Diciembre fue pasando poco a poco. El progreso que iban haciendo en el proyecto era mucho más avanzado de lo que habían esperado, por lo que parecía que todo estaría terminado definitivamente para antes de Navidad. El contrato que Kyungsoo tenía con Jongin llegaba hasta el mes de marzo, por lo que el pelinegro no dejaba de especular lo que haría cuando terminara el proyecto y él ya no lo necesitara. Existía la posibilidad de que Jongin lo liberara de sus obligaciones, aunque estaba seguro de que no era muy probable. Con toda seguridad no querría que trabajara para ningún otro competidor antes de que su propio proyecto estuviera publicado.
«Tal vez me encontrará alguna otra cosa que hacer durante esos meses», pensó. O tal vez podría estar sin trabajar durante un tiempo. Esto último le apetecía bastante, lo que lo sorprendió. Le gustaba mucho su trabajo. Era duro, pero casi nunca resultaba aburrido. Por supuesto que disfrutaba con su trabajo. Era suficiente para el y tenía la intención de mantenerlo en su vida durante los próximos años. Después de eso, podría retirarse o se tomaría unas largas vacaciones, viajaría... lo que fuera. Entonces, cuando todo estuviera en su lugar, tendría tiempo para encontrar el amor en serio. Hallaría a un hombre agradable, de fiar, con el que pudiera casarse y sentar la cabeza. Aquél era su plan, perfecto y sensato. Sólo que en aquellos momentos, cuando lo pensaba bien, le parecía demasiado frío y aburrido.
Durante la segunda semana de diciembre, el estudio de Yifan estuvo mucho más concurrido de lo habitual. Aquella mañana en particular, las voces y los cuerpos se mezclaban en la sala en medio de un encantador caos. En aquella sesión, Kyungsoo iba a compartir protagonismo con un niño de ocho meses, dado que tenía que representar la imagen de un joven padre.
Una pequeña parte de la sala estaba decorada como un salón. Cuando Kyungsoo terminó con la peluquera, vio que Yifan estaba muy ocupado comprobando su equipo. Jongin estaba trabajando con él, compartiendo ideas sobre la sesión. Al ver que no pudo evitar contemplar su fuerte y esbelto cuerpo, se regañó en silencio.
Decidió dejar a los hombres con sus quehaceres y se dirigió a conocer a la joven madre y al niño que sería su hijo durante unos pocos minutos frente a las cámaras. El parecido que el pequeño tenía con el, la sorprendió y lo divirtió al mismo tiempo. Andy, tal y como su madre lo presentó, tenía una mata de pelo tan brillante y tan oscura como el cabello de Kyungsoo. Los ojos del niño, aunque no de un negro tan profundo como el de el, se asemejaban mucho. Cualquier desconocido daría por sentado que aquel pequeño era su hijo.
-¿Sabes lo difícil que ha sido encontrar a un niño que se parezca a ti? —le preguntó Jongin, que acababa de acercarse a ellos. Kyungsoo tenía a Andy sobre el regazo y lo hacía saltar sobre sus rodillas. Al presentir su llegada tanto el modelo como el pequeño levantaron sus profundos ojos negros para mirarlo-. Cualquiera se quedaría atónito por tanta brillantez. Tal vez deberíais bajar un poco el voltaje.
— ¿No te parece precioso? —preguntó Kyungsoo mientras acariciaba suavemente las mejillas del pequeño.
—Es espectacular. Podría ser tuyo.
—Sí, el parecido es sorprendente —admitió el pelinegro, con los ojos bajos por el repentino anhelo que le causaron las palabras de Jongin—. ¿Estamos listos?
-Sí.
—Muy bien, socio —le dijo al niño mientras se ponía de pie y se lo colocaba sobre la cadera-. Vamos a trabajar.
—Sólo tienes que jugar con él —le instruyó Yifan—. Haz lo que te apetezca. Lo que estamos buscando es espontaneidad. Creo que me comprende —añadió, al ver que el pequeño lo miraba muy fijamente.
-Por supuesto -afirmó Kyungsoo-. Es un niño muy inteligente.
—Esperemos que responda bien. Sólo podemos trabajar con niños durante sesiones de pocos minutos.
Se pusieron manos a la obra. Las dos cabezas oscuras se inclinaron la una muy cerca de la otra sobre la zona alfombrada. Mientras Kyungsoo jugaba con los bloques de colores, Andy, lleno de alegría, destruía sus esfuerzos. Muy pronto los dos estuvieron inmersos en el juego y prestaron muy poca atención a los movimientos de Yifan o al suave clic de la cámara. Kyungsoo estaba tumbado boca abajo, con los pies en el aire, construyendo torre tras torre para que el niño pudiera demolerla. De repente, el pequeño extendió la mano. Parecía haberlo distraído un mechón del sedoso cabello de Kyungsoo. Lo agarró con sus regordetes dedos y trató de llevárselo a la boca.
Kyungsoo se dio la vuelta y se colocó de espaldas. A continuación, levantó al niño por encima de su cabeza. El pequeño comenzó a reír de alegría ante el nuevo juego. El se lo colocó sobre el vientre y, muy pronto, Andy sintió una profunda atracción por los botones de blancos que el llevaba en la camisa verde claro. El joven observó atentamente la concentración del bebé y comenzó a trazar sus rasgos con la yema de un dedo. Una vez más, sintió una fuerte sensación de anhelo. Levantó al niño una vez más sobre su cuerpo y comenzó a hacer el sonido de un avión mientras lo movía por encima de ella. Andy gritó de felicidad. Kyungsoo se colocó al pequeño de pie sobre el vientre y dejó que el niño saltara al ritmo de su propia música.
Después, se puso de pie con él y lo abrazó con fuerza. De repente, se dio cuenta de que aquello era lo que más deseaba. «Un hijo propio, unos bracitos tan pequeños como estos alrededor del cuello. Un hijo con el hombre que amo», pensó. Cerró los ojos y se frotó la mejilla contra la de Andy. Cuando volvió a abrirlos, se encontró frente a la intensa mirada de Jongin.
Lo observó fijamente durante un instante y, de repente, comprendió que aquél era el hombre que quería, el hombre cuyo hijo deseaba tener entre sus brazos. Llevaba algún tiempo sabiendo la verdad, pero se había negado a reconocerla. En aquellos momentos, no encontró modo alguno de negarlo.
El fuerte tirón de pelo que Andy le dio rompió el hechizo. Kyungsoo se dio la vuelta, aturdido por lo que acababa de admitir. Aquello no era lo que había planeado. ¿Cómo podría haber ocurrido? Necesitaba tiempo para pensar, tiempo para solucionar sus cosas. En aquellos momentos, se sentía demasiado confuso.
Cuando Yifan marcó por fin la conclusión de la sesión, se sintió profundamente aliviado. Con un gran esfuerzo, Kyungsoo mantuvo su sonrisa a pesar de que, en su interior, temblaba por lo que acababa de descubrir.
—Maravilloso —declaró Yifan—. Los dos trabajaron como si fueran viejos amigos.
En silencio, Kyungsoo corrigió las palabras de su compañero. No era trabajo sino una fantasía. Había estado representando una fantasía, tal vez llevaba la vida entera haciéndolo. Una risa histérica se apoderó de el, aunque la reprimió con fuerza. No podía permitirse hacer el ridículo en aquellos instantes ni pensar en los sentimientos que la recorrían por dentro.
—Vamos a tardar un rato en estar listos para el siguiente decorado, Soo —le dijo Yifan tras consultar el reloj—.Ve a comer algo antes de cambiarte. Date una hora.
Kyungsoo asintió aliviado ante la perspectiva de poder pasar algo de tiempo sólo.
—Yo te acompañaré.
—Oh, no —protestó el. Rápidamente recogió su abrigo y se dispuso a marcharse con toda rapidez. Jongin levantó una ceja—. Quería decir que no te molestes. Seguro que tienes trabajo que hacer. Estoy convencido de que hay algo que te reclama en tu despacho o algo así.
—Sí, mi trabajo nunca cesa —admitió él ambario-, pero, de vez en cuando, tengo que comer.
Jongin le quitó el abrigo para ayudarla a ponérselo. Cuando le colocó las manos sobre los hombros, la calidez que emanó de ellas atravesó la gruesa tela y le quemó la piel. Como respuesta, Kyungsoo se tensó. Se sentía muy a la defensiva. Jongin pareció notar su reacción, porque puso los dedos muy rígidos y lo obligó a darse la vuelta.
—Mi intención no era tomarte a ti para almorzar, Kyungsoo. ¿Es que nunca vas a dejar de sospechar de mí?
Cuando salieron al exterior, las calles estaban limpias de nieve, pero una ligera capa blanca cubría las aceras y los coches que había aparcados. Kyungsoo se sintió atrapado en el coche de Jongin, a su lado, mientras él conducía el Mercedes por las calles de Nueva York. Cuando llegaron a Central Park, el pelinegro trató de aliviar la tensión y el incesante tamborileo de su corazón.
—Mira, es precioso, ¿verdad? —comentó mientras indicaba las ramas desnudas de los árboles cubiertas de nieve, que relucían como si fueran diamantes—. Me encanta la nieve. Todo parece tan limpio y tan fresco. Hace que todo se parezca...
— ¿A tu hogar?
—Sí —admitió el modelo.
De repente, pensó que, al lado de Jongin, su hogar podría estar en cualquier parte. Sin embargo, comprendió que no debía revelar su debilidad. …l nunca debía conocer el amor que lo embargaba por dentro y le batía el corazón como los vientos de los tornados que atraviesan Kansas a finales de la primavera.
Siguió hablando sin parar de todos los temas que le vinieron a la cabeza. Así, esperaba que él pudiera vislumbrar el secreto que guardaba con tanto celo.
— ¿Te encuentras bien, Kyungsoo? -le preguntó Jongin de repente, cuando el se tomó un respiro-. Últimamente has estado muy nervioso...
Lo miró atentamente y, durante un aterrador instante, Kyungsoo temió que aquellos ojos le penetraran en el pensamiento y leyeran el secreto que albergaba.
-Claro que sí -dijo el, con voz tranquila-. Sólo estoy muy emocionado por el proyecto. Vamos a terminar muy pronto y la edición de la revista estará en los puestos de periódicos. Estoy deseando ver cómo lo reciben los lectores.
-Si es eso lo único que te preocupa, creo que puedo decirte que la reacción será tremenda. Serás una sensación, Kyungsoo —le aseguró él mientras lo miraba durante un instante—. Recibirás ofertas de todas partes. Revistas, televisión, empresas de publicidad...Te aseguro que podrás elegir tus trabajos.
-Oh...
— ¿Acaso no te emociona esa posibilidad? —preguntó él, al ver lo cálida que había sido su reacción—. ¿No es eso lo que siempre habías querido?
-Por supuesto que sí -afirmó el modelo, con más entusiasmo del que sentía—. Tendría que estar loco para no alegrarme y te agradezco mucho la oportunidad que me has dado.
—Ahórrate tu gratitud —replicó Jongin, con una cierta brusquedad—. Este proyecto será el resultado del trabajo en equipo. Lo que saques del proyecto te lo habrás ganado tú solo. Ahora, si no te importa, dime dónde te dejo antes de que yo regrese a mi despacho.
Kyungsoo asintió. Le resultaba imposible comprender lo que el había dicho para despertar su ira de aquella manera.
La fase final del proyecto estaba en camino. Kyungsoo se cambió en una pequeña habitación del estudio de Yifan. Al verse en el espejo, contuvo el aliento. La camsia y el bóxer negro le había parecido preciosos, pero poco inspirado, cuando la sacó de la caja. En aquellos momentos, se sintió abrumada por su belleza. Era blanca y transparente, el bóxer negro resaltaba sus piernas y su trasero parecia que se amoldaba alrededor de las esbeltas curvas del cuerpo de Kyungsoo. Sí. Mientras daba vueltas sobre si mismo, Kyungsoo decidió que era maravilloso.
Poco antes aquel mismo día, había posado con un precioso abrigo de marta. Recordó el suave tacto de la piel contra la barbilla y suspiró. Yifan había capturado su primera expresión de delicia y deseo cuando hundió el rostro contra el cuello del abrigo. Sin embargo, Kyungsoo sabía que preferiría tener aquella camisa más que diez abrigos de marta. Tenía algo especial, como si se hubiera creado especialmente para el.
Salió del improvisado probador y observó cómo Yifan había completado el decorado. Aquella vez se había superado. La luz era cálida y suave, como si se tratara de un dormitorio iluminado por velas. Además, había colocado una luz trasera que se parecía a los rayos de la luz de la luna. El efecto final era romántico y sutil.
—Ah, estupendo. Veo que ya estás listo -dijo Yifan. Entonces, se tomó un minuto para observarlo—. ¡Vaya! Estás precioso. Todos las personas que vean tu foto caerán rendidos de amor por ti. Las mujeres, por su parte, soñarán con estar en este lugar. Algunas veces, sigues sorprendiéndome.
Kyungsoo se echó a reír y se acercó a él justo en el momento en el que se abría la puerta del estudio. Se dio la vuelta y vio que era Jongin, con Luhan del brazo. Sus miradas se cruzaron durante un instante antes de que la mirada de él lo recorriera lentamente con la intensidad de una caricia física.
Jongin se tomó su tiempo en volver a mirarlo a la cara.
—Estás extraordinario, Kyungsoo
—Gracias —susurró el. Entonces, se encontró con la gélida mirada de Luhan. El contraste fue como el de una ducha helada, por lo que Kyungsoo deseó de todo corazón que Jongin no lo hubiera llevado.
—Estamos a punto de empezar —comentó Yifan.
—En ese caso, no dejes que los entretengamos —afirmó Jongin— Luhan quería ver el proyecto que me ha mantenido tan ocupado.
Aquellas palabras parecían tener la implicación de que Luhan formaba parte de la vida de Jongin, por lo que Kyungsoo sintió que se le caía el alma a los pies. A pesar de todo, decidió sacudirse la depresión que sentía y se recordó que los sentimientos que tenía hacia Jongin no eran correspondidos.
-Ponte ahí, Soo -le indicó Yifan. Rápidamente, el se dirigió al lugar indicado.
La suave luz le dio un delicado brillo a su piel, tan suave como la caricia de un amante. Los focos traseros brillaban a través de la fina tela, resaltando así la silueta de su cuerpo.
—Muy bien —afirmó Yifan —. Perfecto —añadió mientras encendía la máquina de viento.
La suave brisa de la máquina le alzó el cabello y provocó que la camisa se le pegara al cuerpo. Yifan agarró su cámara y comenzó a hacer fotografías.
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