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Efectivo contra garrapatas, pulgas y piojos. por Keny-chan

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Notas del capitulo:

¡El chocolate hace maquinar ideas raras! Consúmelo ;DD

Para mis brujis, con amor~ 

Efectivo contra garrapatas, pulgas y piojos

Keny-chan

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Crack, crack, crack. Diez perfectos fragmentos de madera. Y si no había hecho más era porque la rama que había tomado del suelo no era tan larga. Botó el trozo que aún sostenía entre los dedos y buscó una nueva ramita que fracturar. Que el árbol de donde provenían lo perdonara pero necesita desahogarse de la manera más discreta. Oh claro, discreción.

—   Satoshi, podrías al menos intentar disimular— dijo Ryo a su derecha mientras bebía ruidosamente de un cubo de jugo.

—   No pidas peras al olmo— aconsejó su hermano, sentado al otro lado del castaño enfurruñado.

Ryo y Takeshi “Nii” Matsueda le acompañaban, observando entre divertidos y resignados su sufrimiento. Satoshi resopló molesto ante sus palabras, una nueva rama cedía ante la furia de sus manos mientras observaba con el entrecejo fruncido a dos chicos unos metros más adelante. El más alto de ellos, de cabello ondulado y desaliñado, gafas grandes y uniforme suelto reía abiertamente junto al otro. El más bajo, la pulga, como le gustaba llamarlo secretamente, colocaba una mano amistosamente en el hombro de su contraparte.

—   ¿Qué necesidad tiene de tocarlo?— gruñó.

—   Ni que lo estuviera manoseando, Sato— le aclaró Nii, reprimiendo una carcajada.

—   Oh, ahora le hace cosquillas. ¿Eso cuenta como manoseo, no?— dijo Ryo y sonrió al ver la reacción instantánea de su castaño amigo.

Satoshi rompió una rama más, exactamente por la mitad y dedicó una mirada asesina a Ryo, este levantó las manos en son de paz pero no borró su sonrisa llena de burla. Ah, era tan divertido molestar a Ishikawa, valiéndole mil estrellas que fuera un año mayor. El más grande de los Matsueda negó con la cabeza y rezó en silencio por el bienestar de su hermano, pues sabía perfectamente, Satoshi no lo dejaría ir impune.

Miró al castaño. Este había dejado de apilar leña miniatura frente a él. Se retiró el cabello de la cara, ansioso. Si Satoshi ahora permanecía completamente quieto quería decir que había llegado al punto más alto de su molestia. Nii miró hacia donde Shuu, su mejor amigo, quien platicaba amenamente con Ookuma, el chico nuevo y viejo conocido de Ishikawa. Recientemente nombrado su peor enemigo.

No sabría decir si Satoshi exageraba y veía cosas donde no o estaba completamente en lo correcto al sospechar de las intenciones de Ookuma para con Nagai. Fuese como fuese, el peligro era inminente. Pero entonces vio a Ookuma jugar con el cabello de Shuu, a Ryo a punto de encender el fuego que Satoshi intentaba reprimir  y a él mismo callar a su hermano antes de que abriera la boca y despertara a la bestia. Todo en segundos.

Ryo hizo un puchero pero obedeció. Satoshi estaba callado, abrazando sus rodillas, con la mirada fija y ensombrecida, bañado en un aura oscura y casi letal. Tragó duro y se puso de pie lentamente. Los hermanos Matsueda se miraron un instante, acordando que era hora de sacar a su amigo de allí.

—   Sato, el descanso está por terminar, ¿vamos a la cafetería?— le dijo suavemente, consciente de que el menor no había comido nada por esperar a Shuu.

El castaño no respondió. Iba a intentarlo una vez más cuando la figura de dos chicos acercándose le distrajo. Los reconoció en seguida y sonrió sutilmente al verlos llegar.  Hazuki se acercó a él y le regaló la más atractiva de sus sonrisas, después observó el panorama completo. Comprendió al instante. El grito de auxilio que percibió en los ojos de Nii fue suficiente para desear intervenir. Se acercó al muchacho sobre el pasto y le despeinó con energía.

—   Hora de irse, enano— dijo con afecto.

Ishikawa lo enfrentó para replicarle por despeinarlo pero la advertencia plasmada en la expresión de Hazuki logró disuadirlo de ello. Suspirando rendido se puso de pie, limpiando son desgano sus pantalones. Encabezó la marcha hacia la cafetería con los otros cuatro siguiéndole de cerca. ¡Qué incómodo era aquello!

—   ¿Ya te cambiaron, Monkey Face? — preguntó Naoki, con una enorme sonrisa de bufón en los labios.

Nii se congeló ante sus palabras, Hazuki le miró con molestia y Ryo se apresuró a soltarle un puñetazo bajo las costillas. Satoshi se había detenido de pronto con el cuerpo rígido. No quiso mirar a ninguno. No deseaba mostrarles que en realidad ese era el miedo que intentaba ocultar con sus celos y su molestia. Respiró hondo muy hondo y continuó su camino, dejando a los tres más atrás. Nii le siguió al poco tiempo, preocupado.

—   ¡Eres un grandísimo idiota, Julian!— protestó Ryo golpeándolo de nuevo. Sí, él también se burlaba un poco de Ishikawa, pero conocía los límites.

—   No pensé que…

—   Allí el detalle Naoki, no piensas— dijo Hazuki con voz y mirada gélida. En seguida fue tras los otros dos.

—   ¿Pero qué dije?— se quejó Julian.

—   Algo que le dolió a Satoshi, tarado— respondió Ryo— ¿Cómo puedo salir con un idiota?— dramatizó.

—   ¡Hey! No creí que fuera tan mala la situación— se quejó, haciéndose el ofendido.

—   Siempre que Ookuma esté involucrado, lo será. Como sea, vamos al salón. Si no te mata Hazuki, lo hará Takeshi y créeme, es mil veces peor.

Así, los dos chicos de primer año se dirigieron a su salón. Era mejor alejarse del campo minado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—   ¡Satoshi! No le hagas caso, ya sabes cómo es Julian— dijo Nii dándole alcance.

—   Da lo mismo, no te preocupes, Nii-chan. — aseguró el castaño con un gesto más recompuesto. Vio llegar a Hazuki, colocándose junto a su amigo de inmediato y sonrió. Ver a esos dos juntos siempre le resultaba gratificante. En esos momentos y más que nunca, los envidiaba.

El timbre sonó y con ello el descanso. Satoshi no había comido nada.

—   ¡Maldita sea!— exclamó. Su estómago exigía comida.

—   Vamos por hamburguesas después de clases— sugirió Hazuki, sonriente.

—   Sí, por favor.

Satoshi y Nii se despidieron del mayor en las escaleras. Cuando entraron al salón Shuu ya estaba en su pupitre, esperándolos.

—   Los estuve buscando— les hizo saber, con voz gruesa y serena. Lo que crispó los nervios de Satoshi.

Estuvimos allí todo el tiempo, pero no nos viste porque estabas muy ocupado con la pulga quiso decirle, pero se aguantó. Debía considerar que su situación con Nagai era un tanto inestable y que si salía con sus “rabietas” las cosas no harían más que empeorar. Pero, joder, tenía derecho de ponerse celoso, de molestarse. Ese sujeto intentaba arrebatarle el novio. Y-no-era-su-imaginación.

Se quedó callado con una mueca rara en el rostro. Frunció los labios y se sentó en su lugar sin mirar más a Shuu. El peliondulado miró a Nii preguntando qué era lo que sucedía. Matsueda se encogió de hombros y también tomó asiento.

Shuu contempló de reojo al castaño a su lado, se veía tan contrariado y sabía a qué se debía. Esa era la expresión que Satoshi hacía cuando se callaba algo que en realidad deseaba decir. ¿Por qué seguía ocultándole cosas? Suspiró, ya intentaría averiguarlo de camino a casa, cuando estuvieran a solas.

El profesor entró al aula, con una nada grata sorpresa. Examen.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Para cuando el periodo vespertino terminó Hazuki ya los esperaba en la puerta con su mochila al hombro.

—   ¿Te vas a saltar el entrenamiento?— preguntó Nii con curiosidad. Hazuki jugaba como delantero en el club de soccer de la preparatoria.

—   Lo cancelaron ayer, el entrenador se resfrió— explicó— ¿Acaso creíste que me había vuelto un rebelde, Takeshi?— enarcó una ceja y sonrió de lado con malicia.

—   No— se apresuró a responder, intentando distraerse de los nervios— Además, ya eres un rebelde, no te creas tanto— añadió con una sonrisa.

—   Por favor, no delante de mí. Es como comer pan delante de un pobre— se quejó Satoshi, en parte como juego, en parte porque así lo sentía en realidad.

Hazuki y Nii rieron ante su expresión de fingida aflicción. Estaban por irse cuando su celular sonó. Contestó sin ver la pantalla.

—   ¿Hoy no te quedarás?— le preguntaron de inmediato al otro lado de la línea.

—   Olvidé avisarte. Perdón— dijo con calma— ¿Nos vemos mañana, de acuerdo? ¡Da lo mejor, Hideyuki!— se apresuró a decir y colgó.

—   Lo llamaste por su nombre— susurró Nii sorprendido.

—   Sí, bueno…

—   Se va a dar cuenta— dijo Hazuki.

—   Lo intento, ¿de acuerdo? Aún no sé cómo abordar el tema. Además, en verdad muero de hambre y su práctica termina hasta dentro de tres horas. Y si no mal recuerdo, juegan contra la preparatoria vecina— se excusó, comenzando a caminar.

—   ¿Y crees que va a lograr todas las carreras si sabe que algo te pasa?— cuestionó Nii, ahora un poco irritado.

—   Estarán llenos de Strikeouts— aseguró Hazuki.

—   Eso no pasará, es más, hará más de un home run, puedo apostarlo.

—   No si antes noquea al pitcher.

—   ¡Estará bien! Y me prometiste hamburguesas, Hazuki.

 

No se dijo más. Caminó en silencio por delante de sus amigos, pensando, pensando. ¡Oh, cómo odiaba pensar tanto! Y las palabras del a veces detestable Julian no dejaban de arremolinarse en su mente. Shuu no sería capaz de cambiarlo y menos por una pulga como aquella, lo sabía. Aunque más que una pulga, parece una garrapata, siempre pegado a él y chupándole la sangre, las ideas y el tiempo. Pensó. Maldita fuera la hora en la que había conocido a Ookuma Keito durante la secundaria. Porque sí, ellos dos habían sido amigos en secundaria, al menos hasta el segundo año. Para tercero Ookuma se había mudado y había desaparecido de su vida, dejándole un pequeño vacío. Encontrárselo en la preparatoria no había sido tan malo, incluso se había alegrado de verlo… hasta que el maldito diminuto piojo se había atrevido a poner sus ojos en Shuu. Su Shuu.

Satoshi odiaba sonar tan posesivo y la realidad era que nunca, en lo que llevaba de relación con Nagai, se había sentido celoso de nadie. Aunque hay una primera vez para todo. Rechinó los dientes. A él no le molestaba que algún incauto viera demasiado a Shuu, o que se pavonearan a su alrededor coqueteándole, por el contrario, le hacía sentir bien y orgulloso, pues era él el afortunado que compartía su día a día con el más alto. No obstante, Ookuma era otro cantar. Muy probablemente era que la pulga brincaba alrededor de Shuu con la clara intención de declararle guerra a él.

Y si quiere guerra, la tendrá.

—   ¿Por qué Satoshi ríe de esa forma tan escalofriante?— preguntó Hazuki antes de entrar al local.

—   Tiene sed de venganza— respondió Nii con sencillez tomando asiento— Ya se le pasará, dale unos momentos.

—   ¿Estás seguro? No quiero que nos crean cómplices de sus fechorías.

—   Te preocupas demasiado— Nii sonrió.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—   Entonces, según tú— dijo Hazuki—, lo hace apropósito para molestarte.

—   Más que eso, pero sí— aseveró— Sé que Nii-chan cree que alucino, pero lo conozco y no son imaginaciones mías. El problema es que Shuu-chan a veces es demasiado ingenuo y si le digo algo como: Hello, tu Kuma-chan quiere separarnos, ¿te enteras? Me dará por mi lado y dirá que estoy exagerando, que son los celos los que hablan.

—   ¿Y no lo son?— cuestionó Nii.

—   Sólo en parte. Creo que es natural sentirme preocupado por algo como esto, quiero a Shuu, es obvio que lo último que deseo es que me lo arrebaten— respondió mordiendo en seguida su hamburguesa— si estuvieras en mi lugar, Nii-chan, ¿te harías a un lado y dejarías que la mánager del club de soccer te quitara a Hazuki?

El aludido se quedó estático en su lugar, aturdido. Nii era bien conocido por ser reservado, humilde y amable, pero también tenía su carácter. ¿Él lo permitiría? No tenía nada en contra de la mánager, pero eso y lo otro eran cosas diferentes.

 

—   Jamás. Ni loco— aseguró. Hazuki a su lado lucía complacido y enternecido. Tomó un mechón del largo flequillo del más bajo y lo pasó tras su oreja.

—   Allí lo tienes— dijo Satoshi— es lo mismo.

—   ¿Pero qué pretendes hacer?— preguntó Hazuki— Enfrentarlo y machacarlo a golpes no es una opción. En primera por tus problemas respiratorios y en segunda porque Shuu te aplicaría la ley del hielo de aquí a los 80 años.

—   Jamás haría algo tan bárbaro— replicó Ishikawa.

—   Y entonces, ¿qué? ¿Piensas ahuyentarlo con un insecticida o algo así?— repuso Nii, divertido. Pero se arrepintió al instante al ver la cara de Satoshi iluminarse.

—   ¡Eso es, Nii-chan! ¡Eres un genio!

—   Oh no.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Satoshi aguardaba encima de la rama de un árbol, con una sonrisa impaciente en los labios. A su lado, y sostenida por sus manos descansaba una cubeta con mucha, mucha espuma.

Vio a su objetivo llegar al lugar correspondiente. El pelinegro le buscaba a él en los alrededores, sin encontrarlo. Ishikawa resistía cuanto podía las carcajadas que pugnaban por salir de su garganta.

Cuando lo supo en el lugar indicado, canturreó su nombre:

—   Ookuma~ aquí arriba— al mismo tiempo dejó caer el contenido de la cubeta sobre el otro, empapándolo por completo. Keito ahogó un grito desesperado cuando un poco del agua jabonosa logró entrar en su nariz.

—   ¡Satoshi!— replicó entre furioso y sorprendido.

—   ¿Sabes qué quiero decirte con esto, cierto?— cuestionó el castaño, bajando de un salto del árbol.

—   Si crees que esto es suficiente, estás muy equivocado. Sólo es agua y jabón— dijo intentando verse superior a pesar de su cómico aspecto.

—   No es cualquier jabón, Kuma-chan— dijo y arrojó una caja a sus manos para que pudiera leer. Se sintió triunfal al ver el rostro de Ookuma lleno de terror— Aprovecha los días que tengas que pasar en casa para recapacitar sobre tus intenciones. Y ya deja de molestarnos.

Ookuma lucía indignado. Primero lo rechazaban y ahora eso. Arrojó la caja al piso con enfado y se largó del lugar sin dejar de maldecir a Satoshi y a Shuu en la misma oración. Ishikawa se permitió reír un poco. Había jugado sucio, lo sabía. Y quizá eso no solucionara nada, pero al menos se sentía un poquitín más ligero y alegre.

—   ¡Satoshi, qué fue lo que…!

Nii llegaba en compañía de Hazuki, Ryo, Julian y Shuu. Observaron primero el desastre sobre el pasto y después a Satoshi que intentaba borrar su sonrisa y la clara mueca traviesa de su rostro. Shuu se acercó a él y lo miró interrogante, con el entrecejo ligeramente fruncido.

—   Ya me había encargado de rechazarlo como era debido, Satoshi— le anunció.

—   Es bueno saberlo— dijo, sonriendo— Pero no estaba demás limpiarle un poco más las ideas, ¿no crees, Shuu-chan?— preguntó intentado sonar inocente— Te lo dije, yo no estaba exagerando, sí quería contigo— añadió, ahora haciendo un mohín de molestia.

—   Y yo te dije que al único al que quiero es a ti, tonto— dijo, suavizando su semblante. En seguida le golpeó la frente con cariño.

—   ¿Por qué jabón para perro?— quiso saber Nii, que sostenía la cajita en sus manos. Ryo se acercó por un costado y rió al leer el frente.

—   Porque es “Efectivo contra garrapatas, pulgas y piojos”— dijo el menor de los Matsueda, volviendo a reír ahora acompañado de Julian.

—   Y no sólo por eso— dijo Satoshi, todos le miraron intrigados— Es alérgico a él. Digamos que… mañana despertará rojo como un tomate.

—   ¡Satoshi!— reprendió Nagai.

—   ¡Estará bien!

—   Recuérdame no hacerte enojar nunca— pidió Hazuki, divertido con la situación.

 

Las siguientes dos semanas estuvieron llenas de tranquilidad para Satoshi y los árboles dieron las gracias porque no hubo más ramitas masacradas.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Satoshi había tenido razón. ¿Por qué no le había hecho caso la única vez que le reclamó el hecho de ser tan ciego como un topo y no darse cuenta de que Ookuma se lo comía con la mirada?Ookuma acababa de confesarse, incluso había intentado besarlo. Por supuesto su cuerpo por instinto se apartó de inmediato.  Tendría que disculparse con su pequeño novio. Sin embargo, lo que encontró después de un rato de estarlo buscando lo dejó desencajado.

Ookuma había pasado a su lado hecho una furia sin siquiera mirarle. Satoshi, unos metros más allá lucía feliz en extremo y realizado.

¿Ahora qué hiciste, Sato?

Después de observar a detalle el desastre se dio cuenta de las razones de aquello. Quiso reír ante lo ocurrente que llegaba a ser Satoshi pero debía regañarlo un poco por actuar como un niño.

Por supuesto, el castaño se había defendido recalcando que había tenido razón y no había sido su imaginación el acoso de Ookuma. Shuu pensó, a pesar de que fuera algo extremo, que los celos de Satoshi eran adorables y su venganza muy tierna… de alguna forma. Mientras sus amigos seguían divertidos con la hazaña de Ishikawa y después de que él le recordara que no había a nadie más a quien quisiera, besó lentamente al castaño para hacerle callar, pues seguía alegando que había hecho lo justo y necesario. Cómo no caer rendido ante aquél que le defendía con garras, dientes y por supuesto, jabón antipulgas. Rió sobre los labios del más bajo después de dejarle sin aliento.

Que Kuma lo perdonara, pero estaba demasiado feliz como para pararse en pensar en cualquiera que no fuera Satoshi “Justicias Locas” Ishikawa.

—   Si sigues besándome así tendré que correr por el inhalador, Shuu-chan— susurró.

—   Como si lo necesitaras, así como puedo quitarte el aliento, puedo devolvértelo— le dijo al oído, con una tenacidad que pocas veces demostraba.

Y Satoshi rió. Rió fascinado. Tal vez debía ser travieso más seguido.

 

 

 FIN

 

Notas finales:

¿Qué rayos fue esto? No tengo ni la menor idea xD Creo que ese chocolate que me comí tenía algo. Si llegaste hasta aquí, ¡mil gracias por leer!  Espero lo hayas disfrutado aunque sea un poquito. 

Mil besos~ *3*


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