A decir verdad por mucho que viva con “Este” estilo de vida no puedo acostumbrarme a gastar dinero por estupideces, pero al ser una orden no puedo negarme. Mi “querido padre” me a llamado esta mañana solo para decirme que necesito comprar un traje para lo que será mi funeral, claro ahora ya no es mi funeral, sino el de mi padre, otra razón para comprar un traje nuevo.
Estaba a tres semanas de el gran asunto y aun no podía irme solo por ver a Kuroko, eso me mato, verlo con alguien más cenando en una atmosfera romántica mientras mi padre quiere que herede todo su imperio. Aunque siendo sincero el solo hecho de verlo me provoco dolor, ya no es el lindo niño con quien me case y jure vivir para siempre, cambio, y fue mi culpa. Yo hice que sus ojos se volvieran fríos, que adelgazara como lo ha hecho, que sufriera tanto fue mi culpa, y como fue mi culpa no puedo apartarlo de lo que será su felicidad con ese hombre. No lo conozco, ni quiero hacerlo, pero si hace feliz a Kuroko yo…se lo entregare…
El peli-rojo llego al centro comercial donde compraría su hermoso traje nuevo, nunca había comprado uno él mismo por lo que estaba emocionado y un poco nervioso. Busco en los pisos de la plaza y encontró muchas tiendas de prestigio y marcas que conocía, pero ninguna tenia trajes de su talla, por lo que tendría que mandar a hacer uno y solo una tienda lo hacía. Una tienda que no era “reconocida” y en realidad no tenía marca.
El hombre que hacia los trajes le agrado mucho a Kagami, era un hombre un poco viejo, pero sus trajes eran hermosos, elegantes y tenían más sentimiento y valor que cualquiera de las marcas que él había usado.
El hombre tomo sus tallas y le mostro telas y demás, pero Kagami al no conocer sobre eso lo dejo en manos de el gran sastre. Al terminar el hombre le dijo que tardaría cuatro días en entregarle el traje, y al escucharlo el peli-rojo se alegro, tendría que permanecer más tiempo en Japón por traje
.
Al salir compro algunos ingredientes para la cena y juguetes para Nigou, que lo esperaba en el auto dormido. Al llegar bajo a su amigo y lo paseo por la plaza ya que no estaña prohibido la entrada a animales.
-vamos grandulón-le dijo mientras el perro bajaba del auto con la correa.
Pasearon por toda la plaza llamando la intención de muchos, pero no el peli-rojo no sabía si era por él o por el enorme y felpudo animal.
-bueno, también el América pasa, ¿cierto?-Nigou ladro, dándole la razón. Continuaron paseando por el lugar, incomodados por las miradas, hasta que Nigou comenzó a mover la cola de forma feliz y olfateando el aire.
-oye ¿Qué pasa?-le pregunto el peli-rojo al Husky antes de que este comenzara a correr arrastrando al peli-rojo tras él-¡detente!-grito, pero Nigou lo ignoro y continuo jalándolo.
Kagami soltó la correa y continuo corriendo tras su peludo amigo. Las miradas no se hicieron esperar, y mientras ambos continuaban corriendo unos ojos ámbar y otro azules se posaron el peli-rojo.
-ese es…-dijo el rubio con su hija en brazos, mientras el moreno llevaba de la mano a su primogénito
-sí, lo es…vamos-le dijo el moreno mientras tomaba a su pareja de la mano y cargaba a su hijo para seguir a su amigo. Sus hijos solo observaron al enorme Husky que corría sin control.
El Husky se detuvo y tras él Kagami también.
-¿Nigou pero que haces?-le pregunto Taiga a su mascota, pero al ver que había alguien más ahí, sentado en un rincón, y Nigou le hacía compañía.
El peli-rojo se detuvo y observo a la persona. Era una niña, de no más tres años, un vestido de color azul marino bastante opaco, lente de sol, y un sombrero blanco, cabello celeste y piel blanca. El corazón del peli-rojo se acelero. Tetsuya…-dijo en su mente, asombrado por la belleza de la pequeña.
-oye…-dijo con la voz baja, débil y cariñosa, la pequeña levanto la cabeza solo un poco y Nigou se abalanzo sobre ella lamiendo su rostro, la pequeña rio al sentir el contacto del animal y Taiga sonrió también, su voz era angelical-Nigou, déjala un momento-el peli-rojo alejo al animal y miro a la niña. La pequeña tenía lentes de sol, por lo que no podía ver sus ojos, pero casi podía asegurar que eran celestes.
-¿Quién…es usted?-pregunto la niña, el hombre frente a ella era enorme y guapo, debía medir lo mismo que su tío Aomine, y su cabello era interesante, a pesar de ser un desconocido no le tuvo miedo o se puso nerviosa, como hacia siempre.
-mi nombre es Taiga, mucho gusto pequeña-el enorme desconocido extendió su mano y la pequeña hizo lo mismo.
-soy…Yua…-dijo ella, tomo su mano y sintió una enorme calidez, como cuando su madre la abrazaba, ese hombre le agradaba.
-¿te perdiste?-le pregunto al ver que nadie acudía allí, a pesar de haber mirones, nadie se acercaba.
-…algo así-le dijo ella mientras abrazaba al perro, Kagami pudo ver en el rostro de la pequeña el rostro de las lagrimas, lo cual no le agrado para nada.
-¿estás sola…?
-no…bueno, si y no…
-¿Cómo es eso?
-yo…no sé donde están mis tíos…
-¿y tus padres?
-¿padres?...-dijo la pequeña un poco confusa-no conozco a mi padre… y mi madre…no está…
-¿no está?... ¿a qué te refieres?-el peli-rojo pensó que tal vez no debía preguntar… ¿murió?, se pregunto.
-se…enfermo, o no sé…no me dejan verla e…intente buscarla…pero…me perdí…-una vez más las lagrimas de la niña llenaron sus ojos y comenzaron a caer. El peli-rojo entro en pánico, y lo único que se le ocurrió fue abrazarla.
-entonces… ¿escapaste?
-…si…
-eso no es bueno-le dijo con tono cariñoso-…pero te entiendo, yo también escape para ver a mi madre, pero era más grande que tu… ¿Dónde vives? O ¿sabes el número de teléfono de alguien…?
-…no.
-¿el hospital?
-tampoco…
El peli-rojo rio, había escapado y no sabía a dónde ir y tampoco sabía cómo regresar, tenía que llevarla a la agencia de policía…llamaría a Aomine para decirle, pero primero quería conocer más a la pequeña, se parecía a Tetsuya, imagino que era su hija, de él y Tetsu, era imposible y por supuesto estúpido, pero era como un hermoso sueño.
-…Ryouta…ella es…
-…si… es Yua
Los dos hombres sintieron una descarga en su cuerpo, se suponía que Yua estaría en la casa de Midorima, y en la siguiente mañana ella se quedaría con ellos, pero la niña estaba ahí.
-…Tal vez Midorimacchi y Kazucchi estén aquí.
Ambos sabían que eso era poco probable, e incluso si estaban en ese lugar nunca debieron dejar a la pequeña sola. El moreno no perdió ni un minuto más y llamo a móvil del peli-verde el cual no contesto la llamada, Daiki chasqueo la lengua inconforme y marco el numero de la casa.
-… ¿sí?...-pregunto el azabache con la voz temblorosa y nerviosa.
-pásame a Yua, halcón-la voz del moreno se escuchaba molesta, demasiado molesta por lo que el rubio le arrebato el móvil.
-¿Kazucchi? Necesito que me digas donde esta Yua-al otro lado el más bajo suspiro aliviado de no tener que afrontar al peli-azul.
-lo siento muchísimo Ki-chan pero…pero ¡no tengo idea de donde esta! –la voz desesperada de Kazunari hizo que su amigo suspirara-¡cuando me levante Yua no estaba en su cama!...no le he avisado a Shin-chan y no quiero hacerlo ¡Ayúdame!
-estas de suerte-le tranquilizo el modelo-acabo de ver a Yua, está en el centro comercial de siempre.
-¿el centro comercial? ¡¿Cómo demonios llego tan lejos?!
-no lo sé, pero ese no es el único problema.
-¡¿QUÉ?! ¡Por favor no me digas que le paso algo!
-Tranquilo ella está bien…solo que… Kagamicchi la encontró.
-…¡Eso es aun peor! ¡¿La reconoció?! ¡Dime que no!
-no lo hizo…o eso creo
-¡¿HAAA?!
-Tranquilo!, lo solucionaremos….de alguna manera, te llevare a Yua a casa antes de lo que piensas, tu tranquilo.
-Gracias Ki-chan ¡Te amo!
-lo sé, lo sé, ahora solo espera.
-¡claro!
La llamada termino y el moreno no dejaba de ver a su esposo, le sorprendía que aun le sorprendiera como hablaban eso dos, le parecía muy raro ya que se le hacían personas muy diferentes, pero aun así – y como siempre – lo dejo pasar y le indico a su esposo que siguieran al peli-rojo y la peli-celeste.
Kagami se sentía un poco raro caminando con una niña pequeña, nunca había cuidado de una y no sabía qué hacer del todo, el no había sido del todo normal nunca y la niña parecía una pequeña niña amada y normal, continuo caminando pensando en algo hasta que se dio cuenta de que la pequeña y Nigou ya no caminaban a su lado. Volteo hacia atrás y miro a la pequeña parada tranquilamente y a Nigou sentado a su lado.
-¿Qué pasa?-pregunto Taiga mientras se acercaba.
-me duele el pie…-la voz de la niña se escuchaba algo quebrada y demasiado baja pero el más alto la escucho a la perfección, la tomo en sus brazos y la sentó sobre una banca.
-¿puedo ver?-la pequeña asintió como única respuesta y el peli-rojo le quito sus lindos zapatitos rojos dejando a la vista unas cuantas ampollas-¿caminaste mucho?
-…si, un poco…-el peli-rojo se pregunto cuánto era un poco para la pequeña pero lo dejo de esa manera-bueno, no creo que puedas caminar por un rato, así que…¿te puedo cargar?
A la pequeña se le iluminaron los ojos – aunque el mayor no lo vio – su madre casi nunca la cargaba y sus tíos casi siempre tenían las manos llenas, por un momento lo dudo, pero sus pies le dolían muchísimo por lo que no le importo y asintió, el mayor también se alegro de que la pequeña le concediera el capricho que tenia, aunque para la niña no fuera así.
El peli-rojo coloco a la niña sobre sus hombros y continuo con su camino, quería pasar más tiempo con la niña y ayudarla con aquellos grandes problemas que tenia, por supuesto sabía que no era posible que fuera su hija pero al estar cerca de ella no podía sentir calidez, una hermosa calidez que no había sentido en años, no desde que su vida se había convertido en un infierno. De hecho aun lo era, pero al estar con la pequeña era como tener un poco de paraíso entre las llamas.
Pasearon por la plaza –seguidos por la familia Aomine y posteriormente los Midorima– y el ambiente entre ambos había mejorado, habían entrado a diferentes tiendas y Kagami le había comprada ropa, peluches, calzado y un helado de vainilla a Yua. Para Taiga le parecía una experiencia increíble, nunca había pasado tiempo con un niño pequeño ni nada por el estilo, sentía que todo su estrés se había esfumado gracias a la risa y las sonrisas de la pequeña. Para Yua esa situación se le había figurado extraña, pero a la vez cómoda, casi nunca salía de casa y cuando lo hacia su madre pocas veces la acompañaba, por supuesto ella no se quejaba, sabía que su madre tenía trabajo y responsabilidades y ella no tenía el derecho de quejarse, y estar con “Taiga-san” era como una salida en familia como la que sus amigos le contaban, era mágico.
-pequeña…-le llamo el pelirrojo, la niña lo miro desde sus hombros y le sonrió-¿Qué quieres hacer ahora?-le pregunto al ver el cielo rojizo.
-el parque-dijo con la voz suave, ella solo iba al parque con sus amigos y tíos, nada más ni nada menos, y le parecía que ir con el pelirrojo sería divertido-por favor-agrego sonriendo.
-vale, conozco uno cerca-le dijo mientras se dirigía al estacionamiento de la plaza seguido por su Husky.
-tenemos que seguirlos-le dijo Daiki a Shintaro, este asintió y le indico a Kazunari que llevara a sus hijos al auto al igual que Daiki lo hacía con Ryouta. Al llegar al estacionamiento y subir al auto siguieron el deportivo rojo de Kagami hasta el parque cerca de la plaza, pero antes de bajar del auto el sonido de disparos hizo que Daiki se alterara, el deportivo estaba estacionado ahí, pero Kagami y Yua habían bajado hacia varios minutos.
-espera aquí-le dijo el moreno a su esposo mientras bajaba con un arma-al ver que su amigo bajaba el peli-verde hizo lo mismo, le regalo una sonrisa a su pareja y un beso a sus hijos que dormían plácidamente en los asientos de atrás.
-no pasara nada, pero si lo hace toma el auto y ve a un lugar seguro.
-¿¡Estás loco?!-le replico su pareja en un grito silencioso.
-solo hazlo-dijo antes de besar su frente y bajar del auto, el corazón de ambas madres casi se les salía al ver a sus esposos ir al lugar proveniente de los disparos.
Al salir ambos asintieron y se dirigieron con cuidado al parque, los disparos no cesaban y el miedo invadía el cuerpo de ambos, temían por sus esposos, sus hijos y su amigo, al igual que por la pequeña. Al llegar al centro del parque les sorprendió ver lo que pasaba, Kagami estaba tirado en el piso con muchos hombres apuntándole, la sangre era presente en todos los hombres incluyendo al peli-rojo, pero lo que más les altero fue no ver a la pequeña.
-¡Kagami!-grito Aomine al ver como uno de los hombres le disparaba y los demás comenzaban a correr, el moreno y el de lentes corrieron hacia su amigo tan rápido como pudieron.
-¡tiene tres balas, muchos cortes y golpes!-le grito el medico al policía. Marco el numero de su hospital pidiendo una ambulancia mientas el moreno pedía refuerzos y una patrulla.
El tigre se levanto, a pesar de todas las heridas en su cuerpo, lo hacía con una lentitud horrible y el aire se le escapaba de los pulmones tan rápido como entraba a ellos, cuando estuvo de pie comenzó a caminar hacia la dirección contraria en que los matones se habían ido y cayendo a los pocos pasos.
-detente-le dijo el moreno mientras se colocaba a su lado, el tigre lo ignoro y comenzó a levantarse una vez más-¡Detente!
-¡No!-grito Taiga al poder levantarse con la cabeza baja y los puños cerrados-no dejare que Ackers involucre a mas inocentes… no puedo…permitirlo…
Kagami cayó pidiendo la poca conciencia que tenia, sin poder hacer nada, una vez con el dolor de saber que alguien más sufriría por su culpa. Ackers Ross había secuestrado a Yua.