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El Rostro Del Amor ( Kaisoo ) por Mikhiel

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Notas del capitulo:

Dedicado para frida25 esperó te guste gracias por tus comentarios y por seguir esta historia un beso y esta un poquis largo como lo prometí.

En otras cosas tengo varias adaptaciones que quiero hacer pero es mucho trabajo alguien que me quiera ayudar y se apiade de esta alma en sufrimiento por favor

Durante las siguientes semanas, las sesiones fotográficas avanzaron sin complicaciones. Yifan se mostraba muy entusiasta sobre los progresos que estaban haciendo y le mostró a Kyungsoo un archivo de las fotografías para que el viera los frutos de su trabajo.

El joven estudió las fotografías con objetividad profesional y admitió que eran excelentes, probablemente uno de los mejores trabajos que Yifan y el habían hecho juntos o por separado. Las fotografías ya estaban empezando a formar un buen estudio sobre las diferentes facetas y habían realizado ya la mitad de las que necesitarían para terminar el proyecto. Si todo seguía igual de bien, terminarían mucho antes de lo previsto. Jongin estaba pensando en preparar una edición especial, que saldría publicada a principios de la primavera.

Las sesiones proseguirían después del largo fin de semana de Acción de Gracias. Kyungsoo se alegraba de tener algo de tiempo libre, no sólo para descansar, sino para poder separarse del hombre que ocupaba constantemente sus pensamientos e invadía sus sueños.

Después de la velada que pasaron juntos, el había esperado notar cierta tensión entre ellos, pero Jongin lo había saludado con tanta normalidad que, de hecho, el joven pensó por un momento que se había imaginado todo lo ocurrido. No hubo mención alguna de la cena que tomaron juntos ni de la escena que se produjo a continuación. Jongin volvió con aparente facilidad a su actitud de siempre.

A Kyungsoo no le resultó tan fácil comportarse con indiferencia después de los sentimientos que él ambario había despertado en el. Sin embargo, logró mostrar una actitud que distaba mucho de reflejar el torbellino interior que sentía.

A pesar de todo, las sesiones fueron avanzando con normalidad. Si Yifan se vio obligado a decirle de vez en cuando que no frunciera el ceño, estaba tan preocupado por su trabajo que no vio nada de extraño en ello.

Kyungsoo estaba de pie frente a la ventana de su apartamento. Su estado de ánimo era tan sombrío como la vista que desde allí se veía. El cielo de noviembre mostraba una apariencia plomiza y parecía provocar un deprimente ambiente en la ciudad. Hacía mucho tiempo que las hojas habían abandonado los árboles y éstos mostraban una apariencia triste y desnuda. La hierba había perdido el alegre tono verde de la primavera y parecía una triste y amarilla alfombra. Aquel desolado día encajaba perfectamente con el estado de ánimo del joven.

De repente, la melancolía se adueñó de el. Sintió un fuerte deseo de volver a ver los dorados campos de trigo de su tierra natal. Se acercó al equipo de música y puso el disco de Denver. Sin que pudiera evitarlo, se quedó inmóvil al recordar que Jongin había estado en aquel mismo espacio que el estaba ocupando. El recuerdo de la firmeza de su cuerpo y de la intimidad que tan brevemente habían compartido se adueñó de el y reemplazó rápidamente a la melancolía. En un instante, comprendió que la atracción que sentía por Jongin era mucho más que física. Apretó el botón del equipo y dejó que la suave música llenara el ambiente.

Se recordó que enamorarse no había formado parte de sus planes y que hacerlo de Jongin estaba fuera de lugar, ni en aquellos momentos ni nunca. Ese camino sólo lo llevaría al desastre y a la humillación. Sin embargo, le resultaba imposible acallar la voz que le decía desde el interior de la cabeza que ya era demasiado tarde. Se sentó en una silla y permitió que la confusión y la depresión lo cubrieran como una pesada niebla.

Había llegado muy tarde a casa después de reunirse con Taemin y Minho para celebrar el día de Acción de Gracias. A pesar de que las viandas eran deliciosas, Kyungsoo había ocultado su falta de apetito por su preocupación por mantener la línea. Se había esforzado mucho por esconder su depresión y mostrar una apariencia normal y contenta. Justo cuanto terminaba de cerrar la puerta, el teléfono comenzó a sonar.

-¿Sí? ¿Diga?

—Hola, Soo. ¿Has estado fuera de la ciudad?

No había necesidad alguna de que su interlocutor se identificara. Kyungsoo reconoció a Jongin inmediatamente. Se alegró mucho de que los fuertes latidos de su corazón no pudieran escucharse al otro lado de la línea telefónica.

—Hola, Jongin—respondió el, tratando de reflejar cierta frialdad en el tono de su voz—. ¿Siempre llamas a tus empleados tan tarde?

-Ya veo que estás algo enfadado -comentó él, impertérrito—. ¿Has pasado un buen día?

—Estupendo —mintió—. Acabo de llegar a casa después de haber cenado con unos amigos. ¿Y tú?

—Maravilloso. Me encanta el pavo.

— ¿Has llamado para comparar menús o es que hay alguna razón? -le espetó. Acababa de imaginárselo con Luhan en un estupendo y elegante restaurante.

—Sí, tengo una razón. Para empezar, se me había ocurrido brindar por el día de Acción de Gracias contigo, si es que aún tienes esa botella de whisky.

—Oh... —susurró el pelinegro. La voz se le rompió y el pánico se apoderó de el. Rápidamente se aclaró la garganta para poder seguir hablando—. No, quiero decir sí, claro que tengo la botella de whisky, pero es muy tarde y...

— ¿Tienes miedo?

—Por supuesto que no. Estoy algo cansado. De hecho, estaba a punto de meterme en la cama.

— ¿De verdad? —preguntó él, con un cierto tono jocoso.

—Sí —replicó el modelo—. ¿Es que tienes que burlarte constantemente de mí?

—Lo siento —dijo Jongin, aunque su disculpa carecía por completo de convicción—. Es que te tomas muy en serio las cosas. Muy bien, no beberé de tu suministro de alcohol... al menos por esta noche. Nos veremos el lunes, Soo. Que duermas bien.

—Buenas noches —murmuró el.

Cuando colgó el teléfono, sintió que el arrepentimiento lo embargaba. Miró a su alrededor y sintió un deseo irrefrenable de tenerlo allí, llenando el espacio con su presencia. Suspiró y se levantó de la silla. Sabía que no podía llamarlo para invitarle, aunque hubiera sabido dónde ponerse en contacto con él.

«Es mejor así», se dijo. «Es mejor evitarlo cuanto me sea posible. Si voy a tratar de superar la atracción que siento por él, la distancia será mi mejor medicina. Estoy seguro de que él puede conseguir lo que quiere en otra parte. Luhan es más de su estilo. Yo nunca podría competir con su sofisticación. El probablemente sabe hablar francés y sabe mucho de vinos. Además, seguro que se puede tomar más de una copa de champán sin empezar a decir incoherencias.

El sábado, Kyungsoo se reunió con Taemin para almorzar con la esperanza de que aquella salida pudiera animar su decaimiento. El elegante restaurante estaba abarrotado. Cuando vio a Taemin sentado frente a una de las mesas, lo saludó con la mano y se dirigió hacia el.

—Siento llegar tarde —se disculpó Kyungsoo—. El tráfico era terrible y me costó mucho encontrar un taxi. Se nota que ya se acerca el invierno. Hace mucho frío.

— ¿Sí? —Preguntó Taemin con una sonrisa—. A mí me parece primavera.

—Aparentemente el amor te ha desequilibrado, pero, aunque te haya afectado al cerebro, ha hecho maravillas con el resto de tu cuerpo. Creo que podrías relucir en la oscuridad.

—Me parece que mis pies no tocan el suelo desde hace semanas —afirmó Taemin—. Supongo que te pone enfermo verme flotar de este modo.

-No seas tonto. Me alegra muchísimo verte tan contento.

Las dos chicos pidieron su almuerzo y comenzaron a charlar con su habitual camaradería.

—Creo que debería encontrarme un amigo con verrugas y nariz ganchuda —comentó Taemin de repente.

— ¿Cómo dices?

—Acaba de entrar el hombre más fascinante que he visto en mucho tiempo. Por la atención que me ha prestado a mí, se podría deducir que soy invisible. Está demasiado ocupado observándote a ti.

-Probablemente sólo está buscando a alguien que conoce.

—Ya tiene a alguien que conoce colgado de su brazo como si fuera un apéndice —afirmó Taemin, sin dejar de mirar a la pareja—. Sin embargo, la atención de él está prendada en ti. No, no te vuelvas —le ordenó, cuando Kyungsoo hizo ademán de girar la cabeza—. Dios Santo...Viene hacia aquí... Rápido —susurró—. Muéstrate natural.

—Tú eres el que está medio histérico, Tae—dijo Kyungsoo, muy tranquilo y divertido por la actitud de su amigo.

—Vaya, Kyungsoo, parece que no podemos estar mucho tiempo separados el uno del otro, ¿verdad?

Al escuchar aquella voz, Kyungsoo contempló el rostro atónito de Taemin antes de volverse para encontrarse con la seductora sonrisa de Jongin.

—Hola —respondió—. Hola, joven Xiao. Me alegro de volver a verlo.

Luhan simplemente asintió. Por la expresión gélida que se reflejaba en sus ojos, resultaba evidente que estaba en completo desacuerdo con la cortesía de Kyungsoo. Se produjo una pequeña pausa. Jongin levantó una ceja.

—Lee Taemin, Xaio Luhan y Kim Jongin-dijo Kyungsoo, presentándolos a todos al captar la indirecta de Jongin.

— ¡Oh! ¡Usted es el dueño de la revista Mode! —exclamó Taemin, muy emocionado.

-Más o menos.

—Yo soy un ávido lector de su revista, señor Kim —prosiguió Taemin—. Casi no puedo esperar a que salga publicado el reportaje de Soo. Debe de ser muy emocionante.

—Hasta ahora, ha sido una verdadera experiencia —comentó él mientras se volvía a mirar a Kyungsoo con una enojosa sonrisa en los labios—. ¿No estás de acuerdo conmigo, Kyungsoo?

—Sí, una verdadera experiencia —replicó el modelo, sin mucho entusiasmo.

—Nini —les interrumpió Luhan—. Creo que es mejor que vayamos a nuestra mesa y dejemos que estos chicos prosigan con su almuerzo.

Miró tanto a Kyungsoo como a Taemin como si los dos no merecieran la pena.

—Me alegro de haberte conocido, Taemin. Ya nos veremos, Kyungsoo.

Jongin esbozó su habitual sonrisa, lo que hizo que el corazón de Kyungsoo comenzara a latir de un modo que ya resultaba familiar. Sin embargo, el joven consiguió murmurar unas palabras de despedida. Entonces, medio atenazado por los nervios, extendió la mano para tomar su taza de té esperando que Taemin no hablara de aquel encuentro.

Taemin permaneció mirando a Jongin durante unos instantes.

— ¡Vaya! —susurró mirando con intensidad a Kyungsoo —. ¡No me habías dicho que era tan guapo! Cuando me sonrió, me licué literalmente.

— ¡Qué vergüenza, Taemin! —exclamó el fingiendo censurar la actitud de su amigo—. Se supone que tu corazón pertenece ya a otro hombre.

—Así es —afirmó Taemin—, pero sigo siendo un hombre. No me irás a decir que a ti te deja indiferente, ¿no? Nos conocemos los dos demasiado bien.

—Por supuesto que no soy inmune al devastador encanto del señor Kim, pero tendré que desarrollar un antídoto para los próximos meses.

— ¿No te parece que el interés podría ser mutuo? No se puede decir que a ti te falte el encanto.

— ¿Acaso no te has percatado del pelirrojo que se aferraba a él como la hiedra a un muro de piedra?

—Por supuesto que sí —comentó Taemin, con desprecio—. Me dio la sensación de que esperaba que yo me levantara y le hiciera una reverencia. ¿Quién se cree que es? ¿El rey de corazones?

—Es la pareja perfecta para el emperador —murmuró Kyungsoo.

— ¿Cómo dices?

—Nada. ¿Has terminado? Vayámonos de aquí.

Kyungsoo se levantó sin esperar una respuesta, recogió su bolso y los dos se marcharon del restaurante.

El lunes siguiente Kyungsoo fue caminando al trabajo. Al sentir los primeros copos de nieve de la temporada, levantó el rostro. Éstos parecían besar suavemente el rostro del joven, por lo que el pelinegro sintió una fuerte emoción. La nieve le recordaba a su hogar, los paseos en trineo y las batallas de bolas de nieve. Tal fue la emoción que le produjo aquel fenómeno meteorológico que llegó al estudio de Yifan tan contenta como un niño.

—Hola, viejo. ¿Cómo te ha ido el puente?

Kyungsoo iba envuelto en un largo abrigo, con un sombrero de piel a juego bien calado sobre el rostro. Las mejillas y los ojos le brillaban por la combinación del frío y de la emoción, por lo que estaba bellísimo.

Yifan dejó de ajustar la luz durante un instante para saludarlo con una sonrisa.

—Mira lo que acaba de hacer entrar las primeras nieves. Eres un anuncio para las vacaciones invernales.

—Eres incorregible —comentó el mientras se quitaba el abrigo y el sombrero—. Te imaginas todo enmarcado por un objetivo.

—Deformación profesional. Tao dice que el ojo que tengo para la fotografía es maravilloso.

- ¿Tao? -preguntó Kyungsoo, muy intrigado.

—Bueno, sí... He estado dándole unas clases de fotografía.

—Entiendo —repuso el con una cierta ironía.

—Está... Está muy interesado en las cámaras.

—Sí, sí claro, ya me lo imagino...

—Venga ya, Soo —musitó Yifan. Entonces, comenzó de nuevo a tocar los ajustes de la cámara.

—Tonto, dame un beso —dijo Kyungsoo mientras lo abrazaba con fuerza—.Ya sabía yo que tú también podrías hacerlo.

—Venga ya, Soo... —repitió él. Se desembarazó de el y miró el reloj—. ¿Qué haces aquí tan temprano? Aún te queda media hora.

—Resulta sorprendente que te hayas dado cuenta del tiempo —comentó el—. Pensé que podría echarle un vistazo a las fotografías que ya están reveladas.

—Están ahí —le indicó él señalándole un desordenado escritorio—. Ahora, ve a verlas y déjame terminar.

—Sí, señor.

Kyungsoo se acercó a la mesa y buscó el archivador que contenía todas las fotografías de las que disponían hasta esos instantes. Después de estudiarlas durante unos minutos, sacó una de las instantáneas que se habían tomado en la pista de tenis.

—Quiero una copia de ésta —dijo—. Parezco muy competitiva...

Al no recibir respuesta alguna, miró a Yifan y lo vio una vez más totalmente inmerso en su trabajo y ajeno a su presencia.

-Por supuesto que sí, Soo -se respondió el mismo—. Lo que quieras. Mira que pose... -añadió sin dejar de imitar a su compañero—. Una forma perfecta y una concentración propia de un campeón. Prepárate, Wimbledon. Los harás pedazos, Kyungsoo... Gracias, Yifan. Tanto talento y tanta belleza... Por favor, Yifan, me estás avergonzando...

—Encierran a la gente en los manicomios por hablar consigo mismos —le susurró al oído una profunda voz. Kyungsoo se sobresaltó y la fotografía se le cayó de las manos sobre el escritorio-. Y también estás muy nervioso... Eso es mala señal.

El se dio la vuelta y se encontró cara a cara con Jongin... De hecho, estaba tan cerca que, instintivamente, dio un paso atrás. Aquel gesto no pasó desapercibido para él porque frunció los labios con una de sus atractivas sonrisas.

—No te acerques a mí de ese modo.

—Lo siento, pero estabas tan absorto por tu diálogo...

De mala gana, Kyungsoo sonrió también.

—Algunas veces Yifan se pierde un poco en la conversación, por lo que me veo obligado a ayudarlo —comentó—. Míralo. Ni siquiera sabe que estás aquí.

—Mmm, tal vez debería aprovecharme de su distracción —susurró Jongin.

Extendió la mano y agarró un mechón del cabello de Kyungsoo y se lo metió detrás de la oreja. El pelinegro notó enseguida la calidez de sus dedos, lo que provocó que el pulso comenzara a latirle a una alarmante velocidad.

—Oh, hola, Jongin. ¿Cuándo has llegado?

Tras escuchar las palabras de Yifan, Kyungsoo lanzó un suspiro, sin saber si era por alivio o frustración.

Notas finales:

Saben es cruel que mis amigos no me reconozcan, sólo por que me pinte mi pelo de negro eso es cruel T.T

Nos leemos un besho Ü


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