Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Declaraciones en la noche. por darkness la reyna siniestra

[Reviews - 4]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola amig@s lectores. Aquí yo con una nueva entrega esta vez de la pareja AioriaxCamus la cual fue una petición especial de una súper mega especial lectora:  Gea de Acuario. Linda esto es para ti espero te guste y si no, son bienvenidos tus reviews y los de quieran aportarme algo.

   

Notas del capitulo:

Saint Seiya no es mío es de Kurumada-sensei yo solo los utilizo para dar vida a esta obra sin fines de lucro más el de hacerles pasar un rato bonito.

 

El viento sopla mientras te veo venir,

Tan dispuesto a sentir la oscuridad en tu piel de luna.

Y la paz de tu alma soñadora guiándome  en sueños secretos,

Y la música de tu voz me arrulla en el anhelo de tocar tu boca.

 

 

Me encuentro admirando la noche perfectamente estrellada como preparada para algo grande que esta por ocurrir. Las galaxias abren los ojos para evitar perderse detalle alguno de cada suspiro que damos los seres humanos aquí en la tierra… aquí en la vida.

 

El viento susurra secretos inocentes y otros más fuertes callados por la inseguridad que gobierna en esos pobres corazones atormentados. El mío es uno de esos por amarte y no poder tenerte entre mis brazos y sentirte tan profundo como el infinito universo.

 

Y como si te invocara con el pensamiento, haces acto de presencia ante mí con tu elegante faz y tu hechizante frialdad… te detienes en tu caminar y yo, simplemente me quedo callado ante el poder de tu belleza…

 

 

-Buenas noches Aioria. –me saludas con tu voz suave pero fuerte, autoritaria y tu asentó que enloquece a mi león dormido que desea comerte y marcarte hasta que el tiempo se detenga para ser eterno.

 

-Buenas noches Camus, ¿tan tarde afuera amigo? –te respondo para disimular mi falta de control ante todo lo que me provocas.

 

Veo que sonríes levemente. Admito que me sorprende pues es algo que nunca haces al menos no frente a los demás.

 

-Vine a… hablar contigo… -volteas tu rostro hacia la luna menguante a la que has hecho palidecer con la que formaron tus atractivos labios momentos atrás.

  

Me provoca curiosidad y sorpresa tus motivos para venir hasta mi templo cuando es casi la media noche pero no me molesta. Al contrario, me emociona el tenerte aquí cuando ni las nubes pueden oírnos…

 

-Te escucho… -mi voz ha cambiado su matiz a casi un susurro que dejo escapar directamente en tu oído al acercarme a ti casi para abrazarte pero no lo hago. Veo que estas temblando, será que… ¿te he puesto nervioso caballero de los hielos eternos?

 

 

-A-Aioria. –suspiras para luego proseguir. –Yo sé que, tú y yo no llevamos la mejor de las relaciones en el pasado pero… tengo que decírtelo aun arriesgando lo que todos creen de mí. Pero no me importa; algo que me caracteriza es el decir y hacer las cosas sin miedo aun si no salgan como quiero…

 

 

Tus palabras me dejaban con dudas, no sabía a lo que te referías mi amado príncipe del invierno… hasta ese momento en el que tus palabras detuvieron mi espacio y mi tiempo y congelaste mi cuerpo entero sin siquiera utilizar tus poderes…

 

 

-Estoy… enamorado de ti, Aioria de Leo…

 

 

Tus palabras tenían tanta seguridad que… no me dejaron espacio para la duda. Más me dejaste sin palabras y tú al ver mi mutismo pensaste lo peor. Apuñaste tus manos con arrepentimiento, te diste la vuelta dispuesto a marcharte, tu cabello turquesa ondeo como ola violenta llevándose consigo tu sonrojo escondido. Creíste que yo no te contestaría pero cuando reaccione, fui feliz  y pude detener tu partida tomándote del brazo.

 

Pude ver en  tus ojos azules la sorpresa ante mi accionar y el sonrojo de tus finas mejillas blanquecinas. Pude ver tu rostro hermoso y apenado antes de tomarte por la cintura fina y besarte como solo en mis sueños lo he hecho. Pusiste tus manos sobre mis hombros con timidez para luego rápidamente llevarlas a mi nuca donde acariciaste mis cabellos castaños con total libertad envuelto en el deseo que mi boca transmitía a la tuya…

 

 

 

Ahora me miras, y sonríes y yo tiemblo y me abrazas…

Tu piel con la mía unidas en la más perfecta armonía de un contacto inverosímil,

Tan opuesto y cálido que me hace pensar que no lo merezco.

Y sin embargo, me regalas el calor de tu corazón danzando en tu pecho.

 

 

 

Mi lengua insaciable batallo con la tuya por el control de la ocasión, ganando la mía el encuentro delicioso y mojado, refrescante como tu… Aguador.

Nos separamos al sentirnos sin aire. La impresión aún estaba presente en tus facciones fascinantes pero no te alejaste. Me miraste con alegría que no conocía de ti y me sonreíste tan sincero que no supe que hacer o que decir, temblé por el tacto que diste a mi cara con tu suave mano blanca y fría. Y sin aviso, alzaste tus brazos hasta mí y me envolviste con tu cuerpo en un abrazo que nunca pensé pudiera cumplirse.

 

 

-Aioria. ¿Por qué lo hiciste? Quizás no sientas por mí lo mismo que yo por ti pero… me entristece que sea por compromiso, nunca quise obligarte a nada… -dices con tus labios cerca de mi garganta, dejándome sentir la calidez del aliento mentolado que me acabo de robar… mi Camus…

 

-Camus. –te digo apretándote contra mí, sintiéndote completo y tan humano que me hace pensar que he muerto y he llegado al paraíso. –No te bese por compromiso… -te alejas solo un poco para verme de frente a los ojos, buscando mentira que no está ahí.

 

-¿Entonces? –cuestionas con un camino de dolor en la porcelana de tu piel, que bajan desde los luceros de tu alma.

  

-Yo te amo Camus. No sabes desde cuando lo hago o como te veo siempre que estamos juntos en alguna misión o reunión, incluso entrenando te veo. Me tienes loco. –y tras aquella confesión tan mía, te vuelvo a besar en los labios, esos que ahora son míos y que nadie me podrá quitar.

 

 

Me reflejo en el cielo de tus ojos azules como el mar.

El espejo de tu alma fría en el que se refleja mi soledad ansiosa de conocerte,

Me siento tan vivo al morir en tus brazos.

Para revivir en el sabor de tu boca… húmeda de deseos silenciosos.

 

 

 

Me vez con un brillo diferente en tus orbes… te recuestas en mi pecho y preguntas:

  

-¿Desde cuanto exactamente sientes esto por mi Aioria?

  

-Desde que volviste de Siberia… cambiaste tanto. Tanto que sin darme cuenta, me enamore de ti como nunca lo había hecho de alguien más. –te respondo acariciando tu suave cabello. –Y tu ¿Desde cuándo sientes algo por mí?

 

-Desde que fuimos a esa misión de reconocimiento por órdenes de nuestra diosa hace un año…

  

-Ya lo recuerdo. –rio y tu volteas a mi mirarme.

 

-¿De qué te ríes? 

 

-Es que, no te imaginas todo lo que tuve que hacer en esa misión para evitar saltarte encima. –parpadeas un poco ante el asombro de lo que te he dicho para luego reír tras imaginarte mi sufrimiento por tenerte cerca y no poder tocarte.

  

-Ya veo… pues ahora me tienes aquí. Aunque, me hubiera gustado que me lo dijeras en esa ocasión. Todo este tiempo yo también he estado pasándola mal sobre si confesarte lo que siento o callarlo… pero ahora se que hice lo correcto. –sonríes una vez más a lo que yo te respondo de la misma manera.

 

-Tenía planeado decírtelo pero, todos decían que tú y Milo eran pareja… me sentí morir cuando lo escuche y preferí tratar de olvidarte pero no pude Camus, te amo demasiado para dejarte ir así sin intentar tenerte conmigo.  

 

-¿Con Milo? –preguntas al borde de la risa, y no la contienes dejándome escuchar ese hermoso sonido proveniente de tu alegría, de la cual soy testigo y dueño. –Milo solo es mi amigo, no sé de dónde sacan eso nuestros compañeros pero, no es cierto Aioria. Yo solo te amo a ti…

 

 

Vi con mis propios ojos como tu cara se volvió a colorear de rojo. Y se encendió en mí el deseo salvaje de sentirte entero y darte a conocer todo lo que por ti llevo acumulado, tu no dices nada pues he vuelto tus labios dulces presa de los míos carnívoros y anhelantes. Te cargo en mis brazos sin dejarte refutar nada y te llevo al interior de mi templo… directamente a mis aposentos de donde quiero ser el único conocedor de tu calidez humana tan discreta y para algunos, inexistente…    

 

 

Tatúas en mí ser toda tu textura, la de tu ferviente caricia.

Y me domina un cosquilleo efervescente que me invita a cerrar mis ojos,

Para recordarte siempre…

Para sentirte siempre…

 

 

Ingresamos, yo contigo aun en mis brazos. Me encamine hacia mi cama donde deposite tu hermoso cuerpo sobre las frías sabanas; tu largo cabello se rego por la claridad de la tela, dándome una imagen casi angelical de la que solo mis más calladas fantasías contigo eran testigos.

Te bese nuevamente con hambre, con ansiedad, con todas esas energías que antes no pude liberar… mis manos recorrían tu vientre perfecto, tus estilizadas piernas mientras mi parte baja se rosaba con la tuya, haciendo que liberaras sensuales gemidos que morían en mi boca que te quitaba el aliento alimentando así mi deseo infinito por poseerte Camus de Acuario…

 

Baje de tus carnosos labios a tu blanquecino cuello de perla y lo lamí y chupe con el objetivo de dejar mi marca, tus manos recorrían entera mi cabellera desordenándola, marcando cuán grande era el placer que yo te hacía sentir. Ni siquiera tienes una idea de todo el que tú me haces sentir a mí.

 

Tus manos bajan de mi cabello hacia mi camisa con la intención de quitarla del camino. Así que me separo de ti y frente a tu mirada azulina y a tu hermoso sonrojo, me quito la molesta prenda arrojándola a un rincón de la habitación sin importarme a donde ha quedado. Volteas tu mirada y yo sonrió con dulzura, te siento sobre la cama pues estabas acostado y con mis manos comienzo a subir tu playera morada. Quiero sentir mi piel hirviendo con la tuya fría para una perfecta unión.

 

Al estar ambos con los torsos desnudos, vuelvo a recostarte y yo sobre ti para volver a unir mi boca con la tuya. Guardándome tu sabor y textura, cerrando mi realidad para sentir mi sueño cumplido al fin.  

 

 

Quiero llevarte conmigo a donde la luna te salude.

Y que tú me guíes a donde las sombras del momento nos cubran,

Que guarden el silencio del momento aunque hagamos una orquesta prohibida.

Y no recriminen nuestra unión completa.

 

 

Ahora te encuentras arrodillado sobre mi cama, puedo ver con claridad como tus manos aprietan las mantas como si la vida dependiera de ese acto. Tu cabello cae como cascada sobre tu espalda y rostro, y se sacude con cada estocada nueva de la que te hago mi víctima. Yo atrás tuyo unido a tu cuerpo por una gloriosa sensación de estrechez que ha nublado todos mis sentidos y ha aumentado mi amor por ti. Estamos perlados por el sudor semejante a estrellas en el firmamento perlando la melena de la noche indomable.

 

Tus gemidos apasionados me hacen querer llegar hasta lo más profundo de tu alma escarchada para derretir ese hielo que no te permite sentir el fuego…

El silencio solitario se embriaga con nuestra orquesta para dos de la que somos espectadores y espectáculo. El tiempo le hace el amor a las sombras mientras yo te lo hago a ti. Guardando cada sonido solo para mí, solo en mi memoria porque solo para ti recordare de ahora en adelante.

 

-A-Aioria ahhh…

 

Gemidos son los que inundan esa habitación mientras el fuego de un amor mal contenido se manifestaba derritiendo todo a su paso.

Camus sentía un calor desconocido llenar todo su ser, la mano de su amado león, liberaba el cauce dormido de su sensualidad congelada en prejuicios mientras Aioria liberaba en él todo lo que el mundo oculta en vaivenes de olas que bañan su emoción con infinita entrega.

  

-Cam-Camus, voy ah ah… -susurraba el león salvaje alertando de su rugido escandaloso en la vasija del joven Aguador puro.

 

-Ha-Hazlo, no tengas miedo…

  

El rugido de Leo hizo compañía al desbordamiento del agua de Acuario, ahogándose los dos en latidos violentos de corazones enamorados que parecían estallar con la fuerza de una súper nova en el espacio del vaivén de salvajismo y pureza que cada cuerpo llevaba en lo más hondo de sí mismo.

 

 

Juntos en mente…

Juntos en cuerpo…

Y juntos en alma, mas allá de lo permitido por las nubes.

Envueltos en sábanas de noche estrellada.

 

 

Aioria salió del interior cálido y nuevo de Camus para recostarse a su lado y regular su agitado respirar. El francés busco el pecho del griego para recostarse sobre él aun sin importar que el cabello turquesa se le pegara a la cara.

 

-Cam, yo… -trate de hablarte pero tu colocaste un blanco dedo sobre mis labios.

 

-Fue hermoso Aio. Mejor de cómo me lo había imaginado. –sonríes y te acomodas sobre tu hombro y brazo para verme de frente.

 

-¿Y cómo te lo habías imaginado? –te cuestiono también mirándote.

  

-Que fuera con la persona que amo. Y ese eres tu mi gato. –sueltas una pequeña carcajada que no conocía de ti tras llamarme de aquella forma. Me hago el ofendido y me coloco sobre ti de nueva cuenta, perdiéndome en la noche clara de tu hermoso mirar.

 

-También para mí fue perfecto, porque fuiste tú y tú eres perfecto Camus, te amo. –unimos nuestras bocas en una nueva caricia que será con la que amanezca cada nuevo día al abrir mis ojos porque sé que veré a mi ángel del hielo reposando a mi lado.

 

 

Tu calor me consume en el interior y tu piel es tan fría a mi tacto.

Pero quemas como llamarada, y danzas con mi fulgor,

Tocare toda tu belleza con los ojos abiertos.

Y me sentirás entero con tus luceros cerrados. 

  

 

A amanecido en el Santuario, lo se pues el sol se mete por la ventana con alevosía, anunciando que es hora de cumplir con las actividades diarias de un caballero.

 

Me veo con detenimiento y me doy cuenta que solo mi sábana blanca cubre mi hombría, sacudo mi cabello y volteo a mi lado, encontrándote profundamente dormido con una expresión de paz en tu bello rostro. Te ves como un ángel, tan blanco, tan puro, tan mío… Camus de Acuario. Y sin poder detenerme, me inclino hacia ti y beso tus labios rojos tan llamativos y suaves haciéndote despertar. 

 

Abres tus azulinos ojos y parpadeas un par de veces para acostumbrarte a la luz del astro rey, y al dirigir tu mirada hacia a mí, sonríes feliz, me regalas tu boca de nuevo y con dulce voz me dices:

 

-Buenos días, Aio…

  

Tu voz me enciende, me subo de nuevo a tu cuerpo, tú me recibes entre tus piernas las cuales abres para que yo me acomode y nuestras lenguas vuelven a encontrarse animosas.

 

Nos separamos por la falta de aire que sentimos, deposito un suave beso sobre tu frente y en la comisura de tus labios a lo que tú sonríes.

 

-Pensé que lo que paso anoche era un sueño Cam. –te confieso y tú me miras con duda.

 

-¿Por qué pensaste eso cielo? –acaricias mi mejilla, yo tomo tu mano con la mía y profundizo la caricia cerrando mis ojos.

 

-Sentí que al despertar no te iba a encontrar a mi lado y que lo que ocurrió fue un bello sueño que nunca se cumplió. –separo tu mano de mi piel y la beso. –Pero al estar aquí contigo ahora solo me confirma que es verdad. Tú eres mío y yo soy tuyo, nos amamos y nadie te alejara de mi lado mi hermoso Aguador. –te abrazo para luego darte un beso el cual respondes con el mismo calor, lo que me hace sentir feliz pues es verdad que los sueños se cumplen así como será verdad que te encuentre a mi lado cada mañana nueva que la vida nos regale.

 

-Te amo Aioria de Leo.

 

-Y yo a ti Camus de Acuario.  

 

En el recuerdo del sueño vivido…

Aunque me encontraras a tu lado por la mañana.

 

Notas finales:

Bueno llegamos al fin, espero haya sido de su agrado mis amigos lector@s. Cualquier aporte sugerencia o queja serán leídas y contestadas en los reviews. Cuídense y pórtense bien ;)

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).