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Los Inframundanos por Naghi Tan

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"Te diré, te diré... 
No puedo estar sin ti 
¿Dónde vas? ¿Dónde estás? 
Y en silencio te seguiré 
La lailala, la lailala 

Te diré, te diré... 
No quiero estar sin ti... 
Quédate, quédate... 
Tu camino termina aquí 
La lailala, la lailala".
—Te diré— Miguel Bosé

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Tener en el mismo cuarto a tres vampiros —Dos vivos y uno muerto— no era bueno para el corazón, Zoro admitía en sus adentros que si el vampiro muerto se movía para atacar, dudaba alcanzar la velocidad de este y Ace y Luffy tendrían que valerse por su cuenta —no es que necesitasen protección, pero era verdaderamente difícil luchar con algo que carecía de conciencia—, lo que igual quería saber era ¿Qué es lo que Trafalgar estaba pensando al traer a eso dos sujetos? 

"No venimos a luchar por territorio" habló el pelirrojo, el moreno ya había dicho que era un brujo, aunque igual todos se hubiesen dado cuenta por el olor, el brujo desprendía un intenso aroma a secuoya y  hojas de trébol, de seguro preparaba constantemente pociones y una gran cantidad, el brujo traía una banda negra con un orificio sobre su ojo izquierdo, la ropa parecía ser de cuero pero era de un color azul oscuro, una gabardina con reborde de pelo blanco, unas botas y un par de guantes largos, a Zoro le recordaba a una mezcla de pirata más mosquetero. Traía el torso descubierto y en el cuello se dejaba ver un colgante que parecía pesar demasiado, un hechizo de algo quizás, lo que más llamaba su atención era la cicatriz en forma de 'X' en su barbilla. "Law nos ha dicho que un demonio se llevó a uno de sus amigos".

El brujo parecía ser muy cortés, las alarmas de Zoro no se habían disparado, así que podía ser que pudieran confiar en ellos.

"Aunque no vinieran con malas intenciones" Ace replicó, "todavía está el hecho de que han invadido los terrenos de otros vampiros sin dar notificación ante la SI".

La 'SI' —Seguridad del Inframundo— era una entidad encargada de regular los movimientos de los inframundanos, se sabía que en ella trabajaban Inframundanos y se sospechaba que era controlada por vampiros de más de miles de años. La 'AFI' —Agencia Federal Inframundana— era su contraparte, contando solo con humanos que se encargaban de vigilar cualquier movimiento sospechoso por parte de los Inframundanos, pero al igual que la 'SI', decomisaban el azufre, que ya para esas fechas se sabía una droga. 

"Si lo hubiésemos hecho" una voz de un chico adolescente se dejó escuchar, no podía ser del vampiro rubio, ya que parecía haber muerto alrededor de la treintena, todos en la sala —con excepción de Law, el brujo y el vampiro muerto— comenzaron a buscar a la persona que había hablando. "Nos hubiera llevado más de un mes obtener el permiso y suponemos que ustedes quieren recuperar de una vez a su amigo".

"¿El colgante habla?" preguntó Usopp incrédulo, siendo el primero en notar en donde provenía aquella voz.

"No soy un colgante". Efectivamente, la voz provenía del colgante que no era tal, este se había deslizado por todo el torso del brujo hasta llegar a la cintura y dejarse caer al suelo, parecía un pedazo de asfalto, enseguida, un fuerte olor a piel de león llenó la habitación, y la masa comenzaba a tomar forma de un pequeño león con alas y cola en punta.

"¡Una gárgola!" Gritaron Nami, Usopp y Chopper al unisono, parecían deleitados al ver al pequeño quien abría su par de ojos rojos con pupilas doradas. La gárgola era un adolescente, por el tamaño —no mayor a quince centímetros— y el tono de voz que había utilizado.

"¿Cómo es que está fuera de una Iglesia?" Robin preguntó, parecía encantada con el pequeño, lo cual desconcertó a Zoro, solo eran los brujos de la sala que parecían sentirse atraídos por aquella cosa.

"No es momento de distraerse" reprendió Law, este estaba al lado de Luffy, de pie y con el ceño fruncido. 

"Lo que la pequeña gárgola dice es verdad" el vampiro muerto habló, su voz era fría, inexpresiva y Zoro pudo ver un leve temblor en Ace, quizás era el recuerdo de que ellos estaban destinados a morir y vivir sin alma lo que le había puesto nervioso. "No tenemos tiempo para solicitar el debido permiso, unos días más y el paradero de su amigo podría ser difícil de localizar".

"Venimos con un tiempo encima" Drake prosiguió "Por las características que Law me describió puedo saber quién es, pero," había un pero "no puedo estar seguro si en efecto, sea el demonio que pienso que sea".

"Entonces, tenemos que apostar ¿No?" Nami sonrió, ella era buena en apostar, siempre ganaba.

Luffy aun no hablaba, y tampoco daba señal de que estuviera prestando atención, aunque era inaudito, también lo era que todos ellos no dudaran de unos desconocidos, porque al fin y al cabo eso eran. Quizás fuese que en verdad necesitaban ayuda, que no contradecían ni titubeaban para expresar todas las ideas que tenían en mente.

Fue que se dio cuenta, de que después de que había ofrecido ayuda a Zeff y este les rechazase, que no habían vuelto hablar con él. Sin que los demás se diesen cuenta, arrastró con sigiló a Luffy y sin decir nada, ambos caminaron hacia la salida.

"No hemos ido a ver a Zeff" aclaró ya fuera de la casa. 

"Cierto" 

Se tomarían media hora caminando, pero estaba seguro de que el resto podría encargarse de los preparativos, confiaba en ellos.

[...]

"¿Qué te haría feliz?" 

Como todos los días —desde hace dos meses exactamente— Gin le hacía esa pregunta a su reciente captura, y como todos los días este le respondería lo mismo:

"Ser libre".

Gin sonrió, y le acarició con suavidad aquel sedoso cabello rubio que le fascinaba. Estaba sentado y a sus pies tenía a Sanji, lo había ataviado de ropas finísimas, siendo aquel día cubierto por una toga de seda negra con cintos azules, el día anterior lo había tenido que castigar y por eso lo había vestido de negro, para resaltar las marcas rojizas de uñas en la piel blanquecina del rubio.  

"No me hagas enojar otra vez" advirtió, odiaba castigarle, pero solo de esa manera podía domarlo. Estaba satisfecho con él y no esperaba el día en que tuviera que vestirle de morado, ese color representaba para los demonios lo satisfecho que se encontraban con sus esclavos. "He dejado a tu pequeña dama en paz, a como te lo prometí, y no miento" con un toque en el hombro del rubio hizo que se voltease a mirarle "sabes que no miento".

"No, no miente". Susurró el rubio. Parecía que la poción de sumisión estaba haciendo efecto, el ojo visible pasaba de ser un azul como el mar a ser un azul sin vida. Gin deslizó sus dedos en el rostro de Sanji, la suavidad de la piel de este era tal, que se estaba obsesionando a tocarle en la menor provocación. Abrase visto, un demonio cayendo por su esclavo. 

"Te repetiré la pregunta, mi adorado elfo" Gin sonrió, se suponía que esos seres se habían extinguido, pero era mentira, todos ellos escondían su linaje, escondían su aroma original y se camuflaban entre los humanos. Acarició las orejas del rubio, y bufó de molestia, había dado todo por verle con sus orejas en punta, pero al parecer le habían hecho cirugía cuando había nacido. "¿Qué es lo que te haría feliz?"

"Ser libre"

Gin no dudó, ese elfo tenía que ser enderezado hasta perder la razón y que suplicara solamente por él.

"No, yo te haría feliz, mi elfo".

La túnica morada no se estrenaría al día siguiente.


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