Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Deseo... amar por Haruka Eastwood

[Reviews - 141]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Los personajes de Naruto y N.S son propiedad de Masashi Kishimoto-sama.

 

La idea general de este fic pertenece a Hananasu creadora este lindo desafio

 

Una "nueva" oportunidad es otro fic creado para el mismo reto, escrito por yukki_00

Notas del capitulo:

Sé que tengo fic's por actualizar, pero no me pude resistir a escribir esto ya que la idea me encanto, solo espero que a ustedes también les guste y como siempre ^w^ espero no demorar milenios en actualizar xD

 

Mi Facebook por si gustan agregarme

 

¡Sin más preámbulo a leer!

Titulo: Deseo… amar

Resumen: Naruto sabe que lo único que le faltó en la vida fue alguien a quien amar, y el destino está a punto de cumplir su deseo.

Categoría: Naruto

Clasificación: No menores de 16 años

Género: AU, Romance. 

Advertencias: Lemon, mpreg.

N° Capítulos: Indefinido

Por: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Deseo… amar

Capítulo 1: Estrella fugaz

“En otras noticias, nos informan que el mundialmente famoso: Naruto Namikaze se ha recluido en su mansión, aquí en Inglaterra para pasar sus últimos momentos en compañía…”

—¡Apaga esa cosa! —Kakashi giró el rostro, topándose con el semblante molesto del pelirrojo, quien le fulminaba con la mirada.

—Gaara, yo le pedí que encendiera el televisor ttebayo —la cansada y débil voz de Naruto se escuchó en la habitación, era casi un murmullo lastimero—. Sabes que los buitres tienen que comer de algo.

Una débil sonrisa adornó el rostro del último Namikaze, quien a sus noventa y seis años, solo esperaba que su momento llegara. Desgraciadamente no podía decir que había tenido una estupenda vida porque sería mentirse a sí mismo. Ciertamente era un hombre exitosos en el campo laboral, dueño de la empresa petrolera “Rasengan”, una de las más grandes y reconocidas a nivel mundial; poseía mansiones en varias partes del mundo, autos, y un sinfín de cosas ostentosas —que nunca llego a ocupar—, mismas que no le servían en este momento de nada, porque no tenía con quien compartir toda esa fortuna.  

Era en ese momento que se arrepentía profundamente de haberle dado más prioridad al trabajo, ya que nunca pudo formar una verdadera familia… probablemente, solo era miedo a tener otro compromiso, por lo que compartió tantos lechos como días del año. En su época de juventud fue catalogado como un Casanova y mujeriego —incluso pervertido— varias mujeres y donceles quisieron hacerle creer que habían quedado embarazadas, argumentando que le darían un heredero digno del apellido Namikaze.

Afortunada o desafortunadamente, cada una de esas ocasiones todo fue una mentira descubierta justo a tiempo y es que llegó a preocuparse más de cinco veces, gracias a estas mujeres oportunistas que solo buscaban hacerse con algo de su fortuna. Al final quedo completamente solo en cuestión amorosa, aunque de cierta manera se lo había buscado. Tan solo contaba en ese momento con tres personas a las cuales podía llamar familia y eran de su entera confianza.

El primero era Hatake Kakashi, un varón de casi treinta años y su abogado desde hace cinco. Para Naruto era un muchacho demasiado inteligente, aunque muy vago en ciertas cuestiones y hay que destacar que es impuntual a más no poder. También es un pervertido de primera, amante de los libros eróticos y de las tardes lluviosas, y pese a la diferencia de gustos se habían llevado de maravilla.

Después tenía a Umino Iruka, un encantador doncel de veintiocho años, quien era su enfermero particular desde que cumplió los noventa, ya que fue en esas fechas en que se vio obligado que quedar reposando por tiempo indefinido en una cama, debido a sus constantes dolores. Para el Namikaze, Iruka era como el hijo que nunca tuvo, alguien dulce y alegre que llego a su hogar para encargarse de un anciano inútil como él —forma en que se denominaba así mismo.

Iruka no tenía familia, así que termino encariñándose con Naruto de tal manera que al final se fue a vivir a su casa para estar al pendiente de él las veinticuatro horas. Claro que constantemente viajaba al lado del rubio; cada que era estrictamente necesaria su presencia, ya sea para firmar contratos o checar asuntos de negocios. Era tal la confianza que incluso Naruto le llegaba a decir hijo o Iru-chan.

Finalmente estaba Gaara No Sabaku, un doncel con un fuerte carácter, de veintiséis años, quien era su asistente personal. Prácticamente era él que había estado manejando la empresa hasta ese momento con ayuda de Kakashi, el menor era considerado un genio en el campo de las finanzas y la administración, ya que se había graduado a los diecisiete años y curiosamente fue a pedirle trabajo como un simple secretario.

En aquel tiempo, su asistente había renunciado de improvisto y tenía una carga de trabajo monstruosa, por lo que le pidió a un inexperto Gaara desempeñar la labor como su asistente, sorprendiéndose de las habilidades del chico. Siendo sinceros, solo lo quería poner a prueba un par de días, el tiempo justo hasta que consiguiera a alguien mejor, aunque para su sorpresa no fue necesario.

—Naruto, es hora de tu medicamento —el nombrado giró el rostro hacia la puerta de su amplia habitación, observando con horror a Iruka quien traía una pequeña charola con sus medicinas y un poco de agua.

—¡No quiero ttebayo! —Chilló cubriéndose con las sabanas.

Kakashi y Gaara soltaron una pequeña risita, y es que era increíble que para la edad del rubio se siguiera comportando de manera infantil la mayor parte del tiempo, aunque cuando se trataba de negocios hasta su semblante, y tono de voz cambiaba drásticamente. Por su parte Iruka solo se limitó a soltar un suspiro, ya que era demasiado normal que Naruto hiciera un berrinche cuando intentaba darle su medicamento y agradecía a todos los dioses de que no tuviera que inyectarlo, porque estaba casi seguro que aquel alegre Namikaze sacaba fuerzas hasta de la nada para salir corriendo.

—No empieces, Naru —le habló dulcemente dejando la charola a un lado.

—Detesto las cosas amargas —protestó comenzando a toser, preocupando a los presentes que se acercaron a su cama—. Estoy bien, se los prometo —sonrió cálidamente, viendo como aquellos tres suspiraban aliviados—. Chicos, prométanme que mañana podre comer pastel de chocolate y un poco de ramen… y que hoy se quedaran conmigo a pasar la noche —el trió solo se limito a mirarle confundido.

—¿De qué hablas? —Preguntó Gaara.

—Solo prométanlo —insistió.

El varón y los donceles le miraron con tristeza, y es que Naruto parecía estar bien, pero desde hace un mes los médicos le dijeron que no viviría más de dos semanas y contra todo pronóstico ya había superado el tiempo, por lo que aquella petición la tomaron como la última y asintieron para poder ver la sonrisa del hombre. Lucia una expresión serena, aunque bastante melancólica.

Tristemente intuían que esa podría ser la última noche de Namikaze Naruto.

Como era costumbre, Iruka abrió un poco la cortina ya que a Naruto le gustaba contemplar la luna. Los cuatro charlaron hasta la madrugada y al final los donceles se quedaron dormidos a cada lado de la cama, mientras Kakashi se recostó a los pies del rubio, al fin de cuentas la cama era lo suficientemente grande para que los cuatro se durmieran ahí, sin embargo el Namikaze no lograba conciliar el sueño.

Estaba más cansado que otros días pero temía que al hacerlo no volviera a despertar. Al menos le consolaba en algo que no pasaría sus últimos momentos completamente solo, ya que a pesar de que solo eran ellos tres, era más que suficiente para sentirse querido. Con un deje de melancolía observó la luna por un largo rato, hasta que vio pasar una estrella fugaz, cerró los ojos y pidió un deseo con todo el corazón, dejándose llevar por los brazos de Morfeo.

•••

Sintió una fuerte opresión en el pecho que le obligo a abrir sus lindos ojos azules, siendo atacado por los molestos rayos de luz. Parpadeo un par de veces hasta lograr enfocar bien su habitación, específicamente su cama, ya que Gaara e Iruka estaban prácticamente encima de él, abrazándolo posesivamente, mientras que Kakashi se encontraba sobre sus pies, profundamente dormido.

—¡Ustedes quieren que muera aplastado ttebayo!

En menos de un segundo, Kakashi se había puesto de pie, girando su cabeza a todos lados completamente desorientado y somnoliento, mientras los donceles miraban a su alrededor un poco asustados por aquella extraña voz. Por su parte, Naruto estaba igual de desubicado que esos tres, ¿pero cómo diablos no estarlo? Su voz se había escuchado igual que hace ochenta años, cuando solo era un chiquillo travieso e hiperactivo… tal vez era la vejes que le hacía escuchar cosas… ¡Sí, eso era!

Cuando Iruka se tranquilizo, creyendo que esa voz era producto de su imaginación, giro su rostro para ver a Naruto, su cara palideció y de un salto se aparto de la cama como si hubiese visto un fantasma. Instintivamente Gaara le imitĺ, abriendo la boca sin saber qué demonios decir.

«¿¡Quien rayos era ese chiquillo!?»

—¿Qué le has hecho a Naruto y quien mierda eres tú? —Cuestionó un molesto Gaara (con el abrecartas en la mano) a un confundido adolescente rubio, de unos quince años, que se encontraba en el centro de aquella enorme cama.

—Esa boca —las cejas de Naruto se contrajeron en un rictus molesto, al escuchar el vocabulario del pequeño doncel.

—¿N-Naruto…?

Las miradas viajaron hasta Iruka que no dejaba de contemplar al apuesto adolescente que portaba la ropa de su casi padre, sin mencionar que la similitud de ese niño con las fotos de la infancia de Naruto era aterrador. Definitivamente debía estar soñando, porque estaba casi seguro que aquel rubio era su molesto Namikaze de noventa y seis años, pero ¿cómo carajos tenia la apariencia de un adolescente? ¿Qué fue lo que paso?

—¡Estás loco! —Gritó Kakashi señalándolo—. ¡Solo míralo… es un niño!

—¡Ya basta! —El potente grito de Naruto les erizo los bellitos del cuerpo a todos, produciendo muecas de sorpresa—. No entiendo el alboroto ttebayo. Claro que soy yo Iruka ¡y baja ese abrecartas Gaara!

—Pruébalo —dijeron a coro los tres.

—¿Qué? —Eso era una jodida broma, está bien que su voz haya cambiado, pero no había necesidad de que demostrara ser él.

Los tres pares de ojos sobre su persona le ponían nervioso, por lo que se removió incomodo en la cama, notando por primera vez que no sentía esa molesta pesadez producto de la edad, de hecho su cuerpo se sentía extrañamente bien, incluso diría que ágil y con más vida que nunca. Desesperado busco con la mirada poder ver su reflejo y lo que vio le helo la sangre.

Era él, de eso no había duda, sin embargo ahora lucia como cuando tenía dieciséis años. Su cabello volvía a ser rubio, sin rastro de canas, su piel era acanelada, suave y sin una arruga o mancha de por medio. Su cuerpo era el de un joven, fuerte, atlético y… y era él. ¿Pero cómo?

—Soy… joven —incredulidad es lo único que se mostraba en su voz.

Botó las cobijas lejos y comenzó a gatear hasta la orilla de la cama con gran agilidad, bajándose y corriendo hasta el espejo. ¡Santo cielo! ¿Hace cuánto tiempo que no salía de esa cama? ¿Hace cuánto que dejo de moverse con tanta normalidad? Extrañaba esa sensación de libertad, de no tener que depender de alguien para realizar sus actividades.

—Soy yo… ¡Iruka, Gaara, Kakashi, soy yo ttebayo! —Sus ojos se llenaron de lágrimas—. Soy yo —repitió—. Kakashi siempre lleva consigo un libro erótico, Gaara le tiene fobia a las arañas e Iruka se convirtió en enfermero porque…

—Basta —chilló el moreno, corriendo a abrazarlo—. Te creemos.

—¿Cómo es qué…? —Gaara le miraba con incredulidad y asombro.

—Siempre creí en los milagros, aunque nunca espere ser uno ttebayo.

—Realmente es un milagro —habló Kakashi en tono serio—. El problema es que ahora no podemos ir por la vida diciendo que el gran Namikaze Naruto de noventa y seis años, despertó un día siendo un adolescente de dieciséis.

—Podemos decir que estás muerto —Gaara levantó sus hombros restándole importancia—. Tú podrías… no sé ¿Hacerte pasar por tu hijo?

De principio sonaba como una grandiosa idea que acabaron por aceptar, bien podía hacerse pasar por su hijo y nadie le negaría el parentesco, después de todo eran idénticos. Aunque después de meditarlo unas horas se arrepintió. Torpemente dejaron pasar el detalle de su edad, ya que eso implicaba que a sus casi ochenta años estuvo con una mujer aparentemente más joven —un súper pervertido en ese punto—, la cual debería ser unos cincuenta años menor que él y quien le dio un hijo… eso definitivamente sonaba mal.

Pero lo más importante no era el hecho de que un anciano de ochenta años se haya metido con una mujer (o doncel) de unos treinta, más bien él problema era si eso era posible… ¿Acaso nadie noto ese detalle?

•••

El frio viento movía delicadamente sus rubios cabellos y por momentos solo se escuchaba el sonido de las hojas de los árboles y uno que otro sollozo hipócrita. Era triste como personas que consideraba sus amigos nunca aparecieron para verlo ni una sola vez, en cambio ahora estaban ahí, llorándole y diciendo una sarta de mentiras para ganar simpatía.

Ciertamente fue un poco difícil para Naruto asistir a su propio funeral, pero debía hacerlo y aquellas lagrimas no eran una simple actuación, realmente se sentía triste de saber que las personas que lo rodearon durante tantos años solo tenían interés en su dinero. ¿Y él… donde quedaba?

Al menos sabía que podía confiar plenamente en ellos tres, porque eran todo lo que tenía en estos momentos. A ellos era a los únicos que les pasaba el hecho de que no lloraran y se mantuvieran con una expresión serena, después de todo él seguía vivo. Solo le quedaba respirar y con paso seguro se acerco hasta la lapida arrodillándose y colocando una preciosa rosa blanca… porque era hora de actuar.

—¡Papá! —Gimoteó lo suficientemente fuerte para ganar la atención de los presentes, y en pocos segundos todas las miradas se posaron en el adolescente rubio que lloraba desconsolado sobre la tumba de Naruto.

•••

—Tal parece que Danzo y Orochimaru daban por hecho que Rasengan quedaría en su poder una vez que fallecieras —Kakashi sostenía una carpeta negra, mirando de soslayo a Naruto que portaba un impoluto traje negro, quien estaba sentado tranquilamente en su despacho—. No estaba en sus planes que tuvieras un hijo, aunque hay que estar atentos por cualquier cosa.

—Lo sé ttebayo —suspiró prendiendo un cigarro—. Y pensar que los considere grandes amigos y socios —giró su amplia silla y de uno de los estantes tras su escritorio saco una botella de whisky, sirviéndose un poco.

—No deberías fumar ni beber —Kakashi tenía una gotita de sudor bajando por su sien, al contemplar la cómica y extraña escena de un Naruto de dieciséis años fumando y tomando whisky—. Recuerda que eres menor de edad.

—La costumbre tteba.

Se rasco la nuca con nerviosismo antes de darle otra calada al cigarro para apagarlo. Ciertamente era difícil quitarse esas costumbres, aunque pensándolo bien, si Iruka lo ve estaría muerto. Conocía al castaño tan bien como para saber que le daría la reprimenda del siglo por estar fumando.

Apagó el cigarrillo en el cenicero y terminó de firmar todos los papeles que aun tenía pendientes, para que la empresa estuviera legalmente en manos de su supuesto hijo en cuanto cumpliera los dieciocho. Por lo pronto se haría cargo (aparentemente) Gaara de todos los asuntos.

—Naruto, ¿ya pensaste a donde ir mientras pasa todo este alboroto de la muerte de tu padre, su hijo escondido y el asunto de la herencia?

—Claro —sonrió—, parte de mi herencia son diversas propiedades ubicadas estratégicamente en todo el mundo. Sabes que siempre me ha encantado la cultura japonesa, por lo que justamente ayer le pedí a Iru-chan que contratara a alguien para que le diera mantenimiento, e igualmente necesitare empleados los cuales llegaran mañana a primera hora, por lo que ya está todo listo.

—Veo que nada se te escapa.

—De algo tenía que servir mi experiencia manejando Rasengan, solo parezco un niño ttebayo, sin embargo tengo casi un siglo.

—Eres demasiado viejo —soltó una risilla al ver el puchero de Naruto—. Solo tengo dos dudas, ¿Cuándo te marchas? Y… ¿Por qué no quisiste que cambiáramos tu nombre?

—Cuando era niño odiaba mi nombre, pero después entendí que era el regalo de una persona muy especial para mí. Naruto significa mucho por eso así lo deje y no hay nada de raro en que me llame como mi padre —suspiró con aburrición—. Iruka y yo nos marcharemos a Japón mañana a las cuatro, por lo que dejo todo en tus manos y en las de Gaara.

•••

Sus enormes ojos azules observaban todo con asombro. Hacía más de treinta años que no viajaba a Japón, aun así seguía dominando a la perfección el idioma, por otro lado la mamá de Iruka (en paz descanse) era de origen japonés por lo que también lo hablaba a la perfección.

—¿Podemos ir a dar un paseo ttebayo?

—Claro —sonrió el doncel observando la ropa de Naruto.

Era caso perdido, por lo que soltó un sonoro suspiro. El Namikaze tenía muy buen cuerpo y a pesar de solo tener (físicamente) dieciséis años ya medía más de un metro ochenta, pero el que aun usara su ropa era el colmo, ¿qué adolescente se pondría un pantalón de vestir que es claramente una talla más grande que la suya, una camisa blanca, corbata roja y un suéter negro de rombos rojos?

«Parece un viejito»

—¿A dónde vamos? —La alegre voz lo saco de sus pensamientos.

—Al centro comercial —¡Urge cambiar tu guardarropa! Se tentó a decir—. Necesitaras ropa nueva, un celular y útiles escolares.

—No hay nada malo con mi ropa —frunció el entrecejo—. ¿Un qué? ¿Y para que necesito útiles escolares ttebayo?

Iruka soltó un suspiro, sentándose en una de las banquitas afuera del centro comercial, haciéndole una seña a Naruto para que le acompañara.

—Esa ropa está bien para… para un adulto mayor, pero recuerda que ahora eres un adolescente —explicó—. El celular es para que puedas llamar por si necesitas algo y los útiles escolares… es evidente que debes de asistir al instituto.

—¡¿Qué?! —Chilló escandalizado—. No necesito ir al instituto —sentencio con voz áspera—. Iruka, tengo dos ingenierías, hablo seis idiomas y estudie finanzas y administración en una de las mejores universidades de Inglaterra.

—Naruto —le hablo con voz tétrica—, iras al instituto y punto.

No podía ser tan malo… ¿verdad?, aprendería muchas cosas, ¿cierto? La verdad es que aun se preguntaba como rayos hacia Iruka para convencerlo, pero era un hecho que si podía lograr que le pusiera una intravenosa, el convencerlo para ir a la escuela era algo sencillo.

Desganado comenzó a seguir al castaño al centro comercial, el cual era inmenso y cada cierto tiempo se detenía a admirar las cosas. Todo le resultaba muy nuevo y algunas cosas demasiado extrañas, era cierto que no estaba tan familiarizado con la tecnología, pero era ridícula esa cosa llamada bastón para selfie.

«¿Qué ridiculeces inventaran después ttebayo?»

Iba tan entretenido que no noto cuando choco con un doncel de cabello azabache y encantadores ojos negros, tirándolo al suelo, logrando que en su carita se dibujara una mueca de dolor.  

—Fíjate por donde caminas usurantokashi.

—Realmente lo siento —dijo alarmado, tendiéndole una mano para levantarlo—. Espero no haberte hecho daño, ¿te encuentras bien ttebayo? —confundido, miró los orbes ónix que le contemplaban atentamente—. ¿Te hiciste daño?

—E-Estoy bien, para la próxima fíjate por donde caminas ¡Dobe!

Ese doncel bonito y de carácter hostil lo había insultado, pero al ver ese tenue sonrojo posarse en sus blancas mejillas, logró que la molestia por sus palabras se esfumara. Ahora solo esperaba poder volver a verlo.

~ * o0O0o ♦ o0O0o * ~

Continuará

Notas finales:

Muchas gracias por leer, cualquier duda no olviden dejar un rw que son gratis y hacen feliz a Haruka xD 

Haruka Eastwood


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).