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Amor Yaoi
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porque te amo.

Notas del capitulo:

Casi un mes desde que actualice, me disculpo!!!

Lo lamento mucho, pero he tenido unos cuantos problemas con este fic y mi familia. Perdon por tardar y gracias por no avandonar mi historia.

TIEMPO DE RESCATARLA

En una de las enormes habitaciones de la mansión Akashi el llanto de un infante se escuchaba en el silencio. La pequeña callaba su llanto en el hombro de su amiga.

-Tranquila-la mano de la moreno descansaba en la espalda de la contraria en forma de confort, justo como recordaba que su madre hacia con ella. Repitió las mismas palabras una y otra vez hasta que la de ojos verdes dejo de sollozar y su respiración volvió a la normalidad.

Todos los días era lo mismo con Kumi, pero nadie podía culparla, estaba preocupada. La morena le enjuago las lágrimas y la abrazo.

-Ya verás que todo volverá a la normalidad muy pronto-le animo la de ojos azules mientras miraba los ojos enrojecidos de su amiga.

-¿Lo prometes?-la voz de la peli negra aun estaba afectada por el llanto-¿Prometes que Yua regresara sana y salva?

-Si, te doy mi palabra-la de piel canela le regalo una enorme sonrisa a su amiga y una vez más la envolvió en brazos-ahora cámbiate o preocuparemos a los demás.

Kumi obedeció y se corrió al baño para colocarse el bañador. Al entrar emparejo la puerta y comenzó a cambiarse mientras Ai suspiraba derrotada. Todos los días tenía que parar las lágrimas de su amiga y retener las suyas.

Desde que Yua había desaparecido Kumi había estado muy nerviosa, lloraba cada vez que estaban solas y ella tenía que tranquilizarla. Ai estaba bastante enterada de la situación de Yua, había logrado escuchar la conversación de sus padres con su hermano mayor sobre el tema. Nadie sabía que ella sabía algo y para no alterar a los adultos tranquilizaba a Kumi y manejaba a Shun. No era fácil, pero de alguna manera lo lograba.

Taiju estaba completamente absorto en la misión que le habían dado sus padres para enterarse de la situación. Daiki y Ryouta le habían pedido que los mantuviera distraídos para que no pensaran en la peli celeste, y Ai lo ayudaba sin que este se enterara. Por supuesto no les había dicho sobre la situación a los mellizos, pero no era necesario, siempre y cuando ellos no se mantuvieran pensando en eso todo estaría bien.

Ella quería ayudar a su hermano con su carga, si, él era el mayor, pero aun así era muy joven para un tema tan serio y Ai no era estúpida, lo comprendía. Comprendía que de todos Taiju era el más preocupado por Yua y no estaba para cuidar niños, pero por ser el mayor pensaba que era su responsabilidad.

La peli azul tomo la pelota de plástico en cuanto vio a Kumi en la puerta con el bañador colocado, ambas salieron de la habitación y se dirigieron a la piscina donde todos esperaban.



En la piscina principal donde los niños jugaban los adultos tomaban el sol, vigilándolos. Esa mañana Daiki y Shintaro habían salido al trabajo, porque aunque quisieran quedarse cerca de su familia sus trabajos no se lo permitían. Seijuro y Atsushi dirigían sus empresas desde el teléfono. Ryouta había tenido que salir unas horas junto a Kazunari para avisar de las faltas de sus hijos al kínder, agradecían que Shintaro fuera doctor y pudiera proporcionar recetas medicas para ese tipo de ocasiones, que esperaban no se volverían a repetir.

En una de las sillas bajo el sol se encontraba Taiga mirando a los pequeños sin poder evitar pensar en su hija. Se sentía feliz, no podía evitarlo. Casi podía imaginar a su hija jugando con esos niños, con una sonrisa en su rostro, quería devolverla a ese ambiente. Esa felicidad que se merecía, sus ojos recorrieron las otras sillas mirando a sus amigos deteniéndose en Kuroko. El peli celeste estaba leyendo en silencio, se veía tranquilo, pero solo era ilusión. Podía ver como en ocasiones sus ojos buscaban a Yua, ese pequeño temblor que estremecía su cuerpo, apenas perceptible, miro como mordía su labio inferior y cerraba sus ojos levemente, como si las letras se hicieran pequeñas. Quería llorar, el tigre lo sabía. Lo conocía.

-¿Taiga?-la voz de su hermano lo atrajo de vuelta a la realidad, el peli negro siguió su vista y miro a Tetsuya-¿Estás bien?

-Claro, ¿Qué decías? No logre escucharte-el peli rojo intento mantener su vista en su hermano, pero, como si de imanes se trataran, sus ojos volvían a su ex esposo.

-Tengo que llamar a la pastelería para avisar que no iré, ¿Sujetarías a Aki en lo que regreso?-los ojos del tigre bajaron para toparse con los enormes ojos de su sobrina.

-Claro, pero, ¿Por qué no quieres llevarla?-pregunto mientras tomaba a la niña, esta estaba completamente tranquila, pero no perdía de vista a su tío, lo miraba con curiosidad.

-Bueno, siempre que llamo Aki quiere quitarme el teléfono porque cree que es su padre, incluso si él está a su lado-se rio un poco al recordar a su hija intentándole quitar el teléfono mientras su padre la cargaba. El tigre se acomodo con la niña en brazos y miro a su hermano alejarse-Ya vengo, ¿bien?-y después de una sonrisa cálida y maternal se marcho.

Taiga miro al bebe en sus brazos, ella lo miraba también, estiro su brazo lentamente y tomo entre sus dedos un mechos rojo. Una sonrisa se extendió en el rostro de la infante y el tigre le sonrió de vuelta. Sentó a la niña en su regazo y la con una sonrisa en el rostro de ambos comenzaron a jugar.

Tetsuya miro a lo lejos al tigre jugar con Aki, lo miro con ternura y no pudo evitar sonreír. Siempre había imaginado a Taiga jugar con Yua, a pesar de todo siempre creyó que sería un padre tierno y amoroso, tal vez sobreprotector. Al pensar en su hija su vista volvió a las letras en su libro, se sentía melancólico, como si la herida en su corazón nunca fuera a sanar. Y tal vez seria así.

-¡Kuro-chan!-escucho antes de que su amigo peli negro se le lanzara encima con una sonrisa-Mira lo que te traje, Ki-chan dice que te gusta mucho-le extendió un batido de vainilla y el peli celeste lo acepto feliz. Cerro su libro y lo dejo de lado-Casi hemos terminado…-dijo casi en un susurro con una sonrisa formándose en sus labios. El peli celestes actuó indiferente como si no lo hubiera oído y continuo bebiendo con una gran sonrisa.

-Kagamicchi-el mencionado aparto sus ojos de su sobrina y volteo a ver al modelo, que le extendía una bolsa de papel bastante grande. El peli rojo la tomo y al meter su mano saco una hamburguesa de su restaurante rápido favorito. Mientras la comía y le daba pequeños trazos a la bebe su amigo se sentó a su lado-Quiero hablar contigo Kagamicchi

-¿Qué pasa?-a pesar de la seriedad en la voz del rubio el peli rojo parecía no importarle.

-Tu… salvaras a Yua ¿cierto?

-Claro, es mi hija después de todo-ante sus propias palabras Taiga se detuvo, aun no le había dicho a nadie que sabia del tema, y siendo Kise supuso que haria un drama, lentamente dirigió su mirada a los ojos dorados a su derecha. El modelo parecía completamente tranquilo, mirando a sus hijos con cierto cariño, como siempre.

-Bien, es cierto, ¿Quién te lo dijo?

-Ackers-por un momento Ryouta no reconoció el nombre, pero al cabo de unos segundos lo recordó. La información que tenia sobre ese hombre era poca, pero era suficiente para despreciarlo.

-Ya veo, ¿Cuándo iras por ella?

-Esta noche tomare un vuelo a los Ángeles- reconoció el más alto con calma.

-Bien… por favor ten mucho cuidado, tú y los demás son un poco…apresurados asa que-

-Iré solo-le interrumpió con calma-No llevare a nadie.

-¿Por qué? ¡Es muy peligroso ir solo!-dijo en susurros mirando a los lados, tal vez, temiendo que los escucharan.

-Seria aun más peligroso ir acompañado, es mi problema y fue mi culpa, yo iré por ella. Solo

-Eres tan terco como Daikicchi, así que no seguiré discutiendo-el ceño del peli rojo se frunció por el “insulto”, pero se suavizo cuando la mirada de Ryouta se fijo en el una vez más, con cariño maternal. Era un poco extraño, pero era muy cálido.

-Ten cuidado-le pidió con un tono nostálgico. El rubio no quería que su gran amigo fuera lastimado ni nada por el estilo, quería verlo de nuevo, con su hija y su esposo, feliz. Justo como él le había ayudado a serlo. Después de una mirada de suplica el rubio se marcho, y la vista de Taiga se coloco una vez más en los chicos, en especial en un rubio de mirada pesada.

Taiju lo miraba con cierto odio, no sabía la razón, pero tampoco quería preguntárselo mucho. Le sostuvo la mirada al infante por un rato y después su hermana menor lo llevo de vuelta al juego con los demás.

Una vez la hora de la comida, Seijuro y Atsushi regresaron con sus familias, cansados, tensos y molestos, pero felices. La comida transcurrió normal, justo como el desayuno, llena de pequeños ruidos y demás, por fin la peli roja se había integrado al grupo de menores y disfrutaba la compañía y el ruido de su familia.

Cuando la comida termino Kagami se dirigió a su habitación para asearse un poco y empacar su poco equipaje.

Cuando el sol comenzó a descender Taiga estaba completamente listo. No se había despedido de nadie porque no quería decir “adiós” ni mucho menos, así que solo salió de la casa, pero antes de que llegara a mitad del camino una voz débil pero firme lo detuvo.

-¡Señor!-el peli rojo se detuvo y se giro, encontrándose con Taiju que avanzaba hacia él de manera rápida-Sé que es el padre de Yua-los ojos rojos del tigre se abrieron de asombro, ¿Quién se lo había dicho?-También… mis padre me explicaron un poco sobre la situación en la que está metida Yua, así que quiero pedirle un favor-los ojos azules llenos de decisión del infante hizo al mayor sentir cierto orgullo-¡Por favor traiga de vuelta a Yua!-le pidió con una exagerada reverencia.

Taiga ya sabía que ese sería su favor, se alegraba de que su hija tuviera tan buen amigo, coloco su mano sobre los cabellos dorados del menor y los revolvió con cariño, y después de un sonoro “¡Por supuesto!” y una enorme sonrisa el tigre se marcho.




Los ojos de la pequeña se abrieron al instante al recordar lo que había sucedido, los gritos, los disparos, la sangre. Sus ojos se llenaron de lagrimas y rodar por sus mejillas de forma instantánea, no quería hacer ruido, así que intento calmar su respiración y ahogar sus lamentos cuando la puerta se abrió mostrando el preocupado rostro de un hombre mayor.

-¡Yua! ¡¿Qué sucede?!-grito al entrar deprisa en la habitación se dirigió rápidamente con la niña y la sostuvo en brazos-¿Qué pasa hermosa?-le pregunto de forma suave.

-Yo…-la pequeña no podía pronunciar palabra alguna sobre su sueño-Papá…-con esa palabra el hombre entendió lo que pasaba.

-Así que soñaste con lo de tu padre…-el hombre suspiro mientras tranquilizaba a la niña-tranquila, todo estará bien, cuando las cosas se arreglen yo mismo te llevare con tus padres, ¿de acuerdo?-la niña acepto mientras limpiaba sus lagrimas.

Una vez la pequeña se calmo y recupero el sueño el hombre la deposito en su cama de nuevo y salió silenciosamente.

-Así que planeas lavarle el cerebro con ese jueguito del abuelo protector y amoroso, ¿no, Ackers?

-Vaya, Alex así que escuchaste, eso está muy mal-el hombre avanzo hacia su habitación en el piso de arriba-Deberías tener cuidado con tus palabras si quieres que te permita ver de nuevo a mi nieta.

-Tsk-el hombre subió una escalera flanqueado por sus hombres de traje, dejando a la rubia ahí, molesta.

Cuando Yua había llegado la primera en recibirla había sido Alex, pero la peli celeste ya estaba más que fascinada con su querido abuelo, su salvador. Él le había contado sobre ciertos problemas que rondaban a su familia, que su padre le había pedido que la cuidara por un tiempo, le había dicho que el hombre con el que había pasado esa tarde efectivamente era su padre, y que hasta que todo se resolviera ella se quedaría con él.

Desde ese día Yua permanecía todo el tiempo con su abuelo, jugando en su oficina o en el patio de la mansión, nunca a más de 10 metros de él, Alex la cuidaba y se mantenía cerca todo el tiempo, buscando una oportunidad para decirle a la niña que Ackers mentía, pero hasta ese momento no había podido hacerlo.

Y es que así era Ross, no dejaría ningún cabo suelto, la haría amarlo y tal vez después le explicaría o le inventaría que sus padres ya no irían por ella y que le era su única familia. Alex ya no sabía qué hacer o que decir, pero Taiga llegaría pronto y él usaría las palabras y las acciones adecuadas.

-“Rápido Taiga, tienes que apresurarte o tu pequeña ya no podrá ser salvada”-

Notas finales:

Tal vez esta de más decirlo pero es probable que el siguiente sea el ultimo, gracias por su pasiencia, por sus comentarios y por leer

 

LOS AMO!!



Nos leemos en el siguiente capitulo!


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