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Proyecto [EMOTIONS] por Mirnest2

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Notas del fanfic:

Algo nuevo para tiempos nuevos; pienso que siempre es bueno renovarse en todos los sentidos, tanto en la vida misma como en los procesos creativos.

Espero disfruten de una lectura liviana y de la exploración de Mirnest hacia nuevos géneros narrativos y literarios.

 

Notas del capitulo:

Mirnest siempre quiere hacer cosas nuevas y hay ideas que las mantengo por mucho tiempo en stand-by esperando al momento adecuado para publicarlas.

'Proyecto [EMOTIONS]' nace de circunstancias en las que mi persona pensó (como tantas otras veces), que a veces es mejor no sentir nada para no sufrir. Solo que, el sentir dolor, alegría o un sinfín de otras emociones y sensaciones, es la respuesta que tenemos para saber que estamos vivos :)

Espero les guste este mini-fic

 

A Pedro Tomás...

-CAPÍTULO I –

 

Azules. Tenía los ojos azules… y eso, no tenía sentido. Aunque, si me ponía a pensar en todo lo que venía sucediendo los últimos días; más bien, años, ya pocas cosas podían considerarse como ‘normales’ o lógicas, o como deseen denominarlas.

Solo que, ese momento en que después de semanas de tenerlo guardado en un clóset, me decidí a endenderlo y ver qué era lo tan ‘especial’ que tenía, sus ojos me cautivaron por completo, no en el sentido romántico sino que me sorprendieron porque lo que sabía de la H.I.R corp., es que sus modelos se caracterizaban por tener ojos en distintas tonalidades de marrón: unos más claros, otros más oscuros pero al fin y al cabo, ojos marrones y la razón de eso se debía a que la compañía quería que sus productos pudiesen simpatizar físicamente con ciertos rasgos de la población.

Excepto este.

Habían cosas que todas las personas sabían a modo de ‘cultura general’ respecto a un cyborg, o robot, o prototipo, como quieran llamarlo. La primera de ellas; es que respondían a las ya clásicas leyes de la robótica: un robot no puede hacerle daño a un ser humano ni permitir que lo sufra, un robot debe obedecer las órdenes que un humano le de excepto si entran en conflicto con la 1era ley y un robot debe protegerse sin que los medios que use entren en conflicto con la 1era o 2da ley. La segunda cosa que todos los humanos sabíamos respecto a los cyborgs, era que si querías encontrar uno que fuese el perfecto prototipo de ‘humano’ dócil, servicial, atento y protector, debías recurrir a la H.I.R corp.; la compañía de tecnología robótica más grande que existía en el mundo, además que su sigla lo decía todo ‘Human Intelligence Robots’. Y por último, si no eras de aquellas personas que estaban a favor de convivir con los robots, tu destino era claro: vive en silencio y nadie sabrá que te opones a vivir con cyborgs, has un poco de ruido, protesta o declárate abiertamente en contra y serás uno más de los ‘desaparecidos’.

Y luego estamos las personas como yo; que nuestros ideales de convivencia normal no considera a los robots en medio de los humanos pero que preferimos guardar silencio para sobrevivir y así poder hacer algo al respecto. Y, con hacer ‘algo’ al respecto, me refiero a erradicar a los robots de nuestra existencia.

Ahora, los robots.

Yo no había nacido aún cuando mis padres y los padres de ellos, tuvieron que aprender a lidiar con estas cosas. La H.I.R corp., lanzó los primeros prototipos hace 110 años atrás y desde ahí, ha sido una seguidilla de modelos que han ido mejorando sus características con el paso de los años. Hasta que la décima generación fue creada y desde entonces, las personas comprendieron (o al menos una parte de ellas) que los humanos y los robots, no eran una mezcla compatible.

Se desató una guerra, una de las más crueles que hubo hasta nuestros días; cientos de personas murieron tratando de erradicar a los robots y otros tantos fueron apresados y llevados a una cárcel en donde eran custodiados por quienes tanto aborrecían; a ellos les llamaron los ‘desaparecidos’.

 

-          ¿Harás algo con él o te quedarás mirándole por otra hora más?

Miré sobre mi hombro, mi amigo KiBum mordía una manzana sentado en el borde del escritorio lleno de papeles. Sus ojos marrones centellaban tras sus lentes redondos y su cabello rubio cubría parte de su frente y rostro cansado.

 

-          ¿Ya te diste cuenta que tiene los ojos azules, cierto?

 

Observé al robot y era cierto; tenía los ojos azules o celestes, más claros que había visto. Me acerqué otro poco y noté que éstos parecían moverse como si me tuvieran inspeccionando. Terrorífico.

 

-          No hoy, lo apagaré, mañana veré qué hago con él… - le dije.

 

-          ¡Oh, por favor! Ya lleva semanas ahí adentro y ahora que al fin, te decidiste a encenderlo, ¿Lo apagarás? ¡Quítate!

 

Él me empujó por el hombro y se puso frente a la ‘cosa’. Le miró buscando el sistema de mandos y le vi alzar su mano para menearla frente a la cara del robot, buscando algún indicio de movimiento o ‘vida’.

 

-          Es extraño, parece que nos mirase pero ¿Por qué no dice nada?

 

-          Quizás está descalibrado…

 

-          No, no… - me interrumpió – Si estuviese descalibrado, no habríamos sufrido toda esa odisea después de que nos hicimos de él…

 

 Bueno, ese detalle de la ‘odisea’ que KiBum mencionó, se debe principalmente a que no nos apoderamos del robot por métodos convencionales. No, no lo compramos y sí, digamos que nos metimos a hurtadillas en la fábrica de la H.I.R y lo tomamos prestado sin devolución.

Está bien, lo robamos.

 

-          No entiendo qué quieres decir…

 

-          Si tuviese alguna falla, ellos nos habrían dejado ir, pero nos persiguieron por cuánto, ¿Ocho días? Míranos… - señaló apuntando a la asquerosa habitación en la que ahora nos escondíamos – Hemos caído en un basural por culpa de esta cosa y tu obsesión….

 

-          Querer recuperar a mi familia no es una obsesión

-          ¿Y robar robots qué es…?

 

-          Buscar un aliado para mostrarle al mundo que son un peligro para nosotros… - dije al unísono con KiBum que hacía sus morisquetas cada vez que fingía hablar como yo. Pendejo.

 

-          Primero son monstruos y ahora, ¿aliados? No te entiendo…

 

-          No tienes que hacerlo – intervine – hazte a un lado

 

-          ¿Qué vas a hacer?

 

-          Ver qué tanta maravilla es esta cosa – añadí – Si casi nos matan por haberlo robado, algo extraordinario debe de tener, ¿No crees?

 

-          Sí, tienes razón. Anda, dile algo…

 

-          Algo como ¿Qué?

 

-          Pues, ¡No sé! ‘Hola robot’ por ejemplo…

 

Carraspeé nervioso. No me culpen porque lo estaba pero, eso de sus ojos de color mirándome tan, intensamente, me ponía de los nervios y me hacían tener cientos de preguntas que solo esta cosa (si es que funcionaba bien) podía responderme.

Le di una última mirada a KiBum y me armé de valor para enfrentarme por primera vez en toda mi vida a un robot, después de estar rehuyendo de ellos tanto tiempo.

 

-          Robot, atento…

 

En el instante, engranajes sonaron bajo la presión de cerrojos de aire comprimido que fueron liberando. Di un par de pasos atrás, sintiendo las manos de KiBum en uno de mis brazos, escondido tras mi cuerpo. El traje metalizado que usaba el robot cedió, y las piezas fueron desapareciendo a medida que se desplegaban y se contraían para desaparecer tras la espalda. Avanzó un paso para salir del clóset en que lo había mantenido oculto y nosotros retrocedimos otros tantos pasos lejos de él, para arrancar si queríamos seguir con vida pues no sabíamos a lo que nos enfrentábamos.

Los ojos del prototipo se cerraron, echó la cabeza atrás y todo su ‘cuerpo’ se iluminó en luces del tono de sus ojos como si fueran sus venas. Yo a esas alturas, estaba completamente ido sin poder creer lo que estaba viendo. Y, entonces, incorporó su cabeza y abrió los ojos otra vez solo que ahora, sí que nos estaba viendo.

Nosotros de pie frente a él y él… desnudo.

 

-          Oh-por-Dios… - gimió mi amigo soltándose de mí para atreverse a quedar a mi lado – Es… enorme

 

Le miré de reojo y comprendí que es lo que estaba mirando y a lo que se refería con ese ‘enorme’. Obviando que tenía unos músculos de fibra sintética bien hechos, un cuerpo atlético que se movía con la imitación de la respiración, tenía que darle créditos al grupo de científicos que había trabajado en su aparato reproductor: era sin duda, enorme.

 

-          ¿Es idea mía o, los otros droides no tienen un pene tan impresionante como este? – me preguntó KiBum.

 

-          Nop, no lo tienen – admití sin vergüenza – Me pregunto por qué éste sí lo tiene…

 

-          Para simpatizar con las características humanas de mis creadores

 

-          ¡Jodida mierda! – chilló KiBum dejándome sordo - ¡Y tiene una voz súper mega sensual! Juro que me dio un orgasmo…

 

-          Ya cállate, ¿Quieres? – refunfuñé.

 

Ya mi amigo se puso todo idiota, ¿Ven lo que un buen trozo de pene artificial le hace a un gay pasivo como KiBum? Idiota.

 

-          Hey, robot, ¿Cómo te llamas? – él me miró, giró su cabeza como lo hacen los cachorros y frunció el ceño confundido – Qué modelo eres pedazo de metal…

 

-          Soy el primero en mi generación, modelo MTH-501099

 

-          ¿99? ¿Qué significa eso? – preguntó KiBum.

 

-          Que no está terminado – respondí acercándome al robot – Dinos tus características; software, hardware, sistema operativo…

 

Él no respondió. ¿Qué mierda era esto? Lo que conocía de los robots, eran que ellos debían saber qué tipo de prototipo eran, sus sistemas operativos y ese tipo de información que era útil si se estropeaban o para saber cómo funcionaban y qué debías esperar de ellos.

 

-          ¿Quién te diseñó?

 

-          Mi padre

-          ¿Su… padre?

 

Ya no entiendo nada.

 

-          El nombre de tu creador, ¿Cuál es? – insistí pero él volvió a fruncir el ceño y no respondió nada.

 

-          Busca si tiene algún código en alguna parte – dijo KiBum – podemos ingresarlo al sistema y ver quién trabajó en él.

 

Lo rodeé, ignorando los buenos brazos, espalda y ¡Vaya! El culo respingón que tenía, mirando en detalle alguna marca o serial numérica que pudiésemos rastrear para saber a lo que nos enfrentábamos. Pero nada, no las tenía.

Miré a KiBum y negué con la cabeza.

 

-          Robot, dices que eres el primero en tu generación, ¿Sabes qué diseño operacional estaban instalando tus creadores en ti?

 

De nuevo, no dijo nada.

 

-          No lo sabe… - puntualizó mi amigo - Robot, ¿Dónde está tu creador?

 

Silencio.

 

-          Robot – insistió KiBum - ¿Dónde está tu padre?

 

-          Mi padre… - susurró bajando la mirada – Extraño a mi padre

 

No sé qué sucedió pero cuando escondió su rostro, sus manos fueron rápidas en cubrirse y él retrocedió torpe hasta casi chocar con la pared.

 

-          ¿Qué? ¡¿Qué sucede?!

 

-          E-estoy, estoy desnudo… - exclamó mirando en todas partes por algo con que cubrirse. Corrió a la cama y tomó el edredón, tapándose - ¡Estaba desnudo!

 

Que. Mierda. Está. Pasando.

 

-          Oye, algo no está bien… - dijo KiBum, asustado al igual que yo lo estaba – Esta cosa, no es un robot cualquiera; ¡Se tapó! ¿Lo puedes creer? ¡Él se dio cuenta que estaba desnudo y se cubrió!

 

-          Robot… - él me miró – tú, ¿Por qué te cubriste?

 

-          Porque estaba desnudo, no es correcto estar sin ropa frente a otras personas…

 

-          ¿Quién te enseñó eso? – pregunté - ¿Fue tu… padre?

 

Él solo asintió. Se veía ridículo; traten de imaginarlo: era como ver a un hombre en tamaño y complexión pero verle ahí, sentado al borde de la cama, cubierto con el edredón y asintiendo mientras tapaba su cara, era sin duda algo interesante.

 

-          ¿Estás, avergonzado? – pregunté, él me vio.

 

-          Y-yo, yo no sé lo que es eso…

 

-          Cuando algo te da pena, ya sabes, te hace sentir tímido…

 

-          Tímido, sí, he sentido eso antes – le respondió a KiBum – Es como cuando te vi – añadió mirándome – Cuando me encendiste y me quedaste mirando sin decir nada; me sentí tímido…

 

-          Aguarda un poco, ¿Sientes…? Digo, dijiste que te ‘sentiste’ tímido – advertí haciendo oídos sordos a una explicación que para mí careció de sentido.

 

-          Oye, el robot dijo que se sintió tímido cuando te vio y tú ¿solo le preguntas si siente? ¡Hay que probar si es cierto!

 

-          ¿Qué quieres decir? – pregunté totalmente ido del punto que KiBum quería probar.

 

-          Duh, tonto, probar si este droide puede sentir…

 

-          ¿Y cómo lo harás?

 

-          Fácil…

 

-          ¡AY!

 

¡Gritó! El robot, gritó cuando KiBum en un movimiento inesperado le piñizcó el brazo por bajo el hombro. De inmediato se cubrió y sus ojos se pusieron llorosos; si es que el robot sentía, bueno, estaba más que claro que lo hacía.

 

-          ¡¿Por qué lo has hecho?! ¿A-acaso, he sido malo?

 

Este no es un robot con forma de un hombre adulto. Este, era un niño de tres años en el cuerpo de un robot con forma de un hombre adulto. ¿Pueden creer que estaba lagrimeando porque KiBum le había piñizcado?

 

-          Sí, el robot siente… - afirmó KiBum.

 

-          E-eso, dolió – dijo en un puchero casi adorable – ¿Me quedará una marca?

 

Yo le miré y solo reí. De alguna forma, verle tan indefenso ante dos personas que lo estaban tratando casi como una rata de laboratorio, me hizo sentir un poco culpable. Me senté a su lado, quité la mano con la que se cubría el brazo y le revisé. Le toqué sutilmente, la zona del piñizco estaba un poco afiebrada y el resto del brazo, tibio, casi como la temperatura corporal de un humano normal.

 

-          Estás, tibio… - susurré; su piel palpitaba bajo la yema de mis dedos, suave y estando tan cerca, percibí un aroma peculiar – y, hueles…

 

Me acerqué otro poco, cerca de su torso a medio cubrir, le miré y cerré mis ojos para oler su piel y la boca se me secó. Tragué duro y lo miré; yo sabía que estaba avergonzado por lo que había hecho pero él, sus ojos abiertos de par en par y sus mejillas sonrojadas; eso no era algo que un robot normal haría.

¿Por qué él era tan diferente?

 

-          Estoy sucio, me has tenido mucho tiempo en ese clóset, yo… - murmuró quizás refiriéndose a ese ‘olor’ que sentí de él – No me gusta la oscuridad

 

-          ¿Le temes a la oscuridad? – preguntó KiBum, el robot asintió – Vaya, te lo dije, este droide no es uno cualquiera…

-          ¿Qué es un droide?

 

-          Tú… - le dijo – tú eres un droide, un robot, un ciborg; nosotros humanos, tú, droide…

 

-          Yo no soy un droide – le corrigió mirándole evidentemente molesto y luego se volteó hacia mí.

 

Y ahora era yo quien se quedó, literalmente, sin palabras. Pero, por favor, pónganse en mi lugar; un robot como él, sea la cosa que sea, haciendo ese tipo de declaraciones mientras me miraba tan, tan intensamente y de una forma en que me hizo sentir pequeño y débil, ¿Cómo se supone que responda a eso? ¡No podía!

Al menos, no si todavía tenía su olor a hombre golpeándome duro en las fosas nasales y en mi entrepierna.

Me paré de la cama y rasqué la parte de atrás de mi cuello. Miré a KiBum y luego al droide.

 

-          Lo apagaremos y volverá al clóset, no lo volveremos a encender a menos que tengamos más información sobre él; esta cosa… me está poniendo los pelos de punta…

 

-          ¿Solo los pelos…? – ese es KiBum siento absurdo.

 

-          Hablo en serio…

 

-          Como sea… - dijo levantando las manos a modo de rendición – Será como tú quieras, el robot volverá al clóset, apagado, sin ojos celestes ni pene de dios griego…

 

-          ¿Q-qué, qué harán conmigo?

 

-          Robot… - interrumpí – Apágate

 

-          No

 

 Esperen, dijo, ¿No?

 

-          Es una orden, debes obedecerla; robot, apágate – insistí.

 

-          No puedo

 

-          ¿Cómo que no puedes?

 

-          Mi padre dijo; si te encienden, no podrán volver a apagarte a menos que tú lo desees…

-          ¿Qué se supone que significa eso? – habló KiBum.

 

-          Que no puedes ordenarme que me apague…

 

-          … tú, ¿No quieres estar apagado, cierto? – añadí, el negó con la cabeza - ¿Por qué no?

 

-          Y-yo, no quiero estar allá – apuntó con la cabeza – dentro del clóset, es…

 

-          …oscuro, lo sé, le temes a la oscuridad… o eso pareciera ser

 

-          ¿Por qué eres tan incrédulo?

 

Miré a KiBum luego de su acotación; algo en él, parecía estar recriminándome quién sabe qué o por qué. Él se me acercó, me tomó del antebrazo y me guio al otro lado de la habitación.

 

-          ¿Me dejarán solo? – habló el robot – por favor, no me dejen solo…

 

-          Tú, droide con gran pene y mente de niño de kindergarten, aguarda aquí, los humanos necesitamos hablar en privado. Vamos…

 

Caminamos fuera del cuarto hasta la pequeña sala/baño/cocina. Me solté del agarre de KiBum y le miré sin entender el porqué de pronto tomó esa actitud de abeja reina que tanto me molestaba cada vez que la sacaba a relucir como buena pasiva que era.

 

-          ¿Qué?

 

-          Escucha, algo aquí no anda bien con ese… esa cosa allá adentro y creo que te diste cuenta de lo que se trata

 

-          El robot es un idiota, de seguro tiene una falla en el sistema principal, algo sobre sus funciones no marcha bien

 

-          No, no es eso

 

-          ¿A qué te refieres?

 

-          O sea, ¡Hola! ¿Te diste cuenta que tiene un pene?

 

-          ¿En verdad eso es lo único que pudiste notar KiBum? – le recriminé ya hastiado de sus superficialidades.

 

-          Yo sí vi más allá de su pene querido amigo cascarrabias – dijo defendiéndose – Primero, tiene los ojos azules; quizás es una característica de su generación pero eso no lo sabremos hasta que salgan otros modelos. Segundo, lo piñizqué y le dolió, sollozó del dolor como un niño berrinchudo. Tercero, sintió vergüenza de estar desnudo y timidez cerca de ti, ¿Eso no te dice nada?

 

-          Uhm… ¿Qué la H.I.R está sacando robots defectuosos?

 

-          No idiota, que la H.I.R está acertando en su objetivo como compañía…

 

-          ¿Cómo eso…?

 

-          H.I.R corp., ‘Robots de Inteligencia Humana’ – me tradujo – Ese ha sido siempre el objetivo de la compañía, diseñar ciborgs que se parezcan cada vez más a los humanos para tener una convivencia armónica con nosotros… ahora, esa cosa allá adentro, está al borde de ser el prototipo perfecto si no fuera por el 99% de avance que tiene…

 

-          No, no comprendo…

 

-          Que lo robamos a tiempo; si ellos hubieran logrado un 100% en él, no dudo que en el plazo de una semana luego de que lo robamos, la Industria estaría llena de cosas como él, y Seúl Independiente y luego los demás países de la unión asiática y finalmente, el resto del mundo…

 

KiBum, él, tenía razón. Por un momento olvidé el por qué estábamos tan metidos en esto de hacernos de un robot para modificarlo con nuestros ideales separatistas y así enseñarles al mundo que convivir con droides no era algo seguro para los seres humanos. Yo era frío, más calculador e impulsivo pero KiBum, con su raro instinto maternal, veía cosas que yo ignoraba; cosas que no eran obvias de notar.

Este robot, sin duda a primera vista, era más humano que cualquiera que yo había visto; su complexión corporal, la imitación del respirar que tenía, la textura de su piel, el calor de su cuerpo, su, ya saben, cosa entre las piernas y luego eso de ‘sentir’ temor a la oscuridad, vergüenza y timidez; no eran cosas que un robot cualquiera pudiese hacer.

 

-          Entonces, ¿Qué es lo mejor por hacer?

 

-          Definitivamente nos quedaremos con él

 

-          ¡Pero no sabemos nada de él! no tenemos un registro de diseño, ni siquiera su sistema operativo como para ingresarlo a la base de datos…

 

-          Pero lo tenemos a él…

 

-          ¡Es un jodido niño de tres años KiBum!

 

-          Es un niño, que podemos moldear como queramos… - me dijo sonriendo y entonces, comprendí lo que quería decir – Si ese robot es lo que creo que es, cosa que no te diré hasta que pruebe mi punto, podemos enseñarle lo que queramos, él puede aprender de nosotros, le daremos nuestros ideales, nuestros propósitos y, cuando esté listo, podrá ayudarnos a convencer a quienes apoyan la causa de la H.I.R, que los robots no pueden convivir con nosotros y cuando lo entiendan…

 

-          ...liberarán a los separatistas

 

-          Y tú, mi amigo, recuperarás a tu familia

 

Mi familia de regreso. Sí, eso era lo que quería, la motivación que me impulsó a hacerme pasar como un independiente y a estar de acuerdo con la vida mezclada entre droides. Yo quería a mis padres y a mi hermano de regreso, los quería en libertad y fuera de esa prisión, los necesitaba para sentir que toda esta guerra tenía un final que podía ser feliz.

Sentí las manos de KiBum en mis hombros, le miré y me abrazó; él sabía lo mucho que lamentaba que mis padres fuesen tomados prisioneros por estar en contra de la revolución tecnológica. Pero al menos, yo tenía suerte, los padres de KiBum había muerto traicionados por su cobarde novio que prefirió negar sus ideales y romperle el corazón a mi amigo, para mantenerse con vida.

Puto cobarde.

 

-          ¿Crees, que podremos enseñarle lo que necesita para que sea un aliado nuestro?

 

-          ¿Al robot? – me dijo, yo asentí – Tú dijiste que era un niño de tres años, podemos enseñarle lo que queramos y, quien sabe, quizás cuando tenga la mentalidad de un hombre, aprenda a usar esa cosa que le pusieron bajo el ombligo…

 

Yo reí.

 

-          ¿Tú crees que…? – añadió – Ya sabes, se le pare ¿y eso…?

 

-          ¡Kim KiBum! No puedo creer que dijiste eso…

 

Pasé a su lado mientras se reía y entramos en la habitación, el robot que estaba sentado al borde de la cama se puso de pie y nos vio con culpa.

 

-          Entonces, ¿Me apagarán? – nos preguntó.

KiBum y yo nos miramos.

 

-          No – respondí tomando la palabra, viendo en él un atisbo de sonrisa – Pero hay ciertas condiciones que deberás cumplir si no quieres que te apague a la fuerza y meta dentro de ese clóset que tanto odias; primero: harás lo que te pida, todo lo que te pida sin cuestionarme. Segundo; deberás obedecerme y tercero, tú no existes…

 

-          No comprendo…

 

-          Tu existencia aquí, viviendo con nosotros, debe pasar desapercibida; no saldrás, no harás ruido ni nada que pueda anunciar al resto que estás aquí, ¿Entiendes?

 

-          Entiendo, y-yo, puedo hacer todo eso, excepto…

 

-          ¿Excepto, qué…?

 

-          Excepto las cosas que entren en conflicto con los ideales que me enseñó mi padre…

 

-          ¿Ideales…?

 

-          Como matar a un humano o hacerle daño, por ejemplo…

 

-          Leyes de la robótica, así se llaman, no ideales; un robot como tú no los tiene – le corregí, el frunció el ceño confundido y solo asintió obediente como debía de ser – entonces, ¿Estamos todos claros?

 

-          Yo sí – dijo KiBum.

 

-          Y yo también… - añadió el robot.

 

-          Ahora… permanece por allá – dije apuntando un rincón – no te muevas ni hagas ruido, KiBum y yo debemos trabajar…

 

Le vimos caminar hacia donde le había indicado, casi a tropezones con el exceso de edredón y entonces se paró, se giró lentamente, se abrazó y permaneció silente en el rincón; como niño castigado. Dirán que soy malo pero, ¿No encuentran divertido ver a semejante ‘hombre-robot’ actuando como un infante? Lo disfruté hasta que recordé que tenía cosas por hacer; robots que rastrear, páginas webs que hackear; ya saben, trabajo.

El tiempo cuando estaba frente a los computadores, con KiBum haciendo llamadas, trabajando conmigo y trayendo comida cuando yo olvidaba los horarios para llenar mi estómago, pasaba volando. Sentí que recién me había sentado tras el escritorio cuando en verdad, habían pasado cerca de cinco horas.

 

-          Oye, ¿Estará cansado…?

 

-          Sí, algo, creo que me iré a la cama – dije bostezando y estirando mis músculos.

 

-          No hablo de ti – señaló KiBum – sino de él…

 

Aparté la vista de la pantalla de la laptop y miré al rincón en donde el robot seguía de pie, algo más encorvado, y al parecer, ¿temblando? Miré por la ventana y vi que afuera nevaba, esta asquerosa habitación de motel que pagábamos apenas si tenía una conexión decente al internet, luz y agua, así que pedir por calefacción para el presupuesto que teníamos, era un lujo que no nos podíamos dar.

Vi la hora en mi reloj de pulsera; eran las 02:47 de la mañana y el robot seguía ahí: mudo y de pie. Me incorporé y caminé hasta él, alzó el rostro y vi sus ojos rojos e hinchados, y feas ojeras bajo éstos.

 

-          Uh, con KiBum nos iremos a dormir, si quieres, puedes usar el sofá – Esperen, ¿Esta cosa siquiera duerme? Que yo sepa, los robots pasan por un estado de ‘hibernación’ cuando los humanos duermen en la noche pero, ya con eso de que ‘no se pagaba si no lo deseaba por sí mismo’ ¿Qué se supone que haría mientras nosotros descansásemos? - ¿Necesitas algo…?

 

-          A-aquí – habló apenas, en un hilo de voz débil y cansado – du-duele aquí

 

Seguí el movimiento de su mano hasta que se escondió entre el edredón que le cubría, lo desplacé un poco y noté que apuntaba su abdomen, ¿Acaso…?

 

-          Hey, KiBum, ven un poco…

 

-          ¿Qué pasa?

 

-          El robot dice que le duele, ahí – apunté - ¿Tendrá alguna falla?

 

-          Traeré el escáner, aguarda un poco…

 

¿Ya mencioné que KiBum era todo un nerd? Bueno, si no lo hice, ahora lo hago. Entre todas las cosas que mi fiel amigo-madre hacía para mantenernos a salvo y con algo para comer, era que también era un geek en lo que a artefactos extraños se refería. Él les decía ‘reliquias’ yo prefería llamarlas basura pero, admiraba ese sentido de la utilidad que KiBum tenía para encontrar cosas viejas, refaccionarlas y poder usarlas cuando lo necesitábamos. Lo bueno es que sí, siempre terminábamos usándolas tarde o temprano. Lo malo, es que andábamos para todos lados con una jodida montaña de mierda que simplemente, no tenía una fecha de uso aproximada pero que tampoco podíamos desechar porque KiBum y su sentimiento de ‘corazón de madre’ que valía una mierda en cuanto a desplazarse rápido o huir se trataba. Pero esa es historia para otra ocasión.

Ahora, de regreso con el droide enfermo.

 

-          Dime, ¿Cómo fue que tenemos un escáner? – pregunté cuando KiBum volvió con una extraña pistola conectada a la laptop.

 

-          Originalmente se usaban para rastrear un código de barras asociado a un producto; mi tátara tátara abuelo, trabajaba arreglando máquinas registradoras de tiendas de abarrotes…

 

-          ¿Cómo es que tú tienes este artilugio?

 

-          Él le heredó todo a mi tátara abuelo, y él a mi bisabuelo, y él a mi abuelo y mi padre me lo enseñó; yo se lo robé, le cambié alguna que otra cosa y ahora, podemos tener una imagen interna de cualquier cosa que queramos…

 

-          Entonces, ¿Es como un láser?

 

-          Mejor, como una máquina de rayos ‘x’

 

-          ¿Y eso, es…?

 

-          Una larga historia, ahora, ¿Revisamos al droide?

 

-          No soy un droide…

 

De pronto había olvidado que nuestro bebé robot seguía aquí; ¿Es mi impresión, o lo de no ‘hacer ruido’ se lo estaba tomando muy en serio?

 

-          L-o, lo siento es que, en verdad me duele mucho… - dijo apenado.

 

-          Deberás quitarte el edredón, no puedo escanearte si tienes eso puesto

 

El robot me miró.

 

-          No, no tienes que desnudarte – intervine – KiBum solo bromeaba

 

-          Al menos lo intenté – rio él – ahora, déjame escanearte

 

-          N-no, yo…

 

Él se apartó y se arropó más, alejándose de KiBum mientras me… aguarden, ¿Por qué se esconde detrás de mí? Lo miré por sobre el hombro, él pareció no notar lo incómodo que me ponía su actitud tan infantil.

 

-          ¿Qué haces? – le pregunté tratando de quitármelo de encima.

 

-          Es… él, es, raro – me susurró sin mucho éxito porque pude ver la mueca de desagrado de KiBum.

 

-          Yo no soy raro…

 

-          Me miras raro – insistió el droide.

 

-          Raro, ¿Cómo? – le pregunté.

 

-          No sé, me… intimida

 

-          ¡¿Yo te intimido?! ¡Por favor, mírate, eres enorme! ¡Más grande que yo incluso! Aquí tú deberías intimidarme a mí pero solo lo hace tu pene así que, no sé por qué dices eso… deja de comportarte como un bebé y ven para escanearte

 

-          No

 

-          ¿Disculpa? – insistió mi amigo mientras yo me quedaba como un mero espectador – te dije que vinieras…

 

-          No quiero

 

-          ¡Es una orden!

 

-          No iré…

 

-          Robot, ¡Ven!

 

-          No… no iré, no dejaré que me toques humano pervertido

 

Y ahí, el rostro de asombro de KiBum se mezcló con enfado y yo supe que debía intervenir si no quería quedar con un puñado de tuercas en la mano en vez de un robot de última generación.

 

-          ¡Ya vas a ver…!

 

-          ¡Está bien, está bien niños, no peleen! – intervine antes de que fuera demasiado tarde – Señora… - dije mirando a KiBum – contrólate, tú mismo has dicho que el robot es como un niño así que no pierdas la cordura. Y tú, pedazo de metal, prometiste que nos obedecerías…

 

-          No a él – añadió – solo a ti…

 

-          ¿Cómo…?

 

-          Prometí obedecer, solo a ti, no a él…

 

-          No comprendo…

 

-          Mi lealtad está con quien inicie mi sistema, no puedo recibir órdenes de nadie más sino las tuyas; cuando me encendiste, creaste un lazo conmigo que es irrompible

 

-          Hey, espera, detente ahí – habló KiBum - ¿Dices que solo por haber sido encendido por una persona, tu lealtad es solo hacia ‘esa’ persona y nadie más?

 

-          Sí, exacto…

 

-          ¿Qué hay de mí?

 

-          No significas nada para mí…

 

-          ¡Ahora sí que te las verás conmigo!

 

-          ¡Ya, KiBum, para! - ¡Santos engranajes ayúdenme! – déjame ver si entendí bien; solo porque te encendí, ¿ahora somos como ‘mejores amigos’?

 

-          Un lazo, irrompible, único, eterno… - dijo el droide – todo mi yo, mi existencia, no será justificada si no está ligada a la tuya

 

-          ¿Ah…?

 

-          Si tú vives, yo viviré por ti y contigo – me dijo mientras sus ojos parecían generar olas en tonos calipso que me fueron hipnotizando lentamente – Sentiré todo lo que tú sientas, aprenderé todo lo que me enseñes, haré por ti lo que me pidas y si mueres… mi existencia no tendrá sentido y entonces…

 

-          …entonces, ¿Qué? – preguntó KiBum - ¿Te apagarás?

 

-          Me autodestruiré…

 

-          ¿Cómo…?

 

-          Que si tú mueres – reiteró ante mí confusión – Yo también moriré…

 

Ahora, esta era LA prueba que necesitaba para convencerme de que este robot era sin duda alguna, el único en su clase y al mismo tiempo, el más grande error de diseño que la H.I.R pudo cometer; ¿Qué empresa, en su sano juicio y con un prestigio que mantener en el mercado, iba a crear robots con ‘lazos’ de utilidad que se ligaban a la vida de su dueño o en mi caso, persona que los pusiese en funcionamiento? Era estúpido pensarlo, de ser así, sería muy fácil deshacerse de ellos. Era desperdiciar dinero y tiempo en crearlos.

Heme aquí entonces, con KiBum odiándome porque no iba a poder ejercer su poder de líder de la manada con el pedazo de metal y este robot, mirándome con cara de ‘adóptame’ escrito en la frente. Pero obviando todo eso, ¿Por qué sentía una horrible presión en el pecho? Me dolía, ahí dentro, muy profundo, tanto, que casi me costaba respirar. A tientas me senté, el robot hizo lo mismo, tomándome la mano e insistiendo en hacerlo cuando yo la aparté.

 

-          Estoy casi casado con un robot… - musité el shock – estoy casi casado con un robot – repetí.

 

No sé qué cara tenía, pero el robot desistió de querer ‘consolarme’ o ser empático con mi ataque de ansiedad inminente.

 

-          Tú… no me quieres – susurró apartándose hacia la otra esquina de la cama; yo le miré – No es necesario que lo digas, tu cuerpo está generando energía que puedo interpretar como un rechazo…

 

-          Oye, es que… espera – añadí cuando se incorporó y dejó a un lado el edredón para quedar gloriosa y artificialmente desnudo y caminar - ¿A dónde vas? ¡Hey!

 

-          Al clóset – dijo sin voltearse.

 

-          ¿Por qué?

 

-          Porque no deseas utilizarme y sé que estoy siendo una carga para ti…

 

-          ¿Y qué se supone harás en el clóset? ¡Le temes a la oscuridad! ¡Estabas llorando para que no te metiera de regreso hace un rato!

 

-          Puedo soportarlo – me respondió testarudo – Estuve semanas dentro, otras pocas no es nada…

 

Y entonces se volteó y ¡Pam! Cuerpo atlético-escultural-perfecto-de Adonis (más pene incluido) apareció frente a mis ojos y, no me culpen, no es como que sea algo insignificativo como para no notar que está ahí… y no entretener a la vista tan solo dándole una ojeada.

 

-          Podrías, uhm… - carraspeé – ¿Cubrirte con algo? KiBum, trae ropa…

 

-          Por mí lo dejaría así tan cual está ahora mismo

 

-          ¡Trae-ropa-KiBum! – le ordené.

 

-          Aguafiestas…

 

-          Robot…

 

-          MinHo

 

-          ¿Eh…?

 

-          No me digas robot, me llamo MinHo

 

-          ¿Tienes nombre? – pregunté.

 

-          Lo tengo

 

-          ¿Por qué no me lo dijiste antes?

 

-          Porque no me lo habías preguntado y tampoco te importaba saberlo…

 

Esperen, ¿El robot que me debe obediencia, me estaba retando? ¿Y se suponía que tenía la mente de un niño de tres años?

 

-          ¿Desde cuándo te volviste tan… expresivo?

 

-          No entiendo

 

-          ¿Te das cuenta que hace un rato eras todo tímido y ahora, estás discutiendo conmigo, mientras estás desnudo?

 

-          ¿Lo hago?

 

-          Si – afirmé – Estás desnudo, y discutiendo conmigo… y estás desnudo, sin ropa, de hecho sin, nada - ¿Es mi impresión o hace calor?

-          ¿Esto es, discutir?

 

-          Lo es…

 

-          ¡Estoy discutiendo! – gritó de pronto, sonriendo y ¡Wou! Sí que tenía una linda sonrisa y… ¡Ya no te desvíes del tema! - ¡Estoy discutiendo! – decía moviendo los brazos y luego… - me siento diferente

 

-          Diferente, ¿Cómo?

 

-          Así como más, liviano, no lo sé, con un hormigueo agradable…

 

-          Eso… - intervino KiBum interponiéndose entre nosotros para entregarle al robot una polera y un viejo pantalón de chándal que pertenecían al ex novio de mi amigo y que no creí que fuera útil los mantuviese guardados hasta ahora - …se llama estar feliz; felicidad, alegría

 

-          ¿Alegría?

 

-          Si guapo, ahora ponte eso…

 

-          ¿Estoy feliz?

 

-          Por alguna extraña razón, pareces estarlo – añadí.

 

-          Creo que está feliz por descubrir lo que era discutir – dijo KiBum a mi lado; mientras ambos veíamos el bello arte del cuerpo del robot, alias MinHo, moverse gloriosamente al momento de vestirse – y pienso que es una de las tantas emociones que no conocía; la felicidad

 

-          Estoy feliz – repitió ya con su ropa puesta y luciéndose con atractivos hoyuelos a cada lado de sus mejillas – Estoy, muy feliz – susurró y en ese momento noté que estaba frente a mí, mirándome con sus ojos celestes que algo raro causaban en mí porque me era imposible dejar de verlos – Así como cuando te vi luego de que me encendiste, solo que en ese entonces, no sabía lo que era esa sensación…

 

-          ¿Q-qué, p-por, por qué?

 

-          Te escaneé…

 

-          Tú, hiciste ¿Qué?

 

-          Es instintivo escanear a quien te enciende; ver qué tipo de persona eres, las cosas que me puedes enseñar, lo que podemos hacer juntos y supe, que eras el indicado para mí…

 

Esto se está poniendo turbio y en verdad, no sé si quiero seguir escuchando lo que tiene por decir.

-          Y, uhm, ¿Cómo sabes eso? – preguntó por mí KiBum mientras yo trataba de respirar y recordar cómo se hablaba.

 

-          Porque mi padre me lo dijo – respondió sin dejar de mirarme – Ahora todo tiene sentido para mí…

 

-          ¿Q-qué, qué es lo que tiene sentido…? – logré preguntar.

 

-          Que mi padre me creó solo para ti…

 

Azules. Tenía los ojos azules y eso fue lo último que vi antes de todo el cuarto diera vueltas y luego se volviera oscuro. Sé que me desmayé porque KiBum me lo confirmó al otro día y el chichón en la parte trasera de mi cabeza también.

Por el momento, sé unas cuantas cosas que antes desconocía, además de tener una lista interminable de preguntas que necesitaba responderme antes de perder la cabeza en el proceso.

  1. Antes de robar un robot, averigua todo lo que puedas de él porque puede ser algo que no estés esperando que sea.
  2. ¡Haz caso a las advertencias! Si te robas un robot y te persiguen por tanto tiempo, además de los cientos de recompensas que habían por su recuperación es porque es un modelo extraño y ciertamente, no deseas apoderarte de él.
  3. Si ese robot resulta ser un modelo demasiado humano con fallas sensoriales que le impiden familiarizarse con emociones humanas; ¡Devuélvelo!
  4. Si ese robot tiene un cuerpo de ensueño y a ratos te hace dudar que efectivamente sea artificial; con mayor razón ¡devuélvelo! Y confórmate con masturbarte evocándolo en tus pensamientos nocturnos.
  5. Si el robot tiene ojos de azul-celeste profundos, voz masculina, olor a hombre, sonrisa roba corazones y además hoyuelos, ya sabes que hacer, ¡Devuelve el jodido maniquí metálico!
  6. Y si además el robot hace declaraciones del tipo ‘Fui creado solo para ti’, ‘Nosotros tenemos un lazo irrompible y eterno’ y ese tipo de cosas que te remueven leve pero peligrosamente cierta fibra sensible que mantenías oculta porque las malas experiencias del pasado te dijeron que así lo hicieras, entonces, desmáyate, porque de seguro querrás quedártelo solo para oírle decir que están hecho el uno para el otro pero al mismo tiempo tendrás ganas de devolverlo porque sin duda alguna, robarlo desde un principio, fue el mayor error que pudiste cometer en tu vida.

 

Ahora con mi bolsa de hielo tras la cabeza (sujetada por MinHo)  a causa de mi chichón post desmayo mientras estoy recostado en la cama, ya no tengo idea qué es lo que haré con él. ¿Es un robot?; sí. ¿Parece tener cierto apego del tipo cordero lechón con su madre conmigo?; también. ¿Da buenos masajes?; sin duda. ¿Tiene un cuerpo tibio y huele bien?; joder sí a ambas dos. Y, ¿Quiero devolverlo…?

Esa, era una pregunta que solo el tiempo se iba a encargar de responder.

 

Notas finales:

Para quienes respondieron la pequeña encuenta de mi página, he ahí la respuesta; el robot era MinHo ;)

Nos vemos el próximo capítulo

~Mirnest~


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