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Detrás del origen por Leila Bielefeld

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Notas del capitulo:

Bueno este es el segundo capítulo, espero que les este gustando :D

Al terminar de leer esa pequeña nota, Murata relajo sus hombros, cerro el cuadernillo y volvió a ponerlo sobre la mesa, no entendía el porqué de tanta preocupación por lo que parecía ser una simple leyenda, esa historia era demasiado antigua, tanto que con los años fue quedando en el olvido y si no hubiese sido tal vez por esos escritos, seguramente él también hubiera terminado por olvidar aquel relato.

-Sigo sin entender cuál es el problema- dijo por fin el gran sabio.

El mayor arrugo el entrecejo mostrando su disgusto ante las palabras del chico, ¿acaso no era obvio? Quería que le explicara quien ere ese tal ser de tinieblas, saber que significaba eso de que Shoushou no era más que la consecuencia de otra acción que desconocían, respiro hondo, debía calmarse no ganaría nada perdiendo los estribos, cruzo sus brazos sobre su pecho y volvió a mirar al chico.

-¿Quién ese ser del que se habla? Si llegara a ser cierta su existencia, este mundo estaría en graves problemas, por no decir que llegaría al borde de la destrucción- termino de decir, sabía que no debía precipitarse, él también había leído la pequeña nota que estaba al final, pero si de algo estaba seguro, era que toda leyenda tiene un origen y no creía que esta haya sido creada de la nada.

-Como me supongo que pudo a ver leído, no es más que un relato que una de mis vidas pasadas recordó y decidió escribir para que no la olvidara.

-¿Acaso me dirá que es solo un cuento para asustar a los niños? Su santidad debería saber que las leyendas son creadas a base de hechos reales.

Eso era algo que tenía presente pero ¿Qué podía hacer? Aun y a pesar de haber leído esos escritos su memoria no recordaba nada más, como si algo bloqueara esa parte de sus recuerdos, se levantó de la silla y se encamino hasta estar frente a la ventana que estaba en ese lugar, el general tenía razón, si eso llegara a ser verdad, el mundo se cubriría de una obscuridad total, toda vida perecería pero no era algo que pudiese decir así como así sin antes estar seguro, dispuesto a tranquilizar a su acompañante se giró hasta darle la cara y sonrío de una manera tranquilizadora.

-Entiendo el punto al que quiere llegar, pero no cree que de ser cierto ¿ya nos hubiéramos dado cuenta? Si lo que se dice en este cuaderno es verdad, en el momento en que Shibuya destruyo a Shoushou, aquel ser debió de haber aparecido, sin embargo no fue así, no se preocupe Lord Von Voltaire, solo son relatos de época- dijo el chico mientras caminaba nuevamente hacía la mesa y tomaba el objeto que estaba sobre ella- pero si de algo sirve, investigare más a fondo todo lo que está escrito aquí.

Gwendal se levantó de su lugar y se encamino hasta la puerta, la respuesta que había recibido no le era del todo satisfactoria pero no había otra cosa que pudiese hacer, tomo la perilla y antes de girarla decidió decirle una última cosa al gran sabio- espero que este en lo correcto o de lo contrario, deberá tomar responsabilidad de lo que pueda suceder, por el momento me retiro, con su permiso su santidad- y salió de la habitación dejando a un pensativo pelinegro que observaba la puerta por la cual se había marchado.

Una semana había pasado volando desde el regreso de su majestad el maou y todo parecía en orden, Murata no apareció en ningún momento por el castillo desde la plática que había tenido con el general Von Voltaire, era medio día y como era costumbre, el rey se dirigía a la terraza para tomar el té en compañía de su hija y su prometido, aunque en la tierra no hubieran pasado más de dos semanas, tal parecía que en Shin Makoku  se habían cumplido ya dos meses desde su partida, debía admitir que extrañaba mucho ese lugar, aquel sitio que poco a poco se convertía más en su hogar.

Por fin había llegado al lugar donde se encontraría con su familia, se alegró al ver a su hija felizmente platicando con el rubio y fue entonces cuando cayó en cuenta de algo, ¿en verdad los consideraba su familia? Si bien, Greta era su hija y Wolfram su prometido pero ¿Eso era algo normal? Después de todo era un chico con el que se había comprometido, rápidamente esos pensamientos desaparecieron al escuchar como su hija se refería al rubio como papi, era bastante graciosos que no le molestara el tener dos padres, volvió a encaminar sus pasos hasta quedar parado tras la silla del otro chico.

-¡Yuuri! Te extrañe mucho ¿terminaste con tus deberes?- dijo la pequeña mientras comía uno de los postres que se encontraba en la mesa.

-No, pero quería tomarme un descanso para estar con ustedes- el pelinegro tomo lugar a un costado de su hija, haciendo que esta quedara en medio de ambos, siempre le hacía feliz el pasar tiempo con ellos dos, sobre todo que el otro también considerara a la niña como hija suya.

-Es bueno que pases tiempo con tu familia de vez en cuando y no solo te dediques a escapar de tu trabajo como el debilucho que eres- comentó Wolfram mientras tomaba un poco de la taza que tenía en la mano, familia, esa frase le hacía sentir inmensamente bien, sobre todo si era dicha por el rubio, ¿En verdad importaba mucho que su prometido fuera hombre? Bueno, no es como si el chico fuera feo, de hecho era todo lo contrario, sin querer recordó la ocasión en la cual necesitaban de un alma para morgif y el cómo todo enfermo que veía al chico, parecía volver a la vida con su sola presencia.

Terminó de beber de su taza y dirigió su mirada al moreno, se le había hecho raro que no le contestara con su típico “no me digas debilucho”, al girar su rostro en dirección a donde estaba el chico, se dio cuenta de que lo observaba atentamente con una sonrisa en su rostro, por un momento creyó que tal vez tenía algo en la cara, pero al ver que su hija lo miro de reojo, sonrió y no dijo nada, descarto la idea, se sentía avergonzado, ¿Por qué lo miraba de esa forma? Tratando de ignorar ese hecho volvió a dirigir su mirada al trozo de tarta que estaba frente a él, con un delicado sonrojo cubriendo sus mejillas.

-Greta y yo estaremos preparando galletas en la cocina, si terminas temprano el papeleo tal vez puedas alcanzarnos-dijo el chico, Yuuri al escuchar lo que el rubio le decía volvió en sí y fue cuando se dio cuenta que se había quedado viendo mucho a su prometido y al notar el tono rojizo en sus mejillas, puedo imaginar que el rubio se había dado cuenta, rio de una manera nerviosa mientras se rascaba la parte de atrás de su cabeza, tomo un pastelillo y comenzó a comerlo mientras asentía con la cabeza.

Mientras tanto, en el templo, el gran sabio no dejaba de revisar los miles de pergaminos que había en el lugar, pues aunque no quiso admitirlo frente al general, en verdad esa leyenda lo había preocupado sobre todo el hecho de que no recordara casi nada de ese supuesto relato que le conto el rey original, siendo que se trataba de algo importante, ya llevaba demasiadas horas en ese sótano y no encontraba algo que le ayudara, solo tenía dos opciones, ir a buscar en las bibliotecas de pacto de sangre, aunque era probable que no encontrase nada o preguntarle directa a Shinou y aunque esa tal vez fuera la opción más viable, prefería dejarla como un último recurso, ya que conociendo el carácter del aquel espíritu travieso, tal vez le costaría un poco de trabajo que se lo dijera, sobre todo el tratar de saber que era real y que era parte de una de sus bromas, suspiro cansadamente, lo mejor sería que se encaminara al castillo antes de que se hiciera más tarde.

Por otro lado, una pequeña doncella de cabellos plateados trataba de calmar se nerviosismos, ya que mientras meditaba en la habitación donde residía el rey original, logro sentir una presencia conocida pero al mismo tiempo extraña, se dirigió a la esfera de cristal que estaba frente a las cajas y comenzó a buscar algo.

-¿Qué sucede Ulrike?- preguntó un oji-azul que salía de entre aquellas cajas y se posaba a un costado de la pequeña sacerdotisa.

Después de algunos minutos, la doncella abrió estrepitosamente los ojos y un sudor frio la recorría, lo que acababa de descubrir debía de ser totalmente imposible- majestad, acabo de sentir el maryouku de su majestad Yuuri en la tierra.

-¿Estas segura de lo que estás diciendo? Eso debe de ser imposible- el rey original cerro sus ojos mientras alzaba su rostro en dirección al cielo, pasaron algunos minutos  hasta que los abrió y miro a la mujer con forma de niña que estaba frente a él- Yuuri está en pacto de sangre junto con Von Bielefeld, tal vez lo confundiste con su hermano mayor el cual está en la tierra.

-No, estoy segura, aunque es idéntico a la esencia del maou, no es el mismo poder- dicho eso, aquella esfera comenzó a irradiar una luz que cegó por algunos instantes a los presentes, después de algunos minutos, la luz desapareció y ambas personas se acercaron al objeto del cual había salido aquella luminosidad, al estar frente a aquella esfera pudieron ver una estrella parecida a la Yuuri, pero que a diferencia de esta, aquella persona que irradiaba aquel poder, se encontraba en la tierra.

Shinou guardo silencio por algunos minutos, hasta que una brisa extraña paso por aquel lugar, el rubio al sentirla abrió enormemente los ojos y poso su mirada a la sacerdotisa, tal parecía que ella también la había sentido- Manda llamar lo antes posible a Sir Weller, debemos resolver esto lo antes posible- tras decir eso, la doncella hizo una reverencia y se marchó del lugar, el oji-azul volvió a posar su mirada en aquella esfera observando detalladamente aquella estrella, tal vez le sería de bastante ayuda una nueva pieza en su tablero.

Notas finales:

Espero sus comentarios :)


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