El Rostro Del Amor ( Kaisoo ) por Mikhiel

Sabía que se habían estado acercando poco a poco hasta aquel instante desde el día en el que se conocieron en el estudio de Yifan. Entre ellos existía una atracción básica, una necesidad imposible de definir que Kyungsoo no se paró a cuestionar cuando él lo ayudó a incorporarse. Sin poder contenerse, permitió que lo abrazara.

Los labios de Jongin eran cálidos y suaves. Lo besó lentamente, con creciente presión, utilizando la lengua para separarle los labios mientras lo estrechaba entre sus brazos y le aplastaba el pecho contra la firmeza de su tórax. Kyungsoo le rodeó el cuello con los brazos y respondió como nunca antes había respondido con ningún otra persona. A través de la bruma que le nublaba el pensamiento, le pareció que nadie lo había besado de aquella manera, que nadie lo había abrazado con tanta urgencia. Entonces, todo se desvaneció en la marea de la pasión.

No ofreció resistencia alguna cuando sintió que él ambario lo hacía tumbarse sobre el sofá mientras aún lo estaba besando. El peso del cuerpo de Jongin hundió el de el en el sofá. Se le colocó entre las piernas, dejando muy claro cuál era su deseo. La boca empezó a recorrer la suavidad de la piel para comenzar haciéndolo con la firme columna del cuello. Kyungsoo experimentó el fuego de una nueva e intemporal necesidad corriéndole por las venas. Sintió los latidos de un corazón, aunque no pudo estar seguro si era el suyo o el de él, cuando los labios de Jongin le acariciaron la garganta y el rostro antes de poseerle de nuevo la boca con ardiente pasión. Le deslizó la mano bajo el jersey para tocarle un pezón, que pareció erguirse  con sus caricias. Kyungsoo suspiró y se movió bajo él.

Se sentía perdido entre las nieblas del deseo y, movido por los besos y las caricias que Jongin depositaba con tanta destreza sobre su cálido y dispuesto cuerpo, respondía con una pasión que había mantenido oculta hasta aquel momento.

Las manos de Jongin comenzaron a recorrer la llanura del vientre de Kyungsoo. Cuando sintió que él comenzaba a desabrocharle los pantalones, comenzó a resistirse. Jongin no prestó atención alguna a sus protestas y siguió devorándole la boca con la suya y dibujándole un tórrido sendero de pasión sobre la garganta.

— Jongin, por favor, no sigas. Tienes que detenerte.

El levantó la cabeza y lo miró a los ojos, que en aquellos momentos parecían enormes por el miedo y el deseo. Jongin también tenía la respiración entrecortada y Kyungsoo comprendió que la decisión de detenerse o de seguir adelante no dependía ya de él.

—Kyungsoo —murmuró él. Entonces, se inclinó sobre el pelinegro para volver a reclamarle los labios. Sin embargo, Kyungsoo giró la cabeza y lo empujó.

—No, Jongin. He dicho que ya basta.

Cuando se apartó de él, un largo suspiro se le escapó de los labios. Se puso de pie y sacó un cigarrillo de la pitillera de oro que había dejado sobre la mesa. Kyungsoo se incorporó y se agarró las manos con fuerza sobre el regazo mientras mantenía la cabeza baja para evitar mirarlo a los ojos.

-Sabía que eras muchas cosas, Kyungsoo -dijo él, tras lanzar una rápida y violenta bocanada de humo—, pero nunca pensé que eras capaz de calentar a un hombre de este modo para dejarlo después con la miel en los labios.

-¡Eso no es cierto! -protestó él. Rápidamente levantó la cabeza por la dureza del tono que él había empleado—. Es injusto que digas eso. Sólo porque he parado, porque no he permitido...

Las palabras se le ahogaron en la garganta. Se sentía confuso y avergonzado.

—No eres un niño —replicó él, con una ira que provocó que a Kyungsoo le temblaran los labios—. ¿Cuál suele ser el resultado cuando dos personas se besan de ese modo, cuando una persona permite a alguien que la toque así? Tú me deseabas tanto como yo te deseaba a ti. Deja de jugar. Los dos sabíamos que esto ocurriría tarde o temprano. Eres un hombre hecho y derecho. Deja de comportarte como si fueras una niñito inocente.

Aquella afirmación tuvo un resultado inmediato. Un rubor delator cubrió rápidamente las mejillas de Kyungsoo antes de que  pudiera bajar el rostro para ocultar su incomodidad. Jongin lo miró boquiabierto. La ira trataba de sobreponerse a la incredulidad.

-Dios Santo... No has estado nunca con un hombre, ¿verdad?

Kyungsoo cerró los ojos. Se sentía tan humillado que lo único que pudo hacer fue mantener un obstinado silencio.

-¿Cómo es posible? -preguntó Jongin -. ¿Cómo puede ser que una persona llegue a la edad de veinticuatro años con un físico como el tuyo y que se mantenga tan puro como la nieve recién caída?

—No me ha resultado muy difícil —musitó el pelinegro, con la cabeza baja-. Normalmente no consiento que la situación se me escape tan fácilmente de las manos.

—Tal vez sería mejor que le comunicaras tu inocencia a un hombre antes de que la situación se te escape de las manos -le aconsejó él con un cierto tono cáustico. Entonces, apagó el cigarrillo con más fuerza de la necesaria.

—Tal vez debería pintarme una «V» roja en la frente para que todo el mundo sepa que soy virgen. Así, no habría confusión alguna —le espetó el, tras levantar la barbilla con gesto desafiante.

— ¿Sabes una cosa? Te pones guapísimo cuando te enfadas...Ten cuidado o volveré a intentar cambiar tu situación.

-No creo que fueras capaz de forzar a una persona -replicó el modelo.

Jongin hizo ademán de ponerse la cazadora, pero se detuvo. Se volvió para mirarlo y lo contempló con ojos entornados mientras lo ponía de pie para besarlo de nuevo, lo que hizo hasta que el rechazo inicial de Kyungsoo se transformó en un flojo abrazo.

—No cuentes con ello —le dijo tras empujarlo suavemente para que volviera a caer al sofá-. Siempre consigo lo que quiero —añadió mientras lo miraba lentamente de pies a cabeza, deteniéndose especial mente en los labios, que aún estaban húmedos por sus besos—. No te equivoques. Podría poseerte aquí mismo y sin forzarte, pero... 

Se interrumpió para dirigirse hacia la puerta.

—...pero puedo esperar.