteos redondos, encajando sus uñas.

 

Esperó a que su respiración se calmara y salió del rubio. Se levantó con calma y murmuró un hechizo para limpiarse, se vistió y antes de salir le dio un vistazo a la cama. El rubio tenía sus ojos idos, vacios y de su ano escurría su semen y la propia sangre de las heridas. Salió con calma, afuera ya esperaba la servidumbre.

 

—Limpia el desastre, pero no desaparezcas la marca más grande de su cuello. Esa déjala así. —Ordenó sin mirar a la castaña que serbia como su sirvienta personal.

 

*/*/*

 

Draco quería morir. Se sentía un desecho humano, basura. ¿Cómo era posible que un ser humano pudiera ser tan perverso? Se recogió más en un ovillo, el movimiento le causo dolor, y soltó un leve sollozo. Una mano cálida toco su piel fría y se asusto, temblando en el proceso.

—Tranquilo…— Le susurró una voz de mujer. — No te hare nada malo. Vamos a curar esas heridas. — Le dijo con calma.

 

Sintió que le tocaban el rostro y cerró sus ojos. Abrieron con cuidado su boca y una poción viscosa, con sabor horrible surco su garganta. Cuando toda la sustancia pasó, comenzó a toser. En poco tiempo se sintió mucho mejor, dejo de sentir ardor en su área profanada y se dio el lujo de abrir los ojos. Una chica se encontraba mirándolo fijamente. Era castaña, con el cabello recogido y unos ojos marrones.

 

—Ahora quédate quieto, tratare de curar las otras heridas externas con magia…— La chica levanto su varita y comenzó a conjurar hechizos sanadores.

 

Su mutismo no cambio, ni al sentir la magia de la mujer recorrer su cuerpo en busca de heridas. Cuando termino la revisión la chica le ofreció una toalla.

 

—En esa dirección…—La mujer le apuntó una puerta de roble oscura. — está el baño, aséate. Mientras tú lo haces, yo traeré la comida. — Por último le sonrió melancólicamente y se fue.

Con cuidado se levantó, pero ya no sentía dolor. La fría y suave alfombrilla recibió sus pies y se sintió desvanecer; pero se mantuvo agarrado de la pared más cercana y se fue de ese modo hasta el baño. Ahora sin dolor y más tranquilo su mente trabajo correctamente. Tenía que escapar, a toda costa. Escuchó que alguien entro a la habitación y decidió meterse a la bañera ya preparada. La mujer que le atendió parecía ser una buena persona, tal vez podría pedirle que le ayudara a su cometido. Decidió que se daría el dichoso baño. Se sentía asqueroso, sucio, denigrado. Había fallado a las expectativas de sus padres, se había arriesgado tanto.

Y también estaba la cuestión del lugar donde se encontrarían ahora Neville y Ron. Esperaba con todas sus fuerzas que no los hubieran matado, aun que no había escuchado ningún hechizo imperdonable cuando los capturaron. Tenía esperanza y no la quería perder tan rápido. Tendría que regresar a la guarida y ver si sus amigos habían regresado; o si a caso eran prisioneros, seguir un curso de contraataque para liberarlos.

 

El agua caliente, los perfumes y sales de la enorme bañera lo relajaron. Estaba tan tenso cuando aquel… aquella bestia le había tomado, que sus músculos protestaban por un descanso. Pero no deseaba bajar la guardia, no ahora. Pero irremediablemente cayó con cansancio en un sueño bastante profundo.

 

*/*/*

 

Cuando despertó, estaba en la cama de nueva cuenta, reclinado de costado. Se sintió desorientado y por un momento quiso volver a dormir, estaba tan cómodo. Estaba desnudo, pues sentía el suave rose de las sabanas, fue entonces cuando recordó en donde estaba y lo que había pasado. Abrió sus ojos, como si no se creyera realmente su situación y lo grave que era. Las caras de Ron y Neville lo sorprendieron en su mente. ¿Dónde estarían? ¿Qué desgracias estarían corriendo en ese momento?

 

Se permitió que unas lágrimas corrieran por su rostro, pero no soltó ningún sollozo.

 

—Oh, así que ya despertaste…— Escuchó la voz malvadamente tranquila y conocida de Harry Potter.

 

Se puso rígido al oír a su violador. Después de un momento percibió como un libro se cerraba y el crujir de la madera de alguna silla. Pasos lentos se acercaron a la cama donde descansaba y no pudo hacerse el dormido, estaba temblando y sus ojos se negaban a cerrarse.

 

—Tranquilo…— Un susurró en su nuca y una mano en su hombro lo sorprendieron. — Parece que no tuvimos una buena presentación. — Dijo Potter en tono jocoso.

 

La mano que le tocaba, a diferencia de lo que sintió cuando lo estaba violando, era cálida. Pestañeo un  par de veces. Sintió la mirada del otro en su perfil y se sintió cohibido.

 

—Eres muy hermoso Draco Malfoy…lástima que ahora estés en el infierno. —

 

Le sintió reclinarse cerca a su rostro y su temblor creció. No creía poder soportar otra ronda de sexo duro en tan poco tiempo. Pero, sorprendentemente, el de ojos esmeraldas le besó la frente y el sólo pudo cerrar los ojos, cansado. La mano cálida se acomodó en su cabello y comenzó unas suaves carisias que irremediablemente lo hicieron caer dormido de nuevo.

Harry miraba atentamente como el rubio dormía plácidamente.


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