Sorpresa de cumpleaños.
20 de diciembre era su cumpleaños y la rutina ya estaba bien establecida y planificada.
A las 6:30 de la mañana, Akashi Seijuuro se despierta, le gusta ver el amanecer en su cumpleaños, y así lo hace, después de ver desde el balcón de su habitación como sale el sol por el horizonte se dirige al baño, sin prisas lava su cuerpo, disfruta un poco de la sensación de limpieza que le ofrece el agua tibia al deslizarse por su piel. Media hora más tarde sale del cuarto de baño y con parsimonia elige su ropa, una camiseta roja de manga larga con un suéter gris y pantalones negros de vestir ajustados, después de peinarse sus rojos cabellos y de darse un último vistazo en el espejo salió de su habitación.
En el comedor se encontró con su padre tomando el desayuno, y no se sorprendió de ver que las cocineras habían preparado su desayuno favorito para él.
-Buenos días padre – saludo Seijuuro para poder tomar asiento en la mesa.
-Hijo, buenos días – Masaomi se levantó de la mesa – Feliz cumpleaños.
Su padre le dio un fuerte abrazo, a pesar de todo el hombre nunca olvidaba su cumpleaños, siempre tenía un regalo listo, y una cena reservada.
El hombre le dio una caja pulcramente arreglada con papel de regalo rojo con un hermoso moño dorado. Al abrirla Seijuuro se encontró con un precioso y carísimo Rolex de lujo, su padre se había lucido este año.
-Muchas gracias padre
-De nada Seijuuro, por cierto – el hombre pareció dudar un poco acerca de lo que iba a decir pero tenía que hacerlo – hay algo importante que decirte.
-¿De qué se trata?
-Bueno esta noche tengo una importante cena con uno de mis más grandes socios, así que no podré cenar contigo hoy, ¿Te parece posponerlo para mañana?
Seijuuro sonrió, sabía lo difícil que era para su padre encontrar un tiempo libre en épocas navideñas, aun así cada año por 17 años había encontrado la forma de estar ahí para su cumpleaños, pero entendía que las cosas cambiaban y ahora la demanda era mayor, su padre disponía de menos tiempo y eso era solo porque buscaba darle el mejor futuro posible.
-Está bien, papá – el pelirrojo le sonrió – Mañana estará perfecto.
Masaomi le agradeció por eso y después de darle otro efusivo abrazo a su hijo desayunaron. Con tranquilidad y hablando un poco más acerca de temas cotidianos, hacía no mucho que habían empezado a tener ese tipo de pláticas. Habían progresado mucho en su relación padre e hijo, poco a poco habían pasado de los saludos monótonos a las pláticas amenas.
Aún con todo había algo que Seijuuro no era capaz de confesarle a su padre, algo que sin importar que siempre le daba terror confesarle. Después de todo que tan fácil podría ser decirle a su padre, con quien apenas volvía a retomar una relación estable, que tenía un gigantón novio; bueno no era nada fácil.
-Gracias por comprender Sei, es más mañana no tendremos solo una cena, todo el día solo para festejarte.
-Está bien papá.
Seijuuro le sonrió tal vez con mucha suerte podría decirle a su padre acerca de su pareja.
Otro abrazo de su padre antes de que este se fuera y así quedó completamente solo el día de su cumpleaños, o algo así. El ama de llaves, las mucamas y los trabajadores de la casa le prepararon un modesto pastel de cumpleaños como cada año. Luego de eso decidió salir, quería visitar el cementerio.
Siempre para él era bueno ir hasta donde yacía su madre, para agradecerle por haberlo dado la vida, que mejor manera de pasar su cumpleaños que agradeciéndole a aquella que le dio la vida. Compro un bonito arreglo de flores para llevárselo y luego solitario como él se dirigió entre las tumbas buscando aquella que dijera Akashi Shiori, sin embargo se encontró con una gran sorpresa al llegar ahí.
De rodillas orando estaba Murasakibara Atsushi, su grandote novio. Se acercó hasta él. El peli morado había llevado un ramo de flores y había encendido un incienso, oraba con los ojos cerrados y por eso Akashi se acercó lo más silencioso que pudo para no sobre saltarlo. Era una gran sorpresa encontrarlo ahí, después de todo habían quedado de verse una hora más tarde en la estación del tren de Kioto.
-Ne Shiori-san – hablo el peli morado – gracias por haber traído a este mundo a Aka-chin, y por cuidarlo desde los cielos, yo estoy seguro que mi mundo es más bello porque Aka-chin está aquí, así que gracias por darle la vida, yo voy a protegerlo desde aquí, y usted desde allá en el cielo, así nuestro Aka-chin siempre va a estar protegido y será muy feliz, se lo prometo.
Akashi sonrió con las palabras del grandote, tenía al novio más dulce de la vida, estaba muy agradecido, se acercó un poco más para abrazarlo por la espalda haciendo que Murasakibara abriera los ojos. Se miraron y sonrieron para después regalarse un dulce y tierno beso.
-Feliz cumpleaños Aka-chin – Murasakibara le dio un fuerte abrazo a su pequeño novio - ¿A qué hora tienes que ir con tu padre?
-Hoy no habrá cena – le dijo Akashi en un suspiro aferrándose más a su novio.
-¿Eh?~~ ¿Eso quiere decir que podemos disfrutar de todo el día juntos?
-Así es Atsushi.
Y así lo hicieron, pasaron todo el día juntos haciendo todo lo que el pelirrojo quería, habían ido a cabalgar un rato, luego fueron a comer, vieron una película en el cine, y Atsushi se deleitó escuchando a Seijuuro tocando una hermosa melodía en su violín. Risas juegos y mucho amor. Cuando el sol comenzaba a ponerse ya estaban en la mansión Akashi, disfrutando la vista desde uno de los balcones.
-Gracias Atsushi, ha sido un gran cumpleaños – habló el pelirrojo entrelazando su mano con la del grandote.
Murasakibara y Akashi se pusieron de frente y el más alto se agachó para poder besarlo, lo estrecho entre sus brazos.
-Gracias por haber nacido – Murasakibara junto su frente con la contraria – Te amo Seijuuro.
Era raro que el grandote lo llamara de forma diferente a Aka-chin, pocas veces le llamaba por su nombre de pila y cuando lo hacía Akashi podía jurar que se sentía cada vez más enamorado.
Se besaron una vez más antes de regresar a la habitación del menor. Ahí no dudaron en ir un poco más lejos, los besos húmedos, las caricias lentas, no había prisa esa noche. Las ropas poco a poco se deslizaron fuera de sus cuerpos, Seijuuro como siempre tuvo un poco de miedo al ver el enorme miembro de su pareja, era impresionante y siempre dolía, aunque aquello valía la pena, estar así con su Atsushi lo era todo para Sei.
Se amaron toda la noche, entregándose el uno al otro, como solo ellos podían hacerlo, con todo el amor del mundo, con ese amor inquebrantable que los unía.
Enredados entre las sabanas, desnudos y abrazados, así los había encontrado Masaomi al entrar a la habitación de su hijo cuando el pelirrojo no dio señales de bajar.
-¡Seijuuro! – eso era todo lo que podía salir de los labios del hombre, realmente estaba en shock.
Los menores despertaron al instante, estupefactos, pálidos del miedo, solo atinando a cubrirse más los desnudos cuerpos y entrelazando sus manos.
-Vístanse y bajen – ordeno el hombre con un pequeño sonrojo
Los menores no tardaron en acatar la orden vistiéndose y bajando con rapidez. En la sala Masaomi caminaba de un lado a otro mirándolos de vez en cuando. Akashi y Murasakibara solo estaban sentados sosteniendo sus manos con fuerza en espera de que el mayor dijera algo.
-Entonces – comenzó a hablar Masaomi – ustedes son novios
-Así es padre.
Masaomi respiro hondo ¿qué podía decirle a su hijo? No es como si el hecho de que su hijo tuviese un novio en vez de novia fuese a cambiar algo, seguía siendo su hijo y al parecer ese grandote lo hacía feliz, volteo a ver el retrato de su esposa que colgaba en la sala, cuanta falta le hacía, ella habría sabido que hacer, ella habría sabido que decir, seguramente hubiera afrontado la situación con calma, elegancia y un poco de humor. Su Shiori habrá apoyado a su hijo.
-Esto es realmente inesperado – volvió a hablar el hombre, esta vez tomando asiento en frente de su hijo y su yerno – No sé qué decirte Seijuuro, sé que tu mamá te habría apoyado, y yo espero poder hacerlo pero compréndeme esperaba que un día llegaras con una linda señorita como tu novia.
-Sé que esto es algo raro – habló Murasakibara tan serio como la situación lo requería – pero yo de verdad amo a su hijo, y espero que pueda aceptar esto porque por nada del mundo me separare de él.
-Así es padre – Seijuuro tomo esta vez la palabra, más seguro al saberse respaldado por su novio – Atsushi y yo nos amamos, no pienso separarme de él.
Masaomi sonrió al descubrir en la mirada de su hijo y de ese muchacho la misma que tenía él y su Shiori tiempo atrás, esa mirada enamorada, segura y sin titubeos, le agradó mucho descubrir esa mirada en su hijo. Masaomi se levantó y camino nuevamente por la estancia tomado una de las catanas de colección que adornaban el lugar. La desvaino y luego se dirigió hacia donde los jóvenes estaban sentados, notando como el peli morado temblaba un poco por la impresión.
-Murasakibara Atsushi ¿cierto? – El peli morado solo asintió – supongo que lo que dices es cierto, así que espero que cuides bien de mi hijo – Masaomi apunto la espada hacia el rostro de Mura como si estuviese verificando su filo, haciendo que ambos menores se quedaran estupefactos – porque si no lo sabes apreciar, bueno eso no será nada bueno.
-Descuide Akashi-san yo siempre amare y cuidare a Seijuuro.
-Perfecto, no me decepciones – Masaomi volvió a guardar la espada – ahora vayan a bañarse, saldremos a desayunar.
Los menores se levantaron y fueron hacia las escaleras para regresar a la habitación de Seijuuro.
-Por cierto – les detuvo Masaomi – báñense por separado.
Aquello hizo sonrojar a ambos adolescentes, y reír al mayor.
Al llegar a la habitación Akashi se encontró con su celular lleno de llamadas perdidas y mensajes en su buzón, todos de sus amigos que le habían deseado un feliz cumpleaños y que el apenas iba viendo pues había apagado su teléfono al salir con Murasakibara. Los respondió uno a uno mientras su grandote novio se bañaba.
Al cabo de un tiempo ambos chicos bajaron ya listos para irse, Masaomi volvió a mirarlos y es que no dejaba de ser una sorpresa para él ver a su hijo tomado de la mano de otro chico. De igual forma Seijuuro estaba sorprendido, aun podía creer que su padre se había tomado tan bien aquella noticia. Sin duda alguna para los Akashi había sido un cumpleaños lleno de inesperadas sorpresas
Y por parte de Murasakibara, el peli morado solo podía estar nervioso ¿usaría su suegro esa catana contra él algún día? Esperaba que no.