Las palabras de Onew se repetían una y otra vez en su mente.
“¿Cómo creíste en la fidelidad de un infiel?”
Y era verdad, ¿Cómo creyó?
No le había contestado los mensajes, y había intentado no buscarlo toda la semana. Y tampoco es que MinSoo se hubiera esforzado por buscarlo, porque en cuando se medio desapareció, CAP no hizo más que mandar un mensaje el jueves, cinco días después de no hablarse.
“¿Por qué no me hablas? :c”
Estúpido.
Estar deprimido no le traía nada bueno, y pensó que estar seis días encerrado no eran más que una pérdida de tiempo. Así que tomó sus cosas y tras ponerse la chaqueta, cerró con llave y caminó hasta la parada de autobuses. SoHee una vez le dijo que, cuando se ponía triste, era bueno ir a su lugar favorito, por eso mismo se encontraba caminando tranquilamente hacia la pirate cove.
La puerta hizo ruido al entrar, habían puesto una campana que sonaba cuando esta se abría.
Eso es nuevo, pensó.
Un chico con cosplay se acercó para recibirlo.
-Bienvenido a la cueva del pirata, Buscas algo en…oh, Hola Leeteuk.
-Hola Ryuji –era el empleado de la tienda, amigo de JungSoo desde hace tiempo- ¿Qué haces vestido de Sasuke?
-Oh esto –miró su ropa- Hay un stage play de Naruto, y nos han mandado estos para promocionarlo –le pasó un pequeño folleto de una obra de teatro-, tenemos que estar en ambiente. Yui también trae uno.
Leeteuk miró detrás de su hombro y vio a Yui en la caja vestida de Sakura.
-Bueno, ya tenía el cabello rosa. ¿No estabas la semana pasada? Vine por unos mangas y solo estaba tu amiga.
-Ah eso, estuve ayudando al jefe aquí enfrente, abrirá un nuevo negocio.
Leeteuk abrió los ojos, confundido.
-¿Abrirá otra tienda de comics justo enfrente de esta?
-Oh no –Ryuji negó con las manos-. Es una pastelería, deberías darte una vuelta en un par de horas, abrieron el lunes y para hoy miércoles aún hay mucha gente, pero a las siete más o menos se despeja el lugar.
-¿Lo haces porque te nace o es que sabes que si mandas a alguien tu jefe te dará un bono? –Leeteuk se cruzó de brazos.
-Tal vez, ¿prometes mencionar mi nombre? –lo imitó.
-Bribón –terminó por entrar a la tienda y a dar unas cuantas vueltas por los pasillos, Ryuji lo seguía de cerca.
-Ya no te veíamos desde hace tiempo, ¿Cómo has estado?
-Pues, estuve ocupado, es mi último semestre en la facultad –se inclinó para ver los nuevos mangas lanzados esa semana.
-Pero tienes días libre, ¿no? ¿Por qué no viniste a saludar? –Ryuji se recargó en el estante donde estaba Leeteuk.
-Bueno yo…- salía con alguien. Inevitablemente se tensó un poco e intentó buscar una excusa para no responder.
-Cómo sea, procura venir más seguido –su amigo lo interrumpió al ver incomodidad en su rostro- Y hablo en serio, dile al jefe que yo te mandé, me dará un bono por cada cliente que me mencione.
Leeteuk chasqueo la lengua –Si claro, le diré.
Después de que Ryuji lo dejó solo. Pensó que sería una buena idea comprar un pastel, después de todo cuando uno está deprimido se tiende a comprar cosas con calorías, y el pastel tenía muchas.
Quizá compraría dos.
Miró a través del cristal, la pastelería estaba enfrente y tenía una buena pinta. Desde donde estaba no podía ver bien los pasteles que había en sus vitrinas. Le haría caso a Ryu e iría a ver qué tal.
-Le diré al jefe tu nombre, ¿Cuál es el de él? –abrió la puerta y se recargó suavemente en ella, dejando un pie fuera.
-Eric, si te atiende un tal Eric Moon, ese es mi jefe.
Sin más, salió de la tienda y se agarró con fuerza la chaqueta pues el aire estaba comenzando a soplar. La pastelería se llamaba “La leyenda”, un buen nombre. Al entrar notó un buen aroma, cómo a chocolate y vainilla. Había pasteles en el mostrador y muchas fotos en las paredes. Las mesas estaban alineadas frente a las ventanas y todas tenían una planta pequeña en el centro, el lugar se miraba elegante por todos lados.
No había nadie a la vista, así que se acercó al mostrador para pedir algo. Se agachó hasta quedar a la altura de los pasteles, había varios de fresa y otros más de chocolate, algunos cubiertos de betún y otros sólo estaban decorados o cubiertos de fruta y gelatinas de sabores, pero esos no le importaron a JungSoo, pues solo le interesó ese solitario y pequeño pastel de merengue de colores al final de una larga línea de pasteles de frutas. Buscó con la mirada si había una réplica más grande de ese pastel pero…
-¡Aaah! –cayó hacia atrás y de sentón cuando al fijar la vista en los pasteles de chocolate, se encontró con un par de ojos marrón observándolo.
-¡Ay perdón! Disculpa, ¿te asusté? –el sujeto detrás del mostrador dejó un pastel dentro del aparador y rápidamente salió para ayudarlo.
-¿Sorprendes así a todos tus clientes? –se sobó la espalda baja antes de mirarlo. Era un chico alto y de ojos miel, tenía el cabello corto y peinado rebeldemente. Era muy guapo.
-No, solamente a los clientes especiales –Leeteuk se sonrojó.
-¿Y esos cuántos son? –preguntó cuándo el chico regresó detrás de la caja registradora.
-Uno –Habló con seguridad mientras lo miraba y Leeteuk no pudo evitar bajar la mirada apenado.