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Chupetón por Keny-chan

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Notas del capitulo:

De esas ocurrencias que salen de la nada... 

Chupetón

Keny-chan

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¿Cómo es que había terminado solo en la habitación del hotel cuando se suponía que la compartiría con Satoshi? No estaba muy seguro. Habían llegado a este después de un extenso viaje, una larga conferencia de prensa, de conocer un poco los alrededores y después de probar los famosos tacos (que por cierto le habían gustado mucho) y para cuando se había dado cuenta, el vocalista ya no estaba.

Suspiró con desgano, sorbiendo un trago de cerveza nacional. Estaba agotado. A decir verdad el cambio horario los tenía hechos polvo, pero algo le decía que valdría la pena.

Se recostó en la cama y sacó uno de los libros que le habían regalado en uno de los últimos conciertos que habían dado en Japón. Aunque, siendo honesto, sentía su concentración en algún lugar lejano. Quizá entre los cactus que había visto en una tienda. Y a pesar de que bostezaba y los ojos le escocían, el desconocido paradero de Satoshi lo mantenía lo suficientemente despierto.

Cierto era que su relación se estaba reconstruyendo y que iban por buen camino… por así decirlo. Sin embargo, aún notaba a Satoshi a la defensiva; su amistad con Kuma-chan, al parecer, no ayudaba a diluir el mal humor del vocalista y con su participación en KEEL, las cosas se habían complicado un poco más. Suspiró nuevamente. Para él resultaba difícil, pero no estaba arrepentido de ninguna de sus decisiones, pero ver a Satoshi tan distante… por supuesto no le gustaba.

No todo eran problemas. Los momentos que podían compartir a solas siempre eran agradables y su momento favorito del día. Satoshi le hacía reír al mismo tiempo que sonreía, como antes. Su calidez seguía intacta y era eso lo que no le permitía abandonar. Estaba tan enamorado de él que no deseaba dejarle ir de nuevo.

Se reacomodó sobre la colcha, en algún momento mientras se dejaba arrastrar por el tren de sus pensamientos, había largado el libro junto a la cama y había pasado los brazos por debajo de la cabeza. Permaneció contemplativo un largo rato. El techo no tenía nada de interesante, pero al menos lograba desviar su inquietud un poco.

Humedeció sus labios, delineando el inferior con la lengua, lentamente. Cuando se vio al espejo, después de enjuagarse el rostro, se dio cuenta del ligero enrojecimiento en su boca, en la esquina inferior izquierda. Justo donde Satoshi le había mordido en medio de un beso, compartido en la intimidad de un cubículo sanitario del aeropuerto de Narita. Tragó duro.

Maldita sea, ahora tenía unas terribles ganas de besar a Satoshi y este no estaba presente. Entonces escuchó el abrir y cerrar de la puerta.

—   ¡Tadaima! Hey, ¿sigues despierto?— el vocalista perdido acababa de hacer su mágica aparición. Portando una sonrisa, miró curioso al bajista, quien se sentó a la orilla de la cama, devolviéndole la mirada pero no el saludo.

Satoshi se acercó a él para poder revolver su cabello con cariño. El más alto, sin moverse de su asiento, estiró el brazo hasta enroscarlo alrededor del castaño, abrazándose a la delgada cintura y escondiendo el rostro en su vientre. El cantante, por su parte, peinó con dulzura el largo cabello, siguiendo el patrón de las ondas en este.

Entonces ambos se dieron cuenta de algo importante. Eran esos momentos que sólo podían compartir con el otro lo que anhelaban con desesperación, para dejar de lado momentáneamente lo que fuera que sucedía en el exterior.

—   Deberías estar durmiendo, Shuu. Apenas si pegaste ojo en el avión— le susurró con un ligero toque de reprimenda.

—   ¿Y me lo dices tú?— resopló con gracia— Oficialmente pareces un tanuki con esas ojeras.

—   Creí que habías dicho que era un mono— rió. Y Shuu se dejó mecer por el leve temblor del estómago de Satoshi.

—   Bueno, ahora eres un tanuki— bromeó.

Ishikawa le soltó un puñetazo en el hombro a manera de juego. El bajista disfrutaba tanto de las incoherencias y la risa de Satoshi que comenzó a relajarse poco a poco.

Se dejó caer contra el colchón, llevando consigo el peso del castaño, este protestó pero fue deliberadamente ignorado. Sus cuerpos hicieron contacto de inmediato, sin restricciones. El perfume de Satoshi, mezclado con su sudor provocó en Shuu un escalofrío. Y entonces esas ganas que había tenido de besarlo volvieron, con mayor intensidad. Se dejó llevar por ese pequeño impulso nacido del deseo. Llevó sus labios hacia los contrarios, siendo correspondido en el acto con la misma necesidad. Tan caliente. La lengua de Satoshi estaba tan húmeda y cálida. La sensación le hizo gruñir. Lo sintió reptar sobre su cuerpo y acomodarse mejor contra él. Los largos dedos del vocalista se enredaron en el cabello de su nuca y era un tacto delicioso. Tanto que comenzaba a enloquecerle.

Deslizó una mano debajo de la playera que Satoshi vestía, dibujando la línea media de su espalda. El fresco contacto de sus dedos provocó escalofríos en el más bajo y que un suspiro brotara desde lo más profundo de su garganta. Cambió la trayectoria con suavidad, ahora dibujando círculos y espirales cerca del ombligo, donde el vientre sufrió un placentero espasmo.

—   Shuu…— jadeó— También quiero meterte mano… así no puedo— replicó, exhalando densamente a milímetros de la boca opuesta.

Satoshi sintió perfectamente la sutil sonrisa que se formó en los labios del bajista, comprendiendo que ninguno de sus reproches o peticiones serían tomados en cuenta.

Shuu enterró el rostro en la curva entre el cuello y el hombro de Satoshi. Inhaló una vez más su esencia, acarició la piel a su alcance con los labios, como si buscara un punto específico, aquél que derretía al cantante; lamió la traviesa lágrima de sudor que transitaba por allí y finalmente pinzó con sus dientes, succionando con la elegancia de un vampiro hasta que el gemido que soltó Satoshi lo dejó satisfecho.

El más bajo se apartó tan sólo un poco, con las mejillas encendidas y el sudor perlando su piel. ¿En qué momento había subido tanto la temperatura? Ofreció a Shuu una espléndida vista del cardenal que acababa de ser impreso en su cuello.

—   Me vengaré, Shuu-chan. Lo sabes— dijo Satoshi, con su sonrisa felina, advirtiendo al bajista que no era una amenaza, sino una promesa.

Pero no pudo importarle menos. Aceptaría todo lo que Satoshi le diera. Satoshi le obligó a sentarse, quedándose a horcajadas sobre él, sostenido por sus rodillas a cada lado de su cadera, abrazándole candorosamente el cuello, iniciando un nuevo beso, más demandante. Su labio inferior fue apresado por los dientes del castaño. Un ferviente pero cuidadoso tirón y una impaciente succión le dejaron la carne palpitante.

Al instante estaban profundamente sumergidos en ese juego de besos y caricias, que ya resultaba insuficiente.

Los cinturones retumbaron al caer al piso. El primero es atravesar las barreras del pantalón y el bóxer fue Shuu. Satoshi jadeó sonoramente cuando su miembro estuvo entre los hábiles dedos del bajista.

—   … Ah…

—   Recuerda respirar profundo— musitó el más alto, quien no se olvidaba de las ocasionales crisis respiratorias del castaño.

—   E-estoy bien… rayos.

Pero el vocalista no quiso quedarse atrás aunque no pudiera concentrarse debidamente. Metió la mano en la ropa interior del bajista, sintiendo de inmediato el pulsante miembro de Shuu. Se mordió los labios antes de empezar el mismo vaivén que su compañero, sincronizándose en seguida con él.

Sus miradas vidriosas se encontraron, el deseo, el amor estaban tan presentes en ambos. Volvieron a besarse, la saliva se derramó por sus comisuras y aumentaron el ritmo. Después de un rato de continuo movimientos, la característica sensación de que el orgasmo se acercaba los atacó.

—   …Shuu… ah…

—   Sato…

—   ¡Ahh!

Y pronto se derramaron en la mano que los sostenía. Satoshi se dejó caer lánguido contra Shuu, inhalando hondo para recuperar el aliento, mientras el más alto acariciaba lentamente su espalda.

—   ¿Estás bien?— susurró a su oído.

—   Sigo vivo… despreocúpate— dijo Satoshi, divertido.

Cuando dejó de darles vuelta la cabeza, compartieron un baño tibio y se acostaron  en la misma cama. No había que preocuparse de ser descubiertos si la puerta permanecía con seguro. Shuu le envolvió en sus brazos y Satoshi se aferró a él gustoso y mimado. En cuanto tocaron las almohadas, cayeron rendidos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

A la mañana siguiente Satoshi rugió cuando descubrió qué tan vistoso era el chupetón que Shuu le había hecho. No le molestaba ser marcado por é, pero… justo esa tarde tenían que asistir a un programa de televisión… ¡Ya se la pagaría cuando volviera de las pirámides!

Se observó con detenimiento una vez más.

Oh, por favor, que ninguna fan se diera cuenta.

 

Notas finales:

¡Perdón si el lime es un asco! Sigo siendo principiante en cuanto a eso. Este fic es el resultado de una serie de detalles que se suscitaron ahora que visitaron México. 

Espero les haya gustado. 

¡Mil besos! 

 

Va por ti, Iru <3 


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