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Él no soy por Are

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Notas del fanfic:

 

 

Los personajes pertenecen a  Tadatoshi Fujimaki, yo solo los tomé para esta historia sin fines de lucro.

 

Espero que les guste a pesar de que las parejas que aparecen son un poco raras.

 

 

Capítulo 1


 


Escuchó sus pasos sobre la madera aunque él trató de callarlos. Sintió el aire colarse a la habitación y cómo él se acostaba a su lado después de colocarse el pijama. Sus brazos le apresaron por la espalda y su barbilla se recargó sobre su cabeza después de darle un beso.


–Buenas noches,  Tetsuya– Susurró pensando que el menor se encontraba dormido. El más bajo pudo oler el alcohol presente en su aliento y ese extraño perfume que últimamente se había vuelto parte de su esencia.


Al día siguiente, despertó a la hora habitual. Como buen esposo, siempre se levantaba a hacerle el desayuno, incluso fines de semana como ese día. Sin embargo, esta mañana era diferente, además de ser su aniversario, le tenía preparada una gran sorpresa que sabía haría que las cosas cambiaran.


El mayor tiene un amante, lo sabe. Lo ha sabido desde que comenzó a verlo. Al principio se rehusó a creerlo, incluso riñó a Kagami cuando se lo dijo, no fue hasta que lo vio con sus propios ojos que lo aceptó.


Todavía recuerda la escena: Himuro inclinado besando Hanamiya, con las manos en su cintura y el otro correspondiendo el beso con las manos en el cabello de Tatsuya. De forma bizarra se dijo que era una escena muy romántica. Jamás pensó que ellos podrían estar juntos, pero lo que menos pudo imaginarse alguna vez fue que Himuro le engañara.


Déjalo, Tetsuya. No tienes que estar junto a un hombre que te engaña, mereces algo mejor. Fueron las palabras de Akashi cuando le contó lo que estaba pasando. ¿Dejarlo? ¿Cómo podría hacerlo? Lo ama, lo ama demasiado y quería creer que con el tiempo cambiará, algo muy dentro de él le hace creer que cambiará, dejará de ver a su amante y todo será como cuando se casaron.


Hasta ahora, solo Kagami y Akashi saben lo que pasa entre Tatsuya y él, no le agrada la idea de ir por ahí diciendo a los cuatro vientos que su marido le engaña; todavía le duele el haberlo aceptado.


Himuro despertó poco tiempo después quejándose de dolor de cabeza. Le sirvió una taza de café y puso el desayuno frente a él, que acababa de sentarse a la mesa.


– ¿Qué tal dormiste? – Quiso iniciar una habitual conversación. Hacía mucho que no tenían una mañana para estar juntos.


–Bien– Respondió secamente mientras comenzaba a comer el desayuno.


– ¿Qué te apetece cenar esta noche? – Preguntó – Podría cocinar lo que tú quisieras a no ser que tengas otros planes para hoy. – Tal vez su esposo tenía planeado algo especial por su aniversario, en los primeros siempre organizaba algo romántico para ambos. Después de cinco años todo era diferente.


– Ahora que lo mencionas– Dijo dejando de comer. Kuroko le miró expectante. – Hoy llegaré tarde.


– ¿Qué? Pero hoy es sábado y además es nuestro aniversario.


Él pareció sorprendido cuando dijo lo último, al parecer lo había olvidado. Otra vez.


– Lo sé, Tetsuya, pero entiéndeme, he tenido mucho trabajo en la oficina y no he podido terminarlo.


– Si no te fueras de juerga cada noche ya estaría terminado, Himuro-kun.


– Anoche fue una junta de trabajo.


– ¿Y los otros días?


Dejó lo cubiertos sobre el plato y lo miró con esos ojos azules tan profundos. A pesar de que su mirada no denotaba enojo, hizo que algo dentro del más bajo se removiera. Su corazón se detuvo por un momento y su boca se sintió seca, tenía mucho tiempo que no veía esa mirada en los ojos de Himuro y debía admitir que le encantaba.


– Tetsuya, he estado muy estresado en el trabajo, no puedes reprocharme que vaya con mis compañeros a distraerme un rato para liberar la tensión. – Dicho esto se levantó. – Me voy a duchar para irme a la oficina.


Pasó alborotándole el cabello y salió de la cocina. ¿De verdad pensaba que Kuroko le creía todo ese cuento? Es obvio que anoche estaba con él, ese olor a perfume era inconfundible. Siempre llegaba oliendo a él, solo a él, al parecer era al que más tenía cerca, o el único al que tenía cerca.


 Bajó la cabeza y la puso sobre sus brazos que descansaban sobre la mesa, esto se estaba saliendo de sus manos.


A los pocos minutos salió ya duchado y vestido con una camisa y pantalón de vestir. Se acercó al menor, le dio un beso en la frente como despedida y le dijo que volvería en la noche.


– ¿Llegarás a cenar?


– Trataré.


Cuando escuchó la puerta de la casa cerrarse se levantó del asiento en el que se encontraba y se dirigió a la habitación a cambiarse. Eran apenas las 10 de la mañana, tenía todo el tiempo del mundo para comprar y preparar la cena. Estaba muy emocionado, esperaba que este día fuera el primero de una nueva vida junto a su amado esposo.


 


 


Salió de la casa y se dirigió a supermercado. Cuando llegó se encontré con Kagami bajando de su camioneta junto con Akira, su pequeño hijo de 5 años. Sonrió al ver al niño.


– ¡Tío Tetsu! – Gritó el pequeño al reconocerlo.


 El moreno bajó de los brazos de su padre y corrió a los suyos. Kuroko lo cargó cuando llegó frente a él y depositó un beso en su frente.


– Kuroko – Saludó Kagami. – ¿Qué haces por aquí?


– Vine a comprar al supermercado, Kagami-kun. Como tú. – Él se sonrojó, sabía que había formulado una pregunta tonta.


– Me refiero a qué haces aquí tú solo. ¿Dónde está Tatsuya?


– Trabajando– Él pelirrojo hizo una mueca de fastidio. – Ya no pienso discutir contigo, así que mejor entremos.


Kuroko devolvió al niño a los brazos de su padre para encaminarse a la entrada del supermercado.


– Papá, ¿Podemos comprar helado? – Preguntó Akira con una sonrisa.


– No, Akira. Tu papi dijo que no quería que compráramos chucherías porque luego no quieres comer y no quiero discutir nuevamente con él.


– Pero… ¡Papá! – El pequeño le miró con esos hermosos ojos azules y Kagami accedió a comprarle un cono.


 


 


– ¿Discutes mucho con Aomine-Kun? – Preguntó el de cabellos azules cuando se encontraban ya dentro del supermercado.


–No realmente– Contestó después de pensarlo un rato – Son pequeñas pláticas entre él y yo por cosas sobre Akira.


– ¿Cómo qué?


– Bueno… – Se rascó la nuca con nerviosismo – Él dice que lo consiento mucho y que lo estoy haciendo ser un niño caprichoso.


– Si lo haces.


– ¿Qué? Eso no es cierto – Dijo indignado. – Es solo que amo a mi hijo y no puedo decirle que no.


Kuroko sonrió mientras veía el brillo en los ojos de Kagami al hablaba de su hijo. Se veía tan feliz, y las veces que había visto a Aomine también lo parecía. ¿Quién hubiera pensado que después de todo lo que había pasado entre ellos terminarían juntos y con un hijo? Definitivamente él no. Todavía recordaba lo gracioso que se veía Aomine con su vientre abultado haciendo rabietas por no poder jugar al basketball. Fue realmente muy divertido ver a ese par siendo padres primerizos,  ir de aquí para allá para atender al pequeño. Se notaba que se aman mucho.


– Kagami-kun. – Él respondió con un sonido solamente. – ¿Es complicado ser padre?


Kagami volteó a verme con la interrogante plasmada en el rostro. Kuroko sintió el calor alojarse en su rostro cuando esos ojos rojos inspeccionaron sus gestos. Entonces lo entendió.


– Kuroko… No me digas qué… – No pudo continuar con la frase, el más bajo con un asentimiento de cabeza se lo confirmó. – ¡Eso es fantástico! ¡Muchas felicidades, Kuroko! Esto tenemos que celebrarlo.


– ¿Qué vamos a celebrar, papá? – Preguntó el pequeño Akira, quien no había entendido lo que los mayores habían estado hablando.


– Que vas a tener un primito con quién jugar– Dijo el de ojos azules en dirección al pequeño.


Akira abrió los ojos desmesuradamente mientras celebraba aún sentado en el carrito del supermercado y decía con emoción todo lo que haría junto a su nuevo primito y las ganas que tenía de conocerlo ya.


– Espero que con esto Tatsuya deje de ser un cabrón– Dijo Kagami a la nada mientras tomaba una leche del estante.


– No hables así de mi esposo, por favor, Kagami-kun.


Él gruñó y puso los ojos en blanco pero o agregó nada más. – Mejor cuéntame. ¿Cuántos meses tienes? – Cambió la conversación el pelirrojo.


– Me acabo de enterar el miércoles, tengo casi un mes–  Dijo con emoción – Hoy se lo diré a Himuro-kun. Será un regalo de aniversario.


Kagami  sonrió con tristeza. Kuroko sabía qué fue lo que pensó y le molestaba que tuviera lástima de él. Sabía que Akashi y Kagami tenían razón y estaba seguro de que si los demás se enteraban le dirían algo similar a lo que Akashi le dijo; pero quería creer que Himuro-kun cambiará. Estaba casi  seguro de que lo haría.


Después de terminar las compras se dirigieron a las cajas para pagar y cuando salieron del supermercado, Kagami le compró su cono de helado a Akira y le invitó una malteada de vainilla a Kuroko. Tenía mucho tiempo que no tomaba más que las hechas en casa. Kuroko se despidió de los Kagami y me dirigió después a su casa para preparar la cena.


Cuando llegó puso a cocer las cosas que deberían cocerse primero y mientras eso estaba comenzó a limpiar toda la casa, aunque puso principal esmero en la habitación y el comedor.


Cuando la cena estuvo hecha, notó que solo había comprado las cosas para la cena y  nada más. Para una cena romántica como la que tenía planeada no iba a ser suficiente.  Se dirigió nuevamente al supermercado para armarse de velas aromáticas, crema batida y otras cosas; también pasó a la florería para comprar rosas, Kise decía que esas eran las flores del amor y que eran lo mejor para una noche romántica. La señora de la florería le atendió amablemente y cuando le dijo que era para un regalo de aniversario le dio una más de regalo.


Cuando iba saliendo sintió que alguien impactaba contra su hombro, parece que todavía no lograba superar del todo su falta de presencia. Cuando me volteó para disculparse, por si él había tenido la culpa, se encontró con unos ojos verdes que me miraban con burla.


– ¡Ups! Lo siento, señor Himuro. No lo vi– Dijo antes de reír.


– No te preocupes, Hanamiya-san– Respondió con amabilidad.


– ¡Que rosas tan bellas! – Dijo irónicamente mirando el ramo que llevaba en las manos. – ¿Son para Tatsuya? – ¿Tatsuya? ¿Por qué hablaba con tanta confianza de su esposo? El de cabello azul le miró con recelo evidente y que no trató de disimular; hasta donde él sabía solo Kagami  le hablaba con tal familiaridad. – A él le gustan más las peonias– Dijo hacia el menor. No pensó que Makoto fuera tan cínico como hablar de los gustos de Su esposo frente a él.


– Sé cuál es la flor favorita de mi esposo, Hanamiya-san– Dijo con un tono tan duro que Hanamiya le miró con furia. El pequeño no supo si había sido buena idea dejarse llevar por los celos frente a ese hombre, posiblemente no. Dudó un segundo si decirle o no el motivo de que las flores que compró fueran rosas y no peonias, pero no tenía por qué darle explicaciones al amante de su esposo.


– ¡Oh! Son por su aniversario– Dijo en tono burlón – Espero que sea lo que sea que estés planeando salga, bien, idiota~ – Dijo, como era su costumbre, arrastrando sílaba por sílaba la última palabra, aquello le dio mala espina. Cuando Makoto entró a la florería, Kuroko le mandó un mensaje a Himuro recordándole que lo esperaba para cenar. No recibió respuesta, quiso pensar que estaba muy ocupado como él había dicho y que estaba haciendo todo lo posible por llegar a casa para la hora de la cena.


Llegó a la casa aún con la irritante conversación que había tenido con Hanamiya en la cabeza. Trató de despabilarse y terminó de preparar le cena, también adornó el comedor con la velas que había comprado, puso una cuantas rosas en un florero en el centro y las demás las deshojó para adornar la habitación con ellas y con el resto de las velas.


Todo había quedado perfecto.


Cuando el reloj marcó las 6 de la tarde me metió a darse una larga ducha. Bajo la regadera acarició con dulzura si vientre. Ahí estaba el fruto del amor entre Himuro y él, un hijo de los dos. Desde que me enteró que estaba embarazado no pudo dejar de pensar cómo sería ser padre, si sería un buen padre, a quién se parecería el bebé, esperaba que a Himuro. De cualquier manera sería realmente lindo ver a un pequeño bebé gateado por toda la casa, ya quería escucharlo decir “papá”, verlo dar sus primeros pasos, anhelaba tanto la llegada de su pequeño bebé.


Salió del baño aún con la imagen de un bebé en su cabeza, se vistió con un hermoso kimono que había comprado hace algunos días especialmente para la fecha, arregló su cabello y cuando estuvo listo salió a la sala a esperar a su esposo. Eran las siete con treinta, generalmente a las ocho era la hora de la cena, por lo que cuando faltaban diez minutos para que fueran las 8 de la noche encendió las velas para que olor se dispersara un poco por la habitación, calentó la comida y la sirvió perfectamente en unos platos que dejé junto a la estufa. Tomó el sobre con los resultados del laboratorio sobre su embarazo y lo acomodé cerca para enseñárselo apenas llegara. Se sirvió una copa de jugo en lo que esperaba que Himuro llegara, había comprado vino para Tatsuya y jugo de uva para él.


Los minutos pasaron, eran las ocho con treinta y Himuro aún no llegaba. Le mandó un mensaje al celular y el mayor  respondió que pronto llegaría, que solo le faltaba terminar unos pendientes por ese día. Se sirvió su cuarta copa de jugo mientras seguía esperándole.


A las once con treinta se convenció de que no llegaría. Su celular se encontraba apagado y por ende las llamadas no entraban y los mensajes no los leía. Sonrió amargamente, qué idiota había sido al creer que él recordaría lo especial que era este día, a pesar de que se lo recordó apenas esta mañana. Apagó las velas de un soplido, guardó la comida en el refrigerador y se dirigió a la habitación, donde, sin cuidado alguno, quitó los pétalos de rosas de la cama y se acomodó en ella.


Siempre era así, terminaba él solo acostado en esa cama que de un tiempo a la fecha se sentía demasiado grande. Se acurrucó en su lado de la cama e irremediablemente comenzó a llorar. ¿Cuánto tiempo más estaría solo en esta enorme casa? Todo lo que se escuchaba era solo el eco que provocaban sus pisadas, no había nada más. Con ternura comenzó a acariciar su vientre, al menos ya no estaba solo, esa pequeña criatura en su interior le acompañaba, sonrió aún con las lágrimas resbalando por mis mejillas, desde ese momento dejaría de esperar más de lo que Himuro podía darle, era obvio que ahora era más importante Makoto que él para el mayor.


 


Unas horas más tarde, la puerta de la casa fue cerrada con sumo cuidado para hacer el menor ruido posible. Himuro se escabulló furibundo hasta la cocina, tomó hielo que envolvió en una servilleta de tela y la colocó sobre su labio roto e inflamado. Su camisa tenía unas cuantas gotas de sangre y su pulso estaba agitado.


– ¡Maldito! Me las va a pagar– Decía entre dientes. Sacó una botella de wiski del pequeño bar, se sirvió un poco en un vaso y  lo bebió de un solo trago. Un quejido de dolor escapó de sus labios, el alcohol había provocado escozor en la herida de su labio.


Azotó el vaso contra la mesa y fue cuando reparó en toda la decoración, entonces lo recordó: Era su aniversario con Tetsuya. Pasó su mano abierta por su cara mientras dejaba que un suspiro se escapara de sus labios, lo había olvidado por completo. Seguramente Tetsuya se había cansado de esperarlo, ahora entendía el porqué del golpe que le habían dado, aunque, aun así, la generación de los milagros no tenía que meterse en la relación que había entre él y el peli-celeste.


Llenó nuevamente su vaso, pero esta vez hasta el tope y dio un trago sintiendo el líquido descender por su garganta. Echó su cabeza hacia atrás apoyándola sobre el respaldo de la silla y estiró su brazo sobre la mesa. Sintió un pedazo de papel y por reflejo lo tomó. Era un sobre. Lo abrió y leyó lentamente lo que decía la hoja de papel que contenía. Se enderezó poco a poco en su sitio, sintió como su pulso volvía acelerarse, sus ojos se abrieron desmesuradamente mientras mantenía la mirada fija en la palabra POSITIVO.


Tetsuya está embarazado. Está esperando un hijo suyo.

Notas finales:

 


¿Qué les pareció?


Gracias por darle una oportunidad a la historia.


Espero leernos pronto.


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