En aquel momento, Kyungsoo lo reconoció por las fotografías que había visto de él en los periódicos y en las revistas que él poseía. Se maldijo inmediatamente por la actitud estúpida que había mostrado ante él ambario, tardó unos segundos en encontrar la voz.
- Me ha dejado que hablara de ese modo-tartamudeó, con los ojos brillantes y las mejillas ruborizadas - Se ha limitado a tomarme fotografías que no tenía derecho alguno a hacer para dejar que yo siguiera hablando como un idiota.
—Simplemente estaba siguiendo órdenes -dijo él moreno.
El tono serio y la expresión sobria de su rostro dieron a Kyungsoo más motivos para sentirse avergonzado y furioso consigo mismo.
- Bueno, no tenía derecho alguno a obedecerlas. Debería haberme dicho antes quién era —susurró el pelinegro.
La voz le temblaba de indignación. Por su parte, Jongin se limitó a encogerse de hombros y a sonreír.
—Nunca me lo preguntaste.
Antes de que Kyungsoo pudiera responder, la puerta del estudio se abrió de par en par Yifan entró, con aspecto desazonado y confuso.
- Señor Kim - dijo mientras se dirigía hacia ambos - lo siento... Pensé que tenía que reunirme con usted en su despacho -añadió mientras se mesaba el cabello con agitación - cuando llegué allí, me dijeron que usted iba a venir aquí no sé cómo me pude confundir de esa manera, siento que haya tenido que estar esperándome.
- No se preocupe - le aseguró Jongin con una sonrisa - la última hora ha resultado muy entretenida.
- Kyungsoo - susurró Yifan como si en aquel instante se hubiera dado cuenta de la presencia del joven-. Dios santo...Ya sabía yo que me olvidaba de algo. Tendremos que tomar esas fotografías más tarde.
- No hay necesidad - afirmó Jongin mientras le entregaba la cámara - Kyungsoo y yo ya nos hemos ocupado de ellas.
- ¿Usted ha tomado las fotografías? —preguntó Yifan, atónito.
- Kyungsoo no vio razón alguna para desperdiciar el tiempo - contestó Jongin entonces, volvió a sonreír - estoy seguro de que las fotografías resultarán adecuadas
- De eso no me cabe ninguna duda, señor Kim - repuso Yifan con cierta reverencia- ya sé lo que es usted capaz de hacer con una cámara.
Kyungsoo sentía unos enormes deseos de que el suelo se abriera y se lo tragara. Tenía que marcharse de allí rápidamente. Nunca en su vida se había sentido tan estúpido, aunque reconocía que Jongin había sido el culpable.
¿Cómo habría podido ser tan caradura como para dejarlo creer que era un fotógrafo? Recordó cómo le había ordenado que empezara y las cosas que le había dicho.
Cerró los ojos y se lamentó en silencio.
Lo único que deseaba en aquellos instantes era desaparecer y, con un poco de suerte, no tener que volver a ver a Kim Jongin en toda su vida, comenzó a recoger sus cosas con rapidez.
- Yo me marcharé para que puedan hablar de negocios. Tengo otra sesión al otro lado de la ciudad - anuncio entonces, se colgó el bolso sobre el hombro y respiró profundamente - Adiós, Yifan Ha sido un placer conocerlo, señor Kim - añadió.
A continuación, trató de dirigirse hacia la puerta pero Jongin lo agarró de la mano y se lo impidió.
—Adiós, Kyungsoo —le dijo.
El pelinegro se vio obligado a mirarlo a los ojos. Al notar la mano de él sobre la suya, sintió que las fuerzas lo abandonaban
-Ha sido una mañana muy interesante. Tendremos que volver a repetirla muy pronto.
«Cuando el infierno se hiele»
Le dijo el modelo con la mirada, sin pronunciar palabra alguna, entonces, murmuró algo incoherente y se dirigió a la puerta.
El sonido de las risas de Jongin fue lo último que escuchó antes de marcharse.
Mientras se vestía para una cita aquella noche, Kyungsoo trató, sin éxito, de olvidarse de lo ocurrido aquella mañana. Sentía la completa seguridad de que su camino no volvería a cruzarse nunca con Jongin.
Después de todo, en realidad había sido un estúpido accidente que se conocieran. Rezó para que fuera cierto el viejo adagio de que el rayo nunca cae dos veces en el mismo sitio, porque el efectivamente, se había sentido como atravesado por el rayo cuando él ambario reveló su nombre.
Al recordar aquel momento y el modo en el que el le había hablado, las mejillas se le tiñeron de un color muy parecido al traje de gala que llevaba puesto.
El sonido del teléfono lo sacó de sus pensamientos. Cuando respondió, descubrió que la persona que la llamaba era Yifan.
-Vaya, Kyungsoo me alegro de haberte pillado en casa.
- Su excitación era casi tangible.
- Pues ha sido por los pelos porque estaba a punto de salir por la puerta ¿Qué ocurre?
-Ahora no puedo darte muchos detalles, ya lo hará Jongin mañana por la mañana.
Kyungsoo se percató de que Yifan se había desprendido ya de lo de «señor Kim».
- ¿De qué estás hablando, Yifan?
- Ya te lo explicará Jongin mañana -contestó - Tienes una cita con él a las nueve en punto.
- ¿Cómo dices? - preguntó el, atónito - Yifan, ¿de qué estás hablando?
-Es una oportunidad tremenda para los dos Kyungsoo, Jongin te lo contará todo mañana. Ya sabes dónde está su despacho - afirmó.
Todos los que trabajaban en el mundillo de la moda sabían dónde estaba el cuartel general de Mode.
- Yo no quiero verlo a él - replicó Kyungsoo, al pensar en los ojos mieles de Jongin , sintió que el pánico se apoderaba de el - No sé lo que te ha contado de lo que ocurrió esta mañana, pero hice el ridículo completamente pensé que se trataba de un fotógrafo, en realidad - añadió, con renovado enojo - tú tienes en parte la culpa porque...
- No te preocupes de eso ahora - lo interrumpió Yifan - No importa. Sólo limítate a estar allí mañana a las nueve. Hasta pronto.
—Pero Yifan...
Inmediatamente se interrumpió al darse cuenta de que no había razón alguna para seguir hablando, Yifan había colgado. Desesperado, pensó que aquello era demasiado.
¿Cómo podía Yifan esperar que fuera a aquella cita?
¿Cómo podía enfrentarse a Kim Jongin después del modo en el que le había hablado?
Decidió que la humillación era algo para lo que el no estaba preparado y cuadró los hombros seguramente, Jongin sólo quería otra oportunidad para reírse de el por su estupidez.
Muy bien, pues no iba a poder con D.O. Kyungsoo, con firme orgullo, se dijo que no se acobardaria ante él, aquel plebeyo se enfrentaría al emperador y le demostraría de qué pasta estaba hecho.
Kyungsoo se vistió para su cita de aquella mañana con mucho cuidado. El traje blanco de fina lana y cuello de chimenea era muy hermoso por su simplicidad y se basaba en las formas que cubría para resultar atractivo. Se había peinado el cabello hacía atras para añadir un aire de profesionalidad a su apariencia.
Aquella mañana, Kim Jongin no se encontraría frente a unal hombre que tartamudeaba y se sonrojaba con facilidad, sino con un frío y seguro de sí mismo. Se colocó unos suaves zapatos de piel y quedó satisfecho con el efecto que daban a su imagen, los altos tacos de los zapatos añadían centímetros a su altura, por lo que no tendría que levantar la mirada para ver los ojos mieles de Jongin, sino que los miraría de frente