- ¡Escocia, para de una vez!- ese grito retumbó a lo largo de la habitación, mas no fue escuchado por quien tenía las manos puestas sobre el joven inglés.
- Claro, ahora mismo, señor, ¿quiere un té también?- contestó el pelirrojo con sarcasmo y una sonrisa cruel mientras seguía a lo suyo, ya era la quinta vez en ese día que lo acorralaba, y así desde que hace cinco meses fue por motivos externos, sus superiores estaban planeando una guerra.
Inglaterra frunció el ceño y, de una patada, se quitó a Escocia de encima para acto seguido correr y encerrarse en el baño.
- ¿Pero cómo se puede ser tan cobarde?- preguntó el otro molesto desde el otro lado de la puerta para después marcharse cerrando de un portazo.
Arthur sacó su teléfono móvil del bolsillo inmediatamente, necesitaba pedir ayuda a alquien, no contaba con sus superiores porque, de hecho, estos creían que él "debía cooperar".
Se puso a pensar: ¿España?, ¡no después de que dejara a sus piratas andar por cuenta propia!, ¿Francia?... Em... No... ¿Russ..? NO... ¿Japón?... No, sus superiores trataban de hacer un pacto con Rusia... ¿China?... No, él era un completo desconocido para él... Con Alemania no podía contar, obviamente...
Enconces un nombre cruzó su cabeza, "Estados Unidos"...
¡¡¡J-JAMÁS LE PEDIRÍA AYUDA A ESE IDIOTA!!!... No después de que se independizara, dado que a estas alturas debe odiarle...
La conclusión fue que en su estado de espléndido aislamiento no tenía nadie a quien acudir... Genial.
Aunque sólo de imaginarse a Escocia tratando de ponerle las manos encima otra vez le hacía desear salir de ahí... Volvió a repasar la lista... ¿Francia?... …l siempre le molestó, y es un pervertido, pero teniendo en cuenta que es el único a quien conoce lo suficiente como para poder decírselo...
Inglaterra suspira agobiado y comienza a marcar. Tras dar varios tonos, contesta.
- ¿Cejas? ¿Qué quieres?- suena al otro lado del teléfono con voz burlesca.
- Ayu... Ayu...- intentaba decirlo, pero llevaba demasiado sin pronunciar esa palabra, y su orgullo se lo impedía.
- ¿"Ayu"? ¿Es una chica? ¡Mon cherie, no me digas que por fin has logrado no espantar a una chica!- dijo con claro tono de sátira.
- ¡AYUDA!- gritó Arthur haciendo de tripas corazón.
- ¿Ayuda? Oh, perdón, te he confundido con otra persona, Inglaterra nunca diría eso- dijo Francia y colgó.
- ¡¿SERÁS HIJO DE PUTA?!- gritó Arthur hecho una furia y volvió a llamar.
- Le he dicho que- inglaterra le cortó.
- ¡AYÚDAME, IMB…CIL!- gritó desde el otro lado del teléfono.
- ¡¿Eh?! ¡¿Eras tú de verdad?! ¡¿Te estás muriendo?!- gritó incrédulo.
- ¡Si no me sacas de aquí, sí!- contestó algo más bajo al oír a alguien acercarse.
- Debe ser grave... Bueno, antes que nada, dime dónde estás.
- En el edificio del parlamento, en la habitación 132, encerrado en el baño- contestó rápidamente- es largo de explicar, sólo sácame de aquí- pidió mirando hacia la puerta totalmente paranoico.
- Vale, vale, voy para allá, en una hora o así estaré ahí, si cambias de posición, avísame- contestó y colgó.
- ¡¿Una hora?!... Dudo mucho que pueda esperar tanto tiempo...
Esto sonaría exagerado para cualquiera, a fin de cuentas, era una puerta reforzada de madera de roble y con dos pestillos de acero, ¿quién iba a atravesar eso? Nadie podría, era imposible... ¿Verdad?
La estructura de madera comenzó a ser sacudida abruptamente una y otra vez, hasta que fue atravesada por la afilada hoja de un hacha de acero, y tras ella, un Escocia enfurecido, que tras derribar la puerta, tomó a inglaterra del cuello y lo estrelló contra la cama, para después colocarse sobre él y encadenarlo al cabecero.
- Tú ya no te escapas- dijo en una afilada sonrisa para después morder su cuello con fuerza hasta hacerle sangrar.
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