Pov’s Ghost Bakura
Hace mucho tiempo que me encanta verlo a través de la ventana, en aquel otro departamento frente al mío, se puede contemplar cada rincón, del otro lado del edificio, cada habitación y ahora me sentía totalmente agradecido, porque después de tantos años, no me había sentido tan pleno y excitado al ver a alguien de tan exquisita complexión, la vista era perfecta, y esta ventana quedaba aún mejor; es deprimente por las mañanas, nunca logro verlo, me siento ansioso por las tardes, porque sé que más o menos es su horario de llegada, y en las noches, puedo comerme ese manjar con los ojos.
Simplemente estoy en desventaja, primeramente porque jamás podré gozar de los demás placeres que la vida le da a la humanidad y lo que le sigue, jamás podré ser con quien esté aquel chico de los ojos color lila.
Por lo que sé hasta ahora, me queda claro que él, proviene de algún otro país, por el estilo que tiene, eso lo hace fascinante. Y bueno, continuando, él no ha llevado a nadie a su casa, parece ser solitario. De vez en cuando lo he visto caminar por la banqueta conversando con un chico idéntico a él y con otra chica morena de pelo negro. Me frustra verlo junto a ellos, no lo soporto, lástima que no pueda salir de aquí, lástima que no pueda estar vivo para correr a sus brazos y quedarme recostado en su regazo. Es una pena.
Me encanta cuando entra al departamento y se dirige a ducharse, acostumbra dejar su ventana abierta, así, me dejo caer suavemente en el marco mi ventana recargándome a esperar hasta que salga, las cortinas delgadas revolotean con el aire y parece que lo hacen siempre en cámara lenta. Su toalla envuelta en su cadera, sacude su pelo para quitarse un poco el agua que aún empapa su espalda tatuada y su pecho orgullosamente reafirmado.
Es increíble que sin conocer a una persona, crea que es una de las maravillas del universo, siento que lo devoraría por completo. Noto su desnudez, sus nalgas siempre me parecen apetitosas, y aquel miembro necesita un poco de mimo, es una lástima no poder estar vivo.
Me paseo por cada una de mis habitaciones que fueron saqueadas hace unos años, es triste ver que mi vida se terminó en solo un segundo. Hubiera dado todo por volver a estar vivo. Las sombras por la noche me hacen compañía, a veces se desvanecen un segundo y regresan, las luces de los autos, asusta a la oscuridad, pero aquí es lo único que hay. No entiendo por qué no puedo salir de aquí, ¿por qué no me puedo marchar de una vez al más allá? Creo que aún no quiero irme, no importa, si me voy, probablemente no vuelva a ver a ese ángel moreno.
Todo el tiempo, me encuentro en las esquinas del departamento, mucha gente idiota viene y fastidia con sus cámaras de vídeo y sus linternas, trato de ocultarme, nadie puede saber que estoy aquí, que aún estoy aquí. Y acostumbran a venir a eso de las 11 o 12 de la noche, arruinan el momento preciado que tengo para admirar dormir al Dios en carne y hueso en frente de mi ventana.
Hace varios día, llegó temprano a casa y se sentó en la cama parecía muy entretenido leyendo, por lo que leí a lo lejos, parecía un libro sobre la biografía de una persona. No se distinguía nada de la portada, la forma en la que sus gestos cambiaban, noté que estaba muy emocionado con aquel libro, su ventana estaba cerrada, y las cortinas estorbaban a mi visón, ero qué me importó, aún podía verlo. Minutos más tarde decidió abrir la ventana eso me alivio.
Mis deseos de poder tenerlo junto a mi haciéndole cualquier cosa y susurrarle al oído me llevaban completamente a la demencia, una tortura total, ¡Dios!, ¿por qué no me llevas de una vez? O por favor déjame tocarlo un segundo y quitarme de tentaciones…
A eso de las ocho de la noche, mi ángel cerró la puerta de su habitación, me había dejado mucho tiempo esperando a que llegara su hora de dormir, contemplándolo desde aquella ventana vieja. Su lámpara bajó de tono e intensidad, se dedicó a leer nuevamente el libro de hace un rato. Así se pasó unos cuarenta minutos hasta que bajó un poco más el tono de su lámpara, se asomó por la ventana, sus ojos eran muy dulces y encantadores, y aquella camisa que usaba para dormir me encantaba como lo hacía resaltar. Vi que volteo para todos lados, de por si el edificio en el que me encontraba estaba prácticamente abandonado, entendí su gesto de paz cuando no vio nada fuera de lo normal, de pronto, dirigió su mirada hacia mi ventana, yo sé que nos miramos mutuamente a los ojos, me perdí en su mirada en el segundo que estaba frente a su ventana. Creí que fue idea mía, pero creo que me sonrió, y fue la sonrisa más hermosa que me haya dado. Ladeó su mirada y se encaminó a su cama, creí haber suspirado.
Miró el techo un buen rato, no entendí por qué lo hacía, hasta que noté que se acomodó en la cama y metió su mano en sus pantalones, jamás había visto que lo hiciera pero la impresión y la excitación que “podía tener” no me quitaron la vista de ahí, completamente retiró sus pantalones, sus edredones quedaron a un lado y su mano agitaba el pene de arriba hacia abajo con cierto ritmo, luego con la otra mano, se acariciaba la punta, abría cada vez más sus piernas u las juntaba a la vez, se hacía pequeños masajes en los testículos y comenzó todo el proceso desde el inicio. Pude ver sus lunares que tenía en la rodilla, en la espalda y en el muslo, ese era mi favorito. Cada vez que se salía de duchar y se cambiaba era el primer lunar que buscaba. Era muy pobre la vista que tenía por el nivel de luz que había en su habitación, pero el líquido que salía de ahí poco a poco, me dejó con muchas ganas de haberle podido haber hecho mil y un cosas como lo había pensado antes. Es una lástima no estar vivo.
M espectáculo duró una media hora, se sentía deseoso, su pecho volvía a saltar orgulloso, pero de excitación. Sentía que el ectoplasma se derretía como cera de alguna vela aromática en medio de alguna orgía, mi forma de pensar es demasiado abierta. Me encantó verlo hacerse sentir placer, y su sonrojo que apenas se veía, quería ver un poco más, solo un poco más, mi ángel llegaba al éxtasis, pero yo, yo solo veía todo Blanco, absolutamente todo de color blanco… Nunca logre conocerlo mejor, únicamente supe que su nombre era Marik, el chico por el que por fin morí.
Fin.