Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

BEHIND BLUE EYES DRAGON por LEGNAEL

[Reviews - 46]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Título: BEHIND BLUE EYES DRAGON


Autor: LEGNAEL


 


Resumen.Joseph Wheeler, joven abogado. Seto Kaiba, líder de una de las mafias japonesas más importantes. Nada en común, excepto que a Joey (debido a su trabajo) comienza a investigar la vida delictiva de Kaiba, una serie de eventos terminan con el despido del joven abogado. Sin empleo, sin dinero, debe buscar una forma de arreglárselas para salir adelante…El que calla, otorga. YAOI


 


Disclaimer: Yugi-oh, no es de mi propiedad como habrán imaginado, yo solo tomo prestados a los personajes de Kazuki Takahashi-sensei para escribir este fic.


Notas de la autora: hace mucho quería escribir algo de este fandom, pero hoy nació la idea que más me gusto. Soy pésima para los títulos pero hay veremos qué pasa.


Paring: Seto&Joey


Advertencias: Yaoi, lenguaje Soez, mundo alterno, espero no caer mucho en el OoC (solo un poco). Mpreg a futuro, amor lento. Uno que otro error de dedo, espero que no haya muchos.


Aclaraciones: tomaré los nombres de la traducción al español que hicieron, porque de repente se me hace raro llamar a Joey, Jonouchi Katsuya. (Que puedo decir, crecí con el doblaje hecho por Nickelodeon).


Tiempo de actualización: INDEFINIDO (Todo depende de Inspiración-san).


 


.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.


 


Prólogo…


 


No importaba cuánto lo intentara, estaba fichado. Era un marginado dentro de su entorno laboral. Suspiro con sumo pesar, comenzaba a sentirse acorralado, él no se consideraba una persona materialista, aun así la realidad era cruel y vivir exigía una mínima cantidad de dinero. Había salido de su  novena entrevista en la que le decían, –nosotros lo llamamos– por supuesto que él sabía que solo era una forma sutil de decirle no está contratado. Ahora que lo meditaba aúntenía suerte de conservar su título de abogado (para lo que servía ese papel en estos momentos, para nada).


 


Camino por las calles iluminadas, estaba haciendo un maldito frío de los mil demonios, no pudo evitar meter las manos en las bolsas de su chamarra intentando que por lo menos sus dedos no terminaran entumidos.


 


Oh sí, definitivamente su vida era una mala novela barata.


 


La ciudad de Dómino parecía tan imponente a diferencia de la pequeña ciudad de la que era originario. Tal vez debería mudarse solo del lugar, un estremecimiento rondo su cabeza. Mudarse sería lo mismo que admitir que perdía (no obstante, no estaba compitiendo con nadie).


 


–¡Claro que no!–exclamó enérgico para sí mismo. Si había algo que Joey Wheeler odiaba era quedar como un perdedor, esto era personal. Si, definitivamente ese yakuza de cuarta maldeciría el día en el que se conocieron. Una sonrisa cruzo sus labios. 


 


Después de todo no se había matado como un poseso estudiando cuatro años en la universidad, leyendo libros, aprendiéndose todo lo que fuera útil, noches de desvelo, días sin comer nada decente para que ese maldito cabrón lanzará su esfuerzo por la borda. Era más por voluntad propia que por otra cosa que él termino la carrera de leyes, obteniendo el título (que no era más que un mísero papel con el que se le permitía ejercer la abogacía). Suspiro con pesar, de pronto escuchó cómo su estómago gruñía pidiendo comida, revisó sus bolsillos aunque sabía que antemano que no encontraría mucho, si tenía suerte podría comer uno de esos sencillos y económicos almuerzos de la tienda. Y ahí estaban sus últimas monedas, observo el dinero como si fuera bendito. Tenía que pensar en algo para obtener dinero.


 


Camino hasta llegar a la tienda que quedaba cerca del modesto apartamento donde residía. Fue a los refrigeradores en donde estaban colocados los almuerzos, fue entonces que noto que había un niño mirando con atención los tipos de comida. El chiquillo parecía temeroso. –Para empezar, ¡¿qué demonios hacía un mocoso en ese lugar?!–.  No dudo en ningún segundo en acercarse al menor. Él era lo que sus amigos llamaban entrometido.


 


– Es muy tarde para que estés afuera –dijo, intentando dialogar con el niño.


– Uhm… no te importa –aseguró el menor mientras miraba las cajas de almuerzo restantes.


 


El rubio procedió a seguir viendo al menor.


 


– Por qué no te acompaño hasta tu casa –se ofreció el rubio.


– No soy un niño –gruño el de cabellos verdes oscuros mientras le lanzaba una fiera mirada.


– Desde mi perspectiva lo eres, ¿cuántos años tienes?… ¿ocho, diez? –cuestiono al tanteo.


– Tengo once años –admitió con orgullo–. Soy perfectamente capaz de cuidarme solo.


 


Joey miró al menor con cariño. Tal vez porque le recordaba a él.


 


– Ya es tarde.


– ¿crees que confiare en un extraño? –cuestiona el menor mientras lo miraba de forma seria.


 


Joey no dijo nada. El silencio se formó y de pronto escucho como el estómago del menor gruñía.


 


– Supongo que huiste de tu casa –menciono el rubio.


 


El menor no dijo nada, pero la mirada azul de sus ojos le dijo que no estaba muy contento con él.


 


– No necesito tu ayuda –replico impaciente.


– Okey, señor –hablo con tono burlesco– ¿Con cuánto dinero cuentas?


 


El menor sonrió arrogante y sacó un billete de alta nominación, era de las pocas veces que Joey era capaz de apreciar suma de dinero en un billete.


 


– Sorprendido –fanfarroneo el menor.


– No es eso. Es peligroso que vayas por ahí exhibiendo ese billete –musitó el rubio en tono discreto.


 


Wheeler intentó calmarse, posiblemente el chiquillo era algún hijo de alguna familia acomodada. Definitivamente eso era, un niño rico y caprichoso. Sabía que debía alejarse de ahí, pero no era tremendamente necio. Y por sobretodo se preocupaba hasta por los desconocidos (incluso si no tenía ni un solo minuto de conocerlo).


 


– De acuerdo niño –comentó Joey–. ¿A dónde se supone que iras?


– Iré a ver a nii-sama –confesó–. Es el único lugar al que necesito ir.


 


Joey escucho la voz llena de sinceridad. Es más él sabía perfectamente lo que era querer ver a su propia hermana y a sus padres, incluso sabiendo que ese anhelo era completamente imposible.


 


– Te ayudare a buscarlo. Pero será mañana temprano.


– Eh… pero.


– Todo estará bien –aseguro.


 


.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.


 


En otra parte de la ciudad…


 


Sus ojos de color azul miraban todo desde lo alto del edificio. Observo el lugar todo era tan rutinario y aburrido. En su espalda se encontraba tatuado un dragón de color blanco, su majestuosa figura cubría toda su espalda ancha, pero el detalle atrapante era el color azul que tenía esa bestia por ojos. Su mano se posó en el vidrio de la ventana. Todo por lo que había luchado, era el momento de comenzar con su plan. Sonrío al pensar en lo fácil y casi ridículo que había sido deshacerse de aquel simple abogaducho, él no tendía piedad a la hora de aplastar a alguien. Es más era su culpa, era más que lógico que nadie en ese lugar se opondría en su contra.


 


.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.


 


Hace siete meses…


 


Joseph Wheeler. Estudiante recién egresado de la escuela de leyes de la ciudad de Dominó había conseguido el puesto de asistente en uno de los bufetes más importantes de la ciudad. Todo su esfuerzo iba por buen camino, estaba entusiasmado. De momento se encontraba realizando trabajo de oficina, leer memorándum, ordenar archivos era un trabajo tedioso (solo era un inicio cada acción que hacia algún día le daría frutos). Estaba tan concentrado guardando los archivos en sus respectivas carpetas, hasta que fue interrumpido por la voz de su superior: – Wheeler, necesito que reúnas información del caso contra Seto Kaiba.


 


– ¿Kaiba? –musitó el rubio.


– Sí, de alguna manera ese sujeto es más escurridizo que una anguila. Hemos tenido problemas en recabar información, es demasiado astuto. Sabe cubrir muy bien sus huellas–admitió su superior–. Pero veamos que tal es la suerte de principiante.


– Lo haré –aseguro entusiasmado el rubio, sin saber que se metía en las fauces del lobo.


 


Investigó al susodicho yakuza era bastante cuidadoso en sus negocios, necesitaba encontrar algo en su contra. Pero no había absolutamente nada. Hablo con muchos testigos potenciales (quienes se negaron a dar su testimonio). Llevaba casi medio año reuniendo información de Seto Kaiba. Era difícil, pero no imposible.


 


Hace dos meses…


 


Wheeler se puso de pie, camino un par de minutos para estirar sus piernas. Fue entonces cuando vio que encima de sus escritorio había una carta, el pulcro sobre de color blanco llamo su atención. El sobre no tenía remitente, él destinatario era él. Su nombre estaba escrito de forma descuidada. Más por curiosidad que por otra cosa la leyó, de inmediato desconfió de su contenido. Sin pensarlo y sin comentarle a nadie (una acción sumamente tonta), decidió asistir a la reunión.


 


El lugar era en un restaurante de cinco estrellas (quien lo cito debía tener el dinero suficiente para permitirse esa clase de lujos). En cuanto llego un mesero ya lo estaba esperando, puesto que le pidió de manera educada que lo siguiera. Quedaron en uno de los lugares más alejados. Su instinto le decía que algo no estaba bien pero decidió ignorarlo. Fue entonces cuando sus ojos de color café*1 se encontraron con unos gélidos ojos azules. Tardo unos segundos en reconocer al desconocido, pero las fotos que tenía reunidas acerca de ese hombre eran borrosas.


 


– Así que tú me citaste –pregunto Wheeler mientras clavaba su mirada café en el sujeto.


– Pensó que no vendrías –comentó el sujeto de forma sardónica–. Deja el caso –ordenó.


 


El abogado miró al yakuza de forma furiosa, Wheeler odiaba a los sujetos prepotentes.


 


– No lo haré –le espetó con decisión.


– Es en serio, ¿qué puedes hacer tú?


El rubio no sabía que era lo que pensaba el contrario. En ese momento solo tenía una cosa clara –debía irse de ahí–. Ni siquiera escucharía lo que Kaiba tuviera que decirle, estaba a punto de salir de ahí, cuando el agarre firme de Kaiba sostuvo su antebrazo.


 


– Siéntate –ordenó Kaiba.


– Si tienes algo que decir, dilo. Yo no tengo nada que discutir contigo –sentencio liberándose del agarre del castaño.


– Al parecer no tienes collar puesto –dijoKaiba–, así están las cosas. Joseph Wheeler hijo de…


 


El rubio miró atónito al sujeto, ese maldito lo había investigado, sabía cada minúsculo e insignificante detalle de su vida, pero él no sabía nada de la vida de ese sujeto.


 


– ¡¿quién diablos eres?! –gruño Wheeler mientras su mirada se tornaba seria.


 


Se sentía al descubierto. Su familia, era un tema que muy rara vez mencionaba, si podía evitaba recordar el pasado. Aferrarse a los recuerdos de su infancia solo lo hacía sufrir, por ello omitía los recuerdos tristes arraigándose fuertemente a los pocos momentos de felicidad que tuvo.


 


– Oh, ya estas ladrando –sonrió–. Al parecer no tienes modales, y eso que me estas investigando–afirmo Kaiba satisfecho al ver la reacción de Wheeler.


 


Joey miró a Kaiba, él no se iba a dejar amedrentar por nadie, mucho menos por un yakuza de cuarta.


 


– No séqué carajos pretendes, pero me voy –aseguró Wheeler.


 


Kaiba sonrió ante el carácter de Wheeler. Eso solo ocasionaba que el dragón quisiera molestarlo más.


 


– No quieres que le pase a tus seres queridos, ¿verdad?


 


El rubio tragó en seco.


 


– ¡NO ME JODAS! –Reclamó molesto mientras intentaba apartarse del agarre de Kaiba–. Conmigo no funcionan tus trucos sucios. Después de todo ya no le quedaba a nadie que pudiera proteger.


 


Sin previo aviso Kaiba lo atrajo y lo beso. Joey tenía los ojos abiertos por la sorpresa.Furioso Joey golpeó a Kaiba con el puño. Desearía haberle roto la nariz antes de haberse ido.


 


Pero las cosas no terminaron ahí. Al día siguiente fue presa del escándalo. Despedido, su rostro ocupaba una de las primeras planas de un periódico y revistas amarillistas. Claro que omitieron el detalle de que él había partido el labio a Kaiba. Su credibilidad había caído por los suelos.


 


.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.


 


Notas finales: que nervios, siempre quise publicar algo en este fandom. Y me dije "hazlo", espero que a alguien le guste.


 


Aclaraciones finales:


 



  1. 1.        Joey tiene ojos de color café, en lo particular me gusta ese tono de ojos (esa aclaración la hizo el autor, no recuerdo donde la leí).


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).