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Lucky / kaisoo por LYhobbit

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Notas del fanfic:

Serie de 6 oneshot [hunhan / kaisoo / chanbaek]

 

Enjoy!! <3

Notas del capitulo:

Gracias por entrar a leer! c:

Dicen que los tréboles son una de las piezas más enigmáticas y fascinantes que rodean el mundo de la flora. Cuando encuentres un trébol de cuatro hojas, mantenlo contigo por siempre y para siempre.

La suerte siempre te acompañará.

El tráfico era insoportable, el ruido irritante. Y esas acciones rompían la tranquilidad de un espíritu gozando de panoramas  tan coloridos y brillantes.

Jongin y Kyungsoo se detuvieron tan sólo un instante, cuando frente a ellos, aquel amuleto natural apareció.

Un cruce prevaleció por segundos que parecían pintados con un pincel mágico. En ese momento, algo más floreció.

—La encontraste primero, toma.

Jongin no era un chico sobresaliente en los estudios, necesitaba, y por mucho, aquel objeto teñido de fortuna. Con miedo tomó ese verde y fresco trébol de cuatro hojas.

—Gracias.

Kyungsoo no necesitaba ese objeto plagado de fortuna, él tenía todo, al menos eso creía.

Y la suerte de un secreto amor comenzó.

 

 

 

*

 

 

Hoy, el sol brilla como cualquier otro día, no sabe cómo lo puede describir, puede ser un sol tibio y fresco, o fresco y tibio. De cualquier manera a él le da igual, porque sólo existe una persona que puede hacer que la tenue luz del sol pueda quemar, o puede hacer que las llamas del sol congelen su mundo.

En un parque lleno de árboles frutales y floreados, él espera sentado sobre una fuente que emite lluvia de arriba hacia abajo. Brisa ligera roza su rostro y cierra los ojos para disfrutar de aquellas sensaciones que reavivan su energía, porque sí, ya está agotado. El sol está demasiado caliente y con sólo subir su mano para cubrirse, éste parece encender cada dedo, sensación que es parecida a la de un fósforo cuando enciende velas que reposan sobre un pastel de cumpleaños, y que temblorosas, esperan ser pronto apagadas con el aliento del festejado.

“¡Ya tardó!” se desespera un poco al no ver aquella persona que tanto anhela su corazón. Gruñe más cuando ve a los alumnos salir de clases y esa persona no aparece. “¿Qué estará haciendo?” empieza a calmar sus frustraciones para que las muecas que arruinan su rostro sean marchitadas con una sonrisa de algo más que esperanza.

El sol sigue siendo su enemigo, un poco de sudor comienza a recorrer su frente, y cuando él ve que éstas nublan su vista, la manga de su suéter funge como su gran salvador, absorbiendo cada rastro de esa sustancia salina. Pero aquella persona no aparece.

Y su desesperación, por suerte, tampoco aparece.

La lluvia de la fuente sigue y no se detiene. Cada sublime gota le hace esperar cuando cae sobre su rostro y absorbe el calor de cada rayo que envía el sol. Sí, él no se desespera, no valdrá la pena.

El reloj que enrolla su muñeca, le avisa que el minutero ya ha dado cuatro vueltas, pero aquella persona no.

“Tal vez ya se fue, quizá se fue mucho antes de que yo estuviera esperando aquí” suspira resignado, acomoda su mochila sobre sus hombros y se marcha sin decir insultos y maldiciones, no cuando ya esperó cuatro horas. De todas formas, el tiempo no le regresará el tiempo perdido.

 

 

 

*

 

 

Cuando baja las escaleras que lo llevan directo al jardín de tréboles verdes, amarillos y rojos, Kyungsoo se recuesta sobre uno de los forros más blandos. El pasto que también yace debajo de él, moja su uniforme escolar con el sereno de la noche de ayer. Se pone de pie y exhala todo oxígeno transformado en enojo “¡qué mala suerte!”. Piensa que, últimamente todo le va mal, no en sus calificaciones; pues es un chico totalmente sobresaliente, pero en cosas que se hacen llamar amor y suerte, juegan en contra de él.

—¿Qué haces? —uno de sus compañeros lo mira y le sonríe para darle un poco de ánimos, ya que en la última clase habían leído algo relacionado sobre la risa y que tan efectiva es ésta con personas que se inmiscuyen secretamente entre la angustia y el pesimismo.

—Nada, sólo vine a descansar —musita evadiendo aquella sonrisa angelical —¿Y tú?

El chico se sienta para intentar darle una respuesta, pues la pregunta que Kyungsoo ha enviado, no tiene algunas otras pistas de lo que quiere saber.

—¿Yo qué?

Kyungsoo reprocha y queriendo no responder, murmura con una vaga importancia.

—¿Has dejado de molestar al chico de orejas chistosas?

—¡¿Qué?! Yo no lo molesto —pelea con voz baja y apenas escuchable para su compañero —. Además, ese tipo siempre comienza, pero ahora sí ya no le haré nada, lo prometo.

—Bien —concluye para entrar a su salón, pues sus clases ya casi darán inicio—. Nos vemos, Baekhyun.

Kyungsoo sube cada escalón para llegar al segundo nivel del edificio escolar. Pero puede sentir que una mirada se cuelga sobre su espalda. Disimuladamente gira hacia atrás, y no puede ver nada, sólo a un chico comiéndose un helado. “En pleno frío otoñal y en la mañana un alumno se come algo helado, debe estar loco”. Sigue su camino, atraviesa la puerta hasta que el muro, ya no deja ver su delicada figura.

Mientras él ya ha entrado, la figura que disfrutaba de un postre congelado queda mirando la puerta que ya se ha cerrado. Jongin abre sus ojos para dejar salir todo el asombro que entró a él cuando aquella persona lo ha volteado a ver “¿habré causado un gran impacto en él?” se cuestiona con un helado en su mano que ya ha comenzado a derretirse con un sol matutino.

Los ventiscos otoñales caen sobre sus pies y unas hojas cromáticas carmesíes se quedan pegadas a sus agujetas en color verde fosforescente.

—Deberías usar zapatos formales y no tenis.

—¡Buen día Suho-hyung! —responde a la voz que, en cierta forma, le ha llamado.

—Sigues sin hablar con ese chico —inquiere mientras fija su mirada al salón que Jongin no deja de mirar.

—No puedo, es difícil —afirma dejando escapar un vaho lleno de melancolía.

—No es tan difícil —le responden. Suho se sienta sobre uno de los escalones y mira desde arriba el rostro nostálgico de Jongin.

—¿Y tú? Tampoco has hablado con ese chico que siempre está en la biblioteca —bufa mostrando esa singular sonrisa que es  tan contagiosa con verla tan sólo un segundo.

—De acuerdo, tienes razón, pero ese chico está en el mismo salón que tú, y en mi caso sucede lo contrario. Jongin, ya deberías haber hecho amistad con él desde hace más de dos meses.

—Te digo que no es fácil, en cuanto Kyungsoo pasa cerca de mí, siento que mis piernas tiemblan, y cuando intento hablar es como si balbuceara al igual que un bebé que apenas empieza a hablar —confiesa desvaneciendo la sonrisa que le caracteriza.

Suho alza una de sus manos para llevarla a la delgada espalda y la palmea para reconfortar a su tímido amigo.

—Bueno, sé que no soy el mejor consejero, pero has el intento de hablar con él, nada pierdes con intentarlo ¿O sí?

Él lo mira desde un ángulo que vaga más sobre la utopía.

—¿Sabes lo que necesito? Suerte, si tuviera suerte encontraría una manera de hablar con él sin parecer patético en el intento —afirma mirando al cielo, casi como pidiendo un milagro que él ha nombrado suerte.

—La suerte no llega de un día a otro, es cuestión de buscarla —Suho se pone de pie para estar a la misma altura de Jongin, en tanto que, sus manos sacuden el polvo que se ha quedado impreso en la parte trasera de sus pantalones.

—Sería mucho mejor que la suerte me buscara a mí y no yo a ella —exclama Jongin metiendo sus dedos dentro de las fosas nasales de su amigo.

—¡Oye! —recrimina Suho alejando rápidamente los curiosos dedos.

—Mañana hablaré con él, le diré que sea mi amigo, y después le diré que tengamos una cita de compañeros y le invitaré un helado, o tal vez un café—. Jongin se alucina haciendo cada palabra que ha dicho. Si tan sólo, todo lo que piensa se hiciera realidad, pero no se puede, es cuestión de darle cara a lo que tanto anhela, y lo que más anhela es salir con ese chico de labios rojos que al momento de sonreír, forman una singular figura, una que Jongin dibuja en la parte de atrás de sus libretas.

—Suerte —es lo último que la voz de Suho emite, y deja solo a su compañero que sigue entre sueños—. Jongin…Deberías estar en el salón, las clases ya iniciaron.

“…Las clases ya iniciaron” detienen sus sueños.

—¡Oh, es verdad! Después nos vemos Suho-hyung —se despide Jongin y sube los escalones sin nada de cuidado. De hecho podría caerse, pero al parecer la suerte está con él, pues a pesar de correr con mucha prisa, no hay obstáculo alguno para que se vaya rodando por las escaleras.

Cuando abre la puerta con un golpe repentino, toda la clases lo mira fijamente, y él se siente nervioso, es decir, no es que no le guste llamar la atención, es sólo que los ojos de esa persona lo están recorriendo con asombro.

—Joven Kim, por favor tome asiento —ordena su profesor.

—S-sí —expresa con mucho cuidado de no alzar la voz.

—Espero que esta sea la última vez que llega tarde.

—Sí, perdón.

Toma asiento en la última fila hasta el último lugar, justo donde la ventana deja ver un paraíso lleno hojas otoñales que buscan tocar el suelo y la pastura recién cortada; sólo unos cuantos tréboles aún siguen con vida, falta muy poco para que pronto tomen el color de un desierto. Jongin suspira, soñando que es él quien cae en un vuelo ligero, buscando llegar al lugar que el viento lo va a llevar, hasta tocar una alfombra dónde esa enigmática planta de cuatro pétalos colme su vida de fortuna.

—¿Jongin?

Una hoja se detiene, y con él, los pensamientos de seguir viajado a través de nostálgicos sueños para alcanzar aquel forro de suerte.

—Sí, yo soy…

—Trabajaremos en equipo.

El viento le ha traído ese golpe de suerte que necesitaba, porque ahora le ha llevado esa persona que su alma ansiaba. ¡Es suerte!

—Haremos esto…

Jongin no puede poner atención a lo que su compañero está diciendo, y sólo se pierde en cada facción atenuada con delicadeza en gran escala. Aquellos labios le piden a gritos que sean besados, se mueven una y otra vez exigiendo que sus labios sean quienes los toquen. Los latidos de su corazón lo empujan para quedar enfrente de ese rostro, y es cuando una encantadora voz lo detiene.

—¿Qué haces?

—Nada.

Jongin vuelve a su lugar, y con esa acción que acaba de hacer, sabe que su compañero está enfadado.

—Perdón… —implora con demasiada vergüenza.

—Está bien…

Es un diálogo ligero, es tan ligero que pronto termina. Jongin puede ver que Kyungsoo esconde su rostro detrás de un libro. “Está enojado” se hace a una idea que es correcta para él; aunque, si viera a través del libro, su idea daría un giro de más de trescientos sesenta  grados cuando conociera que sobre el rostro de su compañero no hay muecas de enfado, y además pueda distinguir a detalle las mejillas con tintes tenues carmesí.

Porque tal vez, esa suerte que Jongin tanto necesitaba, está junto a él.

Porque tal vez, el amor que juega contra Kyungsoo está ahora, con él.

Es poco visible, pero es al menos la suerte y el amor que ambos pedían, ya está con ellos.

 

 

 

*

Notas finales:

Espero que les haya gustado! falta una parte más!! c:


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