Nash sobo sus sienes antes de continuar trabajando en su portátil. Debía dejar de beber tanto si no quería estar todos los días con una resaca infernal. Inexplicablemente tenía más trabajo en Japón que en Estados Unidos, y eso que en Estados Unidos tenía un cargo más alto. Pero sabía que el hecho de haberse convertido en casi un alcohólico no se debía a la sobre carga de trabajo, era por la sobre carga de estrés en su vida personal, cargando problemas que ni siquiera eran suyos pero que de una u otra forma le obligaban a preocuparse. Gracias al cielo él no tenía que preocuparse por una pareja o por cosas banales como el amor. Todavía.
-Sr. Gold ha llegado Akashi-sama – le avisa su secretaria
-Hágalo pasar – Nash se dio la vuelta, pero al regresar su vista al frente no se encontró con quien esperaba – Tú no eres Masaomi.
Seijuuro alzo una ceja con actitud arrogante.
-¿En serio? No me habría dado cuenta, eres un genio – le dijo con evidente sarcasmo, o mejor dicho, molestia – Me envió mi padre, dijo que le darías algo.
-Así es, toma – El rubio le dio unos documentos – Dile a Masaomi que necesito una respuesta para fin de mes.
-¿Y qué es esto?
-Cosas de adultos.
-Bien supongo que tendré que averiguarlo por mí mismo.
-No actúes como si te estuviera ocultando la fórmula para el elixir de la vida eterna – Nash lo miro con una sonrisa desafiante – No todo gira en torno a tus suposiciones de boy scout
-No creas que conseguirás molestarme con tus comentarios, yo sé que algo nos esconden, y está relacionado con Shun ¿Cierto?
-¿Qué les escondemos algo? ¿Relacionado con Shun? No sabía que eras tan pequeño como para no saber cómo se hacen los bebés.
-Di lo que quieras idiota, pero lo sabré tarde o temprano.
Nash se dio la vuelta en su silla, que desesperante era ese niño mimado, sonrió, ¿Qué pasaría si les dijera la verdad? Tal vez sería capaz de ver por fin aquel rostro arrogante sumido en la confusión, eso no sonaba nada mal.
-Cierra la puerta cuando salgas – Indico Nash. Akashi se fue más molesto de cómo había entrado.
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Shun volvió a girarse sobre la cama, se tapó con las cobijas hasta la cabeza, se quitó las cobijas y volvió a cambiar de posición, miro nuevamente en su celular leyendo la hora. 2:30 de la madrugada, y no podía dormir aun. Realmente necesitaba comerse unas naranjas con salsa picante.
Ya era la cuarta noche que tendría que ir a hurtadillas a la cocina para satisfacer algún antojo, porque de otra forma no podía conciliar el sueño. Se levantó de la cama, mejor ir pronto a darles gusto a sus bebés. En la cocina encontró casi enseguida su primer objetivo: La naranjas.
Por suerte la cocina de Himuro siempre estaba bien, muy bien surtida, siempre encontraba de todo. Sonriendo tomo un cuchillo y partió las naranjas, sentía que la boca se le hacía agua, solo faltaba echarles salsa picante.
Se dirigió a la alacena, pero no encontró la salsa, en los cajones, estantes, en el refrigerador, en… en… ¿En dónde estaba la salsa? Comenzaba a desesperarse, ¿cómo se comería sus naranjas sin salsa? En su molestia comenzó a azotar algunos gabinetes y todo el ruido producido en la cocina había llamado la atención de la única persona despierta a esas cosas.
-¿Qué sucede Izuki-kun? – le pregunto Himuro con una cara de cansancio y aun con la ropa de trabajo puesta. -¿Qué buscas?
-Es que no hay salsa picante…
Tatsuya parpadeo un par de veces, Shun era adorable con esa expresión de total perdición, como si su vida dependiera de la salsa que al parecer no había.
-¿Para qué quieres salsa?
-Quiero comer naranjas con salsa – Shun desvió su mirada hacia la fruta – pero no hay salsa, no puedo comerlas sin salsa.
Himuro no tardó mucho en comprender que se trataba de un antojo de media noche y no pudo evitar preguntarse si era el primero o si simplemente Shun había estado bajando a escondidas a la cocina.
-Está bien, iré por la salsa.
Antes de que Shun pudiese decir algo Tatsuya ya había salido corriendo en busca del antojo de sus nenes y de su Shun. No tardó más de 15 minutos en regresar con la dichosa salsa. La carita de Shun comiendo las naranjas con salsa, o mejor dicho la salsa con naranjas, era de completa satisfacción y felicidad, una expresión que Tatsuya creyó que nunca lograría volver a ver.
Sentado frente a Shun solo pudo contemplarlo y sonreír con cada exclamación de gusto al comer un nuevo bocado.
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Había sido un día de mierda para Nash, estaba cansado, tenía fiebre, y debido a que constantemente se había sentido mareado durante el día se había golpeado en las piernas y los brazos, y tenía moretones por doquier, una molestia total.
Al llegar nuevamente a la casa de Himuro, lo único que quería era acostarse y dormir por largas horas, lamentablemente tenía que enviar algunos documentos y esperar a que Nijimura le enviara las estadísticas de la nueva clínica en el sur de Japón.
Al poco rato de estar trabajando llegó Sakura con una bandeja llena de comida, al parecer Tatsuya le había dejado encargado a la mucama que se asegurara de que Nash comiera cuando llegase a casa, y así lo había hecho la mucama durante toda lo que iba de la semana, y apenas era jueves.
Tatsuya había salido de viaje al igual que Shuu, por obviedad Shougo había acompañado a su novio boca de pato. El del lunar había viajado al norte de Japón, la pareja al sur, todo por cuestiones de trabajo. Nash se había tenido que quedar en la capital por su cita con el médico y le tenía que hacer compañía a Shun, aunque esto último no lo había hecho en su totalidad, tenía mucho trabajo y a las cuestas se veían para el desayuno.
La presencia de Shun no era algo que le desagradara, de alguna forma respetaba a Izuki, porque era una persona que había sido arrastrada al tormento que era su situación y había soportado todo eso, porque era la madre de sus sobrinos y porque sabía que para sus sobrinos sería una madre buena, una como la que no tuvo el ni Tatsuya.
Nash comía mientras trabajaba, usualmente nadie se aparecía en el estudio mientras él lo utilizaba, esa noche Izuki llegó en busca de un libro nuevo que leer, Nash se sorprendió de verlo tomar un libro sobre Química orgánica.
-¿Matas el rato leyendo sobre química? – le pregunto, la curiosidad le picaba, se le hacía casi imposible que un muchachos de 17 años se interesara en eso por cuenta propia.
-En realidad ya he terminado con las novelas que tiene Himuro así que decidí leer estos también, algo interesante pueden tener – le respondió serio – Buenas noches.
Sin decir nada más Shun se fue.
Nash se quedó pensando un rato. La primera vez que escucho acerca de Shun, Tatsuya había dicho que era un chico muy alegre, bromista y lindo; hasta ahora solo había podido afirmar la tercera, Shun era lindo, claro no un bombón modelo con el que se metería en la cama, pero lindo, de lo otro no había podido ver nada, nunca se mostraba realmente feliz, a menos que le preguntaran por sus bebes, ni jamás lo había escuchado diciendo alguna broma; bueno tampoco era como si lo culpara, nadie estaría feliz de vivir con el bastardo que te violo y la tensión que a veces se sentía no dejaba espacios para bromas.
El rubio sabía que a veces era muy duro al juzgar a Tatsuya por lo que había hecho, sabía que Tatsuya no se merecía sus reclamos ni recriminaciones, había sido forzada a hacer lo que hizo; pero tampoco podía dejarlo estar, había cometido un crimen, le había arruinado la vida a alguien y posiblemente a él mismo. Y aunque no le pareciera el bastardo de Himuro le importaba y se preocupaba por él.
Termino su comida, envió los documentos, guardo los archivos que la había mandado Shuu y se fue a dormir después de tomarse una cuba que su cuerpo pedía a gritos. No había bebido en toda la semana con el propósito de estar pendiente por si algo le ocurría a Shun, ya había perdido a un bebe y podía perder otro, si algo pasaba, tenía que estar en sus cinco sentidos.
Ahora todo lo que quería era dormir, descansar y prepararse para su revisión de rutina en el médico. Le daba un poco de escalofríos tener que ir al hospital. Nada que no pudiera arreglarse con otra cuba y con dormir toda la noche.
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Al fin era viernes, y por ser el día sagrado de los estudiantes no había alma que no estuviera feliz, incluso aquellos que tenían actividades hasta tarde. Para los integrantes del club de baloncesto, ese viernes es algo peculiar, sobre todo para los titulares de la escuela.
Reunidos todos en medio de la cancha observan al alto pelinegro de más de 2 metros que sonriente espera detrás del entrenador.
-¿Es un nuevo miembro del equipo? – Pregunta Akashi a su entrenador - ¿No debería usa el uniforme de gimnasia?
-Él es un nuevo alumno que viene del extranjero – comenzó a explicar el entrenador – Es miembro del club de artes, me ha solicitado que le deje tomar fotografías de los entrenamientos.
-Soy Demian Salvin, un placer conocerlos – El extranjero dio una pequeña reverencia – Espero no les importe que tome algunas fotos.
-¿Para qué necesitas las fotografías? – Pregunto Aomine con enojo – Eres del club de arte no del de fotografía.
-Estoy trabajando en un proyecto, es para hacer una caricatura en papel, así que saco las fotografías en movimiento y luego las voy pintando, es un ejercicio, aun no soy bueno con los dibujos de acciones por eso voy a practicar de esta manera – explico con una sonrisa el más alto.
-¡Eres muy alto! ¿Juegas básquet? – Le pregunta Kise emocionado – Yo soy modelo, así qué no me molesta para nada las fotografías.
-¿En serio? Gracias – Demian le devolvió la sonrisa – No juego básquet, aunque me parece un deporte interesante.
-¿Eh? ¿Por qué no juegas?– dijo esta vez Kagami con una sonrisa - Apuesto a que serías muy bueno porque eres enorme.
-No les hagas caso Demi-chin – Murasakibara había protestado con su característica pereza – Es muy cansado y aburrido.
-No soy bueno con los deportes, así que me conformo con verlos.
Demian dio otra leve reverencia y comenzaron con el entrenamiento. Como había dicho se dedicó a sacar fotografías, de los saltos de Kagami, los tiros de Aomine, las jugadas que armaba Akashi, los tiros de Midorima, y sobre todo los bloqueos de Murasakibara, aunque en su mayoría solo era el peli morado parado debajo de la canasta esperando a que se acercara el contrincante, lo cual no pasaba muy seguido debido a la eterna guerra uno a uno de Daiki y Taiga. Aun así le había tomado fotos a Atsushi y tal vez, solo tal vez, el peli morado le había sonreído en alguna de ellas.
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Nash respiro profundo antes de que la señorita frente a él le tomara la muestra de sangre, la chica etiqueto el frasco con la muestra y se lo llevó, él volvió a respirar profundo.
Realmente no había pensado que tendría que hacerse un análisis de sangre, no lo había pensado pero por su estado era algo obvio, los malestares esos días no habían hecho más que empeorar. Se acomodó la camisa y salió, solo quedaba esperar por los resultados, mientras tendría que regresar al consultorio donde al parecer había dejado su celular ahí, estaba más despistado de lo normal.
Lamentablemente ese día parecía ir tan bien como el anterior, es decir, como una mierda, a penas salir del consultorio se encontró con alguien a quien nunca la apetecía ver.
-¿Qué haces en el piso de oncología?
-¿Qué haces tú en el piso de oncología Seijuuro?