"Cambio Irreparable"
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No había de otra. Los guardias de aquella galáctica prisión, los demás reclusos, incluso los de su misma especie los repudiaban. La razón era muy simple, todo era culpa de los Battle Lovers y los que les sirvieron de espectáculo para su show. Todo su plan se truncó y todo por culpa de esos muchachitos llenos de amor y convicción. Ya nada se podía hacer, nada más que pudrirse poco a poco en esa infernal prisión, o al menos eso se creía hasta que cierto individuo al que muchos criminales le temían, apareció frente a ellos.
—Vaya, entonces era verdad y mi estúpido y patético hermano menor ayudo en su captura.
Zundar y su jefe Hireashi miraron con desdén y desconfianza a ese temido ser. Un Wómbat de color púrpura los miraba con malicia y diversión. Ese ser era conocido en los bajos mundos, no solo por las barbaridades y fechorías que podía cometer, sino que, además, era conocido por ser el hermano mayor del tan conocido Wómbat rosa. Ambos hermanos eran totalmente diferentes, mientras que el rosa era todo amor y comprensión, el púrpura era todo odio y rencor.
Los criminales sabían que liarse con él era su pase a la victoria y venganza, pero también sabían que tendrían repercusiones graves. Obvio, optaron por aceptar lo que les convenía y creían necesario.
— ¿Aceptaran mi ayuda?, ¿o no? —, preguntó con completa burla en su voz.
—Ni dos veces se lo pensaron, estaban decididos —. ¡¡ACEPTAMOS!! —, gritaron con desesperación.
—El Wómbat púrpura sonrió satisfecho —. Caballeros, es hora de tomar venganza.
Dichas estas palabras y después de unos cuantos cortos circuitos causados en las celdas, las sirenas de alarma no se hicieron esperar más. Desde ese instante muchos prisioneros se fugaron y esos tres entre ellos.
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Llegaron a una extraña y gran nave. Por lo que sus ojos veían, ese ser era poseedor de una muy adelantada sofisticada tecnología y de verdad que estaban fascinados e impresionados con lo que veían.
—Muy bien, ustedes dos que quieren venganza y yo se las daré —, comenzó a hablar, llamando la atención de sus tripulantes —. Para empezar, les diré cuál fue su error —, con sus patas apretó un botón verde, el cual hizo aparecer un gran monitor frente a ellos, cual mostraba el gran show de su derrota —. Su error fue dejar en el juego a la razón de esos cuatro chicos —, dijo mientras señalaba a Cerulean, Epinard, Vesta y Sulfur.
Los dos villanos se quedaron en completo shock, era obvio que no entendieron del todo lo que ese tipo quería decirles.
—Para que entiendan mejor. Mi plan es sencillo, supongo que sabrán que yo no tengo la misma habilidad que mi hermano menor. Él puede ir por allí creando mágicos héroes, siempre y cuando, estos tengan amor y convicción en sus corazones, en cambio yo, puedo ir de mundo en mundo cambiando el destino de esos héroes, siempre y cuando el mundo sea igual o similar al de este universo —, explicó con seriedad.
—Ahora que nos explicaste a fondo tu habilidad, ¿qué tiene que ver lo antes mencionado, con todo esto? —, cuestionó dudoso el pez.
—Sonrió maquiavélicamente —. Para que me entiendan mejor. Primero, la razón de los cuatro Battle Lovers mencionados es Hakone Yumoto, mejor conocido como el Príncipe Scarlett. Segundo, mi plan es ir a un mundo parecido al que ustedes conocen, con la única diferencia del tiempo, que es justamente donde ustedes fracasaron, y mi intención es desaparecer del mapa al muchacho, pero para que mi plan funcione, necesitamos atrapar a mi molesto hermano.
Los dos villanos nunca hubieran pensado en ello, asintieron ansiosos, sin saber o conocer realmente las verdaderas intenciones de aquel misterioso y maloso ser.
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Fueron transportados directo a la escuela Binan, al parecer era de noche y no había nadie, al menos ningún adolescente al asecho.
—Vamos, mi estúpido hermano esta por aquí, es tan idiota que ni siquiera se va de la escuela —, dijo con molestia mientras caminaba hacia dentro del lugar.
Recorrieron unos cuantos pasillos y escaleras, hasta llegar al club de los Defensores de la tierra. Entraron de una manera sigilosa y vieron al Wómbat rosa durmiendo en los brazos del pobre sensei, claro que cierto cuerpo espín y cierto pez demostraron la razón de haber perdido contra unos simples adolescentes, porque precisamente al entrar, tiraron varias revistas, haciendo un fuerte ruido que despertó al rosa de sus dulces sueños.
—¡¡NO PUEDE SER!! —, grito con sorpresa y los nervios de punta.
—Que torpes —, murmuró con enojo el púrpura y sin darle tiempo al otro de hacer algo siquiera, le disparo con una extraña pistola, que dejo al rosa totalmente congelado —. Par de ineptos, les encargo que lo lleven a la nave y lo dejen en la cámara de congelamiento de tiempo —, ordenó con seriedad.
Los dos asintieron presurosos y muy nerviosos, para después llevarse al rosa como pudieron, hacia donde se los ordenaron.
—Este vejestorio me ayudara a engañar a esos niñatos.
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El festival escolar dio inicio, los chicos estaban usando sus trajes de transformación mientras vendían el delicioso curry que Atsushi preparaba. Claro que, por alguna razón, Yumoto y En no estaban en esos momentos con sus amigos, mientras que el púrpura solo veía a los chicos desde los brazos del pobre sensei.
—Insisto Wómbat, ¿por qué ya no eres rosa? —, preguntó el peli rosa con duda.
—No se puso nervioso, pero si le daba asco tener que hablar como su hermano —. Es que decidí que era tiempo de cambiar mi look.
Los chicos parecían dudar, pero lo dejaron pasar y siguieron con lo suyo, después de todo, nada en ese lugar era normal.
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En miraba sorprendido al pequeño rubio, si se ponía a pensar, esa declaración repentina era muy inesperada y no es que Yumoto le pareciera feo, porque eso quedo muy clarísimo para todos con aquel incidente con los lentes. Es solo que, según él, su corazón le pertenecía a su buen amigo, Atsushi.
—Pequeño, lamento decirte esto, pero yo no puedo corresponderte. Yo amo a Atsushi y así seguirá siendo —, respondió con pena. Por alguna razón, su corazón dolió al ver esa rojiza mirada tan dolida.
Después de escuchar aquello, cerró los ojos. Sentía unas inmensas ganas de llorar, pero se las aguanto. Sonrió como si nada hubiese pasado y negó.
—Yo debo disculparme Yufuin-senpai, fui yo el que lo puso en este penoso predicamento —, dijo con calma.
No espero más y se alejó del lugar, dejando al castaño con un amargo sabor de boca al oírlo decir “Yufuin-senpai” y no su característico “En-chan-senpai”.
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Después de unas horas todo se volvió un completo caos. Los que eran sus enemigos resultaron ser solo víctimas y todos los desastres ocasionados, no eran más que producto de un vil entretenimiento galáctico.
Enfrentaron cosas, como que a Gora lo volvieron un monstruo, o que Atsushi le confesara sus sentimientos a Kinshiro y por alguna razón, En no sintiera dolor alguno, por el contrario, se sentía bien. Claro que tan inmerso estaba en sus recientes sentimientos encontrados, que no se dio cuenta de que de los rayos lanzados por el enemigo se dirigía hacia él.
Cerró los ojos esperando al dolor, pero en su lugar escucho el grito de alguien especial para él y todos los presentes.
Todos los presentes abrieron los ojos con espanto mientras veían al bondadoso y amoroso ser que los unió y mantenía unidos siempre desaparecer, dejando solamente su brazalete y báculo mágico.
—¡¡YUMOTO!! —, gritaron todos mientras veían esa terrible escena con total dolor.
Lágrimas no se hicieron esperar más. Atsushi cayo de sentón mientras Kinshiro lo abrazaba con fuerza. Ryuu era consolado por Io, quien a su vez lloraba con dolor. Arima y Akoya solo apretaron los puños con fuerza. Gora se quedó ido, simplemente no podía creer que su muy querido hermano menor se haya ido para no volver jamás. Y En, él cayo de rodillas y comenzó a golpear con fuerza el suelo, tomo entre sus manos los únicos recuerdos de ese peculiar, pero muy amoroso ser al que si amaba. Tarde se dio cuenta y ahora no podía remediar su error, o al menos eso creía hasta que escucho la voz del olvidado Wómbat.
—Yo sé cómo regresarte a Yumoto-san.
— ¿Cómo? —, preguntó en susurro.
—Viajando a otra dimensión y trayéndolo a esta, no será lo mismo, pero al menos lo tendrás de regreso para ti —, una imperceptible sonrisa maligna surco su rostro.
Todos los presentes no lo pensaron, unieron sus manos a la pata de el púrpura y como si este fuera un virus contagioso, sus trajes cambiaron, hasta tornarse negros con sus respectivos colores elementales.
—Traeremos a nuestro Yumoto con nosotros —, dijo En con seriedad, recibiendo un asentimiento por parte de todos.
El púrpura sonrió complacido, su plan había funcionado como esperaba y ahora ya tenía a esos muchachos bajo su poder.
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Un misterioso muchacho se acercó al congelado Wómbat rosa. Lo miró con superioridad y ensancho su sonrisa al ver el asentimiento de su amigo el púrpura desde aquel monitor.
—Al parecer haz perdido, tu plan amoroso fallo y ahora yo tendré a ambos chicos para mí —, dijo con ira mientras hacía aparecer en la pantalla a un durmiente y vestido de blanco Yumoto.
Continuará