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Aguas Estancadas: Mareas ardientes. por amgy chan

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Notas del fanfic:

Buuuuuu. Ni los personajes de Leage of legend ni los de Naruto me pertenecen.

Quiero aclarar que no saldrá en la historia ninguno de los campeones del lol, es solo que los personajes de Naruto tendrán algunas de las habilidades de éstos.

Notas del capitulo: No juego al lol pero adoro conocer las historias de los campeones y adoro Naruto. Así que este es el resultado XD.

Espero que os guste.

Nos leemos abajo.
POV'S NARRADOR.

El mundo está dividido en 5 grandes países. El país mas importante es Konoha, su líder es Tsunade(Hokage), buena para los negocios pero nefasta en las apuestas. Konoha es conocida por sus avances tecnológicos y riqueza en general.

En segundo lugar está Suna, su líder es Gaara(Kazekage), conocido por su seriedad y dureza, jamás pierde un desafío, da igual cual sea. Suna es conocida por la crueldad de sus cazarrecompensas y su industria armamentistica. Especialmente armas de fuego.

En tercer lugar está Kirigakure, liderado por Mei Terumi(Mizukage), ella es preciosa e inteligente. Perdió a sus padres cuando tenia apenas 12 años. Kirigakure es conocida por su gran industria naval. La Mizukage y el Raikage se pasan la mayor parte del tiempo discutiendo sobre el control de una zona de puerto llamada Aguas Estancadas.

En cuarto lugar está Iwagakure, liderada por Onoki(Tsuchikage), es solo un viejo cascarrabias. Iwagakure es conocida por su minería, aunque no es precisamente rica. En realidad está en decadencia, pero es sostenible.

Por último está Kumogakure, cuyo líder es A(Raikage), es un viejo grotesco y despiadado, adora el dinero y el arte. Siempre pelea con la Mizukage para mantener el control de su ciudad comercial. Kumogakure es el país mas pobre de estos cinco lugares. La gente vive del saqueo, las estafas o los robos. Básicamente se trata de la supervivencia del más fuerte.




POV'S SASUKE.

El País del Rayo o Kumogakure, en el muelle del matadero de la ciudad de Aguas Estancadas, un nombre que no permite hacerse ilusiones sobre su olor.

Y sin embargo, aquí estoy, oculto en las sombras, respirando el hedor a sangre y bilis de las bestias marinas abiertas en canal.

Que asco.

Me fundo más íntimamente con la oscuridad, tirando hacia abajo del ala de mi sombrero para cubrirme el rostro mientras miembros de los Sombra del Rayo, armados hasta los dientes, se pasean amenazadoramente por el lugar.

Son famosos por su brutalidad, estos muchachos. En una pelea limpia tal vez pudiesen conmigo, pero lo de la limpieza se me atraganta y tampoco he venido aquí a pelear. Esta vez no.

¿Qué me trae por aquí, a uno de los distritos más repulsivos de los cinco países?

El dinero. ¿Qué, si no?

Voy a jugármela en este encargo, pero con una paga así no podía dejarlo pasar. Y además, he estudiado el sitio de cabo a rabo para inclinar la balanza de mi favor. He planeado cada movimiento.

Ha sido fácil. Todas las calles tienen una especie de patrón y esos matones son muy lentos. Puedo hacerlo.

No pienso perder ni un minuto. Quiero entrar y salir todo lo rápido y sigilosamente que pueda. No me resultará complicado, soy ágil como un gato y escurridizo como una serpiente. Será facil.

Una vez el trabajito esté hecho, voy a recoger mi paga y a desaparecer de este país antes de que amanezca. Si todo va bien, estaré a mitad de camino a Konoha antes de que alguien repare en que falta ese maldito chisme.

Los matones doblan la esquina del gigantesco matadero. Significa que tengo dos minutos antes de que den la vuelta. Tiempo de sobra.

La luna plateada se desliza tras un banco de nubes y sume el embarcadero en la sombra. Que conveniente.

Las cajas del trajín de la jornada yacen dispersas por el muelle. Es fácil ocultarse entre ellas.

Reparo en que hay vigías encaramados al techo del almacén principal, sus siluetas en ademán de guardia, pistolas y cuchillos en mano. Chismorrean a voz en grito, como pescaderas a media jornada. Estos idiotas no me oirían ni aunque llevase cascabeles.

Además creen que nadie es tan estúpido como para entrar aquí. Echo un vistazo a mi alrededor antes de dar mi siguiente paso.

Veo un cadáver abotargado que cuelga en lo alto sobre el muelle, a la vista de todos, a modo de advertencia. Gira lentamente con la brisa nocturna que llega del puerto a medianoche. Es un espectáculo horripilante. Un anzuelo descomunal, de los que se usan para pescar grandes ejemplares, mantiene el cuerpo izado.

Avanzo sobre cadenas oxidadas que yacen enrroscadas en la piedra húmeda y paso entre un par de grúas inmensas. Se usan para transportar a las gigantescas criaturas marinas al interior del matadero para su destripe.

Son esas fábricas, que se yerguen inmensas y amenazadoras, la fuente del hedor abominable que lo impregna todo en este lugar. Voy a tener que comprarme ropa nueva cuando esto termine. Por suerte, cuando esto termine, tendré dinero de sobra.

Al otro lado de la bahía, más allá de la emulsión de agua y entrañas de los muelles del matadero, un sin número de naves permanece anclado, con sus faroles balanceándose mansamente. Uno de los navíos capta mi atención: un galeón inmenso de velas negras. Sé a quién pertenece ese barco. Todo el mundo en este lugar lo sabe.

Me tomo un instante para relamerme mientras sonrió. Estoy a punto de robarle al hombre más poderoso del País del Rayo. Siempre hay un cierto placer en hacerle un corte de mangas a la muerte. Es excitante.

Como era de esperar, el almacén principal está a mejor recaudo que la virtud de una dama. Hay guardias apostados en cada entrada. Las puertas están cerradas con llave y bien atrancadas. Para cualquier otro, sería imposible colarse ahí.

Pero obviamente yo no soy cualquiera.

Me interno a gachas en un callejón sin salida al otro lado del almacén. No tiene vías de escape y no es tan oscuro como me hubiese gustado, pero servirá. El problema es que si sigo aquí cuando la patrulla regrese, me verán por narices. Y si me ponen las zarpas encima, lo más a lo que puedo aspirar es una muerte rápida. Aunque lo más probable sería que me llevasen junto a él... y esa sería una forma de diñarla mucho más dolorosa y prolongada.

El truco, como siempre me dijeron, es que no te pillen. La teoría es sencilla, la practica es más compleja.

Entonces los oigo. Los matones regresan antes de tiempo. Solo tengo unos pocos segundos, como mucho, para salir de aqui. Me saco una carta de la manga, y la deslizo entre los dedos; esta magia se ha vuelto para mí tan natural como respirar. Esta era la parte fácil; el resto requiere su tiempo.

Dejo que mi mente vague hasta que la carta comienza a brillar, desprendiendo un fulgor amarillo. La presión se acumula en torno a mí, y a punto está de abrumarme con la promesa de todos los lugares posibles a los que podría llegar. Con los ojos entrecerrados, me concentro y visualizo dónde necesito estar.

Entonces siento ese retortijón tan familiar de la transferencia. El aire a mi alrededor se desplaza y ya estoy en el almacén. Me he esfumado del callejón sin dejar apenas rastro.

Sonrió de lado.

Pero qué bueno soy.

Algunos de los Sombras del Rayo de ahí fuera podría fijar la mirada en el callejón y reparar en una carta solitaria que cae al suelo, pero la probabilidad es mínima.

Me lleva un instante recomponerme. La débil luz de los faroles en el exterior se filtra por las grietas de las paredes. Mis ojos se adaptan poco a poco.

El almacén está atestado de tesoros amontonados, provenientes de los distintos países: armaduras relucientes, arte exótico, sedas brillantes. Todo ello de un valor considerable, pero no es lo que he venido a buscar.

Tras echar un vistazo por todo el lugar, mi atención se centra en las puertas de carga, en la parte frontal del almacén, donde creo que hallaré el material recién llegado.

Deslizo las yemas de los dedos sobre las diversas cajas de cartón y otros embalajes... hasta que llego a una pequeña caja de madera. Puedo sentir el poder que emana de su interior. Esto es a por lo que he venido.

Abro la tapa.

Mi botín se revela: dentro hay una preciosa espada de diseño exquisito que descansa sobre un lecho de terciopelo negro, casi del mismo tono que el mango y la funda de esta preciosa arma forjada en plata. Alargo la mano hacia ella...

Clic-clac.

Me petrifico. Ese sonido es inconfundible.

Antes siquiera de que hable, sé a quién tengo detrás, en la oscuridad, apuntándome con su gigantesca arma.

Me enderezo.

r13;Uchiha r13;dice Naruto r13;. Hacía mucho tiempo.

Mierda.




POV'S NARUTO.

Llevo horas aquí. Hay quien se aburriría después de permanecer quieto y de pie durante tanto tiempo, pero tengo mi furia para hacerme compañía. No pienso moverme de aquí hasta haber ajustado cuentas.

Bien entrada la madrugada, la víbora finalmente se deja ver. Aparece de improviso en el almacén, usando su truco de magia de siempre. Dichosas cartitas.

Amartillo la escopeta, listo para ponerle las entrañas del revés. Aquí lo tengo por fin, después de tantos años buscando a esta víbora traidora, aquí está, con las manos en la masa frente a los cañones de Destino. ( es el nombre de la escopeta de dos cañones que lleva Naruto. No es una escopeta normal. Mide mas o menos un metro, es negra y los cartuchos son algo más gruesos que un puño.)

r13;Uchiha r13;le digor13;. Hacía mucho tiempo.

Tenía preparado algo mejor para este momento. Es curioso cómo se me olvidó tan pronto lo vi. Sus estúpidos ojos negros siempre han sido una horrible distracción para mí.

Pero ¿Sasuke? Su expresión no muestra nada. Ni miedo, ni pesar, ni un asomo de sorpresa. Ni tan siquiera con un arma cargada delante de sus narices. Que los dioses lo maldigan.

r13;Naruto, ¿cuánto tiempo llevas ahí de pie? r13;pregunta sonriendo. La sorna de su voz me saca de quicio.

Le apunto. Puedo apretar el gatillo y dejarlo más tieso que la mojama.

Debería.

Pero aún no. Tengo que oírselo decir.

r13;¿Por qué lo hiciste? r13;pregunto, a sabiendas de que se limitará a retrucar con algo ingenioso.

r13;¿El arma es verdaderamente necesaria? Creía que éramos amigos.

Amigos, dice. El muy desgraciado me está vacilando. Todo lo que quiero es arrancarle esa cabezota presuntuosa, pero debo guardar la compostura. Paciencia.

r13;Veo que no has perdido un ápice de estilo r13;dice, mirandome de arriba abajo y ensanchando su sonrisa de forma seductora.

Rezo para no sonrojarme.

Paso revista a los mordiscos de las criaturas acuáticas en mi ropa. Tuve que nadar para burlar a los guardias. Desde que juntó sus primeros cuartos, Sasuke había cuidado en extremo su apariencia. Siempre a sido un niño presumido y mandón.

No veo el momento de hacerlo cisco. Pero primero quiero respuestas.

r13;Dime por qué me dejaste en la estacada para que cargase con el muerto, o los pedacitos de tu cara bonita van a llegar al techo. — Así es como hay que actuar con Sasuke Uchiha, la víbora. Si le dejas meter baza, te liará de tal forma que acabarás por no saber si tienes el culo abajo o sobre los hombros.

Esa capacidad para escurrirse fue muy útil cuando éramos socios.

Le miro de arriba abajo. Su pelo azabache está ligeramente mas largo que la última vez que nos vimos, algunos mechones rebeldes recogidos tras su oreja izquierda, la piel de su rostro sigue igual de pálida, sin una cicatriz o marca de ningún tipo, tan perfecta y virgen que parece hecha de  porcelana.

Sus labios finos siguen formando esa seductora e irresistible sonrisa perfecta, que siempre ha provocado que tanto hombres como mujeres babearan las calles de cualquier ciudad.

Miro sus ojos, sus preciosos ojos negros afilados y desafiantes, no muestran más que seguridad y chulería.

Maldita sea.

Aún después de su traición y de todo lo que tuve que sufrir por su culapa, siento que el corazón se me saldrá por la boca cuando me mira.

Desearía ser más inmune a todos sus encantos, pero ahora mismo tengo claro que no puedo dejarme llevar por todo eso. En el pasado pensé que Sasuke podría sentir algo por mí, lo que fuera, pero no era así, tardé demasiado en darme cuenta de que a Sasuke no le importa nada que no sea él mismo. Me dejó tirado para que yo cargara con el muerto y él se fue de rositas.

r13;¡Tres malditos años en la Prisión de la Sangre! ¿Tienes la menor idea de lo que te hace eso?— grito.

No, no la tiene. Por una vez, se ha quedado sin salidas presuntuosas. Incluso alguien como él sabe que lo que me hizo estuvo mal.

r13;Me hicieron cosas que le hubiesen hecho perder la chaveta a cualquiera. Lo único que me mantuvo cuerdo fue la rabia. E imaginar este momento, aquí y ahora.— digo, la furia es notable en mi voz.

Y ahora sí, su réplica ingeniosa: r13;Se diría que te mantuve con vida. Tal vez deberías agradecérmelo.— vuelve a sonreír ladinamemte, encogiéndose de hombros y tengo el impulso asesino de quitarle esa sonrisa a golpes.

Con esa sí logra tocarme la moral. Estoy tan furioso que apenas puedo ver. Está tratando de provocarme. Entonces, cuando la rabia me ciegue, hará su truquito de siempre y se esfumará. No sería el primero al que le hace el lío.

Inspiro hondo y no muerdo el anzuelo. Levanta una ceja. Le desconcierta que no haya entrado al trapo. Esta vez voy a obtener respuestas.

—¿Cuánto te pagaron para venderme? —gruño.

Sasuke se queda donde está, sonriendo, tratando de ganar tiempo.

—Naru, me encantaría tener esta conversación contigo, pero ni el lugar ni el momento son muy oportunos.

Dios, que no me llame Naru otra vez o le pego con la culata de la escopeta en la cara.

Cuando ya casi es demasiado tarde, me percato de la carta que baila entre sus dedos. Despierto del trance y aprieto el gatillo.

BLAM.

…l brinca en el sitio, apartando la mano rápidamente de la trayectoria de la bala.

Adiós a su cartita. Y a punto he estado de arrancarle también la maldita mano.

—¡Idiota! -me espeta. Por fin le he hecho perder la compostura. —¡Acabas de despertar a toda la condenada ciudad! ¿Tienes idea de a quién pertenece este sitio?— me riñe, pero me da igual.

Amartillo el arma para un segundo disparo. Apenas veo sus manos moverse y las cartas comienzan a explotar a mi alrededor. Respondo con un disparo, sin estar seguro de si lo quiero muerto o solo casi muerto.

Joder. Aun después de lo que pasó dudo de si seré capaz de volarle los sesos. Aunque eso sea lo que se merece, no es más que un asqueroso traidor.

Antes de localizarlo de nuevo entre el humo, la furia y las astillas de madera, alguien abre una puerta de una patada.

Una docena de matones entran con estruendo, por si fuese poco ya el jaleo.

—Bueno, ¿de verdad quieres hacer esto aquí y ahora? —pregunta Sasuke, presto a arrojarme otro puñado de cartas.

Asiento y lo encañono firmemente con la escopeta. …l suspira. Si no quería llegar a este punto que no me hubiera abandonado para que me pudriera.

Es hora de ajustar cuentas.




POV'S SASUKE.

En un tris, las cosas se ponen feas. Pero feas, feas.

Estúpido dobe.

Todo el condenado almacén está hasta arriba de Sombras del Rayo pero a Naruto le trae sin cuidado. Tengo toda su atención.

Como en los viejos tiempos.

Sonrió de lado. Quizá eso sea un poco cruel por mi parte.

Adivino el siguiente disparo del Uzumaki y me aparto. El estruendo de su escopeta es ensordecedor. Una de las cajas explota una fracción de segundo después de pasar yo junto a ella. Menos mal que soy  rápido. Una bala de la escopeta de Naruto me haría explotar en un montón de pedacitos.

Ya no me cabe duda de que mi antiguo socio está intentando matarme. No se parece en nada al Naruto que recordaba.

¿Dónde quedó su dulce sonrisa y ese brillo luchador en sus ojos? No, definitivamente él ya no es como antes. Es una pena. Hace tres años Naruto hubiera matado por mí y ahora está intentando matarme.

Otro disparo me saca de mi fuero interno. Al tiempo que salvo con un salto mortal una pila de marfil de mamut, le lanzo un trío de cartas en un abrir y cerrar de ojos. Antes de que lo alcancen siquiera, ya estoy agachándome tras un parapeto, buscando una salida. Solo necesito unos pocos segundos para poder escabullirme del almacén.

Naruto maldice sonoramente, pero las cartas no hacen más que entorpecerlo. Siempre ha sido duro de roer. Pierde el control con facilidad y es realmemte testarudo. Nunca ha sabido dar el brazo a torcer.

Aunque he de reconocer que está igual de bueno que antes. Tch, mierda. No debería pensar en estas cosas en un momento así. Se me está pegando lo dobe que siempre ha sido.

—No vas a escabullirte de esta, Uchiha — gruñe—. Esta vez, no.

Sí, sigue siendo más terco que una mula.

No obstante, se equivoca. Como de costumbre. Voy a salir de aquí en cuanto se me presente la ocasión. Yo siempre tengo una vía de escape, además no sirve de nada hablar con él cuando quiere cobrarse una pieza.

Otro fogonazo y la metralla rebota en una armadura de Suna de valor incalculable, incrustándose en las paredes y el suelo. Me lanzo a derecha y a izquierda, zigzagueando y fintando, volando de parapeto en parapeto. El rubio me pisa los talones, la escopeta eructa en sus manos al tiempo que él ruge amenazas y acusaciones.

Naruto se mueve demasiado rápido para lo grande que es. Ya casi se me había olvidado. Además desde que el Kazekage mando hacer esa escopeta para él no había objetivo que pudiera escapar de su puntería. Esos dos se hicieron muy amigos cuando Gaara nos encargó un trabajo a las afueras de Suna. Ese tío nunca me cayó bien.

Pero Naruto y Destino no son el único problema que tengo. El muy imbécil nos ha metido en un jaleo de los buenos con sus disparos y sus voces. Los Sombra del Rayo se nos han echado encima, pero son lo suficientemente listos como para dejar a algunos hombres atrancando las puertas principales del almacén.

Joder. Esto se está poniendo difícil.

Tengo que salir por patas... pero no me voy a marchar de aquí sin lo que vine a buscar.

He llevado a Naruto danzando tras de mí por todo el almacén y llego al punto donde iniciamos nuestro alegre baile un instante antes que él. Algunos matones se interponen entre mi botín y yo, y hay más en camino, pero no tengo tiempo que perder. La carta en mi mano despide un fulgor rojo y la lanzo justo al centro de las puertas del almacén. La detonación las arranca de sus bisagras y deja a los matones tirados por todas partes. Avanzo.

Uno de ellos se recupera antes de lo que esperaba y trata de golpearme con un hacha de mano. Esquivo el golpe y lo pateo en la rodilla, al tiempo que lanzo otra andanada de cartas a sus compinches para que se estén quietecitos. Molestias.

Ya con vía libre, le echo la zarpa a la preciosa y valiosísima espada que me han contratado para robar y la engancho a mi cinturon. Después de todo este jaleo, por lo menos que me paguen.

Las puertas de carga me tientan, abiertas de par en par, pero esos condenados  matones están amontonándose ahí. No hay ninguna vía de escape, de modo que me encamino hacia la única esquina en calma en esta jaula de grillos.

Una carta baila en mis manos mientras me preparo para la transferencia, pero justo cuando mi mente comienza a vagar aparece Naruto, acosándome como un perro rabioso. Destino se encabrita en sus manos y el disparo deja a un Sombra del Rayo hecho trizas. Los cartuchos de esa escopeta revienta cuerpos enteros.

La mirada furiosa de Naruto se fija en la carta que resplandece en mi mano. Sabe lo que significa y me encañona con la escopeta humeante. Las piernas me tiemblan por en segundo.

¿En serio va a dispararme?

BLAM.

Me obliga a moverme, interrumpiendo mi concentración.

Me muevo lo mas rápido que puedo, tratando de escapar de su campo de visión.

—No puedes correr eternamente.— grita a mi espalda.

Gruño. El corazón me late a mil. Ha intentado matarme. Naruto. Mi Naruto no seria capaz de matarme. Maldita sea, ha estado tan cerca. ¿Dónde quedó su bondad y su piedad? ¿Y su buen humor y su aura cálida? No. Ya no hay nada de eso en él.

Cuando conocí a Naruto apenas tenia 15 años, él era un famoso cazarrecompensas de Konoha, amigo de la Hokage y ambos nos unimos, fue fácil convencerle. Es demasiado confiado

Saco otra carta e intento teleportarme de nuevo.

BLAM.

Mierda. Por una vez, no está actuando como un imbécil. No me está dando el tiempo que necesito para salir de aquí.

Está impidiéndome hacer mi juego, y la idea de que esos matones puedan echarme el guante empieza a pesarme. Su jefe no es conocido por su piedad.

Entre los otros muchos pensamientos que se agolpan en mi cabeza, toma forma la sospecha de que me han tendido una trampa. Me llega de la nada un trabajito facilón, un golpe de los grandes justo cuando más lo necesitaba... y oh, sorpresa, ahí está mi viejo socio esperándome. Alguien mucho más inteligente que Naruto me está tomando por tonto.

Ya soy mayorcito para pifiarla así. Me daría de bofetadas por haber sido tan descuidado, pero hay un muelle repleto de bastardos del rayo dispuestos a hacerme ese favor.

Ahora mismo, lo único que importa es salir de aquí a toda pastilla. Dos fogonazos de la maldita escopeta de Naruto me obligan a escabullirme de nuevo. Mi espalda choca contra una polvorienta caja. Un dardo de ballesta se incrusta en la madera podrida tras de mí, a tres dedos sobre mi cabeza. Suspiro aliviado.

Por los pelos.

—No hay salida, chaval.— grita Naruto, sonriendo de forma triunfante.

De nuevo mi cuerpo tiembla. No sé si es por la presencia de Naruto o por la posibilidad de que pueda meterme una bala entre ceja y ceja. Es la primera vez que me siento tan intimidado.

Echo un vistazo rápido a mi alrededor y veo cómo el fuego de la explosión comienza a extenderse al techo. Puede que tenga razón. No hay salida. Hago un último intento.

—Nos han traicionado, Naruto.— le grito.

—Fue a hablar el experto.— replica. Aprieto los puños.

No va a escucharme, pero aún así intento razonar con él.

—Si trabajamos juntos, podemos salir de esta.

Debo de estar desesperado.

—Prefiero que muramos ambos antes que volver a confiar en ti.— gruñe. Las palabras me golpean de forma dolorosa.

Estúpido cabezota.

Bueno, es justo lo que me esperaba. Razonar con él no hace sino ponerlo más furioso todavía, que es justo lo que necesito. La distracción me da tiempo suficiente para transferirme fuera del almacén, al puerto.

Puedo oír a Naruto rugir en el interior. Sin duda, acaba de plantarse donde yo estaba para encontrarse con que he desaparecido. Solo queda una carta en el suelo, burlándose de él.

No es tan fácil pillarme.

Lanzo una andanada de cartas a través de las puertas de carga a mi espalda. Se acabó el tiempo para las sutilezas.

Antes de avanzar echo la vista atrás.

Por un instante, me siento mal por dejar a Naruto en un edificio en llamas, pero sé que eso no lo matará. Es demasiado testarudo. Además, un incendio en los muelles es un asunto muy grave en una ciudad portuaria. Tal vez me dé algo de tiempo.

Mientras busco la manera más rápida de salir de los muelles del matadero, el sonido de una explosión me hace parar mi carrera y echar la vista atrás.

El Zorro Demoníaco de Konoha aparece a través del agujero que acaba de abrir en el lateral del almacén.

Su mirada es homicida.

Su resistencia me hace sonreír ladinamente. Siempre he estado orgullosos de ese espíritu luchador. Nunca se rinde. Nada lo para.

Le saludo inclinando el ala del sombrero y salgo corriendo. Viene tras de mí, con la escopeta retumbando.

En mi carrera suelto una risilla.

La verdad es que la determinación de ese hombre es digna de admiración.

Con suerte, su persistencia no me matará esta noche.
Notas finales:

Naruto está basado en Graves, he intentado poner una foto para que vierais la escopeta.

Sasuke está basado en Twisted Fate.

Comentad please. Quiero saber que os a parecido :')

Besos.


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