Era una tarde como cualquier otra para la joven Yuki Kurohana, ya se habían cumplido 3 años desde que había empezado a trabajar en aquella panadería cercana a su preparatoria, a tiempo parcial.
- Kurohana-san, por favor ¿podrías llevar este pedido? Es cerca de tu escuela, la dirección está anotada ahí. – Dijo entregándole un paquete –
- Hai, no hay problema Hibino-san. – La pelinegra sonreía con amabilidad mientras recibía aquel paquete y salía de la panadería para entregarlo –
Estaba muy agradecida de poder trabajar en ese lugar, tanto Hibino-san como Amano-san, la dueña, siempre habían sido muy amables con ella, y siempre que podían la ayudaban. Al pensar en eso sonrió aún más. La gente había comenzado a mirarla raro por el simple hecho de estar alegre y sonriente pero poco le importaba.
- Veamos. – Dijo mirando la dirección mientras buscaba la casa – Mmm… aquí es. – Al levantar la vista y ver la enorme casa que pertenecía a la dirección anotada, no pudo evitar asombrarse – Wow.
Si bien la casa no era una mansión estaba cerca de serlo, sin embargo lo que llamó la atención de la chica fue el hermoso jardín delantero que ésta tenía, siempre le había gustado admirar la belleza de las flores…
Sacudió la cabeza y tocó el timbre. A los pocos momentos una niña de aparentemente 10 años la atendió.
- Hola pequeña ¿está tu mamá? Vengo de la panadería. – Dijo la pelinegra con una cálida sonrisa –
- Mi mamá está enferma, así que decidí animarla…por eso el pastel. – Dijo sonriendo – Aquí tienes el dinero.
La niña le dio el dinero junto con algo de propina y luego volvió a adentrarse en la casa. La pelinegra enternecida por la actitud de la pequeña comenzó a encaminarse de regreso a la panadería para así terminar su labor del día.
- Ah por fin en casa. – Dijo abriendo la puerta de su pequeño departamento –
Aún era temprano pero Hibino-san y Amano-san habían insistido en que como era época de exámenes se fuera más temprano y así pudiera estudiar. Suspiró en signo de resignación al ver la cantidad de cosas que tendría que estudiar y se dirigió a tomar un baño.
Una vez que el agua estuvo lista, se secó la ropa y se sumergió en la tina. Al comenzar a lavarse se detuvo a observar las marcas de su cruel pasado, esas marcas y esa realidad que siempre la perseguirían y de las cuales nunca podría deshacerse… cerró con frustración los ojos y se sumergió por completo. A los pocos segundos comenzó a notar que el agua se movía cada vez más rápido hasta formarse un remolino, quiso salir pero no pudo, su pie había sido atrapado y empezó a ser arrastrada por el agua. El pánico invadió su mente, trataba de aferrarse a algo pero no tenía nada alrededor más que agua. De repente sintió como una fuerza la empujaba hacia arriba, trató de nadar, necesitaba aire, necesitaba salir de ese abismo azul… y lo logró. Comenzó a toser y a tomar grandes bocanadas de aire cuando se dio cuenta de que ya no estaba en su casa, el agua le tapaba sólo la parte inferior del cuerpo, volteó la cabeza en todas las direcciones posibles para averiguar dónde estaba, por lo que podía deducir era una especie de castillo y ella estaba sentada en una fuente ubicada en la que sería el patio del lugar.
Fue entonces cuando vio que un grupo de personas la observaban con sorpresa y asombro… estaban hablando pero ella no entendía ni una palabra. De repente un hermoso adonis de cabello rubio y ojos color esmeralda se fue acercando a ella. La pelinegra retrocedía en la fuente a cada paso que el muchacho daba. ¿Qué harían con ella? ¿Qué querrían? ¿Cómo y por qué estaba en ese extraño lugar?
Entonces el joven rubio le extendió la mano con una cálida sonrisa en su rostro para transmitirle confianza a la chica, quién vacilante la tomó, el muchacho la ayudó a pararse y la cubrió con su chaqueta. La pelinegra se sonrojó ante este gesto ya que se había olvidado por completo de que estaba desnuda.
- Deberíamos llevarla con Shinou, él debe saber por qué ocurrió esto. – Sugirió el joven soldado Wolfram –
- Wolf tiene razón. Además no entiende nuestro idioma…quizás Shinou pueda resolver esto. – Observó un pensativo Yuuri –
- Podría inventar una poción y….
- Claro que no Anissina, queremos que nos entienda, no matarla. – Interrumpió Gwendal con el ceño fruncido –
Todos rieron ante este comentario, lo cual provocó que la pelirosa hiciera un adorable puchero y se cruzara de brazos. La pelinegra a pesar de no entender de qué hablaban también se rio por la actitud de Anissina. Al verla reírse tanto Yuuri como Wolfram se sonrojaron y maravillaron, la chica no era para nada fea, su cabello lacio negro como la noche le llegaba hasta el inicio de sus muslos, tenía un cuerpo medianamente proporcionado y delicado, y poseía unos ojos azul zafiro en los cuales podías perderte si los observabas demasiado tiempo.
- Bueno deberíamos llevarla con Shinou. – Anunció Conrart sacando a Yuuri y a Wolfram del extraño trance en el cual habían estado metidos –
Todos asintieron y prosiguieron a marchar hacia el templo.
*************************************************************************Mientras tanto un pelinegro con lentes se acercaba lentamente a donde su amado Shinou se encontraba y pudo notar como el rubio sonreía… ¿con satisfacción?
- ¿Qué estás tramando ahora Shinou?
- Hola gran sabio y no estoy tramando nada. – Dijo fingiendo inocencia –
- No te creo. – Dijo entrecerrando los ojos el gran sabio, Murata Ken – Tu sonrisa es sospechosa.
- ¿Sospechosa? – Dijo acercándose cada vez más al muchacho de lentes, quién comenzaba a retroceder hasta que quedó acorralado contra la pared – Voy a castigarte por sospechar de la persona que amas.
- ¿S-shinou? E-estamos en el templo… a-aquí no…
El rey original sonrió arrogantemente para luego asaltar con ferocidad los labios del menor, quién poco a poco comenzaba a ceder a los mimos y caricias del mayor.
- Shinou-sama, Yuuri-heika está…. ¡KYAAAAA!
Ambos se separaron y repararon en la pequeña y muy sonrojada sacerdotisa, Ulrike.
- ¿Qué pasa Ulrike?
- Y-yuuri-heika está aquí, junto con sus amigos, quieren hablar con usted.
- Déjalos pasar. – “Eso significa que todo va de acuerdo con mi plan” pensaba el rubio, entonces se acercó a su pareja y le susurró al oído – No creas que podrás escapar, luego continuaremos con lo que estábamos.
En ese momento entraron Yuuri, Wolfram, Conrart, Günter, Anissina, Gwendal y Yuki, encontrándose con un sonriente Shinou y un muy sonrojado Murata.
“Es ella, funcionó” pensaba el rey original mientras trataba de ocultar su satisfacción “Ella es la chica capaz de arreglar este desastre.”
- Y… ¿A qué se debe su visita Yuuri-heika?
- Esta chica – Dijo señalando a Yuki – acaba de llegar a través de la fuente del castillo. Queríamos saber si tú tenías algo que ver. Oh, y también queríamos pedirte si podrías hacer que entienda nuestro idioma.
- Oh claro. Pues me gustaría tener unas palabras a solas con la joven para ver cómo fue que llegó a Shin Makoku, así que todos afuera. Tú también Ken.
Extrañados, decidieron que era mejor hacerle caso ya que la mirada del rubio revelaba que aquello era una orden, no una petición. A penas salieron todos de la habitación, Shinou se acercó a la muchacha, posó su mano sobre su mojado cabello y al retirarla la chica lo miraba con extrañeza.
- ¿Para qué fue---? Oh! ¡Puedo hablar su idioma! Gracias em…
- Shinou. Yo soy el que te trajo a este mundo. Yuki, necesito tu ayuda.
- ¿Cómo sabes mi nombre? Y… ¿Ayuda para qué?
- Sé tu nombre porque antes de traerte a este mundo tuve que “investigarte” primero. Y tienes que ayudarme a que Yuuri-heika y Lord Bielefeld vuelvan a estar comprometidos. Son el joven de cabello y ojos oscuros y el muchacho rubio de ojos color esmeralda, respectivamente. – La chica asintió con la cabeza – La cosa es que hasta hace 3 meses ellos estaban comprometidos y de la noche a la mañana su compromiso se rompió. Es indispensable para mantener el balance que ellos estén juntos, así lo dicta el destino.
- Así que me estás pidiendo que los vuelva a juntar… mmm bien, lo haré.
- ¿En serio? ¿Así de fácil? Eres rara…
- No soy rara, me gusta ayudar a la gente. Además no es como si tuviera algo mejor que hacer.
- Bien, entonces voy a cerrar los portales a la Tierra para que Yuuri-heika no pueda escabullirse. Y hasta que esto termine no podrás volver a tu hogar aunque no te preocupes los meses aquí serán apenas unas horas en la Tierra.
- Ah, okey. Entonces voy a salir, así me presento a los demás. Un placer conocerlo Shinou.
“Algo anda mal, no tiene apuro en volver a su hogar y tampoco se preocupó cuando le dije que ella tampoco podría regresar hasta que esto termine…algo está mal con esta chica…”
La pelinegra al salir de la habitación en la que se encontraba anteriormente, sonrió y se presentó ante todos.
- Ahora que puedo hablar y entender su idioma… me presento. Mi nombre es Yuki Kurohana y tengo 18 años.
- Un placer Yuki. Yo soy Yuuri Shibuya, él es Wolfram, y ellos son Conrart, Günter, Anissina, Gwendal y Murata.
- Un placer – Dijeron todos al unísono –
- Igualmente… etto… si no les molesta ¿podríamos volver al castillo? No es que me moleste estar aquí pero… lo único que traigo puesto es la chaqueta que Wolfram-san me ofreció. – Dijo con un evidente sonrojo –
Al percatarse de ese detalle todos estuvieron de acuerdo en que debían volver rápido a Pacto de Sangre. Durante el camino Günter se encargó de contarle toda la historia de Shin Makoku a la pelinegra la cual estaba tratando de controlarse para no matarlo ya que quería que se callara de una vez. Luego de lo que pareció una eternidad llegaron al castillo. Yuki fue presentada ante Greta y Cecilie quienes la recibieron con una sonrisa y un fuerte abrazo respectivamente. Unos minutos más tarde fue conducida a la que sería su habitación y le prestaron unas ropas de Cecilie-san.
De repente alguien tocó su puerta. Al abrir se encontró con una sonriente Greta. Esto la puso feliz desde el momento en el que la vio, le recordó mucho a su hermana Alice aunque más pequeña y adorable.
- Hola Greta. ¿Qué te trae por aquí? ¿Necesitas algo?
- No, sólo quería saber si te gustaría ser mi amiga.
- ¡Claro! ¡Me encantaría! ¿Quieres pasar?
- ¡Sí!
La niña entró a la habitación, se sentó en la cama de la pelinegra y por las siguientes dos horas ambas chicas no hicieron otra cosa más que hablar.
*******************************************************************************Mientras tanto un joven rubio de ojos esmeraldas caminaba por los pasillos abatido, se sentía cada día más cansado y con menos ganas de hacer algo…
Había decidido salir de su recámara para dar un paseo por el castillo cuando escuchó risas provenientes de la habitación de Lady Kurohana. Decidió parar de caminar y ya que estaba, pedirle a la chica que le devuelva su chaqueta. Tocó la puerta y para su sorpresa la que la abrió fue Greta, quien inmediatamente borró la sonrisa que tenía en su rostro al ver que se trataba de su papi Wolfram.
- Yuki-san – Dijo volviéndose a la chica de ojos azul zafiro – Me retiro, nos vemos en la cena.
Wolfram retrocedió unos pasos para que la niña pudiera salir. Entonces intentó tomar su mano para que no se vaya pero la pequeña se liberó de su agarre y se alejó hacia alguna parte del castillo.
Yuki notó cómo la mirada de Wolfram reflejaba una profunda tristeza, a decir verdad sospechaba que esa tristeza se debía al conjunto de cosas que había pasado en tan poco tiempo, que Greta se dedicara a ignorarlo y la ruptura del compromiso. La niña le había contado casi todo lo sucedido y también comentó que la nueva prometida de Yuuri no le caía bien.
- Etto… Wolfram-san ¿para qué tocó la puerta de mi habitación?
- Ah…em… quería pedirle que me devolviera la chaqueta que le presté.
- ¡Ah! Le pedí a una de las sirvientas que la lavara, más tarde la llevarán a su habitación.
- Gracias Lady Kurohana.
- Yuki.
- ¿Eh?
- Que me llames Yuki. “Lady Kurohana” no me va.
- Oh, okey Yuki. Y tú dime Wolfram. “Wolfram-san” suena raro.
- Jaja está bien. Wolfram… - Dijo luego de una pequeña pausa -
- ¿Sí?
- ¿Podrías darme un recorrido por el castillo? No quiero perderme por ahí.
- Em… claro.
Después de 4 horas en las que Wolfram cumplió el rol de guía turístico, ambos se sentaron a descansar en una de las bancas que estaban en la galería.
- Wolfram…
- ¿Sí Yuki?
- Arigatou.
- Por todo. Por ser amable conmigo, prestarme tu chaqueta para poder cubrirme cuando llegué y por tomarte el tiempo de enseñarme el castillo.
- De nada Yuki. ¿Puedo preguntarte algo?
- Sí, dime.
- ¿Cómo haces para seguir cuando tu corazón no da más? ¿Cómo haces para poder ver a esa persona directamente a los ojos sin perderte en ellos?
El muchacho miraba el piso con tristeza y el brillo en sus ojos se fue apagando de a poco. Yuki apoyó su mano en el hombro del joven para transmitirle confianza, cosa que lo sorprendió.
- No lo sé porque nunca he tenido la oportunidad de enamorarme… pero si entiendo que te sientes abrumado porque son muchas cosas juntas y toma su tiempo poder asimilarlas. Y a veces toma más tiempo poder repararlas.
- ¿Q-qué? Pero… él ya tiene otra prometida.
- ¿Y? Wolfram, en la guerra y en el amor… todo se vale.
El joven rubio le agradeció con la mirada y ella le respondió con una cálida sonrisa. En ese momento notaron que no muy lejos de ellos se encontraban paseando el Maou con su nueva prometida. La chica era casi de la misma estatura que Yuki (1,60m aproximadamente), ojos color violeta oscuro y cabello verde agua largo hasta la cintura; traía puesto un vestido color rosa pastel demasiado pomposo pero que aun así resaltaba las pocas curvas que poseía. Yuuri notó a Yuki sentada en una de las bancas junto a Wolfram y junto con su prometida se acercaron a ellos.
- Yuki, que bueno que te encuentro. Quería presentarte a mi prometida, Sayumi. – Dijo el Maou con una sonrisa mientras presentaba a la peliverde –
- Un placer Sayumi-san.
- El placer es todo mío Yuki-san. Y me agrada volver a verlo Lord Bielefeld. – Dijo con una sonrisa falsa en su rostro –
- Lo mismo digo Lady Amsel. Si me disculpan me retiro.
Wolfram se levantó de la banca donde estaba sentado y se dirigió a su habitación, no podía soportar la presencia de esa chica.
- Yuuri, amor… ¿podrías ir a buscar a Cecilie-san? Esta mañana fui al pueblo y le compré un regalo que seguro le va a encantar.
- Claro, espérame aquí en un rato vuelvo.
Y con una sonrisa el chico se adentró en el palacio. Una vez Yuuri se alejó, la cara de la peliverde se transformó así como su actitud… la máscara había sido removida.
- Escúchame bien maldita, no sé qué estén tramando con ese incompetente de Wolfram pero Yuuri me ama y eso no van a poder cambiarlo.
- Y… ¿qué te hace pensar que te tengo miedo? – La mirada de la pelinegra era afilada y fría, y su tono de voz era distante y cortante. Tomó a la chica del cuello del vestido y la acercó hacia ella hasta que sus rostros quedaron a centímetros de distancia – Escúchame tú a mí. Atrévete a lastimar a Yuuri, a Wolfram o a Greta y considérate una chica muerta.
La soltó y se dirigió hacia su habitación, tenía que armar un plan rápido si quería deshacerse de esa arpía.