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El Rostro Del Amor ( Kaisoo ) por Mikhiel

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Notas del capitulo: Estoy ebrio XD bueno sólo poquito, para editar me metí a el baño del antro XD cuando salí los demás se me quedaron mirando raro quien sabe por que, si ven algún error me dicen nos vemos el martes oh yeah mañana tendré cruda y sólo contestaré los comentarios :3 se despide un mikhiel ebrio y nada sexy.
Lo primero que Kyungsoo hizo cuando regresó a su apartamento de Nueva York fue llamar a Yifan. Cuando escuchó una voz diferente, dudó y se disculpó.

—Lo siento, debo de haberme equivocado de número.

— ¿Kyungsoo? —le preguntó el chico—. Soy Tao.

— ¿Tao? —repitió el, confuso—. ¿Cómo estás? ¿Cómo has pasado las fiestas? —añadió, rápidamente.

—La respuesta a ambas preguntas es muy bien. Yifan me dijo que tú te marchaste a casa de tus padres. ¿Te lo pasaste bien?

—Sí. Siempre resulta muy agradable regresar a mi hogar.

—Espera un momento. Voy a llamar a Yifan.

-Oh, bueno, yo no...t

La voz de Yifan interrumpió sus protestas. Kyungsoo se disculpó inmediatamente y le dijo que llamaría más tarde.

-No seas tonto, Soo. Tao sólo está ayudándome a ordenar mis viejas revistas de fotografía.

A Kyungsoo se le ocurrió que la relación de Yifan y Tao debía de estar progresando a la velocidad de la luz para que Yifan le permitiera a el joven tocar sus valiosas revistas.

-Sólo quería que supieras que ya he regresado —dijo el pelinegro—. Por si surge algo...

—Mmm, bueno, supongo que deberías ponerte en contacto con Jongin —contestó Yifan-. Aún sigues contratado por él. ¿Por qué no lo llamas?

-Creo que no debo preocuparme al respecto -comentó el, tratando de mantener un tono casual—. Le dije que regresaría después de Año Nuevo. …l ya sabe dónde encontrarme.

Pasaron varios días antes de que Jongin se pusiera en contacto con Kyungsoo. El pasó gran parte de ese tiempo en su casa a causa de la nieve, que parecía caer incesantemente sobre la ciudad. Aquel confinamiento, después de regresar de los espacios abiertos de Kansas, causó estragos en sus nervios. No hacía más que observar desde la ventana las aceras cubiertas de nieve.

Una tarde, justo cuando el cielo dejaba caer el regalo poco bienvenido de la lluvia, Taemin llamó para cenar y pasar unas horas en compañía de Kyungsoo.

De pie en la cocina, estaba preparando un cogollo de lechuga cuando sonó el teléfono. Como tenía las manos mojadas, le pidió a Taemin que contestara.

Taemin lo hizo con un tono de voz muy formal.

—Residencia del señorito D.O Kyungsoo. Lee Taemin al aparato. El señorito D.O se pondrá a hablar con usted en cuanto se limpie las manos de la lechuga.

—Taemin —comentó Kyungsoo, entre risas, mientras se dirigía corriendo al salón—. No puedo dejar que hagas nada.

—No importa —anunció el mientras le extendía el teléfono—. Sólo se trata de una voz masculina increíblemente sensual.

—Gracias. Vete a la cocina —le ordenó Kyungsoo. Rápidamente agarró el teléfono—. Hola, no le hagas caso a mi amigo. Está loco —dijo, sin saber quién estaba al otro lado de la línea.

—Al contrario. Es la conversación más interesante que he tenido en todo el día.

-¿Jongin?

—Lo has adivinado a la primera. Bienvenida a la jungla de asfalto, Soo. ¿Cómo te fue en Kansas?

—Muy bien —susurró el pelinegro—. Muy bien...

—Vaya, qué comentario más esclarecedor. ¿Disfrutaste de las Navidades?

-Sí, mucho. ¿Y tú? -le preguntó, tratando de recobrar la compostura—. ¿Has pasado buenas fiestas?

—Maravillosas, aunque estoy seguro de que las mías han sido mucho más tranquilas que las tuyas.

-Supongo que diferentes -replicó el, enojado sin saber por qué.

—Bueno, todo eso forma ya parte del pasado. En realidad, te llamo por el próximo fin de semana.

— ¿Fin de semana? —repitió Kyungsoo.

—Sí. Se trata de una escapada a las montañas.

— ¿A las montañas?

—Pareces un loro —bromeó él—. ¿Tienes algo importante planeado desde el viernes hasta el domingo?

—Bueno, yo... No, es decir, nada demasiado importante...

—Bien. ¿Has ido alguna vez a esquiar?

— ¿En Kansas? —replicó el modelo, algo más tranquilo—. Creo que las montañas son esenciales para practicar el esquí.

—Efectivamente. Bueno, no importa. Se me había ocurrido una idea para unas fotografías. Me había imaginado una hermoso joven jugueteando en la nieve. Tengo una casa en los Adirondacks, cerca del lago George. Sería un fondo muy hermoso. Así, podremos combinar los negocios con el placer.

— ¿Podremos?

—No hay necesidad de alarmarse -le aseguró él, con cierta sorna—. No te voy a secuestrar para llevarte a la naturaleza salvaje y seducirte allí, aunque la idea tiene posibilidades interesantes -añadió, con una carcajada—. Siento que te estás sonrojando al otro lado de la línea telefónica...

-Muy gracioso —repuso el pelinegro. Lo enojaba que pudiera leer sus reacciones tan fácilmente—. De hecho, estoy empezando a recordar un compromiso muy urgente para el fin de semana, así que...

—Un momento, Kyungsoo. Recuerda que aún te tengo contratado. Mis derechos sobre ti duran aún un par de meses. Tú querías volver a trabajar y yo te estoy dando una oportunidad.

—Sí, pero...

—Léete la letra pequeña si quieres, pero mantén libre el fin de semana. Y relájate. Estarás bien protegido contra mis intentos de seducción. Yifan y Tao van a venir con nosotros y Más Chagmin, mi director artístico, se reunirá con nosotros algo más tarde.

—Oh —respondió el. No sabía si sentirse aliviado o desilusionado.

—Yo, la revista, te proporcionaremos el equipo adecuado para la nieve. Te recogeré a las siete y media de la mañana del viernes. Espero que estés listo y preparado.

—Sí, pero...

Kyungsoo miró el auricular con una mezcla de enojo y anticipación. Jongin había colgado. No le había dado la oportunidad de hacerle preguntas ni de formular una excusa razonable para declinar su oferta. Dejó el teléfono y se dio la vuelta, para encontrarse con el rostro deTaemin, que lo interrogaba con la mirada.

— ¿Qué era todo eso? Pareces completamente atónito —le dijo su amigo.
-Me marcho este fin de semana a las montañas!!!!!!!!

-¿A las montañas? ¿Con el dueño de esa voz tan fascinante?

—Se trata sólo de un reportaje —respondió el, tratando de mantener un tono casual de voz—. Era Jongin. Habrá muchos proyectos más —añadió.

El viernes por la mañana amaneció frío y soleado. Kyungsoo había preparado sus maletas y estaba listo, tal y como se le había ordenado. Estaba tomándose una taza de té cuando sonó el timbre.

—Buenos días, Kyungsoo —le dijo Jongin en cuanto abrió la puerta—. ¿Estás listo para enfrentarte a la naturaleza salvaje?

…l parecía bastante capaz de hacerlo con el atuendo que llevaba puesto: una pelliza, unos pantalones de pana y unas pesadas botas. En aquel momento, tenía un aspecto rudo y atractivo. Ya no era el frío y calculador hombre de negocios a quien el se había acostumbrado. Kyungsoo se agarró con fuerza al pomo de la puerta y trató de mantener una apariencia tranquila cuando lo invitó a pasar.

Tras asegurarle que estaba listo, se dirigió a la cocina para dejar la taza vacía y tomó su abrigo. Se lo puso sobre el jersey y los vaqueros que llevaba puestos y luego se colocó un sombrero de esquí sobre la cabeza. Jongin lo observaba en silencio.

—Estoy listo—dijo. De repente, fue consciente del intenso escrutinio al que él lo estaba sometiendo.

Presa de los nervios, se humedeció los labios con la lengua—. ¿Nos vamos?

Jongin asintió con la cabeza y se inclinó para tomar la maleta que el modelo tenía preparada junto al sofá. Entonces, con una sonrisa en los labios, le tomó la mano y lo condujo hacia la puerta.

Muy pronto abandonaron la ciudad. Jongin dirigió el Mercedes hacia el norte. Condujo rápida y hábilmente a lo largo del Hudson y mantuvo con el pelinegro una conversación casual. Kyungsoo se relajó rápidamente en el cálido interior del coche y se olvidó de la habitual inhibición que sentía al entrar en contacto con el hombre que despertaba tan fácilmente sus sentidos. Entonces, se quitó el sombrero y sacudió la cabeza para alborotar su melena.

—Hay mucho más en Nueva York que rascacielos —dijo él, después de informarle que aún seguían en el área de la Gran Manzana—. Montañas, valles, bosques...Tiene un poco de todo. Supongo que ya iba siendo hora de que cambiaras tu impresión sobre esta ciudad.

-Nunca había pensando que Nueva York fuera algo más que un lugar en el que trabajar —admitió el—. Ruidoso, ajetreado y muy emocionante aunque a veces resulte agotador. Es una ciudad que siempre parece estar moviéndose y que nunca duerme. Por eso, el valor del silencio de mi hogar es mucho más precioso.

—Kansas sigue siento tu hogar, ¿verdad? —afirmó él, aunque parecía estar pensando en otra cosa. Su expresión se centraba en la carretera que tenía delante. Kyungsoo frunció el ceño al sentir el cambio de su estado de ánimo. Entonces, dedicó su atención al paisaje sin molestarse en responder.

Siguieron hacia el norte. El modelo perdió toda noción del tiempo, embriagado por la novedad de lo que veía y la belleza de lo que le rodeaba. Cuando vio los Catskills por primera vez, lanzó un pequeño grito de placer y, espontáneamente, tiró a Jongin del brazo.

— ¡Mira las montañas! -exclamó, con una emocionada sonrisa en los labios. Cuando Jongin le devolvió el gesto, el corazón le hizo una serie de saltos acrobáticos-. Supongo que debo parecerte terriblemente tonto, pero cuando lo único que conoces son kilómetros y kilómetros de campos de trigo y colinas, todo esto es una revelación.

—No es ninguna tontería, Soo —respondió él, con voz suave. Kyungsoo q se volvió a mirarlo, sorprendido con el tono de su voz—. Te encuentro totalmente encantador.

Entonces, le tomó la mano y le dio un beso en la palma, lo que le provocó una serie de ardientes sensaciones por todo el cuerpo. Estaba acostumbrado a su tono burlón. Sin embargo, esos cambios de humor ponían patas arriba su mundo y la hacían brillar por dentro como una llama encendida. Aquel hombre era peligroso, muy peligroso. De algún modo, debía levantar un muro de defensa contra él. ¿Cómo hacerlo? ¿Cómo podría enfrentarse tanto a él y a la parte de el misma que deseaba sólo rendirse?

-Me vendría bien un café -dijo Jongin, de repente, sacando así a Kyungsoo de sus pensamientos—. ¿Y a ti? —añadió. Entonces, se volvió hacia el y sonrió—. ¿Te apetece un té?

—Claro.

Jongin entró en el pequeño pueblo de Catskill y detuvo el coche delante de un pequeño café. Descendió rápidamente del vehículo y Kyungsoo hizo lo mismo antes de que él pudiera rodear el coche y abrirle la puerta. El pelinegro no dejaba de mirar la imponente presencia de las montañas.

—Parecen más altas de lo que realmente son —comentó Jongin—. Sólo nacen a unos pocos metros de altura sobre el nivel de mar. Me encantaría ver la expresión de tu hermoso rostro cuando contemplaras las Rocosas o los Alpes.

Entrelazó la mano con la de el y lo hizo entrar en el cálido interior del café. Cuando tomaron asiento, Kyungsoo se quitó el abrigo y se concentró de nuevo en la vista tratando de erigir un muro defensivo entre Jongin y el.

—Café para mí y un té para el joven. ¿Tienes hambre, Soo?

— ¿Cómo? No...Bueno, en realidad, un poco -admitió con una sonrisa.

—Aquí sirven un maravilloso pastel de café —dijo.

Entonces, pidió dos porciones antes de que el pudiera protestar.

—No suelo tomar dulces... —susurró el, pensando en el pomelo en el que había pensado.

— Kyungsoo, cielo —comentó Jongin con exagerada paciencia-. No creo que una porción de pastel vaya a estropear tu hermosa figura. En todo caso, unos kilos de más no te vendrían nada mal.

— ¡Vaya! —replicó el pelinegro, con cierta indignación—. Pues hasta ahora no he tenido ninguna queja.

—Estoy seguro de ello, y tampoco las recibirás por mi parte. Me encantan las personss delgadas. Sin embargo, el aire de fragilidad que emana de ellas resulta algunas veces desconcertante —susurró. Extendió la mano y le apartó un mechón de cabello del rostro.

Kyungsoo decidió no prestar atención alguna ni al gesto ni al comentario.

—No recuerdo cuándo he disfrutado más de un trayecto en coche —comentó—. ¿Cuánto nos queda todavía?

—Estamos a mitad de camino —respondió Jongin. Entonces, añadió un poco de leche al café—. Deberíamos llegar a mediodía.

— ¿Cómo van a llegar allí los demás? Es decir, ¿van todos juntos en coche?

— Yifan y Tao vienen juntos —observó, con una sonrisa en los labios. Entonces, tomó un trozo de pastel-. Más bien debería decir que Yifan y Tao acompañan al equipo de Yifan. Me sorprende ver que ha permitido que el viaje en el mismo coche que sus valiosas cámaras y objetivos.

-¿Sí?

—Supongo que no debería ser así porque he notado el creciente interés que él siente por mi secretario. De hecho, parecía estar encantado de poder tenerlo como compañía durante el viaje.

—Cuando lo llamé el otro día, Tao estaba ayudándolo a organizar sus revistas de fotografía -comentó Kyungsoo, con incredulidad—. Con Yifan, eso corresponde a un compromiso. Todavía no me lo puedo creer. Me resulta increíble pensar que Yifan va en serio con una persona de carne y hueso.

-El amor sólo les ocurre a los mejores -comentó él.

¿Le ocurriría a Jongin alguna vez? Kyungsoo no pudo mirarlo a los ojos.
Notas finales: No leemos un beso sólo ebrio cumplo los que prometo Ü

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