Kyungsoo se dio la vuelta y observó a el chico que acababa de saludar a Jongin con tanto entusiasmo.
—Hola, Luhan -dijo él, refiriéndose al elegante pelirrojo con una encantadora sonrisa— Xiao Luhan, D.O Kyungsoo
— Joven D.O—repuso Luhan con una inclinación de cabeza como saludo. Entonces, entornó los ojos verdes—. ¿Nos conocemos?
—No lo creo —respondió Kyungsoo
—El rostro de Kyungsoo aparece en la portada de muchas revistas —explicó Jongin—. Es uno de los mejores modelos de Nueva York.
—Por supuesto —comentó Luhan Kyungsoo observó cómo el chico entornaba aún más los ojos, lo examinaba y lo catalogaba como mercancía inferior—. Nini, tendrías que haberme dicho que estarías aquí hoy. Podríamos haber pasado un rato juntos...
—Lo siento —contestó él—. De todos modos, no voy a estar aquí mucho tiempo. Además, he venido por negocios.
Sin que pudiera evitarlo, Kyungsoo se sintió algo desilusionado por aquella afirmación. A pesar de que sabía que era una reacción ridícula, irguió inmediatamente la espalda. « ¿No te lo advertí?», se dijo. «Tiene razón. Sólo estamos aquí por negocios». Entonces, recogió sus cosas y se puso de pie.
-Por favor, señorito Xiao, tome mi asiento. Yo ya me marchaba.
Se volvió para mirar a Jongin y sintió una ligera alegría al ver que él se mostraba algo enojado por su apresurada marcha.
—Gracias por el almuerzo, señor Kim—le dijo. Al ver que él fruncía el ceño al escuchar su apellido, sonrió—. Ha sido un placer conocerlo, señorito Xiao.
Tras dedicarle a el pelirrojo una cortés sonrisa, Kyungsoo se dispuso a marcharse.
—No sabía que invitar a tus empleados a almorzar era algo tan corriente, Nini...
Mientras se alejaba de la mesa, Kyungsoo escuchó el comentario de Luhan. Sintió el deseo de darse la vuelta y decirle a el pelirrojo que se ocupara de sus asuntos, pero se controló y se marchó sin escuchar la respuesta de “Nini”
La sesión del día siguiente resultó más ardua. Con los brillantes colores otoñales de Central Park como fondo, las ideas que se le ocurrieron a Yifan fueron variadas y llenas de energía. Tal y como Jongin había predicho, el día era luminoso y soleado. Hojas de tonalidades doradas y rojizas caían de los árboles y cubrían el suelo. Con aquella variedad de tonos, Kyungsoo posó, corrió, arrojó discos voladores, se subió a los árboles, alimentó a las palomas y se cambió tres veces de atuendo a medida que iba pasando el día. A lo largo de la sesión, se sorprendió varias veces buscando a Jongin, aunque en realidad no lo esperaba. La desilusión que sintió por su ausencia lo sorprendió y lo desagradó a la vez y se recordó que la vida sería mucho más tranquila si nunca hubiera puesto los ojos sobre cierto hombre alto y esbelto.
-Alégrate, Soo. Deja de fruncir el ceño -le ordenó Yifan, sacándolo así de sus pensamientos. Con resolución, apartó a Kim Jongin de su cabeza y se concentró en el trabajo.
Aquella noche, introdujo su agotado cuerpo en la bañera y suspiró al sentir cómo el agua, cálida y perfumada, ejercía su efecto sobre sus doloridos músculos. «Gracias a Dios que he terminado hasta el lunes», pensó.
Aquella serie fotográfica era un proyecto muy importante y habría muchos días más como aquél. Además, aquel trabajo supondría un gran empuje para su carrera. Aparecer repetidamente en una revista con la reputación y la calidad de Mode le daría a su imagen un reconocimiento internacional. Además, con el apoyo de Jongin, habría dado un paso gigante para convertirse en uno de los mejores top-models del país.
De repente, frunció el ceño sin saber por qué. « ¿Por qué no me agrada esa perspectiva? Tener éxito en mi profesión es algo que yo siempre he deseado...». Cuando la imagen de Jongin se abrió paso en sus pensamientos, sacudió la cabeza con fiereza para hacerla desaparecer.
—No, tú no —le dijo en voz alta a su imagen—. No voy a permitir que te introduzcas en mis pensamientos y confundas mis planes. Tú eres el emperador y yo tu humilde súbdito. Mantengámoslo así.
Kyungsoo estaba sentado con Byun Baekhyun en una de las discotecas más populares de Nueva York. La música llenaba todos los rincones, inyectando el ambiente con su ritmo mientras que los efectos de luz reflejaban colores cambiantes sobre los bailarines. Mientras la música iba adueñándose de ellos, Kyungsoo reflexionó sobre las razones que tenía para que su relación con Baekhyun siguiera siendo platónica.
No se debía a que no le gustara la compañía de pareja, ni a que no disfrutara con los abrazos o los besos de una persona. Sin que pudiera evitarlo, un par de ojos Marrones de mirada burlona se entrometieron en sus pensamientos. Kyungsoo frunció el ceño.
Si se mantenía apartado de las relaciones más íntimas no sólo era porque nadie le había llegado lo suficientemente adentro como para que el sintiera el deseo de dejarse llevar por una aventura a largo o a corto plazo. Hasta aquel momento, el amor lo había eludido, algo por lo que el pelinegro se sentía muy agradecido. Con el amor venían los compromisos, unos compromisos que no encajaban con los planes que tenía para su futuro inmediato. No, la relación con un hombre le llevaría complicaciones e interferiría con su ordenada vida.
-Es siempre un placer salir contigo, Soo -dijo Baekhyun, sacándolo así de sus pensamientos.
Kyungsoo miró a su acompañante y vio que él sonreía y que, a continuación, miraba el vaso que el había tenido entre las manos desde que llegaron al local.
-Además, me sales tan barato.
Kyungsoo sonrió también y apartó sus pensamientos.
—Por mucho que buscaras por ahí, te aseguro que no encontrarías a otra persona que se preocupara tanto por el bienestar de tu bolsillo.
—Es cierto —afirmó Baekhyun. Entonces, suspiró y adoptó una actitud de gran tristeza—. O van por mi cuerpo o por mi dinero. Tú, mi dulce Kyungsoo, no vas detrás de ninguna de las dos cosas —añadió mientras le agarraba las manos y se las cubría de besos—. Ojalá te casaras conmigo, amor de mi vida, y me permitieras apartarte de toda esta decadencia. Encontraríamos una casa de campo rodeada de viñas, tendríamos 7 hijos y sentaríamos la cabeza.
—Sabes que si te dijera que sí, te caerías muerto inmediatamente, ¿verdad? —comentó el pelinegro, con una sonrisa.
—Cuando tienes razón, tienes razón —repuso Baekhyun—. Por eso, en vez de llevarte a una casa de campo rodeada de viñas, me conformaré con hacerlo a la decadencia. Ojos llenos de admiración contemplaron a el hermoso y esbelto joven vestido con una ropa tan negra como sus ojos.
El pantalón se ceñía lo suficientemente como para revelar unas torneadas piernas mientras giraba y se contoneaba con su acompañante. Los dos poseían una gracia natural para el baile y una afinidad tal con la música que su presencia resultaba espectacular sobre la pista.
Terminaron el baile con un profundo y dramático movimiento en el que Baekhyun bajó a Kyungsoo hacia el suelo. Cuando el volvió a ponerse de pie, reía a carcajadas por la excitación del momento.
Se abrieron paso entre el resto de los bailarines y regresaron a su mesa. Baekhyun le había rodeado el hombro con los brazos. Sin embargo, las risas de Kyungsoo enmudecieron cuando se encontró frente a los ojos marrones que lo habían turbado pocos minutos antes.
—Hola, Kyungsoo —le dijo Jongin, saludándolo de forma casual. El joven se sintió muy agradecido por el hecho de que el sistema de luces la ayudara a ocultar el cambio de color que se produjo en su rostro.