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Far Away por Kunay_dlz

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Notas del fanfic:

Los personajes de Harry Potter pertenecen a J.K. Rowlining.


Los personajes de Twilight pertenecen a Stephenie Meyer.

 

4o fic de la serie Si l'amour existe.

 


 


Far away


 


 


 


Todo era caos, hechizos por ahí, imperdonables por allá, ataques de hombres lobo, vampiros y otras creaturas mágicas hacia los alumnos de Hogwarts que luchaban por vencer al Señor Tenebroso. Harry Potter, el estandarte del bando de la Luz miraba la destrucción a su alrededor, ya no quería ver más, ya no quería luchar. Todos y cada uno de los que peleaban tenían a alguien que los esperaba en casa, alguien que lloraría su muerte si eso llegaba a suceder… todos, menos él… menos Severus y, mucho menos Lord Voldemort.


Aun no recordaba cómo es que llegó a tal conclusión, el profesor que tanto lo odiaba, su mayor enemigo que le desagració la vida, los mismos que tenía en frente batiéndose en duelo. Voldemort para matarlo, Severus protegiéndolo. Quiso hacer algo, ahí, justo al conectarse los ataques de su profesor y su némesis, él mismo incluyó si magia con un solo deseo: una segunda oportunidad. Tras un gran resplandor, la Batalla Final se dio por concluida, los Mortífagos y creaturas obscuras se retiraron al no ver más a su Lord, los estudiantes y los sobrevivientes de la Orden del Fénix celebraron.


Frente a Harry, una nueva oportunidad se concedió, había dos bebés de aparentes casi dos años. Estaban dormidos, entre las túnicas que alguna vez vistieron cuando aún eran adultos. Se acercó con cuidado, sin dar crédito a lo que veía, dos bebés con piel pálida, mejillas rosadas y cuerpos pachoncitos típicos de bebés saludables, ambos tenían matas de pelo negro y, sorprendiendo a Harry los dos niños abrieron sus ojos mostrando dos pares de ojos negros, aunque un par tenía también tintes rojizos. Los bebés observaban a Harry, a su vez Harry observaba a los bebés.


¿Me reconocerán? ¿Sabrán quiénes son-fueron? ¿Tendrán la consciencia de un bebé de dos años o su consciencia original? ¿Qué sucedió? ¿Cómo terminaron así? ¿Qué pasará ahora? Se preguntaba Harry acercándose cada vez más a los bebés.


Una corriente de aire causó incomodidad a los infantes apenas cubiertos, tiritaron y uno de ellos empezó a llorar, el otro hacía pucheros y terminó llorando de igual manera debido al frío. Harry se acercó a ellos, se arrodilló para estar más cerca y empezó a taparlos con la túnica que les perteneció o les pertenece… bueno, los tapó lo mejor que pudo con la túnica correspondiente.


Los bebés al sentirse cómodos y calientes dejaron de llorar para observar a quien los había protegido del frío, hallaron al mismo chico que antes los miraba ensimismado, no dejaban de mirar el bonito color que el chico tenía en sus ojos. El bebé de ojos negros balbuceaba y sonreía, esos ojos bonitos le agradaban y el otro bebé no dejaba de observar, sus ojos cobrizos trataban de aprender todo de quien no les quitaba la mirada brillante de encima, al fin se rindió, y sonrió también al chico que le infundía protección.


Harry miró a los dos bebés sonreírle uno y el otro después, sus sonrisas, tiernas e inocentes le provocaron regresar una sonrisa sincera, sin duda ellos tendrían una segunda oportunidad. Crecerían de nuevo, aprenderían nuevas cosas, tendrían una nueva vida… y sobre todo, serían amados. Claro que serían amados, de eso se encargaría él personalmente.


La pregunta era ¿Cómo? Con dieciséis años no le permitirían hacerse cargo de dos bebés, menos si uno de ellos fuera quien aterrorizó a todo un país por mucho tiempo y el otro fue conocido como un espía para el bando contrario. Estaba seguro que si la noticia de lo sucedido llegaba al Ministerios o a algunos de los miembros de la Orden, los bebés correrían peligro. No, la segunda oportunidad no era para que otras personas controlaran su vida y, en un arrebato de ignorancia, los hicieran pagar por lo que hicieron en su ‘vida pasada’. Eso sí que no. No si podía evitarlo.


Como pudo tomó a los dos bebés, se alejó lo más que lejos de los lugares donde estaban reuniéndose alumnos, profesores, y demás personas a celebrar la victoria… en su camino, encontró la mochila con la que había viajado con sus amigos en busca de los Horocrox, se la cargó y siguió avanzando hacia un lugar con menos personas pero se topó con alguien. Levantó la vista para mirar el rostro de la persona que lo había descubierto, y al verle la cara se sorprendió demasiado, se sintió derrotado y sintió pena por el futuro de los bebés que estaban más que cómodos en sus brazos.


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Un mes después Harry y dos pequeños niños estaban pisando suelo estadounidense, habían llegado por medio de un traslador, llegaron a un lugar lejos de alguna comunidad mágica pero con la suficiente magia en el aire para que la magia ‘accidental’ de los pequeños no fuera registrada por ningún gobierno… ahora debían encontrar un lugar donde descansar antes de ir en la búsqueda del pueblo ‘Forks’.


Harry se aseguró de encontrar un ‘lugar seguro’ en el basto bosque que los rodeaba, instaló la casa de campaña en la que había vivido gran parte del año pasado, metió a los niños y los sentó en una de las literas, buscó comida para ellos en su mochila expandible y se las dio mientras iba a rodear la tienda con runas de protección. Usaba runas y artefactos naturalmente mágicos, seguía siendo menor de edad por lo que si hacía uso de magia sería fácilmente rastreado, tras media hora de asegurar un perímetro apropiado, regresó a la tienda para encontrar a los niños jugando con tinta y algunos libros… eran un desastre. Harry sonrió, pese al desastre causado y del que formaban gran parte, los niños estaban sonriendo y parecían felices.


Intentó comer algo mientras preparaba un baño para los diablillos y buscaba ropa limpia todo esto al mismo tiempo, se decidió por unos pijamas pues supuso los niños deberían estar cansados por el repentino y desagradable viaje. Valla que se equivocó, después de cuatro horas y media luego del baño, los niños seguían tan frescos como una lechuga, Harry los envidiaba, tanta energía no podría ser posible aunque nunca se negó a participar en los juegos del par de pelinegros sino hasta que decidió darles de cenar y tras un cuento acostarlos para dormir.


Él se aseo un poco para también intentar descansar, al siguiente día debía buscar alojamiento, trabajo y una manera que los niños se queden en el jardín de niños y guardería mientras él salía de la escuela. De solo pensarlo ya se había cansado, pero valía la pena, por ellos.


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Tras una semana Harry había logrado lo que le daría seguridad por un tiempo. A cambio de trabajo en el Jardín de Niños de Forks antes de sus clases en la Preparatoria de Forks, ayuda con los infantes en el Jardín de Niños durante el almuerzo y sus horas libres. Además si ayudaba en la limpieza del área de Guardería (adjunta al Jardín de Niños) luego de concluir las clases en la Preparatoria, tanto Tom y Severus o mejor dicho Tim y Sam podrían estar bajo supervisión, aprender y estar bien atendidos mientras Harry se desocupaba de las clases en la Preparatoria.


Era algo que requería bastante del joven Harry pero al estar por su cuenta no había mucho que hacer por el momento, debía administrar el poco dinero que tenía y ver por los niños a su cuidado. Al terminar con su ‘trabajo’ en el Jardín de Niños y Guardería, Harry tomaba a Tim y Sam, los acomodaba, uno a su espalda y el otro en frente, para luego subir a una bicicleta en la que se  transportaba de un lugar a otro.


Era cansado y extenuante, y aún más peligroso cuando había lluvia, los chispoteos contra el gran impermeable con el que cubría a los niños ya que tales chispoteos obstruían sus anteojos y nublaban su vista: si no ponía atención podría chocar contra algún coche o salirse de la carretera. Sin embargo, disfrazaba su angustia y prefería ir hablando con los niños escondidos bajo el impermeable para distraerlos, les hablaba de muchas cosas, les contaba cuentos o les pedía que le hablaran de su día y de lo que habían aprendido y sin duda se alegraba e ignoraba el cansancio de sus piernas por el pedaleo al escucharlos platicar.


Pese a sus dos años y seis meses, los niños hablaban cada vez mejor, usaban palabras nuevas ya sea de las que escuchaban en sus clases o de otras personas, luego al preguntar a Harry sobre su significado claro está, las aprendían y trataban de usarlas en sus conversaciones. Sí que eran listos, aprendían rápido y Harry no se sorprendió, esos dos niños eran brillantes por naturaleza y, por su mente despierta y sus observaciones se dieron cuenta del gran trabajo y la dedicación con la que Harry los cuidaba, el esfuerzo que hacía por ver que no les faltara ni abrigo ni comida mucho menos cariño y amor. Así, como un tratado silencioso, cuando Harry estaba trabajando ellos intentaban no dar problemas, se portaban bien y trataban de ser independientes para ahorrarle trabajo a Harry, pero tenían la certeza que Harry siempre estaba mirándolos, velando por ellos.


También había diversión, claro que la había, Harry de encargaba de ello. En el camino a ‘casa’ Harry los maravillaba con historias grandiosas y, si no había lluvia, no faltaba juego alguno durante el trayecto. Al llegar a casa, luego de un bocadillo Harry jugaba con ellos, su recompensa eran sus risas y su alegría, Harry se aseguraba de hacerlos comportarse como verdaderos niños.


Incluso en el trabajo de fin de semana, Harry trabajaba en una cafetería por las mañanas y en el minisúper durante las tardes, los dos niños acompañaban a Harry al trabajo sin que nadie se enterara y esperaban con paciencia a que terminara el de ojos esmeralda, lo esperaban escondidos bajo una mesa donde Harry se aseguraba de dejarlos cómodos, con un par de juegos y un par de bocadillos, se aseguraba de que durmieran su siesta y a veces hacía tiempo para elaborar pequeños juegos.


Harry trabajaba mucho, los niños lo sabían, sabían que era por ellos así que se comportaban lo mejor que podían en esos lugares donde tenían menos espacio, era lo menos que podían hacer por el muchacho de ojos bonitos que se preocupaba por ellos; quien les daba protección y los hacía sentir especiales, sin duda apreciaba a ese chico de bonitos ojos esmeralda que siempre los miraba con ternura.


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Forks era un pueblo chico, todos los habitantes conocían a todos, no era de extrañarse que también conocieran al joven que cuidaba de dos pequeños niños y no contaba con nadie, los habitantes del pueblo se preguntaban sobre el lugar del que chico provenía.


El muchacho era educado, respetuoso y siempre estaba trabajando, siempre cuidando a los niños que podrían ser sus hermanos menores o sus hijos, aun no se decidían.


Sin duda llamó la atención el nuevo habitante, parecía estar solo y al ser cuestionado daba respuestas evasivas, no decía nada claro y pese a las descabelladas teorías sobre el joven nadie se atrevía a indagar en su vida a profundidad; era como si de pronto recordaran algo que habían olvidado hacer, siempre algo se presentaba, siempre el joven se alejaba y solo podían hablar con él quienes le habían dado trabajo.


Era extraño, casi tan extraño como el problema de depresión que la hija del sheriff Swan no podía superar.


En Forks no faltaban los rumores, el más reciente es que el sheriff ofreció al joven ‘nuevo’ del pueblo alojamiento, parecía que el lugar donde ‘vivía’ no era muy adecuado para él y para los infantes. Nadie se esperaba el generoso ofrecimiento del sheriff, alguno decían que era para calmar su sed de padre con los niños que joven cuidaba, otros decían que lo hacía para que su hija encontrara interés en alguien más y saliera de su depresión, entre otros rumores más extraños.


Lo cierto es que los habitantes de Forks ahora tenían más cosas de las que hablar pese a la partida de los Cullen.


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Harry miraba su ‘nuevo hogar temporal’: el ático de la residencia Swan. Limpió un poco, almacenó algunas cajas olvidadas, bajó algunas cosas viejas a la cochera y montó la tienda para tener espacio extra para los niños en ese ático. Sin duda, haberse topado con el sheriff del pueblo y haber aceptado un aventón a su ‘casa’ debido al mal clima que hacía imposible avanzar con su bicicleta, no le había preparado para lo que siguió.


Cuando el sheriff miró que Harry le pedía que parara en un lugar cerca del bosque, Charly, como le pidió que le llamase, mostraba clara confusión pues no recordaba que hubiera alguna casa o cabaña por ese rumbo, luego siguió a Harry para asegurarse que llegara ‘a salvo’ y al ver la tienda de campaña casi le da un infarto. Sin dudarlo, pidió a Harry que tomara sus cosas y que las subiera a la patrulla, y le pidió/ordenó que le diera un buen motivo para no llamar a servicios sociales y contarles de su caso.


Con pánico, Harry le explicó parte de la verdad, dijo que había personas tras sus ‘hijos’, se atrevió a decir, y que había huido con ellos en su intento de mantenerlos a salvo, le dijo a Charly no contactar a sus padres puesto que habían muerto desde que él nació y que sus tutores también habían pasado a mejor vida recientemente, lo que explicaba su huida, y le pidió, le convenció de no llamar a ninguna organización pues pronto cumpliría la mayoría de edad y podría tener acceso a su herencia. Así podría tener todo lo necesario para él y para sus hijos, además que luego de cumplir la mayoría de edad quienes lo perseguían ya no podrían hacerles nada y que los dejarían en paz, que mientras se las arreglaría.


Charly pareció comprender, aceptó la explicación de Harry y le dijo que la única condición que le pedía para no reportarlo sería que se mudara a su casa, era pequeña y usaría el ático pero sería algo más seguro que una tienda de campaña en pleno bosque. Harry aceptó con tal de que Charly no investigara más, los papeles que tenía ciertamente eran falsos, una investigación a fondo lo delataría.


Lo que le contó a Charly era verdad, al cumplir la mayoría de edad podría usar magia sin ser detectado y podría encontrar la manera de entrar a Gringotts para sacar un estado de cuenta y ver si podría tener una casa además de Grimmauld Place donde pudiera criar a los niños sin problemas y sin decadencias, aunque cabe resaltar que Harry no buscaba vivir sólo de la herencia de sus padres y su padrino. Es por ello que está estudiando la Preparatoria, luego iría a la Universidad y encontraría un trabajo estable, después de todo, cabe la posibilidad de que el Ministerio haya hecho sus movimientos para rastrarlo por medio de Gringotts. Aún le quedaba eso por investigar.


Volviendo a lo de su ‘mudanza’, Harry no puede dejar de pensar en el hecho que llamó ‘hijos’ a quienes una vez fueron su némesis y su profesor más odiado.


Ese hecho tiene que ver con lo que iban platicando antes que Charly los encontrara. Tom (Tim) le había preguntado que durante la clase uno de los niños empezó a llorar y a llamar por su mamá, al parecer se sentía mal y quien estaba a cargo llamó a la ‘mamá’ pero quien llegó por el niño fue el ‘papá’, luego Severus (Sam) continuó diciendo que el niño estaba asustado y que al estar en los brazos de su ‘papá’ se estaba calmando un poco, entonces los niños concluyeron que una ‘mamá’ o un ‘papá’ eran las personas mayores que se encargaban de cuidar y alejar el miedo de los niños que cuidaban y llamaban ‘hijos’.


Tom (Tim) siguió diciendo que, si yo era quien los cuidaba, los alimentaba, los hacía reír, los bañaba, les contaba cuentos, miraba que estuvieran bien, les enseñaba lo que querían saber, y los hacía sentir seguros eso me hacía un ‘papá’; hasta ahí ya no sabía qué pensar, luego Severus (Sam) dijo que si yo era un ‘papá’ entonces era su papá, y Tom (Tim) preguntó que por qué no me llamaban ‘papá’ si eso era yo para ellos… Severus (Sam) preguntó que si me molestaba si me llamaban ‘papá’ y fue en ese momento que surgió lo de Charly.


Iba tan ensimismado en mis pensamientos y en las emociones que los niños me hicieron sentir que no pude negarme al aventón que me ofrecía el sheriff… en el pequeño trayecto que nos faltaba para llegar a la tienda… les respondí que no le molestaba que me llamaran papá.


Así que, oficialmente, era el padre de Severus y Tom.


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Más semanas pasaron, Harry seguía con su extenuante rutina, los niños se llevaban de maravilla con Charly a tal punto de llamarlo tío, Charly parecía feliz de tener a niños inquietos en la casa donde su hija seguía en un deplorable estado, incluso se ofrecía a cuidarlos por las tardes durante la semana o por las mañanas en los fines de semana mientras que Harry trabajaba. No faltaba el día en que Harry llegaba en su bicicleta, traía cena preparada o compraba ingredientes para preparar algo él mismo, cuando hacía esto no faltaba una reprimenda por parte del sheriff por ‘malgastar’ el dinero que debía ahorrar para sus hijos.


Parecían una familia, incluso la hija de Charly había salido de su estado catatónico y visitaba frecuentemente a un amigo en la reservación, esas visitas dejaban más tiempo, y más diversión en palabras de los niños, con Charly. Los niños se veían enfrascados en las anécdotas del trabajo del tío Charly, lo veían como un héroe y hasta decían que de grades querían ser policías como él, Harry no sentía celos o molestia, más bien le agradaba ver al sheriff con una sonrisa sincera, con su rostro iluminado y con un aura de orgullo por su trabajo y felicidad que no recordaba haber visto en él la primera vez que lo conoció.


Entonces las cosas volvieron a cambiar, en una de las visitas que Charly había prometido a los niños a la estación de policía, mientras Harry iniciaba un nuevo trabajo entre semana en la florería de Forks, Bella, la hija del sheriff se escapó a quién sabe dónde, bueno la nota que dejó decía que a Italia. Siguieron un par de días de angustia para el sheriff, los niños trataban de contentar a su tío favorito pero la distracción solo duraba pocos minutos, incluso Harry pidió esos días libres de sus trabajos y se quedó en casa con sus hijos y un inconsolable tío sheriff. Sin embargo, fue el regreso de Bella fue lo que inició con los cambios.


Los Cullen, la familia que varios en el pueblo habían olvidado, regresaron a Forks junto con Bella. Bella había zanjado su amistad con el amigo de la reservación debido al regreso de la familia Cullen.


La última vez que Tim y Sam vieron al amigo de Bella, se comportaron muy extraño, no dejaban de mirarlo y hasta parecían que estaban ‘evaluándolo’, su actitud infantil se había escondido y esto empeoró un día después cuando conocieron al novio de Bella. Los niños parecían estar esperando un ataque, su postura rígida y su mirada seria obligó a Harry a llevarlos a dormir, tan concentrado estaba en sus hijos que no puso atención a lo que Bella decía ni al aspecto de su novio, sólo importaban sus niños.


Subió a bañarlos, acostarlos y a contarles un cuento, esa noche, Tim y Sam le pidieron que durmiera con ellos, no se negó, se acomodaron en una de las literas de la tienda de campaña ya bien establecida en el ático de la casa Swan, acariciaba con sus manos las cabezas de sus niños mientras susurraba palabras de consuelo y les aseguraba que no permitiría que algo les pasase, les repetía que siempre los mantendría a salvo por lo que no debían preocuparse.


Mentalmente, los niños hacían la misma promesa que su papá les repetía.


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La primera vez que Harry conoció a un Cullen, oficialmente, fue una mañana en el camino al Jardín de Niños, una llanta de su bicicleta se había quedado sin aire y tuvo que caminar, aprovechando el largo camino desde la casa Swan hacia el edificio correspondiente iba alternando a los niños en el asiento de la bicicleta para que simularan el ir ‘manejando’ ellos mismos. A medio camino, casi un kilómetro y medio antes de llegar a la parte más concurrida de Forks una auto se paró a su lado, una mujer de pelo acaramelado, pálida piel, suave mirada y extremadamente hermosa le preguntó si deseaba un ‘aventón’, al estar un poco retrasado para su trabajo Harry aceptó sin notar el mutismo de sus niños.


Como siempre logrando lo imposible, Harry se las arregló para que la bicicleta avanzara a la par que el auto mientras él seguía al tanto de los niños en su regazo que no dejaban de observar a Esme Cullen. Harry contestaba algunas preguntas, y Esme le contaba cosas sobre su familia, le contó más que nada sobre sus propios hijos adolescentes a los que Harry  vería en la escuela, con sinceridad Harry le dijo que era poco probable debido a su rutina pero le prometió a la amable mujer que haría lo posible por entablar alguna conversación con ellos.


Esme Cullen mostraba reticencia para hacer algunas preguntas al chico de ojos esmeralda, por lo que veía, le quedó más que claro lo mucho que se preocupaba más por los pequeños que iban en su regazo que en él mismo; se preguntó cuándo fue la última vez que el chico tuvo tiempo libre o más de cuatro horas de sueño. El de ojos esmeralda parecía cansado pero su mirada se iluminaba cada que fijaba su verde mirar al par de pelinegros que se parecían a él, con su cabello negro revuelto, piel de porcelana y facciones delicadas… no sabía qué sentir por James Evans, como decía llamarse, si admiración o pena por la condición actual del joven.


De lo que estaba segura es que los niños, Tim y Sam Evans, eran demasiado reservados para ser niños de más de dos años, además le miraban como analizándola, como queriendo advertirle que no intentara dañar a su padre. Esos niños desprendían un aura extraña, casi amenazadora, lo atribuyó al amor que le tenían a su papá pero, son tan pequeños como para saber lo que ‘peligro’ y ‘protección’ significaban. Siendo niños, podían asociar los conceptos y palabras con su entorno, ‘protección’ podrían asociarlo con James, su padre, y ‘peligro’ tal vez con algo que los haya dañado en sus cortas vidas o hayan atestiguado el daño que le hicieran a su padre. Eso explicaría su intensa mirada, estaban tratando de ‘catalogarla’, debía ser cuidadosa, su padre parece no dar importancia a nada que no sea ellos y estaba segura que si ellos la catalogaran como peligrosa, James haría lo posible por no volver a tener con contacto con ella ni con su familia.


Y ella no quería eso, la noche anterior Edward llegó a casa con la noticia de los inquilinos de la casa de Bella, por lo pensamientos del papá de Bella se enteró de lo duro que trabaja, de la dedicación para con sus hijos, de la situación en la que Charly lo encontró y el trato que pactó con él y de la situación del joven de ojos esmeralda. Su huida, el peligro que corre y su ansia por que llegué su cumpleaños y todo mejore. Todos en la familia acordaron ayudarlo, aun no lo conocían y parecía que ya se había ganado la simpatía de todos y, ahora, mirándolo, Esme sólo reafirmaba su convicción de ayudarle. Quizá, podría iniciar con ofrecerse a cuidar de los niños mientras él estaba en la escuela, así podría tener más horas para él en cuanto a estudios y tal vez hacer amigos, socializar no le vendría mal… pero primero debía ganarse a los niños.


James (Harry) iba ajeno a los pensamientos de Esme Cullen, iba concentrado en mantener el equilibrio de la bicicleta a través de la ventana y a la vez proteger a los niños del frío viento sin que se sintieran incómodos. A veces se preguntaba cómo es que lograba coordinarse, dudaba que el Quidditch le diera tanta agilidad, tal vez la resistencia adquirida por las últimas batallas, absorto en sus reflexiones no se percató del comportamiento inusual de sus hijos.


Llegaron al Jardín de Niños y tras el ofrecimiento de Esme de llevar a reparar la bicicleta para la hora de la salida sin aceptar un ‘no’ como respuesta, tras una despedida entre una entusiasmada Esme y los niños recelosos, un estornudo de James, y así iniciaba lo que sería un acercamiento a la familia Cullen.


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Era el primer periodo en el horario escolar de Harry (James) cuando su cuerpo empezó a subir la temperatura, los estornudos eran más frecuentes para dar paso a una tos seca, aun así Harry siguió el hilo de la clase; para el segundo periodo Harry sentía que en sus hombros colocaban pesados costales de arena y su respiración era más acelerada de lo normal; el siguiente periodo tenía una hora libre por lo que se dirigió al Jardín de Niños para ayudar a repartirles bocadillos y luego prepararlos para una siesta, llegó sintiéndose tan cansado como cuando salió del lago congelado, sus extremidades entumidas y temblando de frío, pese a su fatal apariencia decía estar bien a quien le preguntaba, y así se dirigió de nuevo a retomar sus clases en la Preparatoria.


Tim y Sam se dieron cuenta que algo andaba mal con su padre y sólo esperaban que estuviera bien, que fuera un mal pasajero, sin embargo, sabían que algo más iba a pasar… ya se estaban preparando mentalmente para el siguiente ‘cambio’.


Harry llegó tarde a su clase de Historia, se sentía en extremo fatigado y sus ojos parecían tener problemas para enfocar la vista, sentía su cara ardiendo y su garganta muy seca, apenas llegó a su lugar de siempre, se recargó en su asiento y sintió vértigo. Estaba tan mal que no notó que alguien estaba ocupando el asiento que ha estado vacío desde que empezó a asistir a la Preparatoria, ese alguien estaba mirándolo con curiosidad, sintiendo lo mismo que él de alguna manera, tanto así que ese alguien alzó su mano para llamar la atención del profesor y pedir permiso de llevarlo a la enfermería.


El profesor dio su consentimiento y ese alguien se acercó con cuidado a James (Harry) con cuidado intentó levantarlo, con una mano lo tomó por la espalda y la otra mano la pasó por debajo de sus rodillas, lo sacó del salón dando la impresión que llevaba a alguien delicado en sus brazos, ese alguien ignoró los susurros y las sensaciones que dejó en el salón de clases para dirigirse a la enfermería. Sin embargo, la enfermera decidió que el padecimiento de James era más serio que simple cansancio, decidió que era mejor llevarlo al hospital, ese alguien se ofreció a llevarlo… lo llevaría con su padre, el doctor Carlisle Cullen.


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James (Harry) despertó en un lugar desconocido, aún se sentía cansado y con su cabeza dando vueltas pero el pánico fue más fuerte. ¿Dónde se encontraba? ¿Cuánto tiempo había estado inconsciente? ¿Dónde estaban sus niños? Intentó levantarse, pero su cuerpo apenas respondía, estuvo a punto de llamar a su única salida más fue interrumpido cuando alguien vestido de blanco se acercó a él. Era una enfermera, lo que implicaba su estadía en un hospital, tras un chequeo completo la enfermera salió en busca del doctor a cargo de su caso, en realidad solo pensaba en salir de ese lugar e ir por los niños.


Con todo y esfuerzos llegó a donde supuso estaba su ropa, antes de empezar a cambiarse la puerta del pequeño cuarto donde se encontraba volvió a abrirse, era un hombre joven increíblemente pálido, su pelo rubio estaba perfectamente peinado, su rostro parecía amable y sus ojos dorados transmitían una extraña calma. El hombre, con la bata de médico se apresuró a llegar al lado de James para devolverlo a la cama, durante el acto, James notó la frialdad reconfortante en ese momento que emanaba el doctor.


Al estar en la cama y sentir el frío alejarse de él, James recordó lo que estaba haciendo, el doctor Cullen le mantuvo en cama, le aseguro que no había de qué preocuparse puesto que los niños estaban en la sala de espera junto con el sheriff, su esposa Esme y algunos de sus propios hijos; le explicó que Jasper, uno de ellos, fue quien lo llevó al hospital, avisaron al sheriff y éste fue por lo niños al Jardín de Niños y ha estado esperando por casi cuatro horas. También le explicó que padecía de fatiga extrema y una fuerte gripe, las bajas defensas por la fatiga hicieron que los síntomas de la gripe fueran más intensos por lo que se tornó más peligrosa, el doctor continuó diciendo que debía quedarse en el hospital hasta que la gripe cesara y sus defensas se restablecieran, luego recomendó reposo y le propuso dejar de trabajar por un tiempo para recuperarse completamente.


James sólo escuchaba, en parte por su dolor de cabeza y por la preocupación de Tim (Tom) y Sam (Severus), los trabajos pueden sólo reducirse a la mitad, pero no podría dejarlos, Charlie ya hacía demasiado con darle techo y cuidar de los niños cada que podía… por el momento sólo quería ver a sus hijos… sólo si no había peligro de contagiarlos. El doctor Cullen asintió y fue por ellos, mientras James pensaba que había algo raro en el buen doctor pero no pudo definir lo que era.


Tras unos minutos entraron Charlie cargando a los ‘gemelos’ Evans, pese a las súplicas de no subir a la cama con James los niños buscaron la manera de colocarse uno a cada lado de su papá. James aseguró a los niños estaba bien, que los ‘cables’ a los que estaba conectado no le hacían daño ni dolían, ciertamente tampoco recordaba haberlos visto sino hasta que el doctor Cullen los acomodó en su lugar luego de su intento de escape. James parecía estar consolando a sus hijos y les explicaba como podía lo que le preguntaban con su infantil curiosidad. Pese a estar atento a los gemelos, también estaba atento a la plática que Charlie y el doctor Cullen estaban teniendo en voz baja, hablaban sobre el trabajo excesivo de James y la posible intervención de una trabajadora social, para el momento en que Charlie parecía no tener más argumentos en contra de la ‘visita’ de la trabajadora, James ya estaba planeando huir de nuevo.


Acercó a los ‘gemelos’ a él de modo que pudiera susurrarles que era posible que se mudaran nuevamente, que agradecieran al tío Charlie y que se despidieran sin palabras y con un abrazo, los niños no dijeron nada ni se negaron ni hicieron algún berrinche, si su padre les decía que era de mudarse entonces era por su bien, hicieron lo que James les pidió.


James le pidió a Charlie que le hiciera el favor de traer jugos para los niños, también de dio las gracias de todo lo que hizo por él y sus pequeños pero disfrazadas por el favor de traer las bebidas. Charlie salió y el doctor Cullen le siguió cuando James le dijo que su cabeza no dejaba de doler, el doctor fue por medicamento pero estaba al tanto de lo que su paciente le pidió a los niños.


Al asegurarse de estar solos, James llamó a Kreacher, su elfo doméstico, le pidió que los ‘apareciera’ en el ático de residencia Swan donde recogería sus cosas y después partiría a otro lugar. El elfo se mostró gustoso de ayudar a su amo, tras tomar la mano de James quien sostenía a los niños, desaparecieron con el eco de un ‘pop’.


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Harry (James) a apenas y pudo mantenerse en pie tras aparecer en el conocido ático, dejo a los niños en el suelo y les pidió es esperaran mientras él recogía sus cosas, mientras pidió a Kreacher que les llevara comida y bebidas para los niños. El elfo doméstico desapareció una vez más, Harry estuvo a punto de devolver lo que sea que tuviera en su estómago, respiró profundamente y se aseguró de sacar abrigos e impermeables antes de ‘desmontar’ la tienda y guardarla en su mochila de viaje con el hechizo expandible. Teniendo todo listo, Kreacher volvió con lo que le habían pedido, los niños comieron y tras compartir algo de su plato con su padre, Harry decidió que era hora de irse antes que Charly llegara a su casa para buscarlos.


Harry estuvo a punto de decirle a Kreacher el lugar a donde deseaba ‘aparecer’, pero fue interrumpido, alguien más entró al ático, la mirada afiebrada de James se posó en el intruso… no podía enfocar bien su vista y sólo pudo medio reconocer al intruso cunando habló “Ven conmigo, no te vallas”. Esa voz le era conocida a James (Harry), los niños en seguida se tensaron, Kreacher se puso a murmurar cosas sobre sucias creaturas chupa sangre mientras se ponía frente a su ‘amo’ en un intento fiel de protección. Fue hasta ese momento que James comprendió la naturaleza de la familia Cullen, pese a su fiebre logró sacar su barita y preguntó con la voz más severa que pudo hacer si en verdad el vampiro y su familia eran Vampiros, apenas pudo escuchar unas palabras de parte del vampiro: vampiros vegetarianos… sangre animal. Con ello bajó su barita y pidió a Kreacher que dejara de insultar y que lo llevara a donde Cullen decía.


Tras terminar de dar su orden, James colapsó.


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Harry recobró el conocimiento con un sobresalto, el lugar donde se encontraba no le era familiar, no escuchaba a sus niños y el pánico se apoderó de él. Luchando contra el vértigo que le causó la rapidez con que se levantó y en seguida caminar hacia la puerta con su varita apareciéndole en mano, intentaba ir en la búsqueda de Tim y Sam.


La puerta se abrió dejando entrar a los pelinegros que buscaba. Los niños corrieron hacia James y se lanzaron a él, literalmente, haciéndolo car de nuevo en la cama. Tras abrazarlos, disculparse por haberlos preocupado y luego de un beso en la frente de cada uno, se dio cuenta que había varias… varios vampiros mirándolo a él y a sus hijos. Entonces lo recordó, si no le fallaba su memoria, fue Edward Cullen, el novio de Bella quien le ofreció llevarlo a la casa Cullen. Los pensamientos de Harry fueron interrumpidos al momento en que el doctor se acercaba a él para revisarlo.


Tras una presentación de toda la familia y de Harry y sus niños, pasaron a temas inquietantes para los Cullen, el que Harry fuera ‘inmune’ a los dones de dos de los tres vampiros con dones especiales, el verdadero motivo por el que Harry está huyendo, el comportamiento de los gemelos, la creatura que lo llevó a la residencia de los vampiros vegetarianos y sobre todo, el exceso de trabajo que volvió a colapsarlo en su huida.


Harry veía a sus niños jugar en la sala de la casa, estaban muy entretenidos y no a la defensiva como antes… buscó bien en sus memoria, al poner atención se dio cuenta de las veces que sus hijos actuaban extraño en la presencia de un Cullen; debió haber notado esos cambios antes y no hasta en ese momento. Suspiró, esos niños seguían sorprendiéndolo. Volvió a mirar a los vampiros que lo miraban en la espera de respuestas, les sonrió y empezó a contarles un poco de su vida… sobre todo, se encargó de dejar claro que esos niños a los que protegía y que ya los veía como propios los defendería con todo su ser.


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La familia de vampiros lo escuchaban con atención, la historia del chico de ojos esmeralda era aún más inesperada de lo que hubieran imaginado, ver las emociones ensombrecer el fino rostro de James al recordar un poco de su pasado tan solo reavivaron su deseo de ayudarlo, al terminar e escuchar el relato del mago quedaron más dudas, mismas que quedaron en el aire… no se atrevían a expresarlas por no causar mal ni a James ni a los niños que se acercaron a su ‘padre’ para darle consuelo cunado lo notaron triste.


Era difícil imaginar que esos niños eran hombres y que ahora tenían una segunda oportunidad de vivir… de alguna manera explicaba que los niños no les tuvieran confianza y no fue sino hasta que demostraron con acciones que se preocupaban por su papá que dejaron atrás la actitud seria y sus ojos calculadores sobre cada vampiro. Sería difícil hacer que se sientan cómodos y, queridos por ‘las creaturas mágicas’ que son ante los ojos negros de los niños.


Ofrecieron su ayuda, James la rechazó al principio, dijo no querer ser una carga ni causar problemas… seguía con su plan de mudarse, ir a otro lugar, uno relativamente cerca de alguna comunidad mágica, su cumpleaños estaba a ton solo dos meses. También comentó que no quería ponerlos en peligro, si lo llegaran a descubrir, al ser vampiros y ante el Ministerio de Magia ‘Creaturas Obscuras’ podrían hacerles mucho daño.


Antes que James siguiera con sus planes, Alice, le pidió que usara su habilidad para entrar a su cabeza, dijo que era vital que viera una de las visiones que tuvo… James admitió que le desagradaba la sensación de invadir la mente de otra persona le provoca pero cedió ante la insistencia de la chica pelinegra, casi semejante a él, de estatura baja, facciones delicadas y su piel un poco más pálida por su naturaleza vampírica.


En la mente de Alice, había una serie de ‘recuerdos’… en todos y cada uno de ellos, estaba la familia Cullen, sus hijos y él mismo, siempre sonriendo, felices y sin preocupaciones. Sus niños, en diferentes etapas de la vida contentos, recibiendo el amor que él les brindaba y regresando ese sentimiento con creces: los vio cómo serían en un par de años, cómo serían cuando tuvieran los importantes once años y recibieran sus cartas para Hogwarts, los vio de adolescentes, no tan rebeldes pero con las típicas facetas que esa etapa trae consigo. Y en esos ‘recuerdos’ estaban los vampiros, ellos se convertirían en importantes personas en la vida de los pelinegros, siempre estaban acompañados por al menos uno de ellos, compartiendo la alegría de la nueva vida de la que gozaban.


También vio, casi por accidente, que Alice intentaba ocultar algunas imágenes donde él estaba siendo abrazado por el ‘hijo’ mayor de Carlisle y Esme… Edward lo miraba de una manera tan especial, como si fuera lo más importante en el mundo, a veces estaban sonriendo, a veces compartían un beso, otras veces tan solo estaban mirando a la familia a la que pertenecían.


--Esto es lo que he estado viendo… –le decía Alice cuando salió de su mente.


--Eso es… es… imposible. –decía James –Eso que ves es una ilusión… tanta felicidad no es posible para mí. –susurró refiriéndose a las imágenes que vio donde él y Edward estaban.


--Sí es posible, aquí estamos todos nosotros para hacer esas visiones realidad. Acepto que hay varios hoyos, y tampoco puedo asegurar que no existan problemas antes de realizarlas pero, lo que sí te puedo asegurar es que desde ahora podrás contar con cada uno de nosotros, porque ya te sentimos como parte de la familia. –decía Alice.


Los demás miembros tan solo asentían, anteriormente la pequeña Cullen les había hablado de ciertas visiones en las que sólo había felicidad para James donde ellos estaban incluidos, su don no funcionaba directamente con James, las visiones eran de cada uno de los Cullen, su futuro. Por lo tanto entendían, de cierta manera, de lo que Alice hablaba con James.


--¿Cómo puedes estar tan segura? Soy un extraño con dos niños a su cuidado… ¿Cómo es que dices que, ya me consideran parte de su familia? –preguntaba con verdadera curiosidad el de ojos esmeralda –Después de todo, no les he contado todo lo que se refiere a mi vida y la anterior vida de mis niños.


--Por la misma razón que decidiste cuidar de ellos. –contestó con sinceridad Alice –Por la misma razón que el último mago que viste te ayudó a salir del Mundo Mágico.


Harry recordó la vez que descubrió lo que deseo y su magia hicieron para darles una segunda oportunidad a su némesis y a su odiado profesor, también recordó que alguien más lo descubrió… Draco Malfoy. El hijo del Mortífago más fiel, quien combatió en la Última Batalla en al bando de la Luz, quien lo encontró antes de huir con los pequeños bebés, quien lo miró por unos instantes pidiéndole una especie de explicación, quien sólo suspiró negó con su cabeza desaliñando más sus platinados cabellos y luego le ayudó a salir sin ser detectado.


Draco Malfoy quien lo llevó a una de las tantas propiedades Malfoy para que descansara de la reciente batalla, para que se recuperara y mientras él estaría en busca de objetos útiles para largos viajes, cosas para bebés, ropa, juguetes, algunos cuentos infantiles; un poco de ropa para el mismo Harry, suministros, dinero muggle bien escondido para asegurarse que Harry no lo devolviera pero no tanto como para que no lo notara, y, los libros para hacer magia sin el uso de la barita como runas y piedras con propiedades mágicas. Además de encargarse de conseguir los documentos falsos de James, Tim y Sam Evans, así como el traslador ilegal que lo traería a Forks. Todo esto lo hizo como ayuda a la segunda oportunidad de los pelinegros… jamás le agradecería lo suficiente.


Desde que recibió la ayuda de Malfoy y hasta ahora, cuidando de quienes ahora eran sus hijos, trabajando duro y siempre viendo primero por ellos… por la promesa de la segunda oportunidad que les quiso dar.


Y ahora… ahora, una familia de vampiros le ofrecía lo mismo, le ofrecían protección, cariño, comprensión, una vida sin mentiras ni escondidas entre ellos… le ofrecían ayuda en la segunda oportunidad de sus niños, le ofrecían una segunda oportunidad a él. Tenía miedo. ¿Y si descubrían su pasado? ¿Y si se arrepentían? En los recuerdos que Alice le mostró no estaba claro si el Mundo Mágico lo encontró, no mostró si en esos instantes de felicidad los Cullen tenían pleno conocimiento de su pasado, de su verdad.


Pero, ¿Y si se marchaba? ¿Y si rechazaba la única oportunidad de felicidad para sus hijos?... Jamás se perdonaría el haberles arrebatado su oportunidad de disfrutar la vida como lo vio en los recuerdos de Alice.


--Todo lleva tiempo, no es como si esperáramos que de la noche a la mañana nos consideres familia tan como nosotros lo hicimos… todos tenemos un pasado y juntos tratamos de borrar los fantasmas. Te aseguro que no tienes que temer, estaremos contigo no importa lo que haya pasado. –habló Jasper, el vampiro que podía sentir el miedo y la ansiedad causadas por las dudas en el interior de James.


Harry miró a sus niños, de alguna manera se habían quedado dormidos en su regazo, es por ellos que seguía adelante, por su felicidad… y, si estando con esta familia les daría felicidad, si esta familia estaba esperado que aceptara ser parte de ella, ¿Por qué no darse una oportunidad?


--Es probable que sea egoísta… tan solo deseo la felicidad de mis niños, si su felicidad está aquí con ustedes, entonces nos quedaremos. Lamento que parezca que me estoy aprovechando de…


--¿Bromeas? Estamos felices que aceptes quedarte, no importa las razones que tengas en este instante, te prometo que tú también serás feliz. –interrumpió Alice.


Harry sonrió. Los vampiros se notaban felices.


--Y te aseguro que Edward es el más feliz de todos. –dijo Emmett.


El vampiro mencionado le mandó una mirada asesina, el resto de la familia rió con gracia y Harry, al recordar las imágenes que vio en la mente de Alice se sonrojó. Aunque, si mal no recordaba, Edward es el novio de Bella, además es probable que Charly lo estuviera buscando todavía, Debía buscar una comunidad Mágica para ver lo de Gringgots, y otra cosa: aún tenía que contactar a Draco para ‘reportarle’ lo sucedido en ese mes… sí que será una carta muy larga. Volvió a suspirar. Los problemas nunca acaban.


--Por cierto James, ¿Ese es tu verdadero nombre? –preguntó Emmett ganándose un golpe en las costillas cortesía de su esposa Rosalie.


--Sí, es mi segundo nombre, mi nombre completo es Harry James Potter Evans. –dijo James.


Así inició una nueva vida, una segunda oportunidad para Harry Potter al igual que los niños que seguían en sus brazos.


 


 


 


Fin.


 

Notas finales:

Gracias por leer.


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