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Version Alternativa por Yokai

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Notas del fanfic:

¡Hola! Lamento por todos aquellos que seguían esta historia que a estado parada por un año. Pero eh regresado para continuarla con una publicación semanal.

Estuve mucho tiempo escribiendo esta historia porque no me gustaba como quedaban los capítulos así que trabaje en rehacerlos todos de cero

Aunque dudo que haya alguien con vida, quiero pedir disculpas. Por lo que notaran que elimine todos los capítulos ya publicados...

Esto se debió a una necesidad muy grande por corregir errores que me tenían loco, aunque aun pueden existir otros nuevos. Cada capitulo a partir de ahora estará reescrito de uno viejo, por lo que puede que tenga algún error ortográfico importante, puesto que soy un tarado con la ortografía.

En el fic aparecerán las siguientes cosas:

 

Flash back (Es una escena retrospectiva)

-Mmmm- Personaje Hablando

-Mmmm- Personaje pensando

-Mmmm- Ser mítico de cualquier tipo hablando

-Mmmm-Ser mítico de cualquier tipo Pensando

(Mmmm) Notas y/o aclaraciones del autor.

Las palabras que aparecen inclinadas serán de otro idioma y sera como se escribe o pronuncia en el idioma correspondiente, esto se ara una sola vez por palabra y se aclarara durante el fic. 

Cualquier palabra que aparezca con un * sera tomada como glosario y aparecerá en las aclaraciones del capitulo.

Notas del capitulo: *Acalmo: Sinónimo de Calmar
*Monte Rushmore: Monumento nacional de los Estados Unidos de Norte América
*Sama: Junto a otros sufijos, se agregan al final de algunas palabras para marcar respeto. Es del idioma japones
*Shurikens y Kunais: Armas del japon antiguo, aun existen en la actualidad. Eran comunes entre ninjas y samurais en Asia.
*Cancino: Que dotana cansancio

Sinopsis

Un hombre de otro mundo

La aldea oculta de las hojas, también conocida como Konohagakure es un pueblo ninja, ubicada en el país del fuego; fue fundada por Hashirama Senju, su primer Hokage, nombre japonés para sombra del fuego. El nombre de esta aldea fue dada por el cofundador, Madara Uchiha, patriarca del poderoso clan que lleva su apellido y eterno rival de su antiguo amigo, Hashirama.

Actualmente, la aldea es protegido por el tercer Hokage, Hiruzen Sarutobi, un antiguo aprendiz de quien fue el segundo Hokage y hermano del primero. En la aldea, hay una celebración anual muy especial, feliz pero triste, y simbólica para los ciudadanos; el recuerdo del triunfo del cuarto Hokage sobre el demonio zorro de nueve colas, Kyubi no Kitsune.

Este monstruo es el más fuerte de nueve demonios con cola, se lo conoce como un desastre natural que aparece para equilibrar al mundo cada vez que este se llena de maldad. Seis años atrás, el Kyubi ataco la aldea dejando un innumerable saldo de muertos y heridos.

El cuarto Hokage sacrifico su vida para salvar a los habitantes de la aldea, sellando al monstruo en un bebe recién nacido de rubios cabellos y ojos azules. Este niño, cuyo nombre seria Naruto Uzumaki, en honor a su fallecida madre que fue víctima del ataque del Kyubi.

Actualmente, Naruto es maltratado, golpeado e insultado por toda la aldea, a excepción de Hiruzen y dos amables civiles; dueños de un puesto de ramen. Ichiraku y Ayame, padre e hija.

En el día festivo donde es recordado el trágico suceso que fue el ataque del Kyubi, los habitantes de la aldea disfrutan de desquitar su frustración y dolor con el pobre niño que era Naruto, golpeándolo hasta la inconsciencia. Por eso, ese mismo día, el niño salía solo si era absolutamente necesario, como esta vez, que había olvidado hacer las compras y debía ir prácticamente a escondidas.

-Hay mucha gente en la calle. Es difícil moverme sin que me vean. Hay mucha gente en el festival, pero muchos me están buscando ¿Por qué me hacen esto? ¿Qué les hice que me golean siempre? ¡Yo no hice nada! ¿Por qué todos son así conmigo? - Eran los pensamientos de Naruto a sus seis años recién cumplidos; Justo en ese día tan terrible, donde aún faltaba lo peor.

-Ya tengo mi ramen de Ichiraku, ahora tengo que llegar a mi casa para estar a salvo- Pensó fugaz el pequeño mirando a la distancia su pequeño apartamento.

Tan pronto vio el desvió que realizo un grupo de aldeanos que lo buscaban, corrió con dirección a su casa lo más rápido que sus pequeñas piernas le permitieron, para su mala suerte se golpeó de lleno contra un aldeano.

-¡Aquí esta!- Grito el hombre logrando que un grupo grande de personas se reunirá velozmente.

-¡No! ¡Por favor! ¡Yo no hice nada!- Rogaba a gritos el pobre Naruto sabiendo la golpiza que se avecinaba.

Los aldeanos lo arrastraron hacia un callejón, donde un grupo de diez personas comenzó a apalear brutalmente al niño mientras que los demás hacían de espectadores. Tres ninjas aparecieron en la entrada del callejón, haciendo que el grupo se disperse, quedando únicamente los diez agresores.

-Auxilio… por… favor- Exclamo adolorido el rubio mirando herido a los ninjas que se acercaban lentamente. Uno de ellos pego una fuerte patada en su estómago, haciéndolo volar algunos centímetros y caer tendido de espaldas.

-¿Por qué deberíamos ayudarte, Demonio? ¡Por tu culpa perdí a mi hermano!- Grito el ninja que lo había pateado, comenzando a patear a Naruto junto a sus compañeros.

Una vez más comenzó la brutal paliza, esta vez sumando los fuertes golpes de los ninjas y algunas armas que estos poseían, aprovechando estas para torturar al niño, cortando el dedo meñique de la mano izquierda, la oreja derecha y sus parpados.

-Eso es lo que te mereces demonio…

~°~

En otro Plano existencial…

Se puede observar a un hombre robusto, de cortos cabellos negros y ojos morados, sentado en un trono de oro solido; su semblante sombrío observaba a todos desde lo alto de su trono, ubicado en lo más alto de la sala de control de una nave espacial que se encontraba surcando la infinita obscuridad del espacio.

Observaba tranquilo a sus operarios, llevaban varios días desde que habían abandonado la tierra tras perder una feroz batalla; a pesar de este hecho, todos parecían felices y se mantenían concentrados en su labor de encontrar un planeta habitable para establecerse.

-Saitám, mi señor. Hemos encontrado un rastro de energía extraño proveniente de algún punto más adelante; según nuestros análisis podrían abrirse agujeros de gusano en este punto ¿Cuáles son sus órdenes?- Dijo uno de los jefes de navegación, parado en una plataforma de control junto a otro pequeño grupo de líderes.

El nombrado cerro los ojos durante algunos segundos, analizando la situación. Abrió lentamente los ojos y se paró de su trono, mirando con estoico a su subordinado, sin ningún gesto en su rostro.

De pie, se podía ver fácilmente que media alrededor de dos metros, vestido con un pantalón al estilo militar color negro y una camisa de combate también negra, en sus hombres posan elegantes las hombreras de su capa, morada casi negra por fuera, roja por dentro, con el característico blanco en los bordes y hombros; la marca de un rey.

Estiro una mano, cubierta por negros guantes, hacia el frente, con la palma hacia abajo como si tocara el aire y abriendo levemente la boca, pronuncio con una voz gruesa y profunda –Seguiremos nuestro rumbo.

Los operarios se miraron entre ellos, nadie jamás rebatiría las órdenes del emperador que se mostraba imponente ante ellos, con su perfecto liderazgo habían conquistado el mundo, no había porque dudar; Más, la duda se reflejaba en los ojos de todos, cosa que no pasó desapercibida para el dictador, quien acalmo* la duda de sus lacayos.

-Cassiel nos pisa los talones. La vida de todos mis subordinados es mi prioridad. Si caemos en un agujero de gusano, este nos llevaría a alguna otra parte de la galaxia u otra dimensión. Aun si cayéramos en algún sol, las defensas de la nave nos darían suficiente tiempo para salir sin problemas. No así, si nos enfrentáramos al ángel no tendríamos tanta oportunidad de salir ilesos. Esta nave es solo de transporte, su gran defensa es para los peligros inminentes del espacio, pero no está diseñada para resistir los cañones de desmantelación de partículas que están equipados en la nave de Cassiel- Con gran ingenio y una lengua astuta, explico sus razones para la decisión tomada. Los ingenieros se miraron entre si y luego a su emperador, casi con arrepentimiento por dudar de él.

-Lamentamos dudar de usted. Nuestro señor, tiene razón- El jefe de operarios volteo mirando a sus subordinados, quienes prestaban atención a las palabras de su líder -¡Continuaremos con la ruta inicial! ¡Todos prepárense para lo que se avecina!

El dictador miro atento como todos volvían a sus labores. Con gestos elegantes volvió a su posición en el trono, ubicado en una plataforma en la cúpula de comando. Una vez en su lugar, cerró los ojos para descansar unos momentos hasta que sintió un suave y delicado toque en su cuello, una caricia angelical.

Volteo para ver el bello rostro de un chico de castaños cabellos y preciosos ojos verdes cual esmeralda, con mirada amorosa pero desafiante y una sonrisa ladina; vestido con un ajusto short negro, botas a juego y una pequeña chaqueta de cuero hasta el ombligo, desabrochada, dejando apreciar su lindo abdomen. De su cabellera castaña sobresalían inusuales orejas felinas, y de retaguardia una larga cola, apenas más oscuras que el cabello del chico.

-Qué bueno eres en los discursos, Sai- Dijo el recién llegado, con una voz suave como la miel.

-Hola mi niño- Contesto el dictador abriendo los ojos. El castaño rodeo el trono hasta quedar frente al emperador, se posó a horcajadas sobre las piernas del rey, y tomando sus mejillas con sus manos, deposito un casto beso en sus labios; beso que fue suave y cargado de sentimientos.

-Termine de reparar tu arma- Dijo el chico entregándole un gran revolver de plata blanca. El mayor la tomo y guardo en sus ropajes, para luego tomar la barbilla del menor y levantar su rostro, tomando sus labios en un beso más demandante, lleno de necesidad y pasión. Se abrió paso por la pequeña cavidad, devorándola con ansias. Tras largos segundos se separaron, el más pequeño trataba regularizar su respiración mientras que el mayor sonreía cual depredador a punto de devorar a su presa, cosa que no estaba lejos de la realidad.

-Sabes minino, llevo un rato con ganas de hacerlo ¿Qué tal si vamos a mi habitación?

-No te parece, Sai, que estamos en una situación un poco delicada.

-Minino, no podre aguantar mucho tiempo estas ansias que me carcomen. Te aseguro que en cuanto estemos seguros, crearemos nuevas posturas para el Kama-Sutra.

-Que salvaje proposición. Por supuesto que acepto esta propuesta, pero procura mantenernos a salvo.

-Estoy seguro que lo estaremos. Y si no soy capaz de salvarlos, sé que lo aras en mi lugar. Por otra parte, espero que seas todo un Neko en la cama.

-¿Neko?

-Es el término Japonés para gato. Como sabrás los gatos son muy elegantes, y sensuales, pero a la vez salvajes y fieros.

-No te preocupes, Sai, cumpliré con tus expectativas.

-Eso espero, porque si no, tendré que ser más rudo para compensarlo- Tomando nuevamente la barbilla del castaño, acerco sus rostros, con sus respiraciones chocando, a punto de rosar sus labios. Cuando un fuerte estruendo acompañado de una sacudida que lanzo al menor hasta abajo de la plataforma, haciendo que el dictador se parase de inmediato para socorrer a su novio, cuando otra explosión sacudió la nave; una esfera transparente rodeo el trono por completo, dejando dentro de sí, al dictador que comenzó a golpearla con fuerza. La esfera no se habría ante su presencia como se suponía que sucedería.

-¿Qué demonios sucede?- Pregunto colérico el dictador golpeando con más fuerza el polímero que lo separaba de su niño.

-¡Estamos siendo atacados, señor! ¡La nave de Cassiel está detrás de nosotros y están disparando! ¡Perdimos dos motores!

-¡Fortifiquen los escudos traseros! ¡Eliminen los laterales si es necesario! ¡Y evacuen a todo el personal no esencial del sector trasero y envíenlos a los sectores seguros!

-¡De inmediato señor!- Grito un jefe de operarios, volteándose para dar instrucciones.

-¡Señor!- Grito una joven que operaba los sistemas de revisión de energía externa -¡Una firma de energía muy fuerte muestra que delante de nosotros se abrirá un agujero de gusano! ¡Estamos en rumbo de colisión!

-¿Cuánto tiempo falta para la apertura? ¿Cuánto tiempo permanecerá abierto?- Cuestiono Sáitam exaltado

-Se abrirá en diez segundos, justo cuando estemos a escasos metros de él. Permanecerá abierto por tan solo un minuto.

-¡Es suficiente! ¡Preparen los motores para una aceleración máxima! ¡Pasaremos ese agujero de gusano tan pronto como se habrá! ¡Una vez que pasemos cubran la nave con la defensa total!

-¡Si señor!- Gritaron todos al unísono, cumpliendo sus respectivos deberes.

Los diez segundos parecieron interminables, pero en cuanto la grieta en el espacio se abrió, la nave dio una veloz acelerada que tumbo a todos, la nave paso justo antes que el agujero se cerrara. Por la pantalla de la nave podía verse un blanco abismal, con rayos de varios colores surcar aleatoriamente el cilindro que representaba ese agujero de gusano.

Sáitam se encontraba sentando en el suelo de la esfera observando el espectáculo, cuando noto que el lanzamiento de la esfera había sido activado; sorprendido se levantó en su lugar buscando con la mirada a su minino, al encontrarlo, este le sonreía con felicidad hasta que noto su expresión. Estaba seguro que escucho el grito de su novio cuando el suelo bajo la esfera se abrió, expulsándolo de la nave al desconocido espacio blanco.

La capsula de seguridad salió despedida hasta atravesar una de las blancas paredes del agujero en el espacio y tiempo. Cerro los ojos por un momento, al abrirlos se encontraba sobrevolando la atmosfera de un planeta de un solo continente.

Cayó en las llanuras, dejando un gran surco en la tierra. Adolorido se levantó, sosteniéndose con su trono. Al acercarse a la esfera esta se abrió ante él, dejándolo salir de su interior. Avanzo lentamente, al estar a pocos metros de la esfera esta se cerró herméticamente, mirando a la lejanía noto un inmenso pueblo, con rostros tallados en la ladera de la montaña, como un monumento parecido al Monte Rushmore*

Cerro los ojos unos segundos, queriendo pensar en algo en concreto, pero su mente estaba hecha un caos, no podía pensar en nada fijo. Sin más ideas, camino con dirección a la aldea, sintiendo como gotas de sangre caían por su frente y se deslizaban hasta llegar a su barbilla, donde se escapaban en busca del suelo, llamadas por la gravedad.

A medida que se acercaba tambaleante a la aldea, su vista se nublaba otro poco. No había comido nada desde el día anterior debido a la persecución y su cuerpo ya estaba resentido por la dura caída. Cuando estaba relativamente cerca de su destino, a no más de un kilómetro, un grupo de tres hombres lo intercepto, interponiéndose en su camino.

-Hey, parece que perteneces a estos rumbos. Danos cualquier cosa de valor que tengas y no te vamos a hacer daño- Dijo quien parecía ser el líder del grupo.

-Neko…- Fue el susurro que escapo de sus labios.

-¿Qué?- Pregunto confuso uno de los hombres.

-¡Neko!- Grito Sáitam sacando su arma de plata y disparando a quien se encontraba a la derecha. Los otros hombres parecían asustados ante el fuerte ruido y la sensación de la muerte que los asechaba, pues uno de sus compañeros había caído muerto en menos de un segundo.

El dictador apunto esta vez al de la izquierda, volviendo a disparar mientras su mirada permanecía gacha, sin ver al hombre delante de él; el único sobreviviente. El ladrón, temeroso, dio un paso atrás. Al ver que su agresor no se movió, hecho a correr como alma a la que lleva el diablo, aunque, no estaba tan lejos de la realidad. Sáitam levanto el revolver apuntando, sin ver, al hombre que corría por su vida. El sonido hueco del disparo anunciaba la previsible muerte del infortunado que intento robarle al violento y desamparado hombre que acababa de perderlo todo.

Camino por largo rato, a pesar de seguir el camino hasta la aldea, parecía que este nunca llegaba a su fin. Se encontraba hambriento y cansado, su mente era un completo caos y debía analizar sus movimientos cuidadosamente. De camino a la aldea, se encontró con jóvenes que iban en su dirección. Al entablar una conversación breve con ellos, noto que el idioma que hablaban era similar al japonés, solo que más antiguo.

Siguiendo su rumbo, ya considerándose perdido, logro sentir el dulce aroma de la carne siendo cocinada en una parrilla, junto al particular sonido del carbón al romperse debido a la alta temperatura.

El aroma y sonido lo guio a la entrada de la aldea. Más que un pueblo parecía un fuerte impenetrable, con gigantescas murallas de gran altura, e inmensas puertas de color verde que hacían sub-realista la entrada a la aldea.

Al girar la vista al puesto de vigilancia, noto como los dos guardias dormían plácidamente. Negó con la cabeza, fácilmente podría colarse sin que supieran que estaba allí. Aunque la idea parecía tentadora, fue solo una idea fugaz que descarto con rapidez, tal vez alguien más vigilara a esos holgazanes.

Se acercó al durmiente par e intento llamar su atención de diferentes formas, parecía que ambos tenían el sueño pesado. Tras largos minutos de fastidiosos intentos y la idea final de golpear con fuerza la barra que servía de escritorio donde estaban, ambos despertaron bastante alterados, mirando al desconocido que se paraba ante ellos con asombro, era un hombre realmente alto con sus dos metros de altura.

-¿Usted no es de por aquí, verdad?- Pregunto uno de los guardias

-¿Qué ha venido a hacer a Konoha?- Cuestiono el otro

-Primero que todo vengo por algo de comer, estoy muerto de hambre, pero no tengo dinero. Me gustaría hablar con el encargado, así puedo solicitar su ayuda.

-Está bien… Creo- Dijo el primer guardia

-Espere un segundo mientras llamamos a un policía para que lo escolte hasta la oficina del Hokage-Sama*

-No hay problema- Sin más que decir, Sáitam se apoyó contra la puerta a esperar. Cerró los ojos buscando acomodar un poco sus ideas, primero necesitaba llenar su estómago y luego vería como resolver todo lo demás.

Al rato sintió como era llamado por uno de los guardias, aburrido a causa de a espera, observo sin mucho interés al hombre que estaba parado ante él, tenía el cabello azabache y ojos negros cual carbón, llevaba algo parecido a un chaleco anti balas, solo que de color verde, en su hombre llevaba un extraño símbolo similar a un abanico.

-Mi nombre es Fugaku Uchiha, líder de la policía militar de Konoha, es un placer- Se presentó el hombre imponiendo respeto con su tono firme. El dictador sonrió ante el gesto de poderío del recién llegado y decidió presentarse de forma similar.

-Mi nombre es Sáitam No Yokai, líder de la organización militar privada OSAC*- Dijo el dictador ganándose un gesto de sorpresa por parte del mayor.

-¿Líder de una organización militar privada?- Cuestiono el policía

-Sí. Aunque me temo que en este momento me he separado de ellos y necesito ayuda para encontrarlos. Somos nuevos por aquí y no sabemos mucho de cómo funciona todo, así que decidimos mantenernos lo más al margen posible.

-Ya veo. Bueno Sáitam, sería un placer que en algún momento podamos trabar juntos.

-Lo mismo digo Fugaku. Me agradaría trabajar con alguien tan recto como usted.

Sin más que decir, el de ojos negros escolto al dictador por la aldea con dirección a la torre Hokage. Durante el camino, en la avenida principal un gran revuelto se había armado. La policía militar estaba persiguiendo a un hombre armado que lanzaba shurikens y kunais* a todos los que se cruzaran.

-¿Qué sucede?- Pregunto curioso viendo al hombre que se acercaba en su dirección

-Parece que hay una persecución en curso.

-¡Abran paso!- Grito el hombre que era perseguido lanzando un Shuriken en dirección a Sáitam, este se quedó mirándolo fijamente. Antes que hiciese nada, Fugaku se lanzó delante de él, recibiendo el kunai en el hombro. Cayo al piso herido y sosteniendo la zona afectada, dejando sorprendido al dictador.

El perseguido lazo un segundo Shuriken en su dirección, pero esta vez el emperador lo intercepto entre sus dedos y, mirando fijamente al aterrado hombre, se lo regreso enterrándoselo en el estómago, haciendo que caiga de bruces al suelo y lo arrestasen.

-Bien hecho por regresar uno- Dijo Fugaku mientras se levantaba quitando el arma de su hombre, y sus subordinados llegaban a socorrerlo.

-Me estaba defendiendo- Respondió Sáitam restándole importancia al asunto

-Gracias por la ayuda- Dijo sincero el jefe mientras vendan su brazo.

-También te agradezco el salvarme. Estoy en deuda con tu familia- Dijo el dictador cerrando los ojos mientras se ponía las manos en los bolsillos

-No digas tonterías, no estás en deuda conmigo, apuesto a que si no me interponía hubieras devuelto el Shuriken como lo hiciste.

-Aun así, sucedió lo que sucedió. Antepusiste mi seguridad a tu vida y eso es digno de alabanza, cuando pueda devolverle este favor a tu familia, lo voy a hacer.

En silencio continuaron su camino hasta llegar a la torre Hokage, Fugaku se despidió una vez lo dejo en la puerta de la oficina. Sin vacilar toco dos veces, esperando la respuesta. Cuando un cansino* “pase” se escuchó del otro lado de la puerta, Sáitam entro a la oficina cerrando tras de sí, mirando fijamente al hombre delante de él.

Un hombre bastante viejo, de blanco cabello y rostro arrugado, con muchos lunares y pecas por todo su rostro. El anciano se encontraba leyendo unos documentos, pero los dejo sobre la mesa para prestarle su total atención.

-¿Qué se le ofrece viajero?- Pregunto el hombre mayor haciendo que Sáitam resoplase ante lo que iba a decir.

-Primero permítame presentarme con usted. Mi nombre es Sáitam No Yokai, y estoy perdido.

-Un gusto Sáitam, mi nombre es Hiruzen Sarutobi. ¿Cómo podre ayudarlo?

-Sé que no creerá lo que le voy a decir, es difícil ya que hasta mí, que me sucedió, me cuesta creerlo, pero le aseguro que es tan real como nosotros dos- El hombre mayor se inclinó apoyando sus codos en el escritorio y entrelazando sus dedos frente a su rostro, en un gesto de total atención.

-Te escucho…- Largas fueron las horas de explicación donde el hombre que se presentó como Hiruzen escuchaba incrédulamente la historia de cómo Sáitam había llegado.

-No te lo tomes a mal hijo, pero tu historia es increíble- Dijo el hombre recargándose contra su asiento mientras observaba al dictador.

-Sé que es increíble, pero tengo como demostrarlo- De su ropa saco su revólver y un celular. Tras largo tiempo de explicaciones y demostraciones el anciano hombre quedo satisfecho ante lo contado. Con su curiosidad saciada y creyendo a medias la historia contada prosiguió a hablar con el emperador de otro mundo que tenía en frente.

-¿Eres una especie de extraterrestre entonces?- Pregunto Hiruzen dudoso

-Algo así- Contesto sincero el de ojos violetas

-Bueno… Le doy la bienvenida tanto a Konoha como al planeta, Sáitam. Ya que es un emperador nos encargaremos de su hospedaje y de que coma apropiadamente. Estaré a su disposición para ayudarlo con su búsqueda- El hombre le extendió un sobre con dinero y unas llaves –Con esto tendrá donde quedarse y qué comer. Espero que esto sea suficiente para usted.

-Más que suficiente Hiruzen. Agradezco su ayuda profundamente y le prometo devolverla tan pronto tenga la oportunidad

-Espero que Konoha sea de su agrado

-Estoy seguro que lo será. Gracias Hiruzen, que tenga buenas noches.

Sin más palabras salió de la torre. La noche había caído veloz desde que entablo conversación con el agradable hombre que resultaba ser Sarutobi. Parecía que ese día había alguna festividad extraña, todos celebraban de aquí para allá, pero algunos iban en grupos buscando algo.

Ignoro a los aldeanos y camino con rumbo a la casa que le habían dado, pero cuando se encontraba cerca, noto algunos quejidos provenientes de un callejón. Guiado por la curiosidad se adentró en él, llevándose la sorpresa más grande de su vida, un grupo de trece personas estaba golpeando a un niño que estaba mal herido mientras este pedía clemencia.

-Eso es lo que te mereces demonio- Esos hombres le habían dicho demonio al pobre niño, no sabían lo que era un verdadero demonio, pero él estaba dispuesto a demostrárselos.

-¿Aprovechándose de un indefenso? ¿Y así se hacen llamar justicia?- Pregunto el dictador con voz gruesa desde la entrada del callejón.

-¿Quién eres?- Pregunto uno de los ninja que atacaba al rubio, parándose en su lugar y mirando, los trece, al hombre

-Mi nombre no tiene importancia… Lo que importa es que morirán si vuelven a hacerle algo a ese indefenso niño.

-¡Ese niño no es indefenso!- Grito uno de los civiles que se mantenían al margen de la paliza

-¡Es verdad! ¡Que no te engañe! ¡Es un demonio!- Grito otro apoyándolo

-¿Demonio?- Cuestiono el dictador –No tienen idea de lo que un demonio real es capaz

-Deja de decir estupideces, idiota. Te daremos una golpiza- Uno de los ninjas se acercó para golpear a Sáitam, cuando lazo un puño a su cara, este lo intercepto y con una llave lo volteo torciéndole la muñeca en la espalda. Mientras el hombre gritaba de dolor, saco de su capa el revólver y le disparo en el cuello. El ninja callo de rodillas sosteniéndose la garganta y en pocos segundos cayó muerto.

Soltó el cadáver ante la atónita mirada de sus compañeros y volvió a disparar, esta vez a otro de los ninjas, que cayó muerto con un disparo en la cabeza. El tercero se quedó mirando aterrado a Sáitam mientras este le apuntaba con el arma. El fuerte sonido que marcaba el disparo hizo que el ninja pusiese atención a su corazón, pues esta había sido perforando por una bala. El ninja cayo de rodillas y luego de bruces contra el piso, muerto.

-Ustedes- Dijo señalando a los civiles con un dedo, mientras guardaba su arma –Manden a llamar a un médico y al Hokage. Si no lo hacen los buscare y los matare- Los diez abusadores salieron aterrorizados dejando solos en el callejón a un inconsciente Naruto y al dictador que aún no había comido nada.

Al ver que no había nadie cerca, Sáitam se quitó la capa y con ella cubrió al malherido niño. El cielo se había nublado hace un buen rato y las primeras gotas de lluvia comenzaban a caer. El hombre levanto el rostro al cielo y cerrando los ojos dejo que las finas gotas de lluvia, que caían sobre la aldea, lo mojaran.

Un rayo surco el cielo, haciéndole saber que la tormenta hace poco desatada empeoraría pronto. Revisando en las llaves del niño donde vivía, lo llevo a su hogar cargándolo en brazos. Las calles estaban desoladas y los estruendosos relámpagos eran el único sonido junto a la lluvia.

Ya en la puerta del departamento abrió con la llave del niño, entrando al departamento de este y dejándolo sobre su cama. Avanzo zigzagueante sobre el piso lleno de basura y pergaminos hasta llegar a la puerta y cerrarla con llave. Luego busco en el baño un botiquín que pensaba utilizar para curar al niño.

Notando lo mojado que se encontraba decidió dejarlo en ropa interior, apreciando el cuerpo de suave piel color canela, completamente marcado en ese instante por sus agresores. Con parsimonia limpio sus heridas, desinfecto y vendo todo lo que se puedo. Improviso con algunas cosas un antifaz para que el niño pudiese dormir, ya que dudaba que volviera a tener una vida normal.

Decidió revisar por fin, la peligrosa herida en su estómago, pero se sorprendió al ver que la herida estaba sanando lentamente por su cuenta. Sáitam se arrodillo frente al niño y comenzó a inspeccionarlo. Lo que más llamo su atención era el tatuaje en su estómago que resaltaba notoriamente.

Después de un análisis con el que no llego a nada concreto, decidió continuar desinfectando sus heridas. Luego de que estuviese en condiciones de quedarse solo, casi treinta minutos después de que comenzó, decidió ir a ordenar el lugar.

Antes de que pudiese comenzar con su labor, la puerta sonó fuertemente amenazando con despertar al rubio. Se acercó a la puerta y observo por la mirilla, tres hombres de la policía militar estaban a la vista.

-¿Quién es?- Pregunto amenazante mirando la reacción de ataque que tuvieron los ninjas.

-¡Somos ninjas! ¡Usted es el presunto responsable del homicidio de tres ninjas y el intento de asesinato de diez civiles! ¡Salga para que podamos interrogarlo! Si es inocente se demostrara rápidamente- Dijo el ninja de la policía militar al otro lado de la puerta

-No es necesario preguntar nada. Yo asesine a esos parásitos. Y exijo que traigan al Hokage para que hablemos cara a cara, o reaccionare con violencia- Los tres ninjas se prepararon para tumbar la puerta

-¡Salga ahora o entraremos a sacarlo!- Grito uno de ellos logrando que Naruto se moviera levemente.

Molesto por la acción, Sáitam abrió la puerta desenfundando su arma y disparándole en la pierna a dos de los ninjas que quedaron incapacitados de un momento a otro, luego apunto al tercero, pero a este le atravesó uno de los brazos mientras lo sostenía del cuello del chaleco.

-Traigan al Hokage si no quieren morir- Sin más que decir el aterrador hombre de ojos violeta cerró la puerta tras de sí.

El dictador de cabello azabache respiro frustrado por lo inútiles que resultaron los civiles. Levanto la mira al gran desorden del pequeño departamento. Ya sin gesto alguno comenzó a juntarlas cosas que se encontraban regadas en el piso, debía ordenar todo para cuando el Hokage llegara.


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