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Los Inframundanos por Naghi Tan

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"Hoy el sol
se escondió
y no quiso salir
te vio despertar
y le dio miedo de morir.

Abriste tus ojos
y el sol guardó su pincel
porque tu pintas el paisaje ahí
mejor que él".
-Ojos color Sol- Calle 13

[...] 

Zoro estaba en la casa de Luffy, había ido porque el vampiro vivo le había llamado, usualmente, al ser ambos de razas diferentes, se tendrían que odiar a muerte, pero Luffy era particularmente extraño, odiaba las reglas. Luffy y Ace eran los únicos vampiros vivos de toda Escocia, los vampiros vivos tenían el virus vampirico más desarrollado que los vampiros que aun no habían muerto, en sí, Luffy y Ace tenían todo el poder que los vampiros muertos tenían, pero con el bonus de que podían salir en el día, entrar en tierra consagrada y que los objetos religiosos no les hicieran daño alguno. Ace le servía a un Señor Vampiro antiguo, Edward Newgate, y era en parte como Luffy había predicho, Ace necesitaba ser guiado, alguien a quien seguir. Luffy, al contrario que su hermano, estaba destinado a ser un Señor Vampiro, solo esperaban que muriera para que tomara el poder de toda Escocia, aunque más bien, al morir, tomaría posesión de Edimburgo y conociendo al menor, en poco tiempo Escocia entera sería su territorio.

Mientras, el menor se entretenía haciendo amistades con hombres lobos, duendes, golems, brujos, gárgolas, pixies y un sin fin de razas que se le topara, con excepción de los demonios, esos seres eran demasiado engañosos.

Luffy estaba en el sofá con las piernas reposadas donde se supone debía de ir la espalda y la espalda donde el trasero debería de ir, la cabeza guindaba en el borde y este miraba fijamente a Zoro, el hombre lobo solo arqueó una ceja ante el escrutinio que estaba recibiendo del chico.

"¿Para que me llamaste?" Podían estar horas así, pero no tenía el tiempo ni la paciencia, aunque el menor era imperactivo, a veces le llegaba el golpe de calma y era escalofriante tenerlo así, lo prefería inquieto y risueño, tenerlo calmado le recordaba que cuando Luffy muriera este carecería de emociones y solo las conocería tomando la sangre del humano o vampiro que se atreviese a quedarse con él por la eternidad, o hasta que muriera por segunda vez.

Luffy no habló y siguió viéndolo, no parpadeaba y eso incomodaba a Zoro, el hombre lobo estaba por gruñir que se detuviera cuando la carcajada de alguien más le hizo darse la medía vuelta, en el pasadillo hacía la entrada de la casa de Luffy se encontraba Ace, el vampiro pecoso emanaba feromonas de felicidad y Zoro se dio la vuelta rápidamente, no quería ver en qué condiciones se encontraba el mayor, los hombres lobos tenían la popularidad de ser muy racistas con referente a la intimidad, no querían acostarse con otros seres que no fueran hombres lobos o humanos, eso sí, respetaban el gusto de los demás.

Él único hombre lobo que parecía darle igual con quien se acostaba era Trafalgar Law, ese hombre iba detrás de Sanji sin importarle lo que fuera, y a pesar de que quizás el rubio si fuera un humano, Zoro no parecía seguro de cortejarlo, aunque tampoco estaba contento de que Law fuera el más cercano al rubio. Frunció el ceño ¿Por qué todos sus pensamientos se dirigían siempre hacia Sanji?

"Oh, ¡Nuestro lobo favorito se encuentra en casa!" Gritó Ace, ante eso Zoro dio un salto hacía su lado derecho y esquivó al vampiro.

"¡Mierda, Ace!" Gritó, odiaba que quisieran cubrirlo de feromonas vampiricas, era desagradable y difícil de sacar de la ropa. La vez que Ace pudo abrazarle se había quedado más de un mes sin poder liberarse sexualmente, era como la peste ante el olfato de los de su especie. "Habla Luffy, que no tengo tiempo".

El menor parpadeó y se sentó de la manera más normal que podía, con las piernas cruzadas en modo de loto, el sombrero de paja que siempre llevaba estaba guindado de su hilo y Luffy solo se lo colocó de nuevo.

"¿Qué sentiste cuando te quedé mirando fijamente?" El vampiro preguntó, mientras se removía inquieto, estar de nuevo con su personalidad hacía que se sintiese incómodo al estar demasiado quieto.

"No me gustó" respondió, caminando en círculos para evitar que Ace le atrapara, "es incomodo".

"Pues es lo que siente Sanji cuando tu prácticamente lo observas todo el tiempo" el menor declaró y con eso obtuvo totalmente su atención.

"¿Te dijo algo?" No sabía si sentirse culpable o molesto, pasar queja de como le observaban no era propio de hombres.

"No es necesario que Sanji diga algo" fue Ace el que respondió, quien viendo que Zoro no se dejaría atrapar optó por sentarse al lado de su hermano "Todos nos damos cuenta de esas miradas de escrutinio que le lanzas, solo falta que quieras olfatearlo y marcarlo".

"Cállate, Portgas" odiaba que usaran ese tipo de palabras racistas, el compararlo con un simple canino.

"Zoro" Luffy le llamó "Te prohíbo que mires de esa manera a Sanji, es amigo".
"Pues creo que él no piensa lo mismo de nosotros, no nos dice qué clase de ser es, por mi puede ser un maldito demonio y nos hace creer que no" desconfiaba demasiado de Sanji, aunque no era del único, inclusive Doflamingo, un gran empresario de toda Escocia, escondía lo que era, eso sí, se sospechaba que era uno de los grandes traficantes de Azufre de toda Europa. Sanji podía estar relacionado con algo oscuro, y aunque no fuera así, el rubio era demasiado celoso con su información personal que levantaba muchas sospechas.

"Si no quiere decirnos lo que es, entonces no hay que presionarlo" el menor sonrió mostrando los colmillos, señal de que el tema había que darlo por cerrado "Deja de acosarlo y ya".

No había qué contradecir al menor, pero no significaba que obedecería, terminando su trabajo iría a buscar nuevamente el expediente del rubio, habían muchas lagunas sobre el origen de este y no descansaría hasta averiguar lo que ocultaba.

[+]

" Si Luffy te dijo que dejaras de perseguir a Sanji ¿Por qué no le haces caso?" ya era cerca de la medía noche y estaba con Nami en la cafetería en la que el rubio se había adentrado, este estaba sentado dándoles la espalda y por ende no se había dado cuenta de la presencia del par.

"Sabes lo confiado que es Luffy". Respondió en voz baja, no quería que por alguna razón el rubio los escuchara o viera.

" ¿No confías en el juicio de Luffy?"

Zoro apretó los dientes y dejó de mirar hacia al rubio para mirar a Nami, la chica llevaba puesto un hechizo de maquillaje, uno permanente, el anillo de madera era donde el hechizo se encontraba, y dos más para ocultar las pecas que el sol le ocasionaba. La chica era una bruja excepcional, especializada en líneas luminosas, apenas tenía los dieciocho años de edad pero no envejecería hasta los noventa años, el cabello era de un desconcertante color naranja y esta, a pesar del frío, se encontraba vestida con una playera blanca y un short diminuto, quizás un amuleto térmico.

"No confío en aquel sujeto" respondió, "hay algo que me dice que nos ocasionará problemas en el futuro".

"Luffy no piensa lo mismo" Nami le señaló "lo adora".

"Por eso mismo ¿Cómo es que de buenas a primera se ha vuelto su favorito? Si sigue así no me sorprendería que quisiera volverlo su sombra".

"Y creo que Sanji aceptaría sin dudarlo" Nami sonrió, lo que hizo que frunciera el ceño ante esas palabras "Sanji es un chef, uno muy bueno, capaz de dar su vida si esto significa alimentar a alguien que lo necesita y Luffy se dio cuenta que si es capaz de hacer aquello, entonces hay que cuidarlo de él mismo".

Iba a replicar cuando el aroma a ámbar quemado inundó el lugar, sin pensarlo dos veces se levantó y tomó de la mano a la bruja para arrastrarla a un lugar seguro, fueron menos de cinco segundos y una explosión de vidrios sucedió. Un demonio había aparecido.


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