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El Rostro Del Amor ( Kaisoo ) por Mikhiel

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Notas del capitulo: Ya va a terminar Dx sólo dos capítulos mas
Kyungsoo, ¿adónde vas? —preguntó Taemin cuando Kyungsoo ya se había dado la vuelta para marcharse.

—A mi casa —respondió el sin mirar atrás—. A la casa de la que nunca debí salir.

A pesar de que la inesperada llegada de Kyungsoo sorprendió a sus padres, no le hicieron preguntas ni quisieron explicación alguna. Muy pronto, el se habituó a la rutina de los días en la granja. Casi sin que se diera cuenta, pasó una semana.

Durante aquel tiempo, Kyungsoo tomó por costumbre pasarse muchos ratos a solas en el porche de la granja. Las horas entre el anochecer y el momento de irse a la cama eran las mejores. Era el momento que separaba las ajetreadas horas del día de las horas de reflexión de la noche.

El balancín del porche crujió suavemente, turbando así la tranquilidad de la tarde. Observó el suave avance de la luna por el cielo nocturno y disfrutó del aroma de la pipa de su padre cuando él se sentó a su lado.

—Es hora de que hablemos, Soo —dijo él mientras le rodeaba los hombros con un brazo—. ¿Por qué has regresado tan de repente?

El suspiró profundamente y apoyó la cabeza contra la de él.

—Por muchas razones, principalmente porque estaba cansado.

— ¿Cansado?

—Sí, cansado de que me fotografíen, cansado de ver mi propio rostro, cansado de tener que sacarme actitudes y expresiones del sombrero como si fuera un mago de segunda categoría, cansado del ruido, cansado de las multitudes... Simplemente cansado.

—Siempre creímos que tenías lo que más deseabas.

—Estaba equivocado. No era lo que yo deseaba. No era lo único que quería —comentó Kyungsoo. Se puso de pie y se acercó a la barandilla del porche para observar más de cerca la noche—. Ahora, no sé si he conseguido algo.

—Has conseguido muchas cosas. Has trabajado muy duro y has conseguido abrirte camino en tu carrera, un camino del que puedes sentirte muy orgulloso. Todos nos sentimos muy orgullosos de ti.

—Sé que he tenido que trabajar mucho para conseguir lo que tengo. Sé que era bueno en mi profesión... Cuando me marché de casa -dijo, mientras se sentaba sobre la barandilla-, quería ver hasta dónde podía llegar yo solo. Sabía exactamente lo que quería y adonde me dirigía. Todo estaba catalogado en pequeñas categorías. Primero A, luego B y así sucesivamente. Ahora, he conseguido algo que la mayoría de las personas en mi posición darían cualquier cosa por tener, pero yo no lo quiero. Pensé que lo quería, pero ahora, cuando lo único que tengo que hacer es extender la mano y tomarlo, no lo quiero. Estoy cansado de poner caras.

—Muy bien. En ese caso, es hora de detenerse, pero a mí me parece que hay algo más que ha provocado tu decisión de venir a casa. ¿Hay algún hombre implicado en todo esto?

—Está todo terminado —dijo Kyungsoo encogiéndose de hombros—. No estaba a mi alcance.

—D.O Kyungsoo, me avergüenzo de oírte hablar así.

—Es cierto. Yo nunca encajé en su mundo. Es rico y sofisticado y yo no hacía más que olvidarme del glamour para hacer las cosas más ridículas. ¿Sabes que aún sigo llamando a los taxis con un silbido? Uno no puede cambiar lo que es Pá. Por muchas imágenes que puedas adoptar, se sigue siendo el mismo. Además, en realidad nunca hubo nada entre nosotros... al menos no por su parte.

—En ese caso, no debe de ser un hombre muy inteligente -comentó Yunho tras dar una calada de su pipa.

—Algunas personas podrían decir que tienes prejuicios —dijo el pelinegro mientras abrazaba con fuerza a su progenitor—. Yo sólo necesitaba regresar a casa. Ahora me voy a poner bien. Además, como mañana viene el resto de la familia, tenemos mucho que hacer.


El aire era puro y dulce cuando Kyungsoo se montó sobre su caballo a primera hora de la mañana para ir a dar un paseo. Se sentía ligero y libre. El viento le alborotaba el cabello y se lo apartaba de la cara como si fuese una espesa alfombra negra. Al sentir la alegría de la brisa y de la velocidad, se olvidó del tiempo y del dolor y desechó por fin su sentimiento de fracaso. Entonces, detuvo su negra montura y contempló la amplia extensión de campos de trigo.

Parecían extenderse hasta la eternidad. Era como un océano dorado que se mecía bajo un cielo de un azul imposible. En algún lugar, una alondra pareció anunciar la llegada de la vida. Kyungsoo suspiró de felicidad. Levantó el rostro y disfrutó de las suaves caricias del sol sobre la piel, del aroma de la tierra volviendo a la vida tras el descanso invernal.

Aquello era Kansas en primavera...Todos los colores eran tan reales, tan vivos... El aire era tan fresco y tan lleno de paz. « ¿Por qué decidí marcharme de aquí? ¿Qué estaba buscando?», pensó. Cerró los ojos y respiró profundamente. «Estaba buscando a D.O Kyungsoo y, ahora que lo he encontrado, no sé lo que hacer con el...».

—Ahora lo que necesito es tiempo, Cochise —le dijo a su compañero de cuatro patas. Entonces, se inclinó sobre el animal para acariciarle el fuerte cuello—. Sólo necesito un poco de tiempo para hacer que encajen todas las piezas de mi rompecabezas.

Hizo que el caballo se diera la vuelta y se dispuso a regresar a casa. Empezó a cabalgar suavemente, feliz de haber sentido el ritmo de la naturaleza y de haber contemplado aquel paisaje primaveral. Cuando vislumbró la granja, Cochise comenzó a mostrarse intranquilo. No dejaba de piafar el suelo y de tirar del bocado. No quería regresar.

—Tranquilo, diablillo...

Acicateó al animal e hizo que empezara a correr. El aire vibraba a su alrededor, mezclado con el sonido de los cascos sobre la tierra. Kyungsoo dejó que su espíritu volara al ritmo del galope de su montura. Saltaron limpiamente una vieja valla de madera, tocaron suavemente la tierra y siguieron galopando contra el viento.

A medida que se iban acercando a la casa, Kyungsoo entornó los ojos al ver a un hombre apoyado sobre la valla. Tiró de las riendas para que Cochise se detuviera inmediatamente.

—Quieto —susurró.

Comenzó a acariciar suavemente el cuello del animal y murmuró suaves palabras para calmarlo. No dejaba de mirar al hombre. Parecía que ni la mitad de un continente había sido lo suficientemente grande como para poder escapar.


Jongin se apartó de la valla y se dirigió hacia él.

—Menuda actuación —dijo—. Me resultaba imposible saber dónde terminaba el caballo y dónde empezaba el hombre.

— ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Kyungsoo.

—Sólo pasaba por aquí... y pensé que vendría a visitarte —comentó el ambario mientras acariciaba el morro del caballo.

Kyungsoo apretó los dientes y desmontó.

— ¿Cómo has sabido dónde encontrarme? —quiso saber el modelo. Lo miraba muy fijamente, pero, de repente, deseó haber mantenido la ventaja que le daba la altura del caballo.

—Taemin me oyó llamando a tu puerta. Me dijo que te habías marchado —dijo él. Hablaba de un modo ausente. Parecía mucho más interesado en acariciar al caballo que en darle explicaciones —. Es un caballo muy bonito, Soo —comentó, mirando por fin a el chico. Sus ojos marrones observaron atentamente el cabello peinado por el viento y las arreboladas mejillas—. Y tú sabes muy bien cómo montarlo.

—Necesita refrescarse un poco y que lo cepille —replicó. Se sentía bastante enojado por el hecho de que su caballo pareciera tan a gusto con las suaves caricias de aquellos largos dedos. Se dispuso a llevárselo al establo.

-¿Tiene nombre? -quiso saber Jongin. Había empezado a andar a su lado.

—Se llama Cochise —replicó con voz seca. Casi no pudo evitar darle a Jongin con la puerta del establo en las narices cuando entró tras él.

- Me pregunto si te has dado cuenta de que el color de este animal te va muy bien —comentó, mientras se acomodaba contra la puerta del pesebre. Kyungsoo comenzó a cepillar al animal con gran dedicación.

—Yo nunca elegiría un caballo por una razón tan poco práctica —repuso, sin apartar la mirada del pelaje del animal. Estaba de espaldas a Jongin.

— ¿Cuánto tiempo hace que lo tienes?

—Lo crié cuando sólo era un potro.

—Supongo que eso explica el porqué los dos encaján tan bien.

Jongin comenzó a recorrer el establo mientras el pelinegro terminaba de acicalar al caballo. Mientras sus manos estaban ocupadas, su mente no hacía más que pensar en docenas de cuestiones que no tenía el valor de preguntar. El silencio se fue haciendo cada vez más intenso hasta que se sintió incapaz de escapar de él. Por fin, cuando le resultó imposible prolongar por más tiempo el aseo del caballo, se dispuso a salir del establo.

— ¿Por qué saliste huyendo? —le preguntó Jongin cuando los dos salían por la puerta.

—Yo no he salido huyendo —replicó el pelinegro. Improvisó rápidamente—. Quería tener un poco de tiempo para pensar en las ofertas que he tenido... A estas alturas de mi carrera no quiero tomar una decisión equivocada.

—Entiendo.

Sin saber si la sorna que había en el tono de la voz de Jongin era real o producto de su propia imaginación, decidió tratar de deshacerse de él.

—Tengo cosas que hacer. Mi papá me necesita en la cocina.

Sin embargo, parecía que el destino estaba en su contra. En aquel momento su papá abrió la puerta trasera y se acercó a ellos.

— ¿Por qué no le muestras a Jongin todo esto, Soo? A mí no me haces falta.

—Pero los pasteles... —dijo él, tratando de hacer entender a su papá que se trataba de una situación desesperada.

No obstante, Jaejoong decidió no prestar atención alguna a su silenciosa súplica y le sonrió dulcemente.

—Aún tenemos mucho tiempo. Estoy seguro de que a Jongin le gustaría recorrer la granja antes de cenar.

—Tu papá ha sido muy amable y me ha invitado a quedarme, Soo —le dijo él con una sonrisa al comprobar el asombro con el que Kyungsoo miraba a su papá—. Estaré encantado, Jaejoong.

Furioso por el hecho de que se hubieran hablado utilizando los nombres de pila, Kyungsoo se dio la vuelta y musitó sin entusiasmo alguno:

—Muy bien. Vamos.

A poca distancia se detuvo y lo miró con una almibarada sonrisa.

—Bueno, Jongin—le dijo con cierta ironía—, ¿qué te gustaría ver primero, el corral de las gallinas y la zahúrda?

—Decide tú —respondió él, sin dejar que el sarcasmo con el que el modelo le había hablado le afectara en absoluto.

Con el ceño fruncido, Kyungsoo se dispuso a enseñárselo todo.

En vez de parecer tan aburrido como el pelinegro había esperado, Jongin se mostró muy interesado por todas las tareas de la granja, desde el huerto de su papá, hasta la gigantesca maquinaria de su padre.

De repente, él le puso una mano en el hombro para que se detuviera y miró los campos de trigo.

—Ya comprendo a lo que te referías, Soo —murmuró—. Son magníficos. Es como un océano dorado.

El no respondió.

Jongin giró la cabeza y antes de que Kyungsoo pudiera protestar, le agarró la mano.

-¿Has visto alguna vez un tornado?

—Uno no vive en Kansas durante veinte años sin ver uno —replicó Kyungsoo.

—Debe de ser una experiencia abrumadora.

—Lo es —afirmó—. Recuerdo que, cuando yo tenía unos siete años, nos enteramos de que se acercaba uno. Todo el mundo iba corriendo de un lugar a otro, protegiendo a los animales y preparándose para lo peor. Yo estaba en medio de todo aquello... —susurró. Se detuvo durante un instante. Entonces, miró al horizonte como si eso lo ayudara a reunir sus recuerdos—...Yo lo vi acercarse. Era como un enorme embudo negro, que se acercaba cada vez más. Todo estaba tan tranquilo, pero se podía sentir cómo el aire iba levantándose poco a poco. Yo me sentía completamente fascinado. Mi padre salió a recogerme. Me colocó sobre su hombro y me llevó al sótano de la casa. Todo rebosaba placidez. Casi parecía como si el mundo se hubiera muerto. Entonces, se escuchó un sonido muy fuerte, como si cientos de aviones estuvieran atravesando el cielo por encima de nuestras cabezas.

Jongin sonrió. Inmediatamente, Kyungsoo experimentó el ya habitual vuelco del corazón.

—Soo —susurró. Entonces, se llevó dulcemente la mano del joven a los labios—. Eres tan dulce que parece increíble…
Notas finales: Fui a México y me asaltaron 7n7

Nos leemos un beso Ü

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